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por Al Valdés
Hace algunos años Elvita Adams saltó desde el famoso edificio, el Empire State Building en Nueva York, en un intento de terminar su vida. En algún momento en su descenso, una ráfaga de viento la envolvió y la llevó de vuelta a la seguridad. Ella sólo sufrió una fractura de la pelvis. Pero, ¿qué si ella hubiera decidido volver a subir y saltar de nuevo?
Algunas personas ven la salvación de esta manera. Razonan que Dios te salvará del infierno…pero sólo condicionalmente. Argumentan que uno siempre puede decidir devolver o deshacer el regalo de la salvación eterna. Pero, ¿qué dice la Biblia?
Jesús dijo: “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida”.
Bueno… Cuatro cosas:
En primer lugar, Juan 5:24 nos dice que hay que escuchar lo que Jesús, Dios Hijo, dice y así creer lo que Dios Padre afirma acerca de Jesús.
Por lo general, se nos dice que debemos creer en Jesús para recibir el regalo de la vida eterna (Juan 3:16-18; 6:47; 11:25-27). Aquí Jesús nos dice que debemos creer al Padre (“al que me envió”). ¿Por qué la diferencia? Ambas expresiones conllevan el mismo sentido. Dios el Padre da testimonio de Jesús como el Mesías. Y, Jesús hace lo mismo a través de Sus enseñanzas y milagros. Ambos atestiguan al mismo mensaje: Jesús es el Mesías, el Salvador que nos libera de la condenación eterna.
Ahora, creer significa… creer. Creer ocurre cuando somos convencidos o persuadidos de algo. Creemos cuando contamos algo como verdadero—cuando ya no cabe duda. Permítanme un ejemplo:
Alguien con un micrófono llega a su puerta y le dice: “¡Usted acaba de ganar un millón de dólares!” Usted piensa y dice, “No lo puedo creer. Alguien ha decidido hacerme una broma cruel”.
Pero luego usted se da cuenta de que hay tres camiones de las cadenas de televisión en frente de su casa y varias personas con cámaras en el porche delantero. La persona con el micrófono también tiene un cheque gigante con su nombre escrito en él. Él dice: “¿Recuerda cuando se inscribió en el concurso en el mercado? Bueno… ¡Felicidades! Ha ganado”!
Usted quiere creer… pero todavía tiene un poco de duda. Tal vez alguien le ha hecho una broma súper elaborada. Entonces recibe una llamada telefónica de un amigo que le dice: “¡Estás en el televisor en el reportaje del noticiero local! ¡Has ganado! ¡Qué increíble! ¡Felicidades! Esta última evidencia sí lo convence.
Usted cree.
Ahora, Jesús dice que todo el que crea en Él como Mesías tiene vida eterna. Alguien preguntó: “¿Por cuánto dura la vida eterna?” Aquí está la respuesta: Por siempre y para siempre jamás. Por lo tanto, vamos a seguir la lógica. Si alguien recibe la vida eterna cuando cree, y ésta dura para siempre, entonces la poseerá desde ese momento en adelante.
Alguien que creyó en Jesús, y así recibió la vida eterna el 7 de julio del 1777 todavía la tenía en el año 2000, y continuará teniéndola en el 2077 y más allá— mirándolo desde nuestra perspectiva temporal. Por cierto, en dicho caso, la vida eterna sobrevivió (para decirlo así) aun la muerte física de la persona. Esto nos da una respuesta clave a la pregunta: “¿Se puede perder la salvación eterna?” Pero, el versículo continúa. Jesús entonces promete que todo el que crea en Él como Mesías “no vendrá a condenación”. Así que, digamos que alguien va a la corte para un juicio. Después de escuchar los argumentos de los abogados, el juez declara: “Está condenado… pero no está condenado”. Con dicha declaración ¿Podrá la persona acusada saber el veredicto? ¿Sabe él o ella si debe ir a su casa o la cárcel? En el caso del creyente y el Juez por excelencia, Dios el Padre, el veredicto llega con absoluta claridad: “… no será condenado”.
Pero ¿cuándo sabemos dicho veredicto? El versículo nos dice. Todo aquel que cree “no será condenado”. Por lo tanto, conocemos el veredicto —”no condenación”— en el mismísimo momento en que creemos en Jesús como Salvador. Ya que creer consta de la condición necesaria para recibir dicho veredicto.
Tenemos que ir a otros versículos de la Biblia para demostrar la razón por la cual una persona que ha pecado (usted y yo) puede quedar sin condena alguna. La Biblia nos dice que Dios el Padre nos perdona porque Jesús, el Hijo de Dios, murió en nuestro lugar en la cruz por nuestros pecados (1 Corintios 15:1-9; Romanos 3:21-26). Por lo tanto, debido a que nuestros pecados han sido efectivamente pagados, la justicia de Dios queda satisfecha y podemos ir libres —con la única condición de creer en Jesús (Juan 3:18).
Por último, Jesús dice que todo el que crea en Él como Mesías “ha pasado de muerte a vida”. Debido a que la persona ya tiene la vida física cuando cree, esto debe entonces hacer referencia a un cambio de muerte espiritual a la vida eterna espiritual. En el momento de creer, el que cree se mueve de la esfera de la muerte espiritual a la de la vida. Pero, ¿qué tipo de vida? El verso ya nos ha dicho: la vida eterna, la calidad de vida que Dios nos da, que va a durar toda la eternidad, y que nos permite vivir en comunión con Él para siempre. Por lo tanto, la relación comienza ahora, pero se extiende hasta la eternidad —para siempre y sin interrupción.
El versículo que sigue aclara el significado aún más. Dice: “De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán”. A primera vista, parece como una referencia a la futura resurrección física. Sin embargo, la frase “Viene la hora, y ahora es” apunta en una dirección diferente—al “ahora”, o sea, el presente en el cual los espiritualmente muertos oyen, creen, y reciben una resurrección espiritual. Otros pasajes sí hablan de la futura resurrección física y gloriosa garantizada a todos los que ya poseen la vida eterna (cf. Juan 11:25-27, 1 Corintios 15:51-58; Filipenses 3:20-21; 1 Tesalonicenses 4:13-18).
Así que, ¿cómo podemos aplicar estas verdades espirituales al relato de Elvita Adams saltando de la ventana? ¿Podemos deshacernos de la vida eterna que Dios nos ha dado? ¿Podemos saltar a la muerte espiritual una vez que Dios ya nos ha rescatado? Jesús ya ha contestado: “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida”.
A pesar de que leemos el texto de forma secuencial, este versículo nos enseña que suceden tres cosas al mismo tiempo —simultáneamente— a favor de todos los que creen en Jesús como el Mesías, el Salvador que nos libera de la condenación eterna:
- Recibimos la vida eterna ahora cuando creemos (“tiene vida eterna”).
- Tenemos una promesa absoluta de ninguna condenación en el futuro (“no será condenado”).
- Hemos ya experimentado una transición irreversible a la vida eterna que Dios da (“ha pasado de la muerte a la vida”).
¿Y, qué de usted? ¿Cree en Jesús?