Nosotros, los hijos de Adán y Eva

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Nosotros, los hijos de Adán y Eva

EL PECADO EN GENERAL
Génesis 4

Introducción

¿Cómo tratar las consecuencias de LA CAÍDA? (Génesis 4) Este capítulo es más que la historia de “un hijo que salió malo”, como normalmente se dice. Por medio de esta historia (y las que siguen), Dios nos enseña que todo hombre ha sido afectado por el pecado. Alguien podría decir: “Pero Abel salió bueno”. Podría ser, pero aun como “bueno” —al igual que un sinnúmero de víctimas en el mundo entero— sufrió las consecuencias de la maldad y la violencia de otro.

Prueba de esto hay por doquier: el mundo, después de la caída, es radicalmente distinto. ¡Perdimos el Edén! El pecado manchó todo. Como el virus incurable del SIDA que infecta a muchos, pero todos, sin excepción, cargamos el espanto de sus consecuencias. Considere la siguiente historia.

Matrimonio Impío[1]Platinga, p. 96
Una historia de homicidio y pasión
por el detective John Dillman

Este libro cuenta acerca de un crimen cometido en Nueva Orleans en los años ochenta. Dos hombres idearon un plan para hacerse ricos defraudando a una compañía de seguros de vida. Siguiendo el plan, uno de ellos buscó, enamoró, y se casó con una joven.

Cuenta que luego de tratar con varias chicas, encontró a una que le pareció vulnerable. La trató con dulzura, afecto y cariño. Ella lo encontró irresistible. En fin, se casaron.

Una noche, durante la luna de miel, el marido la invitó a que lo acompañara a dar un paseo. Así llegaron al sitio predeterminado con su cómplice. En el momento preciso, el hombre la empujó. Al caer la joven señora a la calle, el cómplice del esposo la arrolló con un auto alquilado.

Pocos días después de un luto fingido, el “viudo” reclamó a la compañía de seguros. Investigando el caso, el detective John Dillman sospechó que podría ser una actividad criminal y en el proceso de la investigación descubrió el frío complot.

Lo que más le molestó a Dillman, luego de comprobar los detalles del crimen, fue que ninguno de los dos reos mostró siquiera un sentido de pena, vergüenza, o piedad por la víctima.

Observaciones en cuanto al pecado

Mucho de lo que voy a decir a continuación se lo debo a Cornelio Platinga, hijo[2]Cornelius Plantinga, Jr. Not the Way It’s Supposed to Be, a Breviary of Sin, William B. Eerdmans, Grand Rapids, Michigan, 1995: En 1995 escribió un libro que tituló: No de la manera que debiera ser, con el subtítulo: Un breviario del pecado.

EL PECADO:

La Biblia, al tratar el tema del pecado, lo hace principalmente bajo dos conceptos

  1.  “Vida sin ley” [antinomía: anti= sin; nomia = ley].
  2.  “Infidelidad” a Dios.

Esta desviación se presenta bajo varias imágenes:

  • No alcanzar la meta.
  • Errar al blanco.
  • Desviarse del camino.
  • Perderse del rebaño.
  • Un corazón de piedra.
  • Testarudez.
  •  Ceguera.
  • Sordez.
  • Cruzar una marca o línea prohibida.

El pecado no es sólo una transgresión

Es también fallarle al blanco, o no alcanzar la meta — llamamos a esto “el pecado de omisión”.

Para usar otra ilustración, es como una fiera que espera en la puerta para devorarnos (figura encontrada en la historia de Caín).

Tales imágenes representan un desvío grave en la persona. Es más, aunque el pecado es reconocido y familiar, nunca es normal. Es la ruptura de la armonía con Dios, a la vez que representa resistencia a los esfuerzos de restaurar esa armonía. Cada vez que una persona peca, ataca, o evade, incumple el deseo divino.

Dice Geoffrey Bromiley[3]The International Standard Bible Dictionary, Eerdmans, Grand Rapids, vol. 4, p. 519: “El pecado es una caricatura, en parte deprimente y en parte ridícula, de una vida genuina”.

Definición: El pecado tiene que ver con nuestra relación con Dios de principio a fin. Siempre es una afrenta personal llena de culpa contra Dios. Por lo tanto, el pecado es cualquier acto —pensamiento, deseo, emoción, palabra o hecho (o la falta de ello)— que deshonra a Dios.

Una definición equivocada

Nuestra tendencia es minimizar el pecado o restarle importancia. Por ejemplo, Robert Schuller[4]Robert Schuller, Auto estima (Self Esteem), Word Books, pp 14 y 99 en su libro Autoestima [Self Esteem], lo define de la siguiente manera:

El pecado es cualquier cosa que te roba tu autoestima, es el auto abuso psicológico, con todas sus consecuencias.

Según la Biblia, esto es una posición religiosa totalmente equivocada, ¡porque no refleja la afrenta contra Dios!

Clasificaciones

Históricamente al pecado se le ha dado dos clasificaciones, pero para nuestro estudio añadimos una tercera clasificación que nos da el teólogo Platinga.

  1. Pecados Mortales
    Son los pecados graves y destructivos, transgresiones conscientes y libres: pecados como el homicidio, adulterio, robo, etc.
  2. Pecados Veniales (para pedir prestado un término de los “hermanos separados”)
    Son estos los pecados considerados leves, comunes, coma la mentira, la calumnia, los celos, etc., pecados aceptados en toda persona. A pesar de que son “aceptados”, recordemos que todo pecado es grave y no hay tal cosa como “pecado pequeño”.
  3. Pecados Involuntarios
    Son los pecados del temperamento con el que nacimos. Los llamados “Siete pecados mortales” generalmente se inician como pecados involuntarios: orgullo, envidia, ira, pereza, avaricia, glotonería, concupiscencia.

Pecados Involuntarios

  1. Para nuestra evaluación comencemos con el concepto de “Pecado original”.
    Al usar el término, algunos piensan que nos referimos al primer pecado, a la desobediencia de Adán y Eva. No, el pecado original es el término usado para describir las consecuencias de la caída: la tendencia o la inclinación al pecado que todos tenemos a consecuencia de la desobediencia de Adán y Eva. Para decirlo de otra manera, es la maleza poderosa que heredamos de Adán y Eva.
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  2. No somos pecadores porque pecamos, sino que pecamos porque somos pecadores. Todo pecado viene a consecuencia de ciertos estímulos (deseos) naturales e internos (Satanás, con sus tentaciones, abanica esos deseos; él nos los introduce). Nosotros, al reconocerlos, los satisfacemos o los rechazamos, la culpa viene según nuestra reacción. Lo que hacemos con ellos nos hace responsables.
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  3. Ni tú ni yo somos culpables por los genes que llevamos, por el tipo de hogar en el que crecimos, si el padre era cruel o el ambiente perverso; por las cosas adversas que nos influyeron y perjudicaron en nuestra infancia, dándonos ciertas disposiciones o características naturales. Pero sí tenemos responsabilidad en cuanto a lo que hacemos con todo ese pasado que arrastramos.
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  4. Como ejemplo de pecados involuntarios, ¿qué de los sueños sexuales?

Otra observación:
Aunque todo pecado es malo, no todo pecado es igualmente malo.

Hagamos dos comparaciones:

  1. Matar se compara al enojo:
    Oíste que fue dicho a los antiguos: No matarás … pero os digo que cualquiera que se enoje [homicidio mental] será culpable del juicio... Mateo 5:21-22

    • Los dos —enojo y homicidio— son pecado: traen juicio, pero ciertamente “pensar” en matar no tiene la misma culpa que salir y quitarle la vida a otro.
    • La gravedad del pecado depende de la cantidad de efectos que produce
      • El enojo tipo “querer matar” perjudica internamente a la persona enojada, le envenena el alma. Destructivo al individuo.
      • Pero si ese enojo le lleva a matar a alguien, no sólo se perjudica a sí mismo, sino también a la víctima que mató.
  2. La lascivia comparada al adulterio
    • La lascivia hace que el individuo se llene de toda clase de inmundicia interna.
    • Adulterar afecta a una cadena de personas esposa, hijos, familia del que pecó, e igualmente al cómplice y la familia de él.

“Internalizar” el pecado reduce, minimiza, corrompe al individuo. Pero “el acto” de pecar no solo minimiza y corrompe al que lo comete, sino que igualmente corrompe a todos los directamente afectados, llevando su daño hasta a la comunidad entera.

Las consecuencias del pecado

San Agustín, dijo: “Más pecado es el castigo del pecado”.

Pablo: “Por lo cual Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos” (Ro 1.24)

También hay otros efectos:

  1. El pecado produce autoengaño:
    Un fenómeno que ejercemos sobre nuestra propia psiquis. Negamos, suprimimos, minimizamos lo que sabemos que es verdad. Adornamos lo que sabemos es falso, vistiéndole de hermosura; transformamos lo feo para verlo bueno, pues no queremos vernos en mala luz. Lo peor es que creemos la misma mentira que fabricamos. Jesús llama a eso “La viga en el ojo del que ve la pajita en el otro“.
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    —Hemos hecho de la mentira nuestro refugio y en el engaño nos hemos escondido. (Is 28:15)
    —Habéis arado impiedad, habéis segado injusticia y habéis comido fruto de mentira. (Oseas 10:13)
    —Cambiaron la verdad de Dios por la mentira. (Ro 1:25)
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    Una ilustración:
    Supongamos a un señor llamado Rodríguez.
    Él sabe que su hija está recibiendo dinero y regalos de parte de hombres que la van a visitar. Pero le es difícil aceptar que la hija de él es una prostituta.

    1. En su interior sabe la verdad, que ella lo es.
    2. Pero se convence a sí mismo de la mentira que quiere establecer: “Mi hija solo tiene amigos generosos. Como ella es una chica buena, simpática y agrada a la gente, le dan regalos”.
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      Observe, él sabe la verdad (la realidad), pero se convence de la mentira, pues no quiere aceptar la verdad. En maneras parecidas todos nos auto engañamos. La auto decepción es el resultado de una conciencia corrupta, y por lo tanto no funciona.
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  2. El pecado es necedad
    Desde el punto de vista bíblico el justo es sabio, el necio es pecador.

    • El libro de Proverbios no distingue entre el justo y el sabio, más bien lo hace entre el sabio (que anda en justicia) y el necio (que anda en pecado).
    • Comúnmente decimos sobre el que se encuentra en algún pecado: ¡Qué necio es!
      Ser sabio es evitar la maldad; necedad: entregarse a ella.
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  3. El pecado es adicionador

Solo Aquel Día[5]Pierre Van Paassen, That Day Alone, 1941, New York: Dial Press, p. 311

Quiero leer solo unos párrafos. Primero, les narro el trasfondo: Unos soldados nazis capturan a un rabino; lo obligan a quitarse toda su ropa. Lo colocan sobre un barril, y sin misericordia, le pegan con un látigo de cuero mientras dicen: —Este latigazo es para Abraham, este para Isaac, este para Jacob.

“Los soldados se colocan luego en un semicírculo alrededor de una mesa. Uno camina hacia el rabino Warner y, con unas tijeras, le corta todo el pelo de un lado de la cabeza. Entonces, agarrando la barba del judío, se la corta por la mitad. Se aparta de él, y cuando los soldados lo ven, se ríen a carcajadas.

—Dinos algo en hebreo —dice el capitán.

—Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón —dice el rabino, pronunciando lentamente las palabras en hebreo.

Uno de los soldados le interrumpe: —¿No es cierto que esta mañana preparabas un sermón?

—Si —responde el Rabino.

—Pues, predícanoslo a nosotros, ya que nunca predicarás en tu sinagoga. La quemamos. Está en cenizas. Anda, predícanos tu sermón. ¡Quietos todos! Jacob nos va a predicar su sermón.

—Por favor, devuélvanme el sombrero —pide el rabino.

—¿Qué, no puedes predicar sin sombrero? —pregunta el capitán–. ¡Dale el sombrero!

Alguien se lo extendió y el rabino se lo puso. Los soldados se mueren de la risa. Y en realidad, era un espectáculo, el rabino desnudo, temblando del frío, ahora con el sombrero puesto.

Así comenzó a predicar: —Dios hizo al hombre a su imagen y a su semejanza —dice con voz seca. Este iba a ser el tema de mi sermón.

Hombres, creados a imagen de Dios, abusando de otro de forma tan vergonzosa. Qué corrupción. En verdad vemos que el pecado es un acto, pensamiento, deseo, emoción, palabra o hecho, que deshonra a Dios. Quien niega tal hecho ofende a Dios, los culpables siempre son criaturas hechas a Su imagen. Por eso es tan deshonroso.

Pensamientos finales: [6]Platinga, p 32-33

  1. El pecado crece, se apodera de nosotros, y llega a ser tan nuestro que destruye y desbarata totalmente nuestras sensibilidades.
  2. Lo que forma el corazón del pecado es esa persistente actitud de negar que he pecado y asumir la responsabilidad por lo cometido.
  3. El pecador siempre se cree inocente: se persuade de que la culpa de lo hecho la tiene otro. Ejemplo: David (2 Sam 14), cuando Natán le cuenta el relato del rico poderoso que le quita la ovejita al pobre, ¡no se reconoce!
  4. Es como el SIDA:
    “Un misterioso, sistemático, y progresivo ataque contra el sistema de inmunización espiritual, que finalmente debilita de tal manera al infectado que no tiene poder para resistir la invasión de otros pecados.”

 

References

References
1 Platinga, p. 96
2 Cornelius Plantinga, Jr. Not the Way It’s Supposed to Be, a Breviary of Sin, William B. Eerdmans, Grand Rapids, Michigan, 1995
3 The International Standard Bible Dictionary, Eerdmans, Grand Rapids, vol. 4, p. 519
4 Robert Schuller, Auto estima (Self Esteem), Word Books, pp 14 y 99
5 Pierre Van Paassen, That Day Alone, 1941, New York: Dial Press, p. 311
6 Platinga, p 32-33