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(De los archivos de David Legters)
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- Bienaventurados los esposos que cuando haya terminado su luna de miel, se siguen tratando con cariño y ternura.
xx - Bienaventurados los esposos que son corteses y considerados el uno con el otro en el mismo grado que lo son con sus amigos.
xx - Bienaventurados los esposos que aman a su pareja más que a cualquier otra persona en el mundo y que cumplen con gozo el voto matrimonial de ser fiel por toda la vida, y de dar la ayuda mutua el uno al otro.
xx - Bienaventurados los esposos que se convierten en padres, pues los hijos son herencia del Señor.
xx - Bienaventurados los esposos que se acuerdan de dar gracias por los alimentos antes de participar de ellos, y separan un tiempo todos los días para leer la Biblia y orar.
xx - Bienaventurados los esposos que al hablar el uno con el otro, no lo hacen con gritos, pues su hogar es un remanso de gozo y de paz.
xx - Bienaventurados los esposos que son fieles en asistir a los cultos del templo y trabajan juntos en la iglesia para avanzar el Reino de Dios.
xx - Bienaventurados los esposos que resuelven sus diferencias en el espíritu cristiano, sin permitir la injerencia de los demás familiares.
xx - Bienaventurados los esposos que concuerdan en sus asuntos financieros y que, colaborando juntos por el bien del hogar, pueden disponer ambos de todo lo que hay.
xx - Bienaventurados los esposos que dedican con toda humildad sus vidas y su hogar a Cristo, y ponen en práctica las enseñanzas de Jesús, de ser abnegados, leales y amorosos.