La iglesia ante los retos en América Latina

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La iglesia ante los retos en América Latina

 Rvdo. Roberto Rodríguez Rodríguez

Ganador del Concurso Literario de LOGOI, noviembre 2009

Los inicios de la Obra Evangélica

En América Latina y el Caribe, el protestantismo tiene raíces históricas que datan del siglo XVl. Para citar sólo algunos casos, en 1555 el capitán Le Clero, amigo y agente del conocido líder hugonote Almirante Gaspar Coligny, viajó a la Habana acompañando al corsario Jacques de Sore. Por esa época Nicolás Durand de Villegagnon, le escribió a Juan Calvino pidiéndole que le enviara pastores protestantes para su colonia en la Bahía de Guanabara (Río de Janeiro). Uno de los pastores enviados fue Jean de Léry.

Las actividades del corso y el contrabando trajeron a Cuba, de modo circunstancial a personas de otras religiones, llamadas “herejes”. En el libro el Espejo de Paciencia —primera obra  literaria aparecida en la Isla— también se les denominaba “gente luterana” donde se describe el ataque del francés Gilberto Girón en 1604. En el 1741, los ingleses desembarcaron en Guantánamo, Cuba, donde fundaron la Comunidad Cumberland —de corta duración— donde celebraron cultos al estilo anglicano.

Las misiones foráneas

Después llegó la etapa de las misiones foráneas con el abnegado trabajo y la dedicación de aquellos grandes misioneros que trajeron el Evangelio a nuestros pueblos. Los misioneros sentaron una serie de pautas y principios que deben tenerse en cuenta hoy, como la pureza del mensaje, la Palabra de Dios como centro de la vida cristiana y como nuestra regla de fe y conducta, la entrega y el sacrificio personal de los siervos del Señor, entre otros. Se sabe que la gran mayoría de aquellos misioneros(as) pudieron dedicarse en sus países a negocios u otras profesiones más lucrativas y remuneradas, pero renunciaron a todas esas oportunidades para dedicar sus vidas a llevar el evangelio a lejanas regiones. Tales sacrificios jamás deberán ser olvidados. También debe imitarse su visión e interés de llevar el Evangelio a todos los rincones de nuestros países, incluyendo los campos y ciudades y los sectores indígenas.

Fundación de las Iglesias Nacionales

Como fruto del esfuerzo de los misioneros y misioneras, se organizaron las iglesias nacionales. Estas han pasado por diversas etapas de desarrollo. Recordamos el éxito de aquellos énfasis evangelísticos en décadas pasadas, como el Evangelismo a Fondo, el Evangelismo Agresivo, las grandes campañas evangelísticas y la predicación a través de los medios de difusión y la literatura. Todas las denominaciones han hecho su mejor esfuerzo. Como resultado, ha habido un crecimiento substancial de la obra evangélica en el continente. En el Brasil los pentecostales y los luteranos se han hecho fuertes. También las diferentes confesiones han crecido en Chile, y otros países del continente y en América Central y el Caribe. Hoy las iglesias cuentan con grandes evangelistas, teólogos y escritores latinoamericanos muy destacados y un buen número de misioneros(as) sienten el llamado a otros continentes. Sabemos de algunos que han ido a países del Islam.

Desafíos para la Iglesia en América Latina

Nuestro continente debe enfrentar muchos de los males que afectan al mundo de hoy, y que las iglesias no pueden desconocer, porque los cristianos también formamos parte de la sociedad humana. Están los problemas ecológicos fundamentalmente, el cambio climático, los problemas socioeconómicos, como la pobreza, las pandemias, las drogas, la pornografía, la prostitución, la pérdida de los valores, espirituales, sociales, y cívicos. La división de la familia, la discriminación de la mujer en algunos países, y el grave problema de la emigración. La CEPAL estima que más de 20 millones de latinoamericanos, o uno de cada veinticinco, viven lejos de sus familias y país de origen.

Presencia cristiana

Hoy más que nunca hay necesidad de la praxis del Evangelio y del testimonio cristiano. Como luz, sal y levadura (Mat. 5: 13-16) la iglesia debe tener una presencia en la sociedad. “No te ruego que los quites del mundo sino que los guardes del mal” (Juan 17: 15). No podemos darnos el lujo de “pasar de largo” y dejar hombre herido en el camino. Hay que detenerse y ayudarlo.  (Lc 10: 31-33)

La misión integral de la iglesia se expresa también en la participación de los creyentes en la vida de la sociedad y en las instituciones. “Como la araña que atrapas con la mano y está en  palacios de rey” (Prov 30:28), los creyentes debemos estar presentes en todas partes. Recordad a Daniel y los jóvenes hebreos que participaban de la vida de la sociedad, babilónica ejerciendo gran influencia sin “contaminarse” manteniendo sus principios, por lo cual se ganaron el respeto y la confianza de sus contemporáneos.

Como no se concibe a un ejército acuartelado en tiempos de guerra. Tampoco la Iglesia —el ejército de Dios— debe pasar todo el año “acuartelada” y “atrincherada” en los templos, mirándonos las caras, “confraternizando” y “gozándonos” mientras en torno a nosotros, el mundo llora y sufre.

Desafíos en el campo religioso

Existen otros retos para la iglesia que debemos enfrentar ya que  sus efectos y consecuencias negativas, limitan, neutralizan y debilitan la capacidad de la Iglesia para  jugar un papel más útil e importante ante  estos retos generales. Veamos:

Estos desafíos pueden clasificarse en exteriores e interiores.

  1. Primero está la denominada “invasión de las sectas”, la influencia de corrientes religiosas orientales  y las tendencias  teológicas negativas, la intolerancia religiosa, la intransigencia teológica y la influencia del liberalismo teológico.
  2. Por otro lado, están las divisiones entre las iglesias evangélicas, que incluye el choque entre las iglesias tradicionales o históricas y los nuevos grupos evangélicos, las corrientes y tendencias negativas, el profesionalismo del clero, la falta de preparación bíblico-teológica de sectores del clero protestante, los conflictos y choques en la evangelización, la llamada “pesca en pecera” y/o  robo de miembros.

Es posible que algunos de esos desafíos sólo tengan un carácter regional, pero de hecho, son problemas reales para las iglesias.

Mentalidad pre-colombina

Es lamentable que algunos eclesiásticos mantengan todavía una mentalidad “precolombina”. Atrincherados en sus antiguos prejuicios, métodos y esquemas.  Por supuesto, que no hay que renunciar a las tradiciones y valores históricos tan caros para todos nosotros, porque se correría el riesgo de perder nuestra identidad como iglesia. Pero, hay que recordarles a algunos, que el tiempo ha transcurrido y que estamos en el siglo XXI con sus nuevas demandas y desafíos, que exigen y necesitan respuestas adecuadas y actuales. Los procedimientos y enfoques pueden variar de acuerdo a las nuevas circunstancias y demandas. La Biblia es más que un  manual de conducta. Es un libro de principios que pueden ser aplicados a las necesidades y desafíos en todas las épocas y lugares. Esa es la razón fundamental de que La Biblia tiene un mensaje de valor permanente.

Influencia del liberalismo teológico

Por otro lado, el liberalismo teológico sigue tratando de despojar a Las Sagradas Escrituras de su carácter sobrenatural. También ofrece soluciones a los problemas sociales, basado en una especie de humanismo religioso. Pero recordar que el humanismo, que pone al hombre en el centro, deja fuera la fe. Hay que continuar insistiendo más que nunca en la inspiración de las Escrituras y en la inerrancia de La Palabra de Dios, sin mitos, ni errores, ni contradicciones, como guía segura en esta batalla de la fe. (2 Tim 3: 16)

Soluciones irreales

También las sectas y algunas tendencias eclesiales negativas ofrecen soluciones totalmente irreales, y anti-bíblicas, como los que enseñan que el cristiano no tiene por qué sufrir, y el denominado “evangelio de la prosperidad” que apelando a lo peor que los hombres llevan por dentro, predican que los cristianos tienen y pueden ser ricos, lo que no deja de ser una ironía y contradicción en medio de la pobreza y desigualdades del mundo. Por supuesto, que el mal no está en las riquezas, sino en el afán y la ambición por ellas. Se ajusta más al espíritu de La Biblia, hablar de una distribución justa y equitativa de las riquezas. (Prov 30:8)

El peligro de un clero profesional

Sin generalizar y sin pecar de injustos, pues hay muchos valores jóvenes en las iglesias, hay que señalar que existen sectores en el clero que no están debidamente preparados para la misión, que no están a la altura de las circunstancias, en especial entre los más jóvenes. Algunos hablan de que se están produciendo pastores “en serie”. Algunos los llaman pastores de “microwave”. Algunos están “quemando etapas” en la preparación de sus misioneros y pastores. En la formación teológica debe enfatizarse la misiología y la práctica pastoral. Otra preocupación es la tendencia hacia un clero profesional. Que el pastorado se convierta en un modo de vida. Un pastor se refería a su trabajo diciendo “esta es mi comida y tengo que defenderla”. Hay que volver a enfatizar el llamamiento de Dios, y revivir la visión misionera de nuestros fundadores, y con Isaías  decir: “Heme aquí envíame a mí” (Is 6:8).

Unidad en la Diversidad

Las iglesias han crecido en número; sin embargo, persisten nuestras divisiones. Es impostergable ir hacia una unidad en la diversidad y terminar con el escándalo de la desunión. Una iglesia dividida es fácilmente manipulable. Debe continuarse promoviendo un acercamiento entre las diferentes confesiones y/o denominaciones. Manteniendo cada cual sus peculiaridades, enfoques y tradiciones —lo que de hecho ha contribuido a enriquecer el protestantismo— debe buscarse una unidad en la diversidad, para enfrentar como iglesia la problemática de nuestro continente. Este proceso debe comenzar o continuar en cada país,  después a niveles regionales y continentales. Independientemente, de los esfuerzos que cada cual esté haciendo o pueda hacer por su lado, ante los actuales desafíos, es muy importante e indispensable esta unidad estratégica —no orgánica— de las iglesias. De esta forma la iglesia irá ganando espacios en la sociedad. Está por ver la influencia para bien, que una iglesia  protestante unida, significaría para nuestro continente. Una iglesia  con una sola voz sería muy respetada. Satanás conoce la influencia y la autoridad que una iglesia unida tendría y por eso no cesa en su afán de dividirnos.

Contactos

Una iglesia unida con intereses y objetivos comunes, propiciará la búsqueda de soluciones. Es absolutamente, prioritario establecer frecuentes contactos entre las diferentes denominaciones. Estos tendrían lugar a todos los niveles, nacional regional y continental. Con una agenda de trabajo que incluya todos estos temas que nos afectan e interesan como iglesia de Jesucristo. Todo esto ayudaría a encontrar soluciones y trazar estrategias comunes en la misión y dar respuestas adecuadas a todos estos desafíos. Trabajando en enfoques comunes y planes de evangelización, limando y superando las asperezas y roces que puedan surgir en la tarea evangelística.