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PREGUNTA:
La Biblia dice que el pecado de Adán trajo para él la muerte espiritual. ¿Están Adán y Eva en el cielo o en el infierno?
RESPUESTA:
La respuesta a la primera parte de su pregunta es que no sólo trajo su pecado la muerte espiritual, sino también la muerte física. Por misericordia Dios no los mató en el instante (igual que por su misericordia no nos mata a nosotros cuando pecamos). Sin embargo, comenzó ese proceso de muerte y en Génesis 5:5 leemos “Y [Adán] murió”. Hay un punto interesante que nos da a saber que Adán entendió este principio de muerte física. Nombra a su segundo hijo “Abel”, que quiere decir “perecedero”. Ya entendía Adán que su descendencia toda perecería e iría deteriorándose hasta morir: desde el momento en que entró el pecado al mundo el destino de todo hombre ha sido la muerte. Por supuesto, Adán y Eva murieron “espiritualmente”. “Morir” denota “separación de Dios”. Las perfecciones de Dios no permiten lazo con el pecado. Todo pecado es una ofensa tan grande ante Dios que demanda juicio y castigo. Y en el acto de echar al hombre del Huerto de Edén se ve este principio demostrado, y en el hecho de no matar a esta pareja inmediatamente, si ve el principio de la bondad y misericordia de Dios.
Como sabemos, Dios da a todo hombre la oportunidad del arrepentimiento. Por tanto, como apuntó San Agustín tan brillantemente en LA CIUDAD DE DIOS (tomo 2), la humanidad está dividida entre los “hijos de Caín” que, en su rebeldía y persistente desobediencia a Dios, muestran que “se aman a si mismo y odian a Dios”. Por la otra parte están los hijos de Set (donde se nos dice que los hombres comenzaron a invocar el nombre de Jehová) Génesis 4:25. Estos son los que buscan y “aman a Dios y se odian a si mismos [a cuenta de sus fracasos, debilidades y pecados]”. De paso, al estudiar Génesis 3:15 vemos que esa división y lucha antagónica ha existido desde el mismo principio. Se ve cuando Caín mata a su hermano Abel. Esta es la primera demostración de la lucha prefigurada entre el mundo (los seguidores de la serpiente) y el cristiano.
El mundo siempre desprecia a Dios. Por esto se nos dice claramente que entre la “simiente de la mujer” (los seguidores de Dios) y los seguidores de la maldad habrá guerra. Dios nos dijo: “pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y su simiente; él te herirá en la cabeza, y tú lo herirás en el calcañar”.
La segunda parte de su pregunta, creo yo (y sigo en esto a Agustín, a Martín Lutero y a Juan Calvino en particular) se haya en Génesis 3:20-21: “Y el hombre le puso por nombre Eva a su mujer, porque ella era la madre de todos los vivientes. Y el SEÑOR Dios hizo vestiduras de piel para Adán y su mujer, y los vistió”. Cuando Adán primero dio nombre a la mujer, le puso el nombre “varona” (Gn 2:23), declarándola igual a él, o al mismo nivel que el varón. Ahora, al darle el nombre “Eva”, Adán nuevamente ejerce su autoridad sobre ella y la honra con un nuevo nombre: Eva, “madre de toda humanidad”. Es interesante subrayar que en ambos casos Adán ejerció su autoridad sobre ella para levantarla y nunca para degradarla—reconoció que a ambos Dios los había hecho a imagen de Dios, aunque por el mismo nombre anota las distinciones existentes entre ambos sexos.
Y hay otro punto, el nombre Eva conlleva el sentido de VIDA, mostrando que Adán puso su fe en la promesa que Dios hizo en Génesis 3:15, que un día en el futuro vendría de la “simiente de la mujer” el Salvador del mundo (el que heriría la “cabeza” de la serpiente, es decir el que introdujo la decepción, la mentira y la rebelión contra Dios para hacernos pecadores). Irónicamente, por medio de la mujer que, engañada, comió de la fruta prohibida, vendría aquél que nos traería VIDA ETERNA. Fue ese reconocimiento de la importancia de la mujer que le llevó a Adán, por fe, a escoger su nombre. Para decirlo en nuestros términos modernos, “puso su fe en Jesucristo como Salvador”. La consecuencia fue lo que vemos en Génesis 3:21: “el Señor Dios hizo vestiduras de piel para Adán y su mujer, y los vistió“.
¡Las coberturas de Dios! Nosotros los humanos no podemos tratar con nuestra vergüenza por el pecado. Los delantales de hojas que nos hacemos jamás podrán cubrirnos adecuadamente, especialmente ante la justicia de Dios. Pero cuando Dios mata a una ovejita y de su piel cubre a Adán y mata a otra y cubre a Eva, se completa el cuadro de la gracia de Dios. Vemos no solo figurativamente pero actualmente la promesa que en todo el Antiguo Testamento serviría para cubrir los pecados de todos los que arrepentidos buscaron a Dios por medio de similares sacrificios. Promesa que fue válida hasta que el Cordero mismo de Dios diera su propia vida para pagar la deuda que ninguno de nosotros hubiera podido pagar. Así es que creemos que igual que Abraham por fe vino a Cristo, así también lo hicieron Adán y Eva. ¡Los veremos en el cielo!
Les Thompson