Esta patente oscuridad

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Esta patente oscuridad

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por Frank Peretti

Reseña del libro de Albert James Pager de Media Spotlight.

Los residentes de la soñolienta ciudad universitaria de Ashton, cómodos con su estilo de vida americano de clase media, no tenían idea de que su comunidad estaba a punto de jugar un papel significativo en la antigua batalla de las edades —entre las fuerzas del bien versus el mal. Una tormenta malévola se estaba preparando en las regiones inferiores, una tormenta que desafiaría al más poderoso de los ángeles de Dios en su tarea de preservar la tierra de la conquista satánica. Y la gente de Ashton iba a jugar un papel más grande al equipar a los santos ángeles de Dios con el poder que ellos necesitarían para enfrentar ese desafío.

 

El autor Frank E. Peretti teje un relato de suspenso templado con humor en este libro de alboroto, Esta Patente Oscuridad, que más tarde, parece haber surgido a la popularidad desde su lanzamiento original en 1986. Ya en su octavo tiraje desde su debut, Esta Patente Oscuridad está causando que los Cristianos susurren con emoción ante la probabilidad de que pudieran haber aprendido algo nuevo y de gran importancia para ayudarles en sus propias luchas contra las tinieblas espirituales que llenan la tierra.

La premisa de la novela de Peretti es el poder de la oración para influenciar las fuerzas en el mundo espiritual. Cuando el protagonista principal de la novela, un pastor piadoso llamado Hand Busche, descubre una conspiración siniestra para convertir la universidad de Ashton en un baluarte de la filosofía de la Nueva Era, él se da cuenta que el esfuerzo humano solo no detendrá el avance de este mal. Siendo principiante en la oración, Hank y su esposa Mary aprenden rápidamente que, a menos que Dios intervenga, sus propias vidas están en riesgo.

Enfrentando el desánimo a cada instante, erigiendo un escándalo sexual destinado a desacreditar a Hank, amenazado con la muerte o algo peor, los Busches descubren que no están solos en la pelea. Dios tiene otros guerreros de oración que no saben nada sobre eso, hasta que las fichas están abajo y la hora undécima ha pasado en la conspiración para convertir a la universidad de Whitmore en una máquina política inclinada a la brujería.

Detrás de la maquinaria política está Alexader Kaseph, poseedor de intereses en corporaciones multimillonarias que trabajan para establecer un nuevo orden mundial. Kaseph se permite a sí mismo el ser poseído por “el Hombre Fuerte”, jefe de todos los demonios.

Empleado al servicio de Kaseph está el profesor de psicología, Juleen Langstrat, conocido como aficionado a la brujería y canalizador de una de las princesas del Hombre Fuerte, Ba’al Rafar. A través de sus engaños, ella controla al comisario local, Alf Brummel, y otras personalidades menos enredadas en su conspiración siniestra.

Pero Kaseph, Langstrat, y otros no cuentan con el poder de Dios para mover los corazones de los hombres hacia el bien. Además de los Busches, Marshall Hogan, editor de el Ashton Clarion, descubre a través de algunos trabajos investigativos de alto grado que todo no está kosheri en su pequeña y quieta ciudad. Con la ayuda de una asistente, Bernice Krueger, él reúne suficiente evidencia para enjuiciar a los conspiradores, con tal que él pueda vencer el juego superior que se juega y contra el cual él se enfrenta. Y siempre que él no sea asesinado como otros antes de él que fueron muy entrometidos.

La novela de Peretti entrelaza la historia de las luchas humanas de Ashton con la lucha “real” tras el escenario: la guerra espiritual que controla los destinos del hombre. Espíritus demoníacos, tenebrosos, siniestros —feroces en su antagonismo contra Dios y el hombre— se reúnen en una nube incubadora de maldad, discernible solamente para otros espíritus en su reino: los ángeles de Dios estratégicamente plantados para neutralizar este ataque aquí y usar represalias allá.

Batiéndose con espadas contra fuerzas bastante superiores en número, los ángeles de Dios toman su cuota de golpes. Un ala rota, un corte profundo en el cuerpo, dolor de incontables heridas incurridas durante los momentos de silencio en las vidas de oración de los humanos. Pero con cada oración llega una nueva ola de fortaleza, equipando a los ángeles con la habilidad para afirmarse contra los demonios más fuertes.

Por otra parte, menos demonios son aterrorizados por sus superiores, impulsados a la sumisión, ridiculizados y abatidos por todos los medios disponibles a las entidades espirituales. Pequeños demonios desaparecen en bocanadas de humo, bien sea a manos de los ángeles de Dios, o al mandato de sus superiores, disgustados con su falta de rendimiento. Y parece ser que no importa cuán poderoso sea un demonio siempre hay uno más poderoso que él para mantenerlo en su lugar. Los celos resultan en un acto traicionero por un demonio de alto nivel que está resentido por la victoria inminente de su odiado y abusivo superior.

Al final, los Cristianos de Ashton —El “Remanente”— conquistan el día, junto con muchas almas, y mantienen a la universidad de Whitmore libre del control del “Hombre Fuerte”. La novela de Peretti es absorbente. Puede inclusive ser descrita como positivamente inspiradora. Sin embargo, refleja un concepto muy impreciso de la guerra espiritual y del reino espiritual en general.

Mantengamos en nuestra mente que todo lo que en realidad conocemos acerca del reino espiritual es lo que la Escritura revela. Cualquier cosa más allá de eso es conjetura. Cuando hacemos ficción de la realidad tenemos una novela. Cuando hacemos ficción de la conjetura tenemos fantasía. Y eso es lo que tenemos en Esta Patente Oscuridad – una fantasía.

No digo esto para reventar los globos de todos aquellos que han disfrutado leyendo Esta Patente Oscuridad. No es tampoco necesariamente una crítica a la paternidad literaria de Peretti. Es sólo que por causa del éxito de este libro, Peretti es buscado para hablar en compromisos sobre guerra espiritual a través de toda Norte América, especialmente a aquellos predispuestos hacia el demonismo. Por eso, es importante que hagamos una distinción entre la guerra espiritual apoyada en el fundamento de la realidad bíblica de aquella basada en pura fantasía.

Como un intento para describir la guerra espiritual usando ficción basada en conjeturas, Esta Patente Oscuridad puede ser bien intencionada y entretenida. Pero si es tomada como un retrato exacto de la guerra espiritual podría probar ser extremadamente dañina. Un ejemplo de la guerra espiritual de Peretti en su fantasía es el uso de la frase tan común entre los Cristianos, “Te reprendo Satanás”, invocada aún durante la oración. Consideremos esta idea de reprender a Satanás desde el punto de vista de la realidad (i.e., la verdad Bíblica).

En primer lugar, Satanás no es omnipresente. Él está en un lugar específico, más probablemente los celestiales, trabajando bajo el permiso de Dios para probar los corazones de los hombres (Job 1:6-12: 2:1-6)  Así que, probablemente ni siquiera oye nuestras “reprensiones”. De éstos versículos vemos que él es un ángel, un “hijo de Dios”, que se rebeló y arrastró a otros (ángeles, demonios y otros) de su lealtad a Dios. (Él continúa arrastrando hombres lejos de Dios; si él continúa arrastrando ángeles es muy, pero muy dudoso.) Cierto es que tiene acceso a la tierra y anda como un león rugiente buscando a quien pueda devorar (1 Pe. 5:8).

El punto de esto es que la guerra espiritual no consiste en disparar “reprendos” en el reino espiritual. Decir, “¡Yo te reprendo Satanás!” es simplemente decir, “¡Yo te advierto Satanás!” Porque eso es lo que “reprendo” significa. Quiere decir “advertir” o “corregir verbalmente”. Corregir verbalmente a Satanás no hace que él cese de actuar, como tampoco si le dices a tu automóvil, “¡Te reprendo, auto!” Haría que se detuviera en cada semáforo. A fin de reprimir, o detener algo (causar que cese en su acción) debemos tomar alguna acción (tal como aplicar el freno para detener el carro), y lo que queremos que sea detenido será detenido.

Entonces, ¿Cómo confrontamos la influencia de Satanás en nuestras vidas? La Palabra de Dios es nuestra arma. Aplicándola a las situaciones de nuestra vida destruimos las obras del maligno. Asiéndonos firmemente a la verdad vencemos el mal.

Cuando vemos u oímos falsa enseñanza, arremetemos contra ella con la verdad de la Biblia. Cuando somos tentados igualmente empleamos la Palabra de Dios: “Resiste al diablo y él huirá de ti” (Santiago 4:7). Jesús puso el ejemplo para la guerra espiritual arremetiendo contra todo desafío con la réplica “escrito está”, o “¿No habéis leído?”. La palabra de Dios combinada con oración es el arma ofensiva en nuestra armadura espiritual (Efesios 6:11-18). Nuestra vida de oración sólo puede ser tan efectiva como nuestro conocimiento de la Palabra de Dios nos permita orar con entendimiento.

El acercamiento místico de lanzar reprensiones contra estos seres malignos invisibles no tiene base en la Escritura. Justamente lo opuesto es verdad. De acuerdo con Judas 8-9, nosotros no vamos a denunciar a los principados y autoridades en el reino espiritual. Judas tiene algunas más que desagradables advertencias concernientes al destino de aquellos que denuncian a los poderes espirituales. Además, podemos ver, de su mención de Miguel y del demonio, que Dios no mira favorablemente a aquellos que denuncian a cualquier autoridad, incluyendo la de Satanás. Aún así la iglesia está llena hoy con maestros que nos dicen como ellos van a “aplastar a Satanás”. Ellos lo llaman con apodos por rencor y lo denuncian como para demostrar que tienen poder sobre él.

El hecho es que nosotros tenemos poder sobre Satanás sólo en la medida en que creamos y actuemos de acuerdo con la Palabra de Dios. Si estamos actuando en la carne, basando nuestras acciones en un concepto erróneo de la guerra espiritual, Satanás mantendrá su influencia sobre nosotros. Podemos “reprender” y denunciar todo lo que queramos en nuestros intentos de comprometernos en la guerra espiritual, pero estaríamos actuando en contra de la Palabra de Dios. No hay enseñanza bíblica, ejemplo, o precedente para reprender a Satanás. Al contrario, hay una enseñanza y un ejemplo sobre volver a los creyentes hacia Satanás para que sean corregidos (1 Corintios 5:5; 1 Timoteo 1:20).

Las únicas áreas en que se nos ordena invocar reprensiones es contra hombres que están en pecado, en error y/o evitan la verdad de la Palabra de Dios (Lc.17:3: 1 Tim.5:20; 2 Tim. 4:2: Tito 1:13; 2:15). Pero esto no es algo en lo que debamos complacernos. Esto debe ser hecho en humildad, con temor y temblor, considerando nuestras propias debilidades.

A pesar de la Palabra de Dios, por el contrario, muchos cristianos profesantes van arrasando con reprensiones contra el demonio mientras rehúsan administrar corrección a los falsos maestros. Aún así los falsos maestros disfrazándose como ministros de justicia (2 Cor. 11:15), comprenden el elemento individual más destructivo en la iglesia.

Sospecho que nuestro papel en la guerra espiritual es más mundano de lo que a muchos cristianos les gustaría creer. Es más atractivo, para nuestro orgullo, confrontar los poderes satánicos que confrontar a seres humanos. Además, no tenemos que sufrir los vilipendios de aquellos a quienes confrontamos con sus errores si limitamos nuestra guerra espiritual al reino de lo invisible. Es otra cosa, nuevamente, confrontar a los maestros que difunden errores, especialmente, cuando aquellos maestros tienen la mayor parte de la congregación de su lado.

Aún así, además del encuentro de Jesús con el tentador en el desierto, la única instancia Escritural de confrontación con poderes satánicos fueron aquellas en que se manifestaron a sí mismos a través de seres humanos. Aún Pablo, cuando estaba afligido por su “aguijón en la carne”, oró a Dios para que lo removiera. No fue removido sino que Pablo fue amonestado para confiar en la suficiencia de la gracia de Dios (2 Cor. 12:7-9).

Ni una vez en la Escritura vemos a los apóstoles confrontando espíritus, excepto aquellos que se manifestaron a sí mismos en agentes humanos. Cuando se confronta a falsos maestros, la manera en que ellos los reprendían (y callaban sus bocas) era desafiándolos con la Palabra de Dios, exactamente como Jesús hizo con sus enemigos. Este es nuestro ejemplo para cuando debamos confrontar falsos maestros. Es cierto, ellos pueden ir enseñando sus errores, pero no será en nuestra presencia, o en nuestra iglesia, o con nuestro permiso silencioso.

Por supuesto, además de la Palabra de Dios, debemos emplear la oración en nuestra guerra espiritual. Pero mientras la oración es una de nuestras ayudas más poderosas en emprender esa guerra, ella no funciona del todo en la manera en que lo sugiere el libro de Peretti. De acuerdo a Esta Patente Oscuridad, si los cristianos no oran, los ángeles de Dios sufren derrotas. No hay base Escritural para esta conclusión.

Al contrario de la suposición de Peretti, la oración no es lo que da fortaleza a los ángeles, es el poder de Dios lo que les da fortaleza. Esta es la razón por la que Miguel, mientras contendía por el cuerpo de Moisés, dijo, “El Señor te reprenda”. Satanás opera, créalo o no, a requerimiento de Dios. Esto está ampliamente demostrado en el libro de Job.

Aún así, nuestras oraciones son importantes para demostrar a Dios nuestro reconocimiento de la necesidad de su poder en nuestras vidas. La oración demuestra humildad, siempre que esté sosegada con nuestro deseo que sea hecha la voluntad de Dios —a pesar de las consecuencias para nosotros en lo personal. Muchos oran para que sus propias voluntades sean hechas, pensando equivocadamente que, por estar sus voluntades alineadas con algún “bien” percibido, es aceptable para Dios.

Aquellos con la mentalidad reflejada en el concepto de Peretti sobre la oración, dan el crédito a las oraciones de Daniel por dar a “Gabriel” su poder para vencer al príncipe de Persia. Pero si examinamos estos pasajes de la Escritura en Daniel 10, veremos que las oraciones de Daniel fueron solamente para entender los eventos futuros que sobrevendrían al pueblo de Dios. No fueron para tener victoria sobre la adversidad (Dan.10:12-14).

Daniel no estaba orando por la derrota del príncipe de Persia. Pero el ángel, en su conflicto con el príncipe no pudo ser enviado a Daniel hasta que hubo completado esa tarea, lo cual le tomó veintiún días (versículo 13). El poder del ángel para derrotar al príncipe de Persia no dependía de las oraciones de Daniel, sino del poder que el Todopoderoso le dio. De más importancia, el propósito de la derrota de ese príncipe fue permitir que otro príncipe se levantara en el poder: el príncipe de Grecia. Daniel jamás oró para que se le diera poder al príncipe de Grecia. El sólo oró por un entendimiento de los eventos futuros que le fueron revelados en visiones y sueños.

No hay duda que las fuerzas de Satanás están organizadas en principados y potestades (Efesios 6:10-12), probablemente de fuerzas variadas. Pero no hay evidencia, como lo sugiere el libro de Peretti, de que ellos pelearan entre sí mismos. Por el contrario, la respuesta de Jesús a los fariseos quienes le acusaban de echar fuera demonios por el poder de Satanás indicaba que Satanás no es tan tonto como para permitir que su reino se divida a sí mismo (Mt. 12:20-28). Ya que la Escritura no indica ninguna pelea interna entre las fuerzas de Satanás, lo mejor que se puede decir de las descripciones de Peretti, es decir, de dichas peleas internas, es que son divertidas conjeturas.

En lo que tiene que ver con el dominio satánico sobre áreas geográficas, la única referencia bíblica para tal dominio está en Daniel 10. Allí sólo se nos dice que había un príncipe de Persia con quien un ángel (comúnmente se cree que fue Gabriel, pero posiblemente la pre-encarnada Segunda Persona de la Santa Trinidad [versículos 5 y 6]) peleó con la ayuda de Miguel a fin de abrir campo para el venidero príncipe de Grecia (versículos 12-20). Observe de estos versículos, que los ángeles de Dios no eliminaron el gobierno maligno sino solamente obraron para reemplazar un poder mundial con otro, de acuerdo a la voluntad de Dios.

Evidentemente hay príncipes espirituales de reinos terrenales, al menos sobre aquellos sobre los cuales predominan durante su tiempo asignado. Pero si hay príncipes específicos o no sobre cada país, estado o provincia, condado, ciudad, comunidad, institución social, negocio, iglesia, individuo u otras entidades, la Escritura en ninguna parte nos lo revela. ¿Qué le pasó al príncipe de Persia después de su derrota para abrir camino al príncipe de Grecia? Puede haber fuerzas satánicas asignadas a estas áreas, pero ¿cuántas, y cuáles son sus fortalezas, nadie lo puede saber con certeza. Por tanto, ¿por qué hacer conjeturas?

Otras áreas que señalan Esta Patente Oscuridad como fantasía son los ángeles femeninos, ángeles bebés, demonios chillones, ángeles con y sin alas (algunos pueden tenerlas, no sabemos que todos las tengan), y la descripción de espíritus demoníacos a cargo del infierno. Todas estas nociones son elementos de mitología pagana y no tienen base en la realidad Bíblica. Si tales cosas existen, no hay una evidencia Escritural para ellas. Y en lo que tiene que ver con Satanás y sus demonios gobernando en el infierno, eso esta sacado estrictamente del Inferno de Dante, también rebuscado de la mitología pagana. Satanás no está en control del infierno, ¡Dios sí lo está!

Los lectores de Esta Patente Oscuridad deberían recordar que estas cosas son puros inventos ficticios. Recuerden esto para que no sean extraviados pensando que el concepto de Peretti, acerca de la guerra espiritual, es algo que sale de la Biblia. Son meramente ideas que saltan de una mente humana. Eso no quiere decir que ningún elemento de su obra sea Escritural; algunos lo son. Pero si su libro va a ser leído, recuerde que es una fantasía. Trescientas setenta y siete páginas de fantasía. Las ideas no deben ser tomadas en serio, más bien tomar el tiempo para hacer una larga lectura de la misma Palabra de Dios para aprender lo que ella dice de los aspectos verdaderos de la guerra espiritual.