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Por David Legters
INTRODUCCIÓN:
La necesidad de la fe
Un hombre estaba caminando a la orilla de un precipicio por un sendero angosto, pero sin prestar mucha atención a donde iba. De repente resbala, y se cae a la barranca. Para su fortuna, había una rama en la ladera de la montaña a la que logra azirse, y queda así colgado de la rama, sin poder subir, y con sólo el espacio por debajo de sus pies. Sabiendo que no podía quedar así por mucho tiempo, comienza a gritar pidiendo auxilio.
El hombre: ¡Socorro! ¿Hay alguien allá arriba?
Una voz: ¡Voy… aquí estoy yo!
El hombre: ¿Quién eres?
La voz: Soy el Señor.
El hombre: Señor, ¡ayúdame!
La voz: ¿Confías en mí?
El hombre: Sí, Señor, confío totalmente en ti.
La voz: Muy bien, ahora suelta la rama; ¡suéltate!
El hombre: ¿Qué dijiste, Señor?
La voz: Te dije, suelta la rama.
El hombre (después de una larga pausa):
¿Hay alguien más allá arriba? ¡Socorro, auxilio!
I. LECCIÓN BÍBLICA, N.T.: Efesios 2:1-10
…. La salvación es:
- Del pecado (vv 1-3)
—Su consecuencia, la muerte
—Su condición, la miseria - Por amor (v 4)
—Amor inmenso, “…por su gran amor”
—Amor inexplicable, “…con que nos amó” (a ti y a mí) - Para vida (v 5)
—Una renovación poderosa, “estando muertos… nos dio vida”
—Un Redentor perfecto, “juntamente con Cristo, por gracia” - Con un propósito (vv 6-7)
—Unión con Cristo, “juntamente con él, …con Cristo”
—Unción de Cristo, “su bondad para con nosotros…” - Por medio de la fe (vv 8-10)
—Aspecto negativo: “…no de vosotros,…no por obras”
—Aspecto positivo: es “por gracia… esto es don de Dios”
…. (“esto”, puede referirse a la fe, o puede referirse a la salvación, “por gracia sois salvos por medio de la fe”)
—Aspecto práctico:
…. El orden previsto: no las buenas obras producen salvación sino: la salvación produce
…. ..buenas obras
…. La orden prevista: “Dios preparó de antemano…”
II. LECCIÓN BÍBLICA, A.T.: Josué 2:1-24; 6:22-25
Intro: Lo que no es la fe.
La fe es el canal indispensable para la salvación. Heb 11:6, “sin fe es imposible agradar a Dios”; Ef. 2:8, “por gracia sois salvos por medio de la fe”…; Juan 3:16, “todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna”. (ver Boice, Los fundamentos de la fe cristiana, pp 414-415)
¿Qué es la fe? Mejor se comienza diciendo lo que la fe NO es:
- No es un sentimiento subjetivo, separado de la verdad objetiva revelada por Dios. El objeto de la fe le da su valor real.
- No es la credulidad, cuando se acepta algo como verdadero sin considerar la evidencia, sólo porque se desea fervientemente que sea la verdad.
- No es el optimismo, una actitud mental positiva que busca que lo que se cree suceda.
Entonces, ¿qué es la fe? Tomemos el caso de RAHAB como ejemplo de una fe que salva. Es una fe producto de la:
Razón, (vv 8-11)
La fe no está peleada con la razón, sino se une a ella y se apoya en ella. Fe sin el buen uso de la razón sería sólo subjetividad, credulidad, o bien, optimismo (ver introducción). Rahab razonó: porque primero oyó y conoció, luego razonó y creyó.
- Rahab dijo a los 2 “espías” (misioneros, si se quiere):
- “Sé que Jehová os ha dado esta tierra…”
- “Hemos oído que Jehová hizo secar las aguas del Mar Rojo”
- “Oyendo esto, ha desmayado nuestro corazón…porque Jehová vuestro Dios (aún no dice “mi Dios”) es Dios…”
Compara Rom 10:13-17, “la fe es por el oir…”
La fe que salva, pues, tiene 3 pasos:
- Conocimiento. Aunque parezca contradictorio, pues una cosa es conocer, otra es creer. Pero la fe no puede existir en el vacío; hay conocimiento que es indispensable a la fe. Hay que saber quién es Cristo, qué ha hecho antes, y qué puede hacer por mí. Eso es lo que Rahab pudo conocer (y para Rahab, al que conocemos como Jesucristo, era Jehová).
xx - Convicción, dar asentimiento a la verdad escuchada, creer que es la verdad, no dudar de ella. Hay que entender lo desesperante que es mi situación (y así fue con Rahab), y que la solución que da Jesús (Jehová) es la única opción.
xx - Confianza. La fe es el conocimiento que pasa a convicción, y convicción que pasa a confianza. Confianza, porque se trata de un compromiso personal, una entrega del ser, un paso de la teoría a la práctica, del asentimiento al consentimiento, de la reflexión a la aceptación personal.
Pero todo comienza con el oído, y con… ¡la Razón!
En segundo lugar, es una fe que hace una:
Alianza (un pacto), vv 12-21.
Rahab: “Os ruego pues, ahora, que me juréis por Jehová…”
“…que salvaréis la vida a (mí y a mi familia)”
Ellos: “…nuestra vida responderá por la vuestra…”
“…este juramento con que nos has juramentado.”
La señal del juramento: “atarás este cordón de grana…”
Este es el paso del compromiso, el paso de la fe, de la confianza. Dios ofrece su palabra, su promesa de gracia es segura, pero requiere de una respuesta de compromiso personal. Como en la ilustración de Blondín, que cruzó sobre el río Niágara sobre un cable, luego volvió a cruzar llevando sobre sus hombros un saco de arena. Y al preguntar, ¿cuántos creen que puedo cruzar llevando a alguien sobre mis hombros? Todos levantaron la mano, pero al invitar a uno, éste ¡se esfumó!
Tienes que identificarte, hacerte uno, con Dios y su Hijo Jesús. La señal del pacto es el bautismo. La multitud el día de Pentecostés, al oír el sermón de Pedro, y compungidos de corazón, dijeron, “Varones hermanos, ¿qué haremos? (para ser salvos) Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados”. Si crees, te comprometerás con Jesús.
La fe que salva, también es una fe que produce:
Hechos (obras), vv 2-7.
Rahab demostró su fe y su compromiso, porque realmente expuso su vida y la de los suyos. Cuando llegó la policía (los militares de Jericó) a su casa con la orden de cateo, si hubiesen descubierto a los evangélicos, ella hubiera perdido la vida por traición a la patria. Pero es que su ciudad estaba identificada y comprometida con dioses que no podrían vencer, y ella pensó, ¿estoy dispuesta a morir por este nuevo Dios? Y, ¡vaya que lo demostró! escondiendo a los hermanos, incluso mintiendo a los militares — conste que Dios nunca aprueba la mentira, lo que aprueba es su fe —ya luego aprendería Rahab a dejar de mentir!
Compara con Sant. 2:14-26, “la fe sin obras está muerta”. El ejemplo principal que pone Santiago es nada menos que el padre de la fe, Abraham. “¿No fue justificado por las obras …cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar?” Y añade que “…la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras”. Amén, ¡gracias a Dios que así fue, y que así es!
En nada riñe con Ef 2:9, “no por obras, para que nadie se gloríe”; ni con Gál 3:5-11, “Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia…los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición”. Santiago sólo dice que la fe actúa juntamente con las obras; no puede estar divorciada de ellas. Pablo escribía a quienes se apoyaban en la obediencia a la ley para ganar así su salvación. Y dice: la salvación se basa en la fe, no en las obras. Santiago no le contradice, sino que aclara que hay dos clases de fe: la fe verdadera y la fe espuria; la fe que salva, y la que no puede salvar; la fe que se demuestra con obras, y la fe que no produce nada, pues está muerta.
De modo que Pablo y Santiago juntos dicen que el fundamento de la salvación es la fe, su fruto las obras (las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas!) Una cosa es la esencia, otra la evidencia.
Y lo maravilloso es, que junto con el padre de la fe, está ¡Rahab la ramera! “¿no fue justificada por obras, cuando recibió a los mensajeros y los envió por otro camino? (v 25) Sí, así fue. Ella fue justificada por obras, porque sus obras estuvieron fundamentadas a, y unidas con, la fe que en un principio tuvo. Ella oyó, creyó y actuó. ¡Bendito sea el Señor!
Pero además de la razón, la alianza y los hechos, hay algo más que produce la fe que salva, y es el:
Asombro (la sorpresa y admiración) v. 1.
“Entraron en casa de una ramera que se llamaba Rahab…”
¡Cómo es posible esto! Que Dios tenga en cuenta a una mujer.
Que Dios tenga misericordia de una ramera ¡qué clase de mujer!
Que Dios no haya escogido a los ricos y poderosos, sino a una que vivía en el cabo del pueblo (sobre el muro), ni a los de buena educación o buena reputación (clase social), sino a Rahab la ramera.
Admiro la elección divina. ¿Por qué escogió Dios a ella?
No lo sé, la Biblia no lo dice, ¡es inexplicable! Y ¿por qué Dios me quiso a mí, y me salvó a mí? ¡Otra incógnita!
Admiro la enseñanza divina, que en Hebreos 11 (el salón de fama de los héroes y las heroínas de la fe) esté incluida una mujer, una cananea, una ramera, una desgraciada y despreciada.
“Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los desobedientes” (11:31). ¡Verdaderamente asombroso!
Lo cual nos enseña que para Dios, no hay imposibles. Amén.
Y ¿qué provecho hubo para Rahab? ¿Cómo terminó la historia?
Veamos, pues, que la fe que salva, hace uso de la razón, produce una alianza, produce hechos, produce un gran asombro, pero además, produce:
Beneficios (Jos 6:22-25; Mat 1:5)
Los beneficios para Rahab, así para ti y para mí, de la fe que salva, son de libertad: libertad de, libertad para.
a) Libertad de la PENA del pecado, Jos 6:22.
“Mas Josué salvó la vida a Rahab la ramera”. Jericó sufrió la destrucción total, todos fueron muertos, menos Rahab y los suyos. Hoy Jesús, uno mejor que Josué, es el que te puede salvar de la muerte segura, la condenación eterna. Y aún hay más: “…y habitó ella entre los israelitas hasta hoy”. O sea, tuvo parte con el pueblo de Dios. Fue incluida y vivió el resto de su vida en comunión con Dios y con su pueblo.
b) Libertad del PODER del pecado, Mat 1:5.
“Salmón engendró de Rahab a Booz…” ¡Qué maravilla! Ser la antecesora del rey David, del mismo Señor Jesús. Un privilegio tan grande que Satanás no puede evitar, ni igualar. Pero implica esto: que Rahab ¡compuso su vida! Se casó y tuvo familia. Ya no siguió su vida anterior de pecado y perdición. Ahora una vida sana y santa, siendo parte del pueblo de Dios y contribuyendo al programa de Dios.
¡Gracias a Salmón que escogió a Rahab!
¡Pero más gracias a Dios que amó a Rahab! La amó con…
un amor eterno,
un amor que escoge,
un amor que enriquece.
Conclusión:
La fe es don de Dios. También el aire, pero hay que respirarlo. También nuestro pan, pero hay que comerlo; y el agua, pero hay que beberla. Y ¿cómo se acepta este regalo? No esperes ni busques un sentimiento o emoción. La fe viene cuando crees en la Palabra de Dios, en su promesa y en su provisión en Cristo Jesús, y cuando hagas tuya la oferta con un acto de compromiso.
Ilustración de un obsequio.
Ilustración de la niña ciega en el 4º piso de un edificio en llamas. Los bomberos le preparan la red para que salte, le gritan “¡salta!”, pero la niña desconfía y no se lanza al vacío. Hasta que llega corriendo su papá y le dice, “Aquí estoy, hijita, salta y te recibimos”. La niña oye la voz de su padre, toma confianza y sin poder ver lo que hay abajo, salta a lo que ya sabe es seguro.
Ante la muerte inminente: oye… cree… salta… y ¡se salva!
La orden prevista: “Dios preparó de antemano…”