Saltando y bailando delante del Señor

Feb 23, 2024

Ojalá pudiera bailar.

Y es que lo intento, pero me siento como ese robot torpe del programa de televisión de los años sesenta, Perdidos en el espacio. Cuando me muevo, estoy seguro de que la gente me mira y piensa: “¡Peligro, Will Robinson, peligro”!, mientras camino como ganso por la pista.

Mi media naranja, por otro lado, se mueve como Ginger Rogers. Le encanta bailar y cuando empieza la música, se desliza y se balancea con belleza y gracia. Afortunadamente, ella se apiada de mí y deja que mis brazos robóticos la sostengan, mientras trata de no hacer una mueca cuando le piso los pies. Ella sonríe y me anima a seguir bailando, agradecida de no tener que bailar sola.

El rey David bailó.

Estaba “saltando y bailando delante del Señor” mientras el Arca del Señor regresaba a la Ciudad de David (2 Samuel 6:16). El versículo 14 dice: “David danzó delante de Jehová con todas sus fuerzas”. Al igual que algunos de mis buenos amigos de la iglesia, a Mical, la hija de Saúl, no le agradó mucho y lo reprendió por su danza indigna de un rey. Tampoco podemos pasar por alto que el baile tiene un lado oscuro. Un ejemplo muy escabroso fue cuando la danza provocativa y seductora de Herodías condujo a la decapitación del apóstol Juan (ver Marcos 6:17-28).

Los pastores bailan.

Sonrío al recordar varios viajes a América Latina con mi padre. Cuando asistíamos a una graduación o conferencia de LOGOI, siempre llevábamos varios recursos bíblicos que podíamos regalar para celebrar con los estudiantes sus logros. Recuerdo cuando se llamó el nombre de un pastor para presentarse y recibir su diploma. Dio un salto sonriendo de oreja a oreja. Luego, como Gene Kelly, subió al escenario bailando para recibir su diploma. Cuando también le entregamos nuestra querida Guía Pastoral, allí mismo en el escenario comenzó un pequeño baile, agradeciendo a Dios por tan maravilloso regalo. Los pastores conservadores se quedaron paralizados por la sorpresa y de repente estallaron en aplausos. Todos querían bailar.

Hace poco recibimos un mensaje del pastor David Domínguez en Buenos Aires, Argentina. Después de completar el primer curso de un programa de certificación gratuito, nos escribió:

“Hola muchas gracias por los cursos que me ofrecieron gratis… es una gran bendición estudiarlos y compartirlos con otros. Me apasiona estudiar, pero los cursos son en moneda extranjera [dólar estadounidense] y el tipo de cambio en nuestro país hace que sea casi imposible pagar. Compartiré estas mismas enseñanzas con los jóvenes de mi iglesia para que estas enseñanzas bíblicas puedan enriquecer a otros con pocas oportunidades económicas. Les envío mi más cálido abrazo, que Dios les bendiga y que cada día sean un canal de bendición para todo aquel que ama su Palabra”.

Baila como si nadie estuviera mirando.

El mes pasado estuve en Key West, Florida, para un fin de semana romántico. En una plaza una multitud se reunía para contemplar la gloriosa puesta de sol de Key West. Mientras esperábamos, noté una pareja de ancianos bailando a un lado. Se balanceaban suavemente al ritmo de la música de uno de los guitarristas. Él la hizo girar lentamente e incluso desde la distancia, se veían radiantes de amor y alegría. No importaba en lo más mínimo si su juego de pies era imperfecto. Se abrazaron y bailaron libremente… como si nadie los estuviera mirando.

Necesitamos bailar más.

No sé ustedes, pero yo quiero ser más como ese pastor bailando para obtener su diploma. Quiero ser más como el rey David, tan emocionado por lo que Dios está haciendo que debo bailar. Quiero ser como esa pareja que bailaba en Mallory Square, tan enamorados que no importaba su aspecto ni quién los estuviera mirando. El mensaje del Evangelio dice que puedo.

Jesús dijo: “Yo he venido para que tengáis vida y la tengáis en abundancia” (Juan 10:10). El contexto es que nuestra vida con Jesús es lo más grande que jamás haya sucedido. Es como una invitación a bailar con nuestro Creador, quien nos da tan abundantemente que somos libres de experimentar plenamente el gozo, la paz y el amor que Él nos da. La vida con Jesús nos libera para bailar alegremente, aún con nuestros dos pies izquierdos y disfrutar cada momento por la gracia y el amor inconmensurables que Él nos ha dado.

Estamos muy agradecidos de que estés “bailando” con nosotros a través de tus oraciones y apoyo. En diciembre ofrecimos una serie introductoria gratuita de nuestros Cursos Bíblicos donde se inscribieron decenas de nuevos pastores y líderes docentes. ¡Qué bendición poder animarlos y equiparlos para “bailar” con alegría y proclamar el Evangelio en sus comunidades!

Entonces, ¡sigue bailando! Y en caso de que nunca te lo hayamos dicho, eres bailas maravillosamente.

Por siempre,

Ed Thompson