GP Sermón: Una inversión provechosa

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GP Sermón: Una inversión provechosa

Lectura Bíblica: Mateo 5:7

INTRODUCCIÓN

A una señora de mediana edad le tomaron una fotografía que no fue de su agrado y se dirigió muy enojada al fotógrafo diciéndole:

«Esta foto no me hace justicia». El fotógrafo la observó detenidamente y le contestó: «Señora, usted no quiere justicia, lo que busca es misericordia».

En efecto, mucha gente define la misericordia como un sentimiento de piedad y hasta de lástima, y quienes la dispensan suelen hacerlo con cierta actitud de superioridad un tanto criticable. Lo cierto, sin embargo, es que bíblicamente la misericordia es algo muy diferente.

Se trata de una identificación plena con la necesidad ajena. Es sentir como propio el dolor, la pena o el problema de otra persona. Cuando este sentimiento de amor genuino y abundante se hace concreto, es entonces que podemos llegar a comportarnos en forma misericordiosa. Y precisamente eso es lo que nos amonesta Jesús en esta bienaventuranza.

  1. ¿QUÉ NOS HACE SER MISERICORDIOSOS?
    1. El justo hecho de que nosotros mismos hemos sido objeto de la misericordia divina. Leamos las palabras de Tito 3:5: «Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia».
    2. El hecho de que por haber alcanzado misericordia somos «linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios» (1 P 2:9-10).
    3. Que obedecemos las enseñanzas de Jesús. En Lucas 6:36 aparece este claro y directo mandamiento de Jesús: «Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso». Hay dos parábolas de Jesús en las que se trata este tema de manera clara e ilustrativa (Mt 18:23-35 y Lc 10:25-37).
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  2. ¿QUÉ HAREMOS PARA ACTUAR MISERICORDIOSAMENTE?
    1. Convertir los sentimientos compasivos en acción. Esta es la enseñanza de Jesús en sus parábolas, y este es el mensaje de las Escrituras. No basta con expresar verbalmente simpatía o «llevar a Dios en oración» los problemas ajenos. Hay que ser instrumentos de Dios para que la misericordia se haga palpable.
    2. Promover el ministerio de la reconciliación. En la parábola del hijo pródigo, el padre no solo fue «movido a misericordia», sino que restauró a su hijo extraviado a la identidad familiar que este perjudicó. La misericordia no es dar, sino darse.
    3. Crear las condiciones para las mejores relaciones fraternales. Este es el consejo que se indica en 1 Pedro 3:8-9. Los que quieren de veras vivir misericordiosamente deberán actuar como «herederos» de las bendiciones de Dios.
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  3. ¿QUÉ RECIBIREMOS POR SER MISERICORDIOSOS?
    1. Felicidad. Esa es la promesa clave en la bienaventuranza que tiene que ver con la misericordia.
    2. Triunfo. Probablemente no lo entiendan así quienes no son cristianos; pero el hecho es que el que domina sus malos sentimientos y practica la bondad es un vencedor. Lo dice Santiago 2:13: «La misericordia triunfa sobre el juicio».
    3. La facultad de convertirnos en ejemplo. Leamos 1 Timoteo 1:16-17, y sintámonos agradecidos a Dios, pues por medio de su misericordia nos hemos convertido ante la iglesia y ante el mundo en modelos escogidos por Él.

CONCLUSIÓN
Una niña de un colegio, en cierta ocasión, me ilustró de manera muy clara el concepto de misericordia. Recuerdo sus palabras: «Si yo tengo dos monedas y le doy una a un pordiosero, eso es caridad; pero si le doy las dos, eso es misericordia».

Jesús nos enseña que ser misericordiosos es parte de nuestra identidad y de nuestra misión como cristianos, y nos hace la promesa de que seremos felices practicando la misericordia.

Recordemos su orden al intérprete de la ley que quería saber quién era su prójimo. Cuando reconoció que era aquel que había actuado con misericordia, escuchó estas lapidarias palabras que hoy llegan hasta nosotros: «Ve tú y haz lo mismo».

AYUDAS HOMILÉTICAS

William Barclay, reconocido erudito bíblico, ofrece esta traducción libre de San Mateo 5:7.

«¡Qué feliz es el hombre capaz de adentrarse en los demás y sentir como ellos, ver con sus ojos, y pensar sus pensamientos; porque quien puede identificarse de este modo con los otros encontrará que ellos harán lo mismo con él y sabrá que eso mismo es lo que Dios ha hecho por él en Jesucristo!»

La palabra misericordia es muy usada en el Antiguo Testamento. Aparece más de 150 veces, y en casi todas esas ocasiones se refiere a Dios y/o a las acciones de Él. Es Jesús, en el Nuevo Testamento, quien adjudica al ser humano la capacidad de sentir misericordia y actuar misericordiosamente.

Las palabras tienen orígenes muy interesantes. La palabra latina merces significaba «pago». En la era cristiana la noción de «recompensa» se asoció al vocablo, el que más tarde derivó en la idea de un castigo suspendido y sustituido por el perdón. En el griego del Nuevo Testamento la palabra traducida por misericordia es eleos, que ocurre unas 27 veces.

Hay versiones bíblicas con muy variadas traducciones de Mateo 5:7.

«Dichosos los que prestan AYUDA, porque esos van a recibir AYUDA» (Nueva Biblia Española, Edición Latinoamericana).

«Dichosos los COMPASIVOS, porque serán tratados con COMPASIÓN» (Nueva Versión Internacional).

«Felices los COMPASIVOS, porque obtendrán MISERICORDIA» (Biblia Latinoamericana).