Hedonismo o búsqueda del placer: Tito 3:1-5

Publicado por Editorial Clie

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Hedonismo o búsqueda del placer: Tito 3:1-5

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Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos,
rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos,
viviendo en malicia y envidia, aborrecibles,
y aborreciéndonos unos a otros.
Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador;
y su amor para con los hombres,
nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho,
sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración
y por la renovación en el Espíritu Santo.
Tito 3:3-4 y 5 (1-5).

ESQUEMA

1. El Hedonismo contemporáneo.

1.1. El deseo de comprar y consumir.
1.2. Tendencia a eliminar lo molesto.
1.3. Ansia de placer sexual.
1.4. El imperio de los sentidos.

2. Antigüedad del Hedonismo.

3. Nuevo Testamento y Hedonismo.

3.1. La parábola del sembrador.
3.2. Los hombres de los postreros días.
3.3. Exhortación para los creyentes.
3.4. La amistad con el mundo.
3.5. El anhelo de alegría de los cristianos.

4. Actitud cristiana frente al Hedonismo.

CONTENIDO

Estamos viviendo hoy en una sociedad en la que el placer y, en general, el estímulo de todos los sentidos se ha convertido en un valor dominante de la vida corriente.

Para la inmensa mayoría de las personas, de nuestro mundo occidental, el fin supremo de sus vidas es conseguir placer. Esto es lo que la filosofía llama Hedonismo; la suposición de que el hombre obra sólo por placer. Decía el pensador francés, Voltaire: El placer es el objeto, el deber y el fin de todo ser racional. Según tales opiniones, el deseo de placeres sería el único motor que hay detrás de las acciones humanas. Este deseo se detecta hoy en muchos comportamientos.

1. El Hedonismo contemporáneo.

1.1 El deseo de comprar y consumir.
Vivimos en la época del autoservicio, del “self-service” y los hipermercados. En Occidente se compra más de lo que se necesita por el simple placer de comprar. Alguien ha dicho que, en el mundo occidental, las grandes superficies comerciales se han transformado en las iglesias y catedrales de nuestro tiempo: siempre abiertas y repletas de “consagrados devotos”, incluso hasta los domingos. Es la religión del consumo que promete la felicidad inmediata aquí en la Tierra. Se trata de la peor secta religiosa que hipnotiza a las personas y las hace vivir en permanente fiebre de época de rebajas. Como si siempre tuviéramos un motivo urgente por el cual adquirir productos, que muchas veces ni siquiera necesitamos.

Es el pensamiento de Descartes trastocado: Siento placer al comprar; luego existo, en vez de su famoso pienso, luego existo. Se es, en tanto se adquiere; se deja de ser, si no se puede comprar. Las consecuencias de este comportamiento son muy perniciosas: el desequilibrio de las economías domésticas, como consecuencia de que los sueldos no consiguen llegar hasta final de mes, ni siquiera echando mano de las tarjetas de crédito.

1.2. Tendencia a eliminar lo molesto.
Otro aspecto del Hedonismo que nos rodea es el esfuerzo por suavizar las palabras que nos evocan cosas negativas, o nos obligan a reflexionar. Esto se detecta en el lenguaje que se ha denominado “políticamente correcto” o, también, “socialmente correcto”, Es interesante lo que dice Lipovetsky, sociólogo francés contemporáneo, en su libro La era del vacío: Desaparecidos los sordos, los ciegos, los lisiados, surge la edad de los que oyen mal, de los no-videntes, de los minusválidos; los viejos se han convertido en personas de la tercera o cuarta edad, las chachas en empleadas del hogar, los proletarios en interlocutores sociales. Los malos alumnos son niños con problemas o casos sociales, el aborto es una interrupción voluntaria del embarazo. Nuestra sociedad actual procura disimular la realidad mediante eufemismos, es decir, palabras que suavizan la idea que queremos expresar.

Hoy se vive en una especie de idolatría de los valores juveniles: como el envejecimiento resulta molesto, a los ancianos se les margina y, a veces, se les desprecia. Tiempo atrás había que aparentar experiencia y madurez para aspirar a cualquier profesión. En otras épocas los jóvenes se dejaban barba y bigote para encontrar trabajo e inspirar respeto a los demás. Hoy, en muchos lugares, a los cuarenta años ya es casi imposible entrar en el mercado laboral, por ser demasiado mayor.

¿Y qué decir acerca del tema de la muerte? Fallecer se ha convertido en un asunto tabú. En la sociedad del bienestar no tiene cabida la muerte. Resulta incómoda, molesta e irritante. No se quiere pensar en ella. Hoy se silencia lo personal del morir. Sc procura borrarla de la existencia cotidiana y se vive como si nunca hubiera que morir. Esta falta de reflexión sobre la muerte repercute negativamente en el estilo de vida actual. Actualmente casi nadie está preparado para morir.

1.3. Ansia de placer sexual.
La libertad sexual ha creado un nuevo mito: el del Hedonismo sexual. La promesa de que la sexualidad es fuente inagotable de goce, libertad, misterio y salvación personal. Se promete una especie de cielo en la tierra, se ofrece placer e inacabable felicidad a quien consiga descubrir las misteriosas técnicas, posiciones, zonas o puntos eróticos del cuerpo. Otras veces se presenta el sexo envuelto en un aire mágico-religioso, que promete la realización completa de la persona.

Por otro lado, crece la tolerancia hacia cualquier tipo de aberración o desviación que proporcione placer corporal. Sin embargo, al final, resulta que tanto exhibicionismo, tanta pornografía, tanta liberación sexual, empiezan ya a cansar, porque eliminan la belleza original de la sexualidad humana. La realidad es que hoy se empieza ya a sentir, en ciertos ambientes, una cierta nostalgia por el paraíso perdido del amor conyugal fiel, verdadero y honesto.

1.4. El imperio de los sentidos.
En la actualidad, el Hedonismo se manifiesta en esa capacidad por vivir y disfrutar de lo bello y lo placentero. Es el tiempo de los “feelings”, de las sensaciones. Tal filosofía de vida es tan antigua como la propia humanidad, ya que el hombre ha buscado siempre el placer. No obstante, se diferencia claramente del de otros tiempos en algunos puntos. La divergencia entre el Hedonismo posmoderno y el de épocas pasadas reside en que frente a aquel Hedonismo epicúreo, de los filósofos a quienes Pablo predicó, que buscaba la felicidad, sobre todo, en la amistad y el bienestar social, el Hedonismo de hoy es fuertemente individualista. Es el descompromiso sociopolítico y la dificultad para entablar relaciones interpersonales mínimamente estables y profundas lo que impera en la actualidad. El posmoderno, que está convencido de que no existen posibilidades de cambiar o mejorar la sociedad, ha decidido disfrutar, al menos, del presente. Se vive sólo para el momento actual, se busca la libertad y la espontaneidad. Es una actitud hedonista que recuerda el carpe diem del poeta latino Horacio: Aprovecha el día, aprovecha la hora, antes de que te llegue la vejez y con ella la muerte. El cantante español Joaquín Sabina, lo ha sabido expresar muy bien en la letra de sus canciones:

…apuntarme a cualquier clase de bombardeo,
no tener otra fe que la piel,
ni más ley que la ley del deseo

En una de sus canciones que titula Pastillas para no soñar dice:

Si lo que quieres es vivir cien años
no pruebes los licores del placer. ..
Funda un hogar en el que nunca reine
más rey que la seguridad.
Deja pasar la tentación…

En otra afirma que:

Al deseo los frenos le sientan fatal,
¿Qué voy a hacer yo si me gusta el güisqui sin soda,
el sexo sin boda, las penas con pan…?

El grito posmoderno de Sabina es: ¡no a la moralidad, sí al desenfreno del placer! Así expresan también sus ideas muchos otros famosos que se podrían enumerar. Algunos de ellos son noticia por las dificultades que tienen para salir adelante con su mala salud, a causa de excesos con el alcohol y las drogas.

2. Antigüedad del Hedonismo.

El Hedonismo no es algo nuevo, ni mucho menos, un invento de nuestro tiempo, sino que constituyó una fuente de problemas ya para el rey Salomón en el Antiguo Testamento. La experiencia del predicador al respecto es clarificadora, en el libro de Eclesiastés afirma: A la risa dije: Enloquees; y al placer: ¿De qué sirve esto? (Ec. 2:2).

En el Nuevo Testamento los primeros cristianos tienen que enfrentarse también a una nueva forma de filosofía hedonista: el epicureísmo. El mismo apóstol Pablo tuvo que discutir con los epicúreos (Hch. 17:18). Tales filósofos griegos eran seguidores de Epicuro, quien había dicho que conseguir placer era el fin supremo del hombre.

3. Nuevo Testamento y Hedonismo.

¿Qué dice el Evangelio acerca del Hedonismo? ¿Cómo se enfrentan los primeros cristianos a dicho problema? La palabra griega hedoné, que significa “placer o deleite”, aparece sólo cinco veces en el Nuevo Testamento, en los siguientes pasajes que vamos a comentar:

3.1. La parábola del sembrador.
En la parábola del sembrador se habla de la semilla (o palabra de Dios) que cayó entre espinos: La que cayó entre espinos, estos son los que oyen, pero yéndose, son ahogados por los afanes y las riquezas y los placeres (hedoné) de la vida y no llevan fruto (Lc. 8:14). Donde hay Hedonismo, los espinos ahogan la fe. Allí donde domina la hedoné, es decir, la búsqueda del placer como fin supremo de la vida, la fe queda ahogada entre las espinas y muere.

¿Por qué el Cristianismo está creciendo en casi todo el mundo, excepto en Europa? ¿Será, quizás, porque los placeres, el bienestar, los afanes y las riquezas son los espinos que están ahogando la fe? ¿Qué podemos hacer? ¿Renunciar al bienestar? ¿Dejar las comodidades que nos proporciona la tecnología, como hacen los “amish” americanos, para ver si así aumenta la fe? La Biblia no dice que el bienestar, el dinero, el placer legítimo sea algo malo; lo malo es que se idolatre, que se divinice, que se convierta en la única finalidad de la existencia del hombre, gobernándole y haciéndole así su esclavo.

El poeta Ramón de Campoamor escribía, en el s. XIX: ¡Oh. Deidad del placer, la única eterna, que todo lo gobierna y desgobierna! Con mucho acierto, el poeta nos da la clave del problema. Ahí está el error y el pecado; en permitir que el placer gobierne y, lo peor de todo, que desgobierne nuestras vidas.

3.2. Los hombres de los postreros días.
La segunda vez que aparece esta palabra en el Nuevo Testamento es en este texto: Porque habrá hombres.. traidores, impetuosos. infatuados (es decir; engreídos, presuntuosos), amadores de los deleites (hedoné) más que de Dios (2 Ti. 3:4). Se está refiriendo a los herejes gnósticos, a los falsos doctores que se enredan en el error y pervierten a otros, llegando autodestruirse moral y espiritualmente. Estos hombres amaban los deleites y placeres más que a Dios, pero pretendían ser cristianos espirituales ante los ojos de los demás, tenían apariencia de piedad, pero la negaban con sus pasiones y tendencias; se adoraban a sí mismos en lugar de adorar a Dios; retenían la forma externa del Cristianismo, pero negaban su poder; cumplían con el ritual, la liturgia, el canto, la adoración y la alabanza, pero sus vidas no habían cambiado en nada; seguían viviendo en corrupción moral.

Este peligro sigue existiendo en nuestros días: la forma del culto, muchas veces atrae, incluso se convierte en un bonito espectáculo en el que gusta participar, porque nos hace sentir bien y tranquiliza la conciencia, pero ahí acaba todo. Nadie debería decir que está dispuesto a aceptar a Jesucristo, a declararse cristiano, si no está dispuesto a dejarse transformar por Él.

3.3. Exhortación para los creyentes.
Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites (hedoné, hedollai) diversos (Tit. 3: 3). La persona que vive alejada de Dios, por lo general, sólo busca el placer y, en la medida en que procura satisfacer su ansia irrefrenable de placer, se rebela contra Dios y contra su voluntad. Desde la perspectiva cristiana, esta persona está cayendo en la esclavitud de los placeres. La realidad es que sólo Dios puede sacarle de ahí. Sólo Él es capaz de salvarle de su esclavitud. Es Él quien se siente movido a compasión y decide rescatar al ser humano, aún cuando éste no tiene el menor derecho a esperar la salvación.

De ahí que los creyentes debamos mostrar misericordia y amor hacia todos los hombres, sean o no cristianos. Incluso hacia los enemigos porque nosotros éramos igual que ellos, antes de conocer al Señor. No hay ningún motivo para considerarnos superiores a nadie. Tenemos que actuar con los demás como Cristo actuó con nosotros.

3.4. La amistad con el mundo.
El cuarto texto es este: ¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedis, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites (Stg. 4:1-3). No es sólo el ser humano que vive apartado de Dios, el que está amenazado por el ímpetu insaciable de los instintos y el ansia de placeres, también el cristiano puede caer en las redes del Hedonismo. Incluso puede abusarse de la oración como medio para satisfacer las pasiones. Santiago nos muestra la inutilidad total de una oración hecha de esta forma. Pedir para nuestros deleites y placeres es un absurdo y una pérdida de tiempo delante de Dios.

Cuando se deja vía libre a los instintos descontrolados y la hedoné se enseñorea de la vida, la relación con Dios se ve gravemente amenazada, la paz interior queda seriamente perturbada y las relaciones con el prójimo completamente envenenadas.

3.5. El anhelo de alegría de los cristianos.
Este texto se refiere, otra vez, a los falsos profetas y maestros que vivían, como hemos visto, uniendo las falsas doctrinas a su vida libertina: …ya que tienen por delicia el (gozar) de deleites (hedoné) cada día (2 P. 2:13). Pero la hedoné no ha de confundirse con el deseo, o el anhelo, de una auténtica alegría o de un verdadero gozo. El Nuevo Testamento no es contrario, de ningún modo, a la satisfacción y el placer que implica la comunión con Dios. Este verdadero gozo puede disfrutarse incluso, en medio del sufrimiento y la persecución.

En la epístola de Santiago leemos: Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas (1:2). ¿Cómo se puede tener gozo en medio de la prueba y el sufrimiento? ¿Cómo podemos deleitarnos en las adversidades? ¿Está diciendo Santiago que los cristianos deben ser masoquistas? ¡No! El masoquista disfruta con el dolor. El creyente no disfruta con el sufrimiento, sino que se goza al reconocer que ese sufrimiento, esa prueba dolorosa, angustiosa y, como tal, rechazable, tiene sentido desde la óptica de Dios, porque puede producir paciencia y madurez personal en la vida del discípulo de Jesús. Este es el paradójico Hedonismo cristiano que debe satisfacer el anhelo de alegría del pueblo de Dios. Tal es el sumo gozo al que se refiere Santiago.

4. Actitud cristiana frente al Hedonismo.

¿Cuál debe ser, por tanto, la actitud del cristiano frente al Hedonismo contemporáneo? El placer no es malo, puede ser un bien; pero si nos empeñamos en considerarlo como el “sumo bien” entonces se convierte en el “sumo mal”. La Palabra de Dios afirma que entonces el ansia de placer se transforma en los espinos que ahogan la fe, y ocurre que los seres humanos se adoran a sí mismos en vez de adorar y confiar en Dios.

El creyente debe, por tanto, sentir misericordia hacia las criaturas que viven apresadas en las redes del Hedonismo y ayudarles a salir de la esclavitud de los placeres. Al mismo tiempo, tiene que procurar no caer él mismo, usando adecuadamente de la oración y no queriéndola utilizar para satisfacer las propias pasiones. No debemos olvidar que existe un gozo y una alegría auténtica, que hay un sano Hedonismo cristiano que es la satisfacción, el placer y el gozo de saber que nuestra vida está siempre en las manos de Dios y bajo su paternal mirada. El único goce verdaderamente eterno es aquel que se orienta hacia la voluntad de Dios.

cc