¿Qué enseña la Biblia sobre la elección?

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¿Qué enseña la Biblia sobre la elección?

John MacArthur
Traducido por Henry Tolopilo

La elección es el acto de Dios por el cual en el pasado eterno Él escogió a aquellos quienes serían salvos. La elección es incondicional, porque no depende de nada fuera de Dios, tal como las buenas obras o una fe prevista (Ro. 9:16). Esta doctrina es repetidamente enseñada en la Biblia, y es también demandada por nuestro conocimiento de Dios. Para empezar, debemos ver la evidencia bíblica.

La Biblia dice que antes de la salvación, toda persona es muerta en pecado —muerta espiritualmente (Ef. 2:1-3). En ese estado de muerte, el pecador es totalmente incapaz de responder a cualquier estímulo espiritual y entonces incapaz de amar a Dios, obedecerle, o placerle en cualquier manera. La Escritura dice que la mente de cada incrédulo es “enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios” (Ro. 8:7-8, énfasis agregado). Eso describe un estado total de desesperanza: muerte espiritual.

El efecto de todo esto es que ningún pecador puede dar el primer paso en el proceso de la salvación. Esto es lo que Jesús quiso decir en Juan 6:44, cuando dijo, “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero”.

Es también por el cual la Biblia repetidamente reitera que la salvación es completamente la obra de Dios. Considere estos pasajes:

• En Hechos 13:48 leemos, “Los gentiles, oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna”.

• Hechos 16:14 nos dice que Lydia fue salva cuando “…el Señor abrió el corazón de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo decía”.

• Romanos 8:29-30 dice, “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó”.

• Efesios 1:4-5, 11 dice, “Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad…En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad”.

• Efesios 2:8 dice que aun nuestra fe es un regalo de Dios.

• En 2 Tesalonicenses 2:13, el apóstol Pablo le dice a sus lectores, “Dios os haya escogido desde el principio para salvación”.

• Segunda Timoteo 1:9 nos dice que Dios “nos…llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos”.

Ocasionalmente alguien sugiere que la elección de Dios es basada en Su presciencia de ciertos eventos. Este argumento sugiere que Dios simplemente mira hacia el futuro para ver a quien va a creer, y escoge a aquellos quienes Él ve que lo van a escoger. Pero note que 1 Pedro 1:2 dice que los elegidos son escogidos “según la presciencia de Dios Padre”, y Romanos 8:29 dice, “Porque a los que de antes conoció, también los predestinó”. Y si el conocimiento divino simplemente significa el conocimiento de Dios de lo que va a suceder anticipadamente, entonces esos argumentos no pueden tener nada de peso.

Además eso no es el significado bíblico de la “presciencia”. Cuando la Biblia habla de la presciencia de Dios, se refiere al establecimiento de Dios de una relación de amor con esa persona. La palabra “conocer”, en ambos, el Antiguo y el Nuevo Testamento, se refiere a mucho más que solamente un conocimiento cognitivo de una persona. Tales pasajes como Oseas 13:4-5; Amos 3:2; Romanos 11:2 claramente indican esto. Por ejemplo, 1 Pedro 1:20 dice que Cristo fue “destinado desde antes de la fundación del mundo”. ¡Ciertamente esto significa mucho más que Dios Padre solamente vio hacia el futuro para ver a Cristo!

Significa que Él tenía una relación eterna y amorosa con Dios Padre. Lo mismo es verdad de los elegidos, quienes somos determinados por Dios que “antes conoció” (Ro. 8:29). Eso significa que Él los conoció – los amó – antes de la fundación del mundo.

Si la decisión de Dios para con los elegidos es incondicional, ¿descarta esto la responsabilidad humana? Pablo pregunta y responde a esa misma pregunta en Romanos 9:19-20. Él dice que la decisión de los elegidos es un acto de misericordia. Dejados por sí mismos, aun los elegidos persistirían en el pecado y serían perdidos, porque están tomados de la misma masa caída que el resto de la humanidad. Dios mismo es responsable por su salvación, pero no erradica la responsabilidad de aquellos quienes persisten en el pecado y son perdidos – porque lo hacen voluntariamente, y no bajo compulsión. Ellos son responsables por su pecado, no Dios.

La Biblia afirma la responsabilidad humana junto con la doctrina de la soberanía divina. Además, la oferta de la misericordia en el evangelio es extendido a todos igual. Isaías 55:1 y Apocalipsis 22:17 llama al “que desea” a ser salvo. Isaías 45:22 y Hechos 17:30 manda a todos los hombres a voltear hacia Dios, arrepentirse y a ser salvos. Primera Timoteo 2:4 y 2 Pedro 3:9 nos dice que Dios no está dispuesto a que nadie perezca, pero desea que todos sean salvos. Finalmente, el Señor Jesús dice que “al que a mí viene, no le echo fuera” (Juan 6:37).

En resumen, podemos decir que Dios ha tenido una relación de amor especial con los elegidos desde la eternidad, y en la base de esa relación de amor los escogió para la salvación. La pregunta final del por qué Dios escogió a algunos para la salvación y dejó a otros en su estado pecaminoso, es una que nosotros, con nuestro conocimiento finito, no podemos contestar. Sí sabemos que los atributos de Dios siempre están en harmonía perfecta con los otros, para que la soberanía de Dios siempre opere en perfecta harmonía con Su bondad, amor, sabiduría, y justicia.

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