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Por Dr. Emilio Antonio Núñez C.
Jesucristo es nuestro Sumo Pontífice
- a causa de lo que Él es en Su persona.
- a causa de Su obra salvadora.
A Él debemos adorar, amar, servir y esperar con singular devoción, recordando siempre que el amor a Dios tiene que traducirse en amor a todos nuestros semejantes, a quienes somos deudores del Evangelio. El amor incomparable de Cristo, nuestro sumo sacerdote, debe llevarnos a entregarnos totalmente, en humildad, al servicio de los demás.
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