¿Qué significa ser un ser humano?

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¿Qué significa ser un ser humano?

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 por Daniel Thompson y Les Thompson

¡LO QUE LA GENTE PIENSA SOBRE SÍ MISMA Y ESTE MUNDO AFECTARÁ PROFUNDAMENTE LA FORMA EN QUE VIVE!

Si el comportamiento de las personas refleja lo que ellos creen que es real y verdadero, ¿cuál es el punto de vista que está dominando nuestra cultura? Si el comportamiento de la mayoría de los miembros en nuestras iglesias refleja lo que ellos creen que es real, verdadero y bueno, ¿qué punto de vista es el que está gobernando sus vidas? Para ubicarnos en la idea que queremos fijar para este artículo, citemos un comentario interesante de Phillip E. Johnson, en su libro Reason in the Balance, páginas 12-13. Dice:

La evolución de Darwin no es primordialmente importante como una teoría científica, sino como un dominante entendimiento cultural de la historia de la creación. Toda cultura debe tener su historia sobre su creación como base para su filosófica, su educación y sus leyes. Si queremos saber cómo dirigir nuestras vidas y relacionarnos con nuestro prójimo, el lugar donde comenzar es conociendo cómo y por qué fuimos creados.

Cuando existe un desacuerdo radical en una comunidad sobre la historia de la creación, el escenario está abierto para toda clase de conflictos. Este tipo de conflicto es conocido como “cultura de guerra”. De acuerdo a la nueva historia de la creación más aceptada por la gente hoy día, todos evolucionamos por un proceso material desconocido y sin propósito, con cambios genéticos al azar, y por medio de una selección natural que nadie controla.

Esta historia de la creación naturalista implica que el conocimiento de la mente de un Creador y de su propósito es inherentemente ilusorio; y que el verdadero creador —la evolución— no tiene mente ni propósito. Se cree que lo que debe ser importante para nosotros no es el por qué de nuestra existencia (en todo caso no existe una respuesta acertada sobre el tema), sino cómo podemos aprender a controlar nuestro ambiente físico y social de manera que incrementemos nuestra seguridad y felicidad.

¿Quién o qué define moralmente un comportamiento aceptable? La respuesta a esa pregunta no es automática ni es fácil. La respuesta que debe ser estudiada, pensada y aceptada será la que establecerá los linderos y parámetros de la vida.

Vivimos en un ambiente donde no se quiere pensar, donde dogmas han perdido valor, donde no se acepta que hay tal cosa como “verdad”, donde la idea de Dios es mitología, donde se piensa que creer en un libro que fue escrito hace 2,000 años es ridículo, donde la palabra controladora es “tolerancia”, palabra que se aplica a todo.

Requiere mucho valor resistir tales ideas.

Viene a mente las palabras del apóstol Judas a la iglesia. Aquella también luchaba en contra fuerzas políticas y religiosas que querían destruir la cristiandad. Dijo Judas: me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos. Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo (Judas 1:3-4).

Nuestra batalla es contra todos aquellos que nos quieren quitar confianza en Dios y en su Palabra. Con toda su fuerza buscan minar nuestra fe. Como explica Phillip Johnson: “Desde el punto de vista naturalista creen que el Dios Creador de la Biblia es tan irreal como los dioses del Olimpo, y que los Diez Mandamientos fueron dados por una deidad tan irreal que no son más que unos mandamientos de un viejo clérigo”.

Encima de todas esas negaciones, nos han venido con otro problema: la llamada “reconstrucción postmoderna” de la historia. En realidad no es “reconstrucción” es literalmente la “destrucción” de la historia. Bajo este concepto se reescribe la historia para ajustarla al punto de vista buscado. A propósito distorsionan los verdaderos hechos para que nadie pueda reclamar autoridad sobre ella. Saben que si no existe una fuente de autoridad que indique lo bueno y lo malo, entonces ¡todo está permitido! Entonces, para superar el disgusto social por ciertos comportamientos, inventan nuevas formas de conducta como, por ejemplo, los matrimonios entre homosexuales.

Para otro ejemplo de cómo procuran reescribir la historia, citemos del libro de Dan Brown, El Código de Da Vinci. Vemos que el autor reescribe la historia verdadera con el fin de dar una “historia” distinta para cambiar por completo los verdaderos hechos. Dice Brown:

Establecer la divinidad de Cristo fue crítico para la unificación del Imperio Romano y para la nueva base del Vaticano. Reconociendo oficialmente a Jesús como el Hijo de Dios, los constantinos hicieron de Jesús una deidad que existió más allá del mundo humano, una entidad cuyo poder era imposible de desafiar… Todo era sobre el poder… Cristo como el Mesías era básico para el funcionamiento de la iglesia y el estado… (p. 233).

Lo que dice Brown no es cierto ni es histórico. No fue Constantino en el tercer siglo el que pronunció por primera vez la divinidad de Cristo, esto sucedió en los mismos días de Jesús sobre la tierra, y posteriormente a su muerte por los apóstoles. Recordemos el pronunciamiento de Pedro en el Día de Pentecostés (Hechos 2:22-35).

Nótese como Brown justifica su intento de reescribir la historia:

La historia es siempre escrita por los ganadores. Cuando dos culturas se enfrentan, el perdedor es eliminado, y el ganador escribe la historia en los libros, libros que glorifican sus propias causas y menosprecian al adversario conquistado. Como Napoleón una vez dijera, “¿Qué es la historia, mas que una fábula acordada alguna vez?… pero es muy natural, la historia es siempre contada de un solo lado” (El Código de Da Vinci, p. 256).

En nuestras vidas, ¿qué lugar juegan las verdades históricas en cuanto a Dios, la creación, los propósitos de Dios en habernos creado? ¿Será que nos hemos dejado engañar por aquellos que por encima de la verdad buscan una religión que les convenga, que no pida mucho, que permita hacer lo que a la gente le gusta? Tal tipo de religiosos toman la Biblia y dicen, “Esto me gusta”, y lo colocan en la sección religiosa aceptable. Pero igualmente toman la Biblia y dicen, “Esto no me gusta”, y lo botan en el basurero. El problema es que cuando miramos a la Biblia que queda, ¡casi toda ha sido botada!

Tenemos que admitir que nuestra sociedad se ha secularizado; ni a Dios, ni a la Biblia, ni a la religión le da mucha importancia. Pero tenemos que mirar al otro lado, a la suprema importancia de nuestras creencias. Phillip Johnson en su libro ya mencionado, página 35, explica:

“LA RELIGIÓN debe ser definida como un modo de pensamiento sobre inquietudes primordiales. Debe dar respuesta a preguntas básicas: ¿cómo y por qué fuimos creados? ¿El propósito de la vida que ha sido establecido por el Creador? ¿Qué es lo que nos toca a nosotros decidir? ¿Cómo podemos tener un conocimiento fidedigno sobre el mundo y sobre nosotros mismos? Las respuestas oficialmente reconocidas para estas preguntas son las que establecen una filosofía religiosa social, y la que domina la manera de pensamiento sobre temas religiosos”.

Al ver la conducta y el comportamiento de la familia cristiana hoy, ¿será que hemos perdido nuestras bases? ¿Será que hemos permitido que ideas, conceptos, principios del mundo moderno hayan gradualmente minado nuestra fe y confianza en Dios y en su Palabra? La metafísica Cristiana —aquello sobre lo cual basamos nuestros principios y nuestra fe— ha resbalado de donde antes estaba. Cuando excavamos un poquito en busca de nuestras bases como cristianos, ¿será que ya no encontramos una roca segura, sino que se ha convertido en arena movediza? ¿Cómo y por qué fuimos creados? Esa es la pregunta clave. La iglesia, el pastor, el cristiano que no tiene respuesta a esa pregunta básica, vaga por este mundo tal como lo describe el apóstol Judas: “nubes sin agua, llevadas de acá para allá por lo vientos, árboles otoñales sin fruto, dos veces muertos y desarraigados” (Judas 1:12).

Recuerde: Lo que la gente piensa sobre ellos mismos y este mundo afectará profundamente la forma en que viven.