En la cultura eclesiástica circula la idea de que el líder debe estar involucrado en el ministerio haciendo muchas cosas distintas. La idea es que un líder comprometido muestra su entrega a Cristo y Su iglesia participando en todo cuanto le sea posible en el ministerio. En la práctica, este pensamiento se traduce en líderes que tienen muchos cargos o responsabilidades a la vez; líderes que están saturados de compromisos y con poco espacio en sus agendas; y por supuesto, se caracterizan por ser poco eficientes en lo que hacen ya que es demasiado lo que tratan de abarcar.
¿Por qué será que los líderes de iglesia encontramos tan atractiva esta idea de involucrarnos en cuanta cosa podamos en el ministerio? Consideremos algunas razones…