GP Biografía 9: ¿Quién era Lucas?

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GP Biografía 9: ¿Quién era Lucas?

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por Les Thompson


En la actualidad los escritores procuran que sus nombres sean reconocidos al igual que sus obras. Es algo común. Pero en la antigüedad no siempre fue así. Ni en el Evangelio de Lucas ni en el libro de Los Hechos de los Apóstoles (también de Lucas) se menciona al autor. Es por eso que los eruditos bíblicos se esfuerzan estudiando cualquier indicio que los lleve a los que se conocen como autores de los libros de la Biblia.

En este caso, trataremos acerca del autor del Tercer Evangelio, cuya evidencia más concreta viene de un antiguo prólogo que se le hizo entre los años 168 y180 d.C., escrito en latín y en griego, llamado el Prólogo anti-marcionita. En este se dice que Lucas era un antiocano de Siria, médico de profesión. Fue discípulo de Pablo; acompañó al apóstol hasta que este fue martirizado. Sirvió al Señor sin interrupciones, y a la edad de ochenta y cuatro sucumbió en Beocia, lleno del Espíritu Santo. Aunque ya existían otros evangelios —el de Mateo, escrito en Judea, y el de Marcos en Italia—Lucas, inspirado por el Espíritu Santo, compuso la totalidad del suyo en las tierras de Acaya.

Lo que sabemos de Lucas viene de los escritos de San Pablo. Algunas versiones de la Biblia en inglés concluyen la segunda carta a los Corintios con el siguiente comentario editorial: La segunda carta a los Corintios fue escrita desde Filipos, una ciudad de Macedonia, por Tito y Lucas.

Otra referencia se encuentra en Colosenses cuatro, versículo catorce: «Os saluda Lucas el médico amado, y Demas». Aquí Pablo menciona la profesión de Lucas, mostrando que era una persona muy educada, especialmente en las ramas científicas. Es más, debido a que Pablo, que era enfermizo, le dice «médico amado» se cree que Lucas lo atendió profesionalmente.

Se le menciona también en Filemón versículo veinticuatro: «Marcos, Aristarco, Demas y Lucas, mis colaboradores». De nuevo vemos que Lucas y otros, seguían al apóstol como sus asistentes en el ministerio

Solo una vez más se menciona a Lucas, en la segunda carta a Timoteo capítulo cuatro, versículos nueve al trece. El apóstol, ahora encarcelado en Roma, dice: Procura venir pronto a verme[…] Solo Lucas está conmigo. Toma a Marcos y tráele contigo, porque me es útil para el ministerio[…] Trae, cuando vengas, el capote que dejé en Troas en casa de Carpo, y los libros, mayormente los pergaminos.

Estos versículos confirman:

  • El compañerismo de este fiel médico con Pablo, aun en los momentos más amargos del apóstol. De ello se infiere que lo que escribe Lucas de Jesús está inspirado en el pensamiento paulino.
  • La amistad que quizá tuvieron Marcos (el autor del segundo evangelio) y Lucas. (Esto permite suponer que Lucas escribió basándose con frecuencia en datos que oyó de Marcos.)
  • Que posiblemente los pergaminos y libros que menciona Pablo eran una colección de notas que el mismo apóstol reunió sobre la vida de Jesús, las cuales le serían valiosas a Lucas, que en esos momentos componía su evangelio.

Podemos añadir que Lucas tuvo una amistad especial con Teófilo (Hechos 1.1), quien pudo ser aristócrata —un procurador o un gobernador provincial— o por lo menos un hombre de prestigio, ya que Lucas se dirige a él en su evangelio como: Oh excelentísimo Teófilo (Lc 1:3).

Lucas es un ego. Esto, unido al hecho de que escribió su evangelio en perfecto griego, y que en Colosenses cuatro se le menciona entre aquellos que no eran de la «circuncisión », evidencia que no era hebreo. Además, como ya se mencionó, era persona de refinada cultura, posiblemente educado en Atenas (algunos comentaristas lo citan estudiando en Tarso, especulando que fue allí condiscípulo de Pablo y Apolos y que desde entonces eran amigos). Se puede conjeturar, pues, que Lucas por su origen fue un pagano griego que llegó a Jesús oyendo predicar al apóstol Pablo.

Las raíces culturales de Lucas no eran, pues, hebreas (conocimiento de la Ley de Moisés y por ende al tanto de las figuras de Cristo en las leyes ceremoniales judías). Su formación espiritual era más bien producto de la filosofía griega, particularmente con su ideal del perfeccionamiento de la personalidad mediante la disciplina de una mente lógica (considérense las grandes obras de arte helénico, particularmente sus estatuas de mármol, que hasta hoy no han podido ser igualadas en su perfección). Pero fue en la vida y obra de Jesús donde Lucas encontró respuesta al conflicto entre las dos culturas en que se movía. Jesús era el verdadero Hombre perfecto, aquel que no solo llenaba todas las aspiraciones del idealismo helénico sino que al mismo tiempo desbarataba toda la falsedad de los postulados humanistas de la filosofía que por años él había seguido.

Sabemos que Lucas acompañó al apóstol Pablo en estos viajes. De Hechos 16:10 en adelante observamos que el autor escribe acerca de los eventos ocurridos en primera persona”Lucas llega a ser discípulo del gran teólogo cristiano, Pablo, quien (también educado en Tarso por los griegos) conocía bien todos los argumentos de la filosofía helénica. Por boca del apóstol se entera Lucas de quién en verdad era Jesús: El POSTRER Adán y el SEGUNDO HOMBRE (1 Co 15:45-47). POSTRER Adán, en el sentido de que con Jesús comienza una nueva generación: la de los redimidos. El PRIMER ADÁN representa la generación de los que son pecadores y condenados por la justicia divina. El SEGUNDO HOMBRE representa opuesto. No hay más géneros que estos dos: Adán y Jesús. Cada uno representa a un tipo de humanidad: Adán, a esa débil, fracasada, rebelde, perdida, y condenada raza (por su pecado); Jesús, a los redimidos, salvados, perdonados hijos de Dios (por el lavamiento con la sangre que Él derramó en la cruz).

A propósito, nunca debe decirse el ÚLTIMO HOMBRE, ya que eso implicaría a OTROS salvadores, de los cuales Jesucristo sería sencillamente el último. No, nos referimos a Jesús como el POSTRER ADÁN y el SEGUNDO HOMBRE.

El primer hombre, Adán, cayó y mostró su debilidad al desobedecer a Dios. Como descendientes suyos, heredamos su falta y su naturaleza y seguimos en sus caminos torcidos. Pero entonces vino el POSTRER ADÁN, el SEGUNDO HOMBRE, Cristo Jesús, el Dios-hombre: perfecto, sin pecado, poderoso, obediente al Padre. El que hace posible una nueva especie compuesta por todos los que han nacido de nuevo por la fe. ¡Tal como Lucas después de oír al apóstol Pablo!

Sigamos con nuestra historia. Además del ejemplo bíblico de Lucas y su compañerismo con Pablo, hay otras fuentes de interés alrededor de este autor. Por ejemplo, una leyenda repetida en la literatura antigua cuenta que Lucas también era artista. Le atribuye haber pintado un hermoso retrato de María, la madre de Jesús. Por años el cuadro fue expuesto en uno de los lugares de adoración en Jerusalén. Sea esto verdad o no, lo cierto es que Lucas es un artista que crea bellos cuadros con sus palabras.

Admirando el lenguaje y la fraseología del Evangelio de San Lucas, el comentarista francés Renán dijo que era el libro más bello que jamás haya escrito pluma alguna. Otros añaden que Lucas también fue poeta, citando que incluyó en su evangelio dos antiguos himnos de la iglesia primitiva: el canto de María (1.46-55) y el de Zacarías (1.68-79).

En resumen, se nos presenta a Lucas como escritor experto, ducho y educado, de mente inquisitiva y organizada como científico que era y además con temperamento de artista. He aquí al hombre que fue autor de este evangelio, y amigo y compañero del gran apóstol Pablo.

San Pablo y Lucas, examinando los pergaminos traídos por Timoteo y Marcos”  Lucas en su prefacio dirigido a Teófilo afirma: Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas, tal como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra, me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo, para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido (Lc 1:1-4).

Veamos la importancia de lo que indica:

  1. Anuncia su tema: la historia de Jesús, a la que llama «la palabra» (v. 2).
  2. Nos da sus fuentes de investigación: los que vieron (testigos oculares) desde el principio a
    Jesús, y también los que fueron maestros (ministros de la palabra) de estas cosas.
  3. Nos explica su enfoque, su método de trabajo: luego de examinarlo con diligencia, como un científico, realiza una cuidadosa y detallada investigación, viendo todas las cosas desde su origen.Bien podemos suponer que Lucas visitó los lugares sagrados y entrevistó a testigos oculares.Cuidadosamente organizó todos sus datos y testimonios (por ejemplo, el de María, la madre de Jesús; nótese con cuánto detalle nos lo narra); habló con los hermanos y hermanas del Señor; con los pastores que oyeron cantar a los ángeles y recibieron su celestial anuncio; con los vecinos de Nazaret que conocían el taller de carpintería de José, donde trabajó Jesús en su adolescencia; con los ciegos y leprosos que fueron curados; con los doce discípulos. Dice además que lo ha escrito todo «por orden», indicando con ello no necesariamente cronología sino la correcta relación de los eventos con todos sus detalles.
  4. Nos explica su propósito: Para que conozcas bien la verdad de todas las cosas en las cuales has sido instruido (v. 4).

Lucas quiere eliminar todo mito, toda falsedad, cualquier detalle acerca de Jesús que no haya sido comprobado, a fin de dar a conocer únicamente la verdad. De esta manera, cualquier persona que estudie su evangelio puede tener la plena seguridad de que cada detalle que contiene —la vida de Jesús, sus hechos, sus palabras— es absolutamente verídico y sin exageración, digno de ser creído sin reservas.

¿Quién era Teófilo?

Ya se mencionó que Teófilo era conocido de Lucas y, por la manera en que se dirige a él —excelentísimo Teófilo—, probablemente era un alto funcionario del Imperio Romano. El nombre Teófilo significa uno que ama a Dios. Algunos comentaristas han especulado que quizás Lucas no se dirigía a un individuo en particular sino que más bien su propósito era escribir simbólicamente a todos los que amaban a Dios, dándoles detalles precisos acerca de la persona de Jesús.

Al preferir la interpretación de que Teófilo fue una persona y no un simbolismo, se afirman tres hechos importantes:

  1. Que era griego (por el nombre común que tenía).
  2. Que era un alto oficial del gobierno (por su título de excelentísimo).
  3. Que quizás fue uno de los creyentes en Cristo (por lo que dice Lucas acerca de las cosas en las cuales has sido instruido).

A pesar de tan limitada información acerca de este personaje, lo que dice Lucas nos aclara algo de su propósito: escribe para informar a un público gentil. Además, aunque se ve que conocía las costumbres religiosas de los judíos, no entra en detalles respecto a la profecía del Antiguo Testamento como lo hace Mateo. El material que Lucas introduce es de valor particular para los de otras nacionalidades, aunque, por supuesto, sirve también para los judíos interesados.

Para reforzar este argumento es útil apuntar el énfasis que hace Lucas de que el evangelio es para todos los pueblos. Por ejemplo, cuenta la historia de la compasión de Jesús por los samaritanos (9:51, 56 y 17:11-19). Cita en la oración de Simeón las palabras: Porque han visto mis ojos tu salvación, la cual has preparado en presencia de todos los pueblos; luz para revelación a los gentiles (2.30-32). Así como Pablo fue apóstol a los gentiles, también Lucas, su fiel colega, escribe su evangelio para que los gentiles puedan llegar a conocer las buenas nuevas de salvación.

Al pensar en este fascinante propósito de Lucas, ¡qué maravilloso es ver que Dios se preocupó tanto por nosotros aunque no éramos del pueblo de Israel! Este evangelio es nuestro, para que lo estudiemos y lo atesoremos. El mensaje de Lucas queda establecido en las palabras de Pablo: Estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo (Ef 2:12-13).