El que halla esposa halla el bien,
y alcanza la benevolencia de Jehová.
Proverbios 18:22.
ESQUEMA
1. La Biblia tiene un alto concepto del matrimonio.
1.1. El matrimonio como institución.
1.2. El matrimonio es para la felicidad.
1.3. Los hijos son una bendición.
2. Quien halla esposa, halla el bien.
3. ¿Por qué es bueno el matrimonio?
3.1. La unión nos completa.
3.2. Hallar cónyuge es un triunfo.
3.3. Dios quiere el matrimonio.
CONTENIDO
Las bodas son siempre ocasiones felices, y eso es algo relativamente fácil de comprobar. Basta con mirar los ojos de los novios, es suficiente con echar un vistazo a las hermosas flores que adornan el local donde se celebra la boda, escuchar la música que se interpreta para la ocasión o, simplemente, fijarse en la sonrisa de cada uno de quienes han sido invitados a la celebración.
El matrimonio es realmente una ocasión feliz porque es un acto central en la vida de las personas y en la concepción de la misma sociedad humana. Además es una celebración entrañable porque se fundamenta en el amor, y el amor es la única fuerza del universo capaz de producir auténtica felicidad.
1. La Biblia tiene un alto concepto del matrimonio
En nuestros días la idea del matrimonio se ha desprestigiado. Hay algunos que lo rechazan mientras otros lo tienen en poca estima. Desde luego, cada cual cuenta la historia según le ha ido a él o ella. Sin embargo, las Sagradas Escrituras nos dicen algunas cosas buenas acerca del matrimonio.
1.1. El matrimonio como institución
El matrimonio como institución para la sociedad humana es de origen divino. Dios lo instituyó, a través de Adán y Eva, en el mismo huerto del Edén:
Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; esta será llamada varona, porque del varón fue formada. Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne (Gn. 2:23-24).
1.2. El matrimonio es para la felicidad
El matrimonio según la Biblia es para satisfacción y gozo de la pareja formada por un hombre y una mujer. La sexualidad antes que nada es “unitiva” y no procreadora. Esto es lo que se desprende de textos como Ecl. 9:9: Goza de la vida con la mujer que amas, todos los días de la vida … que te son dados debajo del sol. Lo prioritario de la sexualidad es la comunión de los que se aman, pero que lo unitivo termine o no en lo procreador depende del propio matrimonio. Son ellos los que tienen que decidir si su relación por amor tiene que ser una relación fecunda o no. Esto no lo debe decidir la Iglesia, ni ninguna jerarquía religiosa. Para que la paternidad sea verdaderamente responsable, ha de ser libre y no puede venir dictada de fuera, sino sólo por los cónyuges implicados.
1.3. Los hijos son una bendición
Por supuesto que el matrimonio es también necesario para la propagación y la continuidad del género humano. Por eso el primer libro de la Biblia explica: Y los bendijo Dios y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra y sojuzgadla (Gn. 1:28). Los hijos son siempre una gran bendición, desde la perspectiva de la revelación escritural.
2. Quien halla esposa, halla el bien
El que halla esposa halla el bien, y alcanza la benevolencia de Dios (Pr. 18:22). Pero, para hallar hay que buscar. El matrimonio debe ser el resultado de una búsqueda inteligente. Este texto implica que por ahí, en algún lugar, se encuentra nuestra “media naranja”. Hay una mujer para cada hombre y un hombre para cada mujer, pero hay que salir a buscar con diligencia y empeño, pero también con inteligencia. Quien se queda siempre sólo en su casa, sentado ante el televisor, o haciendo puzzles, ¡cómo va a encontrar esposa o esposo! No significa esto que la búsqueda se convierta en un hecho ansioso o desesperado, pero sí ha de ser algo activo.
Si en todas las otras facetas de la vida nos esforzamos por actuar con sabiduría, cuánto más en una elección tan especial y trascendente como es la de una compañera o compañero para el resto de la vida. El matrimonio es una de las facetas más importantes de la existencia humana. ¿Habéis pensado cómo nos preparamos para buscar un buen trabajo, cómo se suele buscar con diligencia una buena vivienda, o hasta un buen auto, incluso cómo hemos preparado la fiesta de la boda? Pues, si todo esto lo hacemos con interés y previsión, cuánto más debemos hacerlo con la elección de la persona con la que tendremos que convivir durante toda nuestra vida.
El cristiano debe buscar en oración la voluntad del Señor para saber reconocer a la persona que será la auténtica ayuda idónea; esa mujer o ese hombre que Dios tiene reservado para cada uno de nosotros. Y esto debe hacerse con inteligencia, pero buscando siempre la dirección de Dios.
3. ¿Por qué es bueno el matrimonio?
Este versículo de Proverbios afirma que un buen matrimonio es como una bendición divina. Pero, ¿por qué? Veamos algunas razones:
3.1. La unión nos completa
Según la Escritura, cuando el hombre halla esposa está completo y cuando la mujer halla esposo está también completa. Una de las maneras en que el hombre se realiza como varón es cuando llega a ser esposo y padre de familia. Lo mismo le ocurre a la mujer, cuando se convierte en esposa y madre de familia. Desgraciadamente, hoy, muchas personas anteponen sus intereses profesionales a su familia. El triunfo en el mundo laboral, de uno de los dos esposos, se valora a veces más que el buen funcionamiento de la propia familia. El tiempo de dedicación al cónyuge y a los hijos se relega, en ocasiones, hasta que algunos hogares se convierten en una especie de casas-hotel, donde únicamente se va a dormir, de vez en cuando a comer, y donde sus moradores se relacionan de forma superficial. Esto es un grave error que puede acabar por destruir la propia familia. Hay que tener muy presente que el tiempo dedicado a la familia, todo aquello que se ha vivido juntos compartiendo experiencias, es el más precioso y fructífero de la vida. Los padres cristianos deben reflexionar seriamente acerca de cuánto tiempo dedican a la construcción y cuidado de su familia.
3.2. Hallar cónyuge es un triunfo
Hoy día, hallar un buen esposo o una buena esposa es un gran triunfo. Una victoria del compañerismo sobre la soledad, del orden sobre el desorden, de lo completo sobre lo incompleto. Dios quiso que la entidad humana fundamental de la sociedad estuviera constituida por una parte masculina y otra femenina. No puede existir matrimonio si no se da la unión física, emotiva y espiritual de un hombre y una mujer. De ahí la importancia de que toda elección sea hecha desde la reflexión personal y la oración que busca ante todo descubrir la voluntad de Dios para nuestra vida.
3.3. Dios quiere el matrimonio
El matrimonio es una bendición porque está en el centro de la voluntad de Dios. El instinto sexual y la necesidad de compañerismo son fibras muy profundas de nuestra naturaleza humana. Por eso la Biblia nos habla muy claramente sobre este tema al afirmar: Honroso sea en todos el matrimonio y el lecho sin mancilla (He. 13:4). También en el Antiguo Testamento se explica el plan de Dios para el hombre y la mujer: Y dijo Dios: no es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él (Gn. 2:18). Si esto es así, si el matrimonio es la expresión de la voluntad y de la benevolencia de Dios para el ser humano, cuando los dos esposos son creyentes, cuando ambos cónyuges no sólo tienen comunión entre ellos sino también con Dios, a través de Jesucristo, cuando la fe los une, entonces, la felicidad y las expectativas del matrimonio se agrandan considerablemente. El mejor lazo de unión que puede haber en una pareja de cristianos es Jesucristo. Y así como Él bendijo con su presencia las bodas de Caná de Galilea, así también Él desea bendecir con su constante presencia nuestro matrimonio y nuestro nuevo hogar.
Nosotros, como Iglesia, os deseamos toda la bendición del cielo y toda la felicidad de la tierra. Que cada año y cada mes, cada día y cada hora de la vida que llevéis juntos, experimentéis y recordéis que: El que halla esposa (o esposo) halla el bien, y alcanza la benevolencia de Dios.