La ciudad de Escondido ocupa un valle poco profundo rodeado de colinas rocosas, situada justo al norte de la ciudad de San Diego y 43 millas al norte de Tijuana, México. Fundada en 1888, es una de las ciudades más antiguas del sur de California. ‘Escondido’ también significa “oculto” o “difícil de ver o encontrar”. Las fuentes varían sobre el origen del nombre de la ciudad, diciendo que se refiere al agua escondida o a un tesoro escondido.
Un tesoro no tan escondido entre los 151.000 habitantes de Escondido es Leopoldo Reyes Carballo, pastor de la Iglesia Bíblica Bautista Betel de Escondido. Allí también se desempeña como maestro de escuela dominical y dirige los ministerios de estudio bíblico y de hombres.
Nativo de Santo Domingo Tehuantepec en Oaxaca, México, Leopoldo llegó a Jesús hace 14 años durante un momento difícil en su matrimonio. Ha estado sirviendo en los EE. UU. durante 12 años y está especialmente preocupado por la juventud local. “Cuando la mayoría de los jóvenes llega a los 18 años comienzan a alejarse de la iglesia”, dice. “Quedan pocos, los que en verdad han sido transformados por el Espíritu Santo. De los que se apartan, unos caen en la promiscuidad, otros en el alcoholismo y drogas, mientras que otros simplemente dejan a Dios fuera de sus vidas”.
Enseñar a los jóvenes es primordial en el ministerio y la carrera de este padre de dos niñas. Doctor en ingeniería en sistemas en computación, Leopoldo ha sido docente a nivel universitario en México y en la división San Diego del Colegio Bíblico de Estudios Superiores de San Luis Potosí. Dice que los cursos bíblicos de LOGOI lo están ayudando a “preparar obreros para el ministerio en la iglesia local” al capacitar a nuevos predicadores y líderes en su iglesia.
“Mi consejo para mis compañeros pastores hispanos es que siempre debemos leer la Palabra de Dios, orar y nunca olvidar prepararnos con excelencia para servir mejor a nuestra gente”, dice Leopoldo. Hace un llamado a los adultos a estar atentos a los temas culturales actuales y “cómo se relacionan con nuestros jóvenes para que puedan enfrentar la batalla de defender su fe, usando siempre la armadura de Dios y la apologética, nunca dejando de lado la espada del Espíritu”.
Tómese un momento y ore por Leopoldo, sus feligreses y “especialmente los jóvenes, que la voluntad de nuestro Padre celestial se haga en todas nuestras vidas”. Y ore para que Dios revele a esos jóvenes Leopoldos escondidos en todo el mundo de habla hispana” para equipar al pueblo de Dios para hacer su obra y edificar la iglesia, el cuerpo de Cristo” (Efesios 4:12).