¡Necesitamos la Pascua!

Publicado por LOGOI

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¡Necesitamos la Pascua!

Hace poco vi un vídeo en Instagram donde un pastor ayudaba a una de sus ovejas a salir de una zanja larga y profunda. La oveja estaba cubierta de barro y lucía desesperada. No tenía manera de salir sin la ayuda del pastor. Después de un rato y mucho trabajo, el pastor sacó la oveja y se detuvo a mirar cómo la oveja corría en círculos y en cuestión de segundos caía de nuevo en la misma zanja. La descripción Instagram leía: “Imágenes reales de Jesús rescatándome de mis horribles decisiones”.

¡Oh, cuán desesperadamente necesitamos la Pascua!

Yo soy igual que esa tonta oveja. ¿Cuántas veces Jesús me ha sacado de una terrible trinchera a la que salté voluntariamente? “Setenta veces siete” está lejos de ser suficiente (ver Mateo 18).

Una de mis historias favoritas de LOGOI sucedió hace años en las selvas de Colombia cuando la guerrilla de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) aterrorizaba al país. Flavio, uno de nuestros estudiantes de Biblia, viajaba en canoa por un pequeño río en una de las áreas devastadas por la guerra para guiar a un pequeño grupo en uno de nuestros cursos bíblicos. La canoa era más bien un taxi con varias personas a bordo, cuando de repente sonaron disparos desde la orilla del río. Uno de los pasajeros murió instantáneamente y otros resultaron heridos. Uno de los disparos destruyó tres de los dedos de Flavio.

Su canoa fue detenida por un grupo rebelde de soldados que acusó a los sobrevivientes de ser guerrilleros de las FARC. Los arrastraron hasta la orilla donde iban a ser ejecutados inmediatamente. Flavio y los demás se declararon inocentes. Flavio, sosteniendo su mano tratando de detener la sangre, gritó: “Soy pastor. Estoy viajando por el río para dar un estudio bíblico”.

Un soldado se burló. “Eres un espía de las FARC”, acusó mientras todos le apuntaban con sus armas. El líder del grupo de milicianos encontró la mochila de Flavio y la abrió esperando encontrar elementos que demostraran que Flavio era realmente un espía. En cambio, su Biblia y otros libros cayeron, incluidos nuestros recursos de estudio bíblico LOGOI. “¿Qué es esto?” Preguntó el líder de la milicia. “Es mi Biblia”, respondió Flavio, “y mis materiales de estudio. Soy pastor”, dijo de nuevo, “y estamos estudiando el amor, la gracia y el perdón de Dios y cómo envió a Jesús para salvarnos”. El miliciano se suavizó y ordenó a sus hombres que bajaran las armas. “No son guerrilleros”, dijo. “No deberías estar en estos lugares”. Flavio, aunque sufría un terrible dolor, habló: “Debo viajar por estos lugares para compartir las Buenas Nuevas. Jesús murió por nuestros pecados para que pudiéramos tener vida eterna con Él. Él nos perdona y toma nuestro pecado sobre sí mismo, sin importar lo que hayamos hecho”. El líder de la milicia miró intensamente a Flavio. Vio su mano y los dedos que le faltaban. Finalmente, ordenó a sus hombres que se retiraran y desaparecieron en la jungla. Pero ese no es el final de la historia.

Pasaron los años y Flavio seguía volviendo a la selva a predicar y enseñar. Su pequeña iglesia era su base de operaciones y varios en su congregación estudiaban nuestros cursos bíblicos LOGOI/FLET.

Un día, un extraño apareció en la iglesia de Flavio. Un hombre anciano pero evidentemente endurecido por la guerra afirmó que estaba buscando al predicador al que le faltaban tres dedos. Era el soldado que disparó contra Flavio. Flavio, con cautela, lo saludó. “Te he estado buscando”, le dijo el miliciano. “He hecho cosas terribles. Mi alma se está muriendo, y no sé qué hacer. Dijiste en la selva que Jesús perdona sin importar lo que hayamos hecho. ¿Es eso realmente cierto?”

Ese día, Flavio tuvo la dicha de conducir al pie de la cruz al miliciano arrepentido. ¡Imagínate a los ángeles cantando, regocijándose y maravillándose de la asombrosa gracia de Dios! A veces, cuando me pregunto si Dios realmente ama a alguien como yo, pienso en Flavio y ese miliciano. Pienso en el rey David, Pedro, Sansón y Lot. Pienso en cómo Dios  redime a los pecadores, incluyéndonos a tí y a mí. Y debo sentarme y maravillarme y decir: “¡Gracias, Padre Celestial, por la Pascua!

“Porque así amó Dios al mundo: ha dado a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:16).

Qué alegría ser parte de un ministerio que ayuda a hombres y mujeres a proclamar el Evangelio allí donde viven y sirven, muchos en lugares a los que tú ni yo nunca podríamos ir. Pero en la gracia de Dios, podemos ayudarlos, equiparlos y alentarlos. Nos cuesta menos de $60 al año proporcionar a alguien como Flavio capacitación bíblica confiable y continua en el trabajo, y nos sentimos agradecidos de todos aquellos que nos apoyan.

¡Feliz Pascua de Resurrección!


Ed Thompson