Pablo trata los problemas que afligen y dividen a los hombres, enfatizando ante todo la relación con Dios desde la perspectiva divina. Cristo vino al mundo para ocuparse de los problemas más profundos y dolorosos que molestan y entristecen el corazón del hombre. Vino a revelar el camino del amor para toda la vida y para todos los hombres.
- LAS COSAS QUE NOS UNEN Y DEBEMOS VIVIR
- Se nos manda enfocar el propósito de nuestra vida en Cristo (Col 3.12).
- Se nos ordena buscar las cosas que son de arriba (Fil 1.21).
- Se nos pide recordar que hemos muerto (Col 3.3; Gá 2.20).
- ¿Cuáles son las cosas que le interesan a un muerto?
- Cuando hay luchas y contiendas estamos ocupados con lo terrenal.
- Se nos manda enfocar nuestra esperanza en el cielo y en la gloria (vv. 3 y 4)
- Nuestra gran esperanza para el futuro, y más allá del tiempo, es ser unidos con Cristo y con el pueblo de Dios por toda la eternidad.
- Vivir para el «cielo» es un estilo de vida, además de ser un lugar al cual van los redimidos cuando la existencia aquí termina (Col 3.20).
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- COSAS QUE DESTRUYEN Y DEBEN SER QUITADAS (Col 3.8)
- Hemos de liquidar todo impulso o tendencia que sea mala o destructiva.
- Hemos de alejar de nosotros toda inclinación que sea maligna, mezquina o dañina.
- Hemos de eliminar la mentira y el engaño de todas las esferas de nuestra vida.
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- COSAS QUE DIVIDEN Y DEBEN SER ELIMINADAS (Col 3.11)
- En Cristo no pueden existir discriminaciones raciales: «Donde no hay griego ni judío.»
- En Cristo no puede haber discriminación espiritual: «Donde no hay circuncisión ni incircuncisión.»
- En Cristo no puede haber discriminación cultural: «Donde no hay bárbaro ni escita.»
- En Cristo no puede haber discriminación social ni económica. «Donde no hay siervo ni libre.» En Cristo los ricos y los pobres están en el mismo terreno.
- En Cristo no hay discriminación sexual: «No hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús» (Gl 3.28). En Cristo la mujer fue exaltada y alcanzó su más alto estado legal y su mayor dignidad.
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- COSAS QUE INSPIRAN Y DEBEN SER BUSCADAS
- Hemos de adoptar las cualidades del Señor Jesucristo que se relacionan con el amor y la misericordia (Col 3.12-14).
- Hemos de permitir que la paz de Cristo gobierne en todas nuestras relaciones (Col 3.15).
- Hemos de permitir que la Palabra de Cristo more en nosotros en abundancia para guiarnos e instruirnos (Col 3.16).
CONCLUSIÓN
Cristo quiere ayudarnos a experimentar la vida celestial mientras aún vivimos en la carne y sobre esta tierra. Si queremos que Él nos ayude en nuestros problemas, reconozcámosle diariamente y respondamos a Él en forma positiva y continua. Él nos ha llamado al amor y a la reconciliación; como Su iglesia debemos vivir en armonía. «Esto os mando», dijo Jesucristo, «que os améis unos a otros» (Jn 15.17). Confesemos nuestro agravio; nuestra mezquindad; ofrendemos con amor; pidamos perdón. En fin, pidámosle a Cristo que rompa las barreras que nos dividen.
AYUDAS HOMILÉTICAS
El tema escogido
La iglesia, que debe ser un reflejo del cielo, a veces es un centro de pleitos y envidias. Hay división, hay falta de amor, hay crítica, y en lugar de reflejar a Cristo, se refleja al mundo. El pastor, ocasionalmente, tiene que tratar de él mismo no entrar en un espíritu de autodefensa, ni de crítica, sino de mucha oración, compasión y amor.
Introducción
Cuando predique este sermón, tome una ilustración de la actualidad que relate una perversión humana horrible. Explique que de tales cosas nos habla San Pablo, y que de tal tipo de vida undida en pecado y vicio nos libró Jesucristo (vv.7).
En el primer punto, no hable de lo que divide, sino de lo que une. Sea positivo. Amplíe con su imaginación lo que «vivir para las cosas de arriba» debe significar. Esas grandes verdades espirituales, nos animan a que cooperemos con nuestro Señor tratando de practicar y vivir a la altura de lo que implica nuestro unión vital y real con Jesucristo.
Aquí comenzará a hablar de lo que divide, pero con cuidado. Señale lo destructivo que es el pecado. Enseñe que el pecado nos lleva a la envidia, al desprecio, al egoísmo. Destruye el amor a Dios y el amor al prójimo. Como iglesia tenemos que tratar el tema, porque si no se trata él nos destruirá.
Las cosas que dividen
En el mundo griego, «bárbaro» era un nombre despectivo que se daba a los incultos mientras «escita» era un sinónimo de «salvaje». Hoy día nuestras divisiones vienen más por el orden de color y piel y también entre ricos y pobres. Pero también vienen (particularmente en la iglesia) por puestos o posiciones. En todo tenemos que aprender a ser como Juan el Bautista (veáse Jn 3:26-30).
Conclusión
Si en la iglesia hay fuertes divisiones, no acuse a nadie, Dios tiene que arreglar las cosas. Usted no puede. Llame a todos a un tiempo de oración: 1) Pidiendo el perdón de Dios. 2) Pidiéndose perdón unos a otros. Dé el ejemplo.