Pasos a seguir en el estudio bíblico

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Pasos a seguir en el estudio bíblico

Lección correspondiente al capítulo 6 del curso:
Curso: Cómo estudiar la Biblia

 por Alberto Valdés

Usualmente se reconoce que la observación, la interpretación y la aplicación representan tres pasos básicos en el estudio de la Biblia. La observación tiene que ver con notar las características de un libro de la Biblia (una sección, un párrafo o un versículo). Los maestros comúnmente dicen que la observación responde a la pregunta ¿Qué es lo que veo? Es decir, en este paso se esfuerza uno por examinar el texto bíblico detenida y comprensivamente a fin de reunir la información que ha de ser interpretada. De la misma manera, los que enseñan la Biblia reconocen que el próximo paso, la interpretación, responde a la pregunta ¿qué significa? Para llegar a entender el sentido del texto bíblico uno hace preguntas interpretativas que ayudan a reconocer el significado de lo que hemos visto en el primer paso. Por fin cuando hemos interpretado el texto bíblico con precisión nos queda la tarea de aplicar los principios bíblicos que se hallan allí. Dichos principios son transculturales y tienen validez tanto en su contexto histórico original como también en los tiempos modernos. La aplicación representa la meta del estudio de las Escrituras y responde a la pregunta ¿cómo debo responder a las verdades bíblicas? En algunos casos, Dios desea que sencillamente creamos lo que dice Su Palabra (por ejemplo en el caso de la salvación eterna que no requiere obras sino sólo creer en Cristo) mientras que en otros quiere que obedezcamos en fe y con Su ayuda.

Cada paso en el proceso edifica sobre el anterior. Para obedecer las Escrituras debemos comprenderlas. Y resulta imposible comprender sin primero reconocer la información que debemos entender. La buena interpretación se basa en observaciones precisas y resulta en la aplicación edificativa de los principios bíblicos. Interesantemente estos pasos se usan en otras áreas de la vida. Por ejemplo, un doctor los utiliza cuando trata con un paciente. ¿Qué pensaría de un médico que le recete medicinas sin primero hacerle un examen para determinar de qué sufre usted? Un buen doctor examina primero cuidadosamente al paciente notando los síntomas y la condición del mismo. También hace varias preguntas y análisis. Esto corresponde al paso de observación. Después de reunir toda la información el médico la interpreta cuidadosamente hasta llegar a una conclusión. El paso de comprender lo que se ha observado representa la interpretación. Es sólo después de estos dos pasos que él entonces receta la medicina u ordena el tratamiento necesario. El comenzar con el último paso pudiera resultar en consecuencias graves. De la misma manera debemos realizar el estudio de la Biblia siguiendo los pasos en su orden debido y cuidadosamente. Así podremos facilitar la interpretación sana de las Escrituras.

La importancia de leer un libro por completo

El paso de la interpretación debe comenzar con la lectura de un libro completo de la Biblia sin interrupción. A primera vista parece ser un requisito difícil. (En realidad resulta más difícil leer la Biblia a retazos ya que se pierde el hilo de la lectura.) Sin embargo, es absolutamente esencial si vamos a comprender la Palabra de Dios. Además resultará ser una experiencia agradable —aunque requiera esfuerzo— ya que tal vez por primera vez usted comprenderá la Biblia como nunca antes. ¿Qué tal si tres amigos suyos le envían a usted una carta cada uno? Piense qué ocurriría si usted abre la primera carta y sólo lee las primeras cuatro líneas. Entonces toma la segunda carta y decide únicamente leer la conclusión. Al fin, abre la tercera carta y lee la porción en el medio sin considerar ni el principio ni el final. ¿Cuál carta va a comprender? La respuesta debe ser obvia. ¡Ninguna de las tres! La mayoría de nosotros leemos la Biblia de la misma manera. Leemos unos pocos versículos por aquí y un capítulo o dos por allá. No nos debe sorprender que no entendamos las Escrituras. De la misma manera si deseamos ver alguna película cristiana o escuchar algún predicador favorito, a todos nos gusta llegar al principio y escuchar o mirar sin interrupción hasta el final. Es la única manera de no perder el hilo. No hay otra opción.

Hay un sinnúmero de interpretaciones equivocadas que existen sencillamente por no tomar este paso esencial en la observación. Como ejemplo una vez escuché a un pastor predicar sobre el primer capítulo del libro del profeta Jonás en el Antiguo Testamento. Dios había ordenado a Jonás ir a Nínive, ciudad de los asirios, enemigos de Israel reconocidos por su crueldad e idolatría. El predicador explicó que Jonás huyó a Tarsis, lugar al que Dios no le había enviado, porque temía morir en Nínive a mano de los crueles ninivitas. Pero el pastor se equivocó. Cuando leemos el libro por completo aprendemos que Jonás no temía a la muerte (Jonás 1:11-12; 4:1-3, 8-9). No descubrimos hasta el último capítulo del libro la razón por la cual Jonás no quería ir a Nínive: él sabía que Dios en Su misericordia iba a salvar a los ninivitas. Pero, Jonás quería que Dios los juzgara. Resultó estar tan molesto con las acciones misericordiosas del Señor que aun pide que Dios le quite la vida. Más que temer a la muerte, Jonás prefería morir al ver que Dios le mostrara a los ninivitas Su misericordia. Si el pastor hubiera llegado hasta el último capítulo del libro de Jonás hubiera comprendido correctamente el primero. Nosotros podemos equivocarnos al igual que él si no leemos un libro de la Biblia en su totalidad.

Para poder cumplir con este paso podemos comenzar con un libro relativamente pequeño o uno que usted pueda completar sin interrupción. Se ha dicho que muchos libros de la Biblia caben en la primera página de un diario o un periódico cualquiera. Varios libros del Antiguo y Nuevo Testamento se pueden leer con facilidad (AT: Rut, Ester, Jonás y Malaquías; NT: Tito, Santiago, Efesios y Filemón). Vaya a algún lugar donde no tenga interrupciones —usted se maravillará de las distracciones que surgen cuando tratamos de acercarnos al Señor por medio de Su Palabra.

Entonces, ore y comience a leer el primer versículo del primer capítulo hasta llegar a la última línea del libro. Si usted tiene una Biblia de estudio con notas explicativas no interrumpa su lectura para leerlas. Mantenga su atención sobre el texto de la Biblia y reconozca que no todo lo que los eruditos escriben es confiable ni representa necesariamente la interpretación correcta de un pasaje. También debe llevar consigo un cuaderno para escribir observaciones que descubra o ideas que se le ocurran, pero no deje de leer. Siga adelante hasta lograr terminar el libro. Al final verá que bien se sentirá y cuanto más ha comprendido de la Biblia.

Hay estudiantes que se leen los libros de la Biblia por completo varias veces antes de comenzar a estudiar de manera más detallada. Esto también lo recomendamos. Leer un libro por completo una vez representa lo mínimo que uno puede hacer. Siempre se recomienda leer un libro varias veces y en diferentes versiones. Al completar este paso debemos tener una idea general sobre qué trata el libro, cómo se desarrolla y cuál es su mensaje principal. Ahora podemos pasar al próximo paso en el proceso de la observación.

La ayuda que prestan las preguntas

Por años se ha reconocido que las preguntas representan algunos de nuestros mejores amigos en la tarea del aprendizaje. Hay ocho preguntas en particular que nos ayudan a examinar el texto bíblico que estamos estudiando y que a la vez dirigen el proceso de la observación. Por medio de dichas preguntas podemos ver detalles en el texto que de otra manera tal vez no notaríamos. Las ocho preguntas son: ¿Quién?, ¿Qué?, ¿Cómo?, ¿Cuándo?, ¿Dónde?, ¿Cuánto?, ¿Hasta qué medida? y ¿Por qué? Después que practiquemos la interpretación de la Biblia por un tiempo estas preguntas llegarán a formar parte del proceso natural de nuestra investigación del texto bíblico. Sin embargo, al principio es buena idea tener una lista de ellas a mano a fin de que puedan guiarnos en nuestra observación. También debemos recordar que en este paso estamos tratando de examinar la Biblia sin prejuicios e ideas preconcebidas. La meta de la observación es descubrir lo que el texto dice en realidad antes de tratar de interpretarlo. Es decir nos acercamos a las Escrituras con una mente abierta y un corazón dispuesto a descubrir lo que la Biblia dice.

Para ver cómo estas preguntas nos ayudan en la interpretación miremos el siguiente texto a la luz de las mismas: Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda; mas al que no obra, sino cree en Aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia (Ro 4:4-5)

¿Quién?: El texto habla de (1) aquel que obra, (2) de aquel que no obra sino cree, (3) de Aquel que justifica, y (4) del impío.

¿Qué?: (1) El texto habla de un salario, (2) del obrar, (3) de la justificación del impío, (4) y de la fe.

¿Cómo?: (1) La justificación no viene por obras, sino por fe a quien cree. (2) El salario llega no como regalo, sino como deuda al que obra. (3) La justificación llega como regalo al pecador que cree en Aquel que justifica al impío.

¿Cuándo?: Cuando “el que no obra” cree, (2) en ese momento su fe es contada por justicia. (3) Cuando el que obra, o trabaja, debe recibir su salario.

¿Dónde?: Estos versículos no responden directamente a esta pregunta. Sin embargo la implicación es que donde quiera que alguien trabaje su salario no es un regalo sino algo merecido por el cual obró. De la misma manera el texto implica que en cualquier sitio donde el impío cree en Aquel que lo justifica, recibirá la justicia. Sin embargo, el texto no habla de un lugar en sí. Más bien habla de verdades aplicables universalmente.

¿Cuánto?: Todo el salario del que obra se le cuenta como deuda. De la misma manera, nada de la justificación del impío llega a base de las obras. Toda su justicia es a base de la fe. (En otra porción de la epístola a los Romanos [capítulo 3] aprendemos qué Dios nos puede ofrecer la justificación gratuitamente a base de la obra sacrificial de Jesucristo en la cruz. Alguien tuvo que pagar el precio por nuestra salvación. La Biblia claramente expresa que dicho pago lo hizo Jesús una vez para siempre en la cruz del Calvario. Cualquier intención de agregarle a ese sacrificio perfecto es implicar que tenemos que suplementar Su obra con las nuestras, o que lo que Jesucristo hizo no fue suficiente para salvamos.)

¿Hasta qué medida?: La justicia es perfecta ya que Dios es quien la otorga. Por lo tanto, dicha justicia que Dios da es completa. La persona que cree es justificada por completo al creer. Este punto se acerca más a la interpretación que a la observación. Sin embargo, el texto aclara que Dios otorga la justicia por medio de la fe, sin mirar las obras. Estas tienen que incluir obras hechas ya sea antes, durante, o después de la fe. Si la justicia llegara a base de obras hechas antes de creer, entonces Dios no pudiera contar la fe por justicia. Tendría que contar o las obras o una mezcla de estas con la fe a fin de poder justificar al impío. Sin embargo, el texto hace un contraste definido entre el salario merecido por obras y la gracia inmerecida sin obras. Las palabras no permiten una mezcla de fe y obras. De la misma manera, si fuera a base de obras que ocurren simultáneas con la fe, esto también negaría la afirmación del versículo 4. De igual manera, si Dios justifica al impío a base de las obras subsiguientes a la fe, tampoco podría contar sólo la fe del impío por justicia. La justicia estaría de nuevo basada en una mezcla de fe y obras. En cualquiera de los tres casos, la fe no sería suficiente para la justificación del impío. Pero el texto dice “su fe le es contada por justicia”.

¿Por qué?: La respuesta a esta pregunta se encuentra en parte en el versículo 2 del mismo capítulo donde dice: “Porque si Abraham fue justificado por las obras, tiene de que gloriarse, pero no para con Dios”. Es decir, la respuesta incluye la realidad que la justicia por fe quita cualquier motivo para gloriarse ante Dios. Ya que la justicia es inmerecida, no hay ocasión para la jactancia de parte de la persona justificada. Dios merece toda la gloria.

Es así que podemos ver cómo es que estas ocho preguntas nos ayudan a poder interpretar la Biblia. Sin embargo, estas observaciones no nos dan la interpretación completa del pasaje. Aunque ya hemos interpretado un poco, ahora comenzamos a interpretar en serio. Para realizar este paso procedemos con preguntas adicionales. Dichas preguntas no intentan descubrir lo que contiene un pasaje sino más bien determinar el significado de la información contenida allí.

Por lo tanto son preguntas interpretativas que enfatizan más el porqué de la información que vemos en los textos bíblicos más que dicha información en sí. Estas preguntas surgen a medida que examinamos el texto. Por esto, es bueno tener un cuaderno a mano en el cual anotamos tanto nuestras observaciones como también estas preguntas que nos ayudarán a enfocar más en la interpretación.

El papel de las preguntas interpretativas

El buen estudiante de la Biblia, al igual que el detective eficaz sabe hacer preguntas, y hace bastantes. Estas preguntas le ayudan a determinar qué recursos adicionales necesita saber o qué información adicional necesita adquirir a fin de descubrir la interpretación correcta de un pasaje. Si tomamos el mismo pasaje que examinamos anteriormente (junto con el contexto más amplio de la epístola de Pablo a los Romanos) podríamos hacer las siguientes preguntas:

  1. ¿Quién es “Aquel que justifica al impío”?
  2. ¿Qué significa ser justificado?
  3. ¿Cómo es posible que la fe sea contada por justicia sin tener que hacer obras?
  4. ¿Qué tiene que ver este pasaje con los trabajos y los salarios?

Podríamos así hacer muchas preguntas. Tanto la calidad y cantidad de nuestras observaciones como nuestro estudio adicional nos ayudarán a encontrar las respuestas. Estas preguntas merecen que reflexionemos antes de contestarlas. Para poder alcanzar las respuestas debemos leer la epístola completa (preferiblemente varias veces) y usar todos los recursos posibles con la excepción de uno. En este paso del proceso no debemos utilizar comentarios acerca de la Biblia o pedirle ayuda al pastor. Recuerde que es preferible llegar al texto bíblico con la mente abierta. Si comenzamos desde el principio a buscar opiniones de otros esto arruina el proceso del estudio personal. Después de haber llegado a algunas conclusiones e interpretaciones, sí debemos consultar los comentarios bíblicos siempre tomando en cuenta que no son infalibles. Es muy posible que usted tenga una interpretación mejor que algún erudito. De cualquier modo usted ya ha trabajado con el texto bíblico de manera directa, y así estará en mejor posición para evaluar lo que otros piensan. Por tanto debemos hacer la mayor cantidad de trabajo en el estudio personal y dejar los comentarios hasta los últimos pasos en la interpretación de un pasaje. Ahora, aunque los comentarios acerca de la Biblia se utilizan al final del proceso interpretativo hay otros recursos que sí debemos usar antes que nos ayudan con la observación y la interpretación.

Recursos adicionales para el estudio de la Biblia

Los recursos más sencillos en el estudio de las Sagradas Escrituras son un cuaderno, un lápiz o bolígrafo, una Biblia (preferiblemente sin notas), un corazón y una mente abiertos al Señor, Su Palabra y el tiempo necesario para estudiar. Debemos utilizar una Biblia que no sea muy interpretativa ya que queremos ejercer el privilegio y la responsabilidad de la interpretación privada de la cual se habla en el Capítulo 2. Por lo tanto, la versión Reina Valera (1909 ó 1960) y La Biblia de las Américas representan las mejores opciones para el estudio personal de la Biblia. También se puede utilizar la Nueva Versión Internacional aunque esta Biblia es más interpretativa que las otras y por lo tanto es menos preferible. Una vez que tengamos nuestra Biblia, nuestro cuaderno, bolígrafo o lápiz, y el corazón y la mente preparados en oración, debemos tener suficiente tiempo para estudiar y reflexionar sobre el texto bíblico. A medida que hagamos esto nos vamos a dar cuenta que necesitamos más recursos a fin de sacar el mayor provecho de nuestros estudios: una concordancia, un atlas bíblico, y un diccionario de la Biblia.

La concordancia es una herramienta que nos ayuda a encontrar palabras o frases específicas en la Biblia. Una concordancia exhaustiva contiene todas las palabras que aparecen en cada versión de la Biblia. Es decir, una concordancia de la versión Reina Valera (Nueva Concordancia Strong) por ejemplo, sirve para ayudarnos con dicha traducción pero no necesariamente nos ayuda con la Nueva Versión Internacional que tiene su propia concordancia. (Nota: Debemos asegurarnos que estamos buscando la palabra precisa en la concordancia ya que a veces la misma palabra en español traduce más que una palabra de los idiomas originales de la Biblia. Por ejemplo, la Nueva Concordancia Strong identifica las diferentes palabras del idioma original con diferentes números, aunque a veces utilizan diferentes números para palabras que provienen de la misma raíz. No todas las concordancias indican la diferencia.) La concordancia nos ayuda a comprender cómo un autor utiliza algún vocabulario específico en la Biblia. Es importante reconocer que la misma palabra puede tener un significado diferente en diferentes libros de la Biblia. Es igual en nuestro idioma popular. Si un chileno utiliza la palabra “guagua” es probable que esté haciendo referencia a un bebé. Sin embargo, cuando un cubano dice “guagua” está hablando de un autobús. Si un chileno la habla a un cubano acerca de cambiarle los pañales a una guagua deben aclarar de qué se trata la conversación. Lo mismo ocurre en la Biblia. Aprendimos en el capítulo cuatro que la palabra “salvación” no solo significa el ser rescatado del infierno sino que puede señalar el ser liberado de otros peligros. Por lo tanto debemos leer un libro por completo y considerar el contexto con cuidado para determinar el significado preciso en tal contexto. La epístola de Pablo a los Filipenses y su carta a Efeso usan la palabra salvación en tres sentidos diferentes. Tengamos cuidado de no confundir un sentido con otro aunque se use la misma palabra.

Por otro lado a veces, los traductores traducen palabras que son diferentes en los idiomas originales de las Escrituras con la misma palabra en castellano. Por ejemplo hay dos palabras griegas diferentes que se traducen con el verbo “dormir”. Sin embargo, la palabra dormir se utiliza en tres maneras distintas en las Escrituras: hace referencia al sueño físico, a la muerte de un cristiano, y al estar “dormido” moralmente. En 1 Tesalonicenses la palabra dormir se utiliza con dos de estos sentidos. En el 4:14 Pablo dice “Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él “. El contexto aclara el significado cuando dice “…y los muertos en Cristo resucitarán primero” (4:16): se refiere a los que han muerto. En el capítulo 5 Pablo usa una palabra diferente que también se traduce dormir. Allí Pablo escribe:

“Por lo tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios. Pues los que duermen, de noche duermen, y los que se embriagan, de noche se embriagan. Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de fe y de amor, y con la esperanza de salvación como yelmo. Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo, quien murió por nosotros para que ya sea que velemos, o que durmamos, vivamos juntamente con él”. (5:6-10)

Queda claro al considerar el contexto que cuando Pablo dice “no durmamos como los demás” no está diciendo “no muramos como los demás“. La advertencia tiene que ver con el no estar alerta moralmente pero no con la muerte física. Esto se hace aun más aparente cuando observamos que Jesús “murió por nosotros para que ya sea que velemos, o que durmamos, vivamos juntamente con él.”

El contraste no es entre vivir y morir sino entre velar, es decir vivir en obediencia y dormir, estar en desobediencia. Una buena concordancia muestra cual de las palabras que traducen dormir se ha usado en dado contexto. Para asegurar que nuestro estudio resulte bien debemos seguir los siguientes pasos: En primer lugar debemos determinar la palabra precisa que deseamos estudiar, examinarla en su contexto inmediato, y hallarla en la concordancia (asegurándonos de buscar el término que representa la palabra en su idioma original). Esto garantiza que estamos estudiando la misma palabra y no diferentes palabras que son traducidas por el mismo término en castellano.

En segundo lugar buscamos la misma palabra en el mismo libro de la Biblia que estamos estudiando. Esto es necesario porque a veces una palabra tiene un sentido técnico en un libro y otro diferente en otra parte de la Biblia. También averiguamos cómo el mismo autor utiliza la palabra en otros de sus libros. Por ejemplo, es interesante hacer un estudio de cómo Pablo usa la palabra “ira” en sus escritos. Además, averiguamos cómo otros autores bíblicos utilizan la misma palabra. Si hacemos bien el estudio descubriremos el significado de la palabra en su contexto inmediato (el uso más determinante), la manera en la cual el autor la utiliza en su libro, la forma en que la usa en todos sus escritos, y la manera en que difiere de cómo otros escritores bíblicos la utilizan. La concordancia nos facilita hacer esta tarea.

Otras ayudas necesarias son el atlas, los diccionarios bíblicos y los comentarios. Los diccionarios nos ayudan con información histórica, agrícola, política y del mundo de la naturaleza. Si queremos saber en qué clase de casa o habitación vivían las personas en los tiempos de Jesús un buen diccionario bíblico nos daría esa información. Si tenemos que averiguar para qué se utilizaba el aposento alto en un hogar también dicho recurso nos ayudará.

Por otro lado, si deseamos saber dónde queda Capernaúm y dónde está Jerusalén necesitamos tener un atlas bíblico que nos dé esta información. Los diccionarios y los atlas bíblicos ofrecen información que nos ayuda en los pasos de observación e interpretación. Como ya hemos mencionado, los comentarios se utilizan después de que usted haya hecho la mayor cantidad de estudio usando los recursos descritos arriba. Es bueno considerar a los comentarios como compañeros con los cuales discutimos nuestras conclusiones después de haber nosotros hecho nuestros propios estudios sobre un libro de la Biblia. Comparamos nuestras conclusiones con las de ellos y hacemos los cambios que sean necesarios.

En el uso de los comentarios debemos evitar tres errores. Por un lado tenemos el error de depender tanto de los comentarios que no hacemos nuestro propio estudio personal. Por otro lado está el error de pensar que ya que tenemos la Biblia y el Espíritu Santo no necesitamos ni maestros ni comentarios. Debemos reconocer que Dios ha dotado a algunos en la iglesia con dones de enseñanza. El no prestar atención a los buenos maestros es una manera de despreciar los recursos que el Espíritu Santo ha provisto para nuestra edificación.

Muchos buenos maestros han escrito sus conocimientos en los comentarios y por tanto debemos usar estos recursos. El tercer error está en pensar que todo lo que está escrito en un comentario bíblico es preciso y libre de error. Dios sólo inspiró los manuscritos originales de la Biblia. Por lo tanto los comentarios no son inerrantes. Sin embargo, pueden ser de gran ayuda si los usamos sabiamente dependiendo sobre todo en el Señor y evaluando las conclusiones de los comentaristas a la luz del texto bíblico el cual es siempre determinante.

Conclusión

Es cierto que tenemos el privilegio y la responsabilidad de la interpretación privada. Para ayudarnos a sacar el mayor provecho de este gran privilegio debemos ser intérpretes sabios. Por lo tanto, debemos utilizar los principios de interpretación que han sido detallados en los capítulos anteriores. Recordemos que antes de interpretar debemos observar el texto a fin de reunir la información necesaria para la interpretación. (El mejor comienzo para dicha tarea es leer un libro de la Biblia por completo sin interrupción.) También podemos adquirir información adicional en los diccionarios y atlas bíblicos. Además hay ocho preguntas que nos ayudan en el proceso de la observación y estas nos dirigen a preguntas interpretativas acerca de la información que destapamos.

Las reglas de la interpretación, el estudio, la reflexión y la oración nos ayudan en el proceso de interpretación que sigue a la observación. Después de haber determinado una interpretación a base de nuestro propio estudio es sabio comparar nuestras conclusiones con la de maestros reconocidos de la Biblia. Finalmente, debemos cumplir con la meta del estudio de la Biblia, la aplicación. Debemos responder con fe u obediencia fiel a los principios que descubrimos en la Biblia. De esta manera seremos cada vez más como nuestro Señor Jesucristo.

(*) Este artículo forma parte del libro Cómo estudiar e interpretar la Biblia y del curso FLET Cómo estudiar la Biblia.