Después del día de Pentecostés la obra del bendito Espíritu Santo se demuestra de las siguientes formas, todo revelando la realidad y verdad acerca de lo prometido por Jesucristo (véase Juan 14:26; 15:26; 16:5-16).
- El Espíritu Santo obró recordando e instruyendo a los doce apóstoles (incluyendo a San Pablo) los que junto con los escritores del Antiguo Testamento (llamados “profetas”) establecieron las bases para la iglesia, de la cual Jesucristo es la piedra angular (Jn 14:26; Ef 2:20, 3:2-6; 1 Ti 4:1).
xx - De ahí, el Espíritu Santo obra en los corazones de los hombres para que reciban, entiendan y respondan al mensaje apostólico, confiesen el señorío de Jesucristo y experimenten el poder transformador de la salvación por medio de la fe, lo que hizo Jesucristo cuando murió en la cruz por sus pecados (Jn 16:8-11; Hch 10:44-48; 1 Co 2:14-16; 12:3; 2 Co 3:4-4:6; Ef 1:17-20; 3:14-19; 1 Jn 2:20,27; 4:1-3; 5:6-12).
xx - El Espíritu Santo une los creyentes en Jesucristo dándoles nueva vida, regenerándoles y haciendo efectiva su co-resurrección con él, para que sean copartícipes de su reino ( véase Ro 14:17) y miembros de su cuerpo, del cual Jesucristo es la cabeza (Jn 3:5-8; Ro 6:3-11, 7:4-6; 8:9-11; 1 Co 12:12-13; Ga 3:14, 26-29; Ef 2:1-10, 4:3-16; Tito 3:4-7).
xx - El Espíritu Santo asegura a los creyentes en Jesucristo que en verdad son hijos de Dios y coherederos con Cristo, tanto por el testimonio interno inmediato como por el testimonio indirecto de que son hijos, por los nuevos sentidos y disposiciones de obediencia a Dios (Ro 8:12-17; 2 Co 1:22; Gal 4:6; Ef 1:13; 1 Jn 3:24; 4:13; 5:7).
xx - El Espíritu Santo es el mediador entre el Padre y el Hijo transfiriendo a los creyentes el sentir de que ya están disfrutando los goces celestiales y garantizándoles la plenitud del cielo en la vida venidera (Ro 5:5; 8:23; 2 Co 5:5; Ef 1:14; 2:18; 4:30; 1 Jn 1:3, 3:1-10, 24).
xx - El Espíritu Santo es el que transforma a los creyentes progresivamente, por medio de la oración y las luchas, hasta transformarlos a la medida moral y espiritual de Jesucristo (2 Co 3:18; Gal 5:16-25; Judas 20-21).
xx - El Espíritu Santo confiere dones —es decir, habilidades para testificar y servir— con el fin de que los miembros del cuerpo puedan expresar las verdades acerca de Jesucristo para la edificación de todo el cuerpo (Ro 12:3-13; 1 Co 12; Ef 4:7-16; 1 P 4:10, 11) y puedan testificar al mundo perdido de la salvación que hay sólo en Cristo, con el fin de que ellos le conozcan y la iglesia crezca (Hch 4:8, 31, 9:31; Ef 1:18-20).
xx - El Espíritu Santo intercede eficazmente por nosotros los creyentes, enderezando nuestras oraciones equivocadas, ya que no sabemos como orar apropiadamente (Romanos 8:26-27).
xx - El Espíritu Santo llama a los que él escoge de entre su pueblo para servicio misionero hasta lo último de la tierra, para llevar el evangelio a los que no han oído el mensaje de salvación en Jesucristo (Hch 8:29; 13:2; 16:6-10).
xx - El Espíritu Santo en 1 Corintios 14:26-33 instruye y corrige al cuerpo de Cristo para traer bajo debido control el uso de lenguas, profecías y palabras exóticas. Todo lo hecho en su nombre debe ser para la edificación del cuerpo (es decir, la iglesia) y no de abuso personal. Tal corrección es necesaria para que la Palabra de Dios no sea ni minimizada, ni torcida, ni pervertida y para que lo enseñado por los apóstoles en sus epístolas sea respetado y lo falso traído a luz, claramente mostrando que el error no viene de él (1 Co 12:3; 1 Jn 4:1-6).x
Como que el Espíritu Santo es el agente de Jesucristo (Jn 15:26; 16:7-11, 14-15) él solo hace la voluntad del Hijo y del Padre aquí en la tierra. Lo que hace en la vida de los hijos de Dios —como representante y agente de Jesucristo— es lo que haría el mismo Jesucristo, es decir, residir en el corazón de los creyentes (Col 1:27 compárese, con Juan 15:4-5); dar vida nueva al que estaba muerto en sus delitos y pecados (Col 3:4); santificar al que ha sido transformado por la sangre de Cristo (Ef. 5:26), etc. Este enfoque cristocéntrico enfoca el ministerio paraclétito del Espíritu Santo tal como fue predicho, enseñado y demostrado en el Nuevo Testamento.