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PREGUNTA:
¿Es correcto que un pastor haga trabajos en la construcción del templo con sus propias manos, descuidando la oración y la predicación de la palabra por un tiempo de tres meses?
RESPUESTA:
Que un pastor trabaje con sus manos, sea en construcción o lo que sea, no es de ninguna manera ofensivo. Lea Hechos 18:3 y verá que el venerable Pablo, en medio de sus trabajos sagrados, se ensuciaba las manos y trabajaba como cualquier otro. Me imagino que cansado después de un día tejiendo tiendas, con dolor de espalda y músculos, los sermones que hubiera dado no eran de los más pulidos ni eruditos. A su vez, salían de un corazón rebosando de las verdades de Dios, y muy provechosos para la congregación que los escuchaba.
Es cierto que si un pastor se ve bajo la necesidad de unirse a los que construyen el templo, él no debe dejar de orar ni de prepararse para sus obligaciones sagradas. Realmente sería culpable si llegara a la iglesia para dar un mensaje y no se hubiera preparado: sonaría como “metal que resuena o címbalo que retiñe” (como Pablo llama a lo que no tiene contenido). Pero es obvio que un pastor puede hacer estas cosas si organiza bien su tiempo. Por tanto, no condenamos a un pastor por trabajar con sus manos. Si en algo necesitaría exhortación sería en cuanto a sus más altos deberes. Un pastor siempre ha de tomar con santo celo y seriedad sus obligaciones espirituales prioritarias.
Les Thompson