¿Qué sucede con los líderes que fallan?

Publicado por

Precio: GRATIS

Enlaces a recursos

Comienza

Regístrate hoy Hágase miembro y acceda nuestro recurso

¿Qué sucede con los líderes que fallan?

xx
MG. Rogelio Aracena L.

Algo dramático está sucediendo en medio del liderazgo cristiano a nivel mundial y no son propiamente buenas noticias. Christianity Today en su sección de Liderazgo el 16 de diciembre de 2006, publicó un artículo en el Internet de su editor, Dr. Gordon MacDonald, el cual nos debe llevar a reflexionar profundamente. Hemos traducido algunos aportes importantes para nosotros los siervos de Dios en América Latina.

“Ted Haggard, Presidente de la Asociación Evangélica Nacional de los Estados Unidos y Pastor de la Mega-iglesia New Life Community en Colorado Spring, finalmente admitió la compra de anfetaminas y los servicios sexuales de un hombre”.

Tony Campolo dijo en una entrevista la semana anterior: “Cuando dedicamos nuestra vida tomando un micrófono y diciendo al mundo nuestras opiniones y juicios, no debemos sorprendernos cuando el mundo enfoca sus luces hacia nosotros —justa o injustamente— en nuestros peores momentos”.

No hay duda que la vida secreta desconocida representa una terrible caída para el pastor Haggard, hombre conocido y que frecuentemente era visto y escuchado en los medios de comunicación de los EEUU.

Dice el Dr. MacDonald: “El Domingo, el liderazgo de la Iglesia New Life Community anunció que se le había pedido la renuncia. Su ministerio en la Iglesia y el liderazgo de la Asociación Nacional de Evangélicos ha terminado”.

El autor del artículo, Dr. MacDonald, es un pastor que años atrás cayó y estuvo dos años en prueba y restauración, y con mucha sinceridad relata su propio caso:

“He pasado mucho tiempo tratando de entender cómo y por qué hombres y mujeres en todo tipo de liderazgo se ven metidos en problemas, ya sean morales, financieros, abuso de poder o simplemente egocentrismo. No me es extraño el fallar y enfrentar humillación pública. Desde esos terribles momentos veinte años atrás en mi propia vida, he llegado a creer que hay una persona muy en nuestro interior, que no es muy diferente a un asesino. Esta persona interior puede ser la fuente de actitudes y conductas, frente a las cuales normalmente en nuestro ser consciente rechazamos. Sin embargo busca destruirnos y nos impulsa a hacer aquellas cosas que nos son inaceptables por nuestras convicciones.

“Si usted ha sido afectado tan profundamente como yo y mis seres queridos, sabe que nunca vivirá un día en su vida sin estar recordando que hay alguien en su interior, que si es descuidado lo llevará al abismo. Wallace Hamilton escribió una vez: ‘Dentro de nosotros hay una manada de caballos salvajes deseando correr a perderse’. Me parece a mí que cuando la gente asume liderazgo y crecen sus influencias, cuando se hacen famosos y sus opiniones son buscadas constantemente por los medios de comunicación, es tiempo de volverse prudente y cuidadoso. La fuerza que impulsa a estos líderes para alcanzar niveles extraordinarios de resultados, es una fuerza que a menudo les mantiene creciendo y expandiéndose, aun cuando objetivos y metas razonables se han alcanzado”.

No hay duda que lo que nos comparte el Dr. MacDonald es dramático y a la vez una eficiente alerta. Esa “persona interior”, ese “alguien” que el menciona, el Apóstol Pablo lo define en términos de una lucha con esa naturaleza humana que arrastramos desde Adán. Esa naturaleza o “viejo hombre” que nos predispone al pecado, y no es un “demonio o algo parecido”. Pablo en Romanos 7:15-24 nos presenta su propia experiencia que es la misma que nosotros vivimos diariamente:

“Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena. De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí. Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí.”

Así mismo, Jeremías 17:9 dice: «Engañoso es el corazón, mas que todas las cosas, y perverso; ¿Quién lo conocerá?» ¿Cuántos de nosotros deberíamos volvernos prudentes y cuidadosos? Dice la Palabra de Dios que «el oído nunca se sacia de oír y el ojo de ver»… ¿Cómo poder encontrar un sano equilibrio en nuestra vida y los objetivos que deseamos?

Continúa el Dr. MacDonald:

“Cuando veo un líder que se vuelve rígido y estricto, falto de compasión hacia sus adversarios, fuertemente tiránico en su propia organización, que levanta ira y arrogancia sobre otros… me pregunto si él no está generando todo eso debido a que está tratando tan fuertemente de decir NO a algo que esta saliendo de su propia alma. Sus palabras y acciones no son dirigidas a un enemigo que está afuera. Son más bien dirigidas a un fuerte enemigo que está en su propia alma. Más de una vez he visitado pastores que han pasado horas sumergidos en la pornografía y luego van y predican un sermón “lleno del Espíritu Santo” en contra de la inmoralidad uno o dos días después. Es una falta absoluta de coherencia que sacude la mente racional. Quizás esta es la genialidad de Jesús: el sabía cuándo parar, cómo rehusar la fiesta de privilegios, fama, aplauso. Todo aquello que afecta nuestra habilidad para pensar seriamente y poder ejercer control sobre nosotros mismos”.

Tenemos que reconocer la seriedad de este testimonio. Es alguien que ha caído pero ha sido restaurado por el Señor y la Iglesia. Sin duda se necesita mucha humildad para escribir esto. Además un corazón restaurado puede sentir pena y responsabilidad por alguien que también ha caído. Refiriéndose al caso de Ted Haggard dice:

“Siento mi corazón destrozado y pena por Ted Haggard y su familia. No puedo imaginar la tortura que ellos están viviendo en este mismo momento. Alejado de la estimación y respeto nacional en asunto de horas, deben ahora enfrentar el desafío de preguntarse quiénes son sus verdaderos amigos, ¿Cómo afectarán estos eventos conocidos en todo el mundo a sus hijos, su esposa al ir de compras o salir… el encontrarse con un periodista, un miembro de la Iglesia, un crítico? El matrimonio Haggard enfrentará las cámaras de TV cada vez que salgan de su casa en los próximos días, hasta que los medios de comunicación encuentren otra persona a quien exponer. Cuántas veces oirán estas frases: ‘Yo solía confiar en usted. Lo que ha hecho me tiene airado’; o ‘usted ha sido la causa que mi hijo haya abandonado el evangelio’; o tal vez ‘Yo creía que lo conocía bien, pero no era así’.”

Lamentablemente estas palabras son las que usualmente están en nuestras bocas; pareciera que construimos nuestro éxito sobre las cenizas del que ha caído. A veces se siente que en vez de ser empujado hacia arriba, eres tirado hacia abajo. Este no es el estilo que Jesús quiere que tengamos.

Lamentablemente la ética no sólo está ausente del que ha caído sino también del que espera su oportunidad para levantarse sobre el que está en desgracia.

El Dr. MacDonald continúa diciendo:

“En mis oraciones está la petición que el liderazgo de la Iglesia New Life Community, no asuma que la restauración significa poner a Ted de vuelta en el púlpito tan pronto como sea posible. La peor cosa en el mundo sería levantar sus esperanzas de que por tener un corazón arrepentido él pueda retornar a la vida pública en el futuro cercano. El, por su propio bien, debe tomar un largo tiempo para examinar las causas que lo llevaron a esta situación. No resolverá lo que esté equivocado en su propia alma por el hecho de volver al trabajo. El y su esposa deben hacerse a un lado por un tiempo para permitir que su situación personal sea sanada. El perdón es una larga sanidad, no algo momentáneo. Además hay cinco hijos. Pensar en ellos me hace llorar.

“No…La peor cosa que podrían hacer los amigos y supervisores de Ted es traerle de vuelta prematuramente. Lo mejor que ellos pueden hacer es pedir a Ted que se retire en silencio con aquellos que le aman y él ama y escuchar a Dios, a través de ancianos confiables”.

Yo creo que usted, al igual que yo, hemos quedado impactados por este artículo y hemos pensado en todas las consecuencias que esto ha acarreado para la gente de la Iglesia local, de otras Iglesias y la propia Asociación Nacional de Evangélicos en los EE.UU. No es simplemente reemplazar al pastor y al directivo nacional ¿Qué grado de confiabilidad podrá haber en el sucesor, y cómo recuperar el buen nombre de la organización? No hay duda que hay gozo en el infierno por lo que ha sucedido. Sin embargo tenemos que dar gracias a Dios por hombres como Billy Graham y otros, que han mantenido en alto el nombre de Cristo y el Evangelio a través de una vida pública consagrada y un respeto bien ganado.

Nuestras oraciones deben ser hechas delante de Dios por esas vidas. Es hora que aquellos que tenemos diferentes niveles de responsabilidad, grande o pequeña, asumamos una posición de compromiso absoluto en seguir los parámetros de la Palabra de Dios, confiados en que el poder del Espíritu Santo día a día fortalezca el verdadero hombre interior, buscando ayuda cuando sea necesario de hombres de Dios, en nuestras luchas y circunstancias.

Sin lugar a duda esto ha movido a una profunda reflexión (o de pronto no) en el mundo evangélico americano. Es posible que el perder de vista que lo más importante es el compromiso con Cristo y su Reino, nos ha llevado a visualizar la posibilidad de construir el Reino de Dios en la tierra, y nos vemos involucrados en estilos de vida que flexibilizan nuestra ética personal. La fama y el ser oídos y admirados, nos lleva a la vanidad. Como decía el diablo personificado en el presidente de un bufette de abogados en la película El abogado del diablo: “vanidad, mi pecado favorito…”

El Dr. MacDonald termina su artículo con una oración:

“Señor y Padre…qué tristeza debes sentir cuando ves al más poderoso y al más débil de tus hijos caer preso del poder del pecado y el mal. No hay nada que haya sido hecho, que nosotros mismos no seamos capaces de cometer. Cuando oramos por nuestro hermano Haggard no lo hacemos por un sentimiento de piedad o sentirnos mejores, sino con un espíritu humilde pues estamos junto con el frente a la cruz.

“Padre, da a este hombre y su esposa el don de tu gracia. Protégeles de la constante acusación del maligno que buscará aun robarles el sueño, tentarlos a hablar demasiado en público, levantar contiendas entre ellos y con sus hijos. Pon a su lado las personas correctas e idóneas que puedan proveer para ellos esperanza y sanidad en amor. Líbralos de personas que buscarán su favor diciéndoles cosas que no deben oír. No les permitas hacer juicios erróneos en sus más duros momentos.

“Señor, esté presente con los líderes y la congregación de la New Life Church. También con el liderazgo de la Asociación Nacional de Evangélicos en USA, quienes deben enfrentar los efectos colaterales de esta tragedia. Y con el pueblo evangélico, quienes hoy se preguntan en quién puede confiar ¿Qué más podemos decir en nuestra oración? Tú sabes todas las cosas. Nosotros tan pocas.”

Amén.