El uso de la ley del Antiguo Testamento hoy

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El uso de la ley del Antiguo Testamento hoy

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por Richard P. Ramsay

Introducción

Recuerdo una clase de la escuela dominical cuando era jo­ven; conversábamos acerca de la pena de muerte, y leímos Éxo­do 21.12, «El que hiriere a alguno, haciéndole así morir, él mori­rá». El maestro concluyó que la pena de muerte era el castigo obligatorio para un asesino. Pero yo seguí leyendo después en el mismo capítulo, y encontré que el versículo 17 decía, «Igualmen­te el que maldijere a su padre o a su madre, morirá». Yo entendía que era un pecado insolente maldecir a los padres, ¡pero me cos­taba creer que el castigo apropiado hoy en día fuera la muerte! Me preguntaba, ¿por qué utilizamos algunos pasajes del Antiguo Testamento para establecer normas éticas, y no otros? ¿Cómo discernir cuáles debemos usar?

Una de las preguntas teológicas más complejas, pero que tiene muchas implicaciones prácticas es ¿cómo debemos usar la ley del Antiguo Testamento hoy en día? Algunos piensan que esas leyes no tienen nada que enseñarnos ahora, mientras otros opinan que debemos practicarlas casi al pie de la letra, tal como en aquel tiempo. La mayoría tiene alguna posición entre estos extremos.

El propósito de este artículo es acercarnos a una resolución de este problema teológico. Primero, haremos una comparación de la posición de Juan Calvino con varios teólogos que represen­tan otras posiciones comúnmente sostenidas: Martín Lutero, Lewis Sperry Chafer, Greg Bahnsen, y John S. Feinberg y Paul D. Feinberg. Aunque hay obvias diferencias, creo que también hay puntos en común entre estos teólogos. He elegido a Juan Calvino como punto de comparación, en parte porque él ha hecho un análisis extensivo del tema, en parte porque creo que ha sido malinterpretado, y en parte porque me inclino personalmente a aceptar su posición. Finalmente, analizaremos algunos pasajes acerca del tema para establecer unas pautas bíblicas.

JUAN CALVINO

LOS TRES ASPECTOS DE LA LEY

Calvino, siendo abogado además de teólogo, dio mucha im­portancia a este tema, y fue muy preciso y sistemático en sus escritos. Hace una distinción entre los aspectos «morales», «ce­remoniales» y «judiciales» de la ley. La ley moral es «la verdadera y eterna regla de rectitud, prescrita para los hombres de todas las naciones y todos los tiempos, quienes desean conformar sus vi­das a la voluntad de Dios». La ley ceremonial era la «tutela de los judíos», y contiene «figuras» de Cristo. La ley civil contenía los preceptos para el gobierno de la nación de Israel.[1]Juan Calvino, Institución de la Religión Cristiana, ed. Luis de Uzos y Río, trad. Cipriano de Valera, 2 tomos. (Rijwijk, Países Bajos: Fundación Editorial de Literatura Reformada, 1981), … Continue reading En realidad, Calvino no fue el primero en hacer esta distin­ción; Tomás de Aquino la había propuesto siglos antes.

Es necesario dividir los preceptos de la Antigua Ley en tres clases: los preceptos morales, dictados por la ley natural; los preceptos ceremoniales, que son determinaciones de la adoración divina; y los preceptos judiciales, que son determinaciones de la justicia que ha de se observada entre los hombres.[2]Tomás de Aquino, Summa Theologicae, (edición hermanos Benziger, 1947) traducido al inglés por The Fathers of the English Dominican Province (leído en el Internet: Christian Classics Ethereal … Continue reading

Según Calvino, estas categorías no son distintas leyes, sino diferentes aspectos de la misma ley. La ley moral se encuentra a través de toda la ley mosaica. Los comentarios de Calvino sobre el Pentateuco son una prueba de que esta es su posición. Él es­tructura el estudio de todas las leyes en función de los diez man­damientos. Calvino considera toda la ley de Moisés como una sola tela. Por esto su comentario es llamado una «armonía». Esto debe estar claro para poder entender lo que dice Calvino acerca de la permanente validez de los diferentes aspectos.

La ley ceremonial

El aspecto más fácil de explicar es la ley ceremonial. Los sacrificios apuntan a Cristo. Ahora que él ha venido a morir en la cruz, sería incorrecto e inapropiado continuar con ellos. Calvino dice: «… Si ellos no hubieran cesado, seríamos inca­paces de discernir con qué propósito fueron establecidos». Él cita Colosenses 2.13-17, Hechos 10.1, y Efesios 2.14­15, entre otros pasajes como prueba que ya no debemos practicar la ley ceremonial. Dice que la ley ceremonial no está abolida en cuanto a su «efecto», sino en cuanto a su «uso».Es decir, las leyes no han sido «privadas … de su santidad».[3]Calvino, Institución (II,vii,16) I, 258. Ellas aún apuntan a Cristo como siempre lo hacían. Sin em­bargo, la ley ceremonial ya no debe ser practicada, sino es­tudiada para aprender más de Cristo y la salvación.

La ley civil

Calvino enseña que la ley civil fue abolida cuando el pueblo de Dios dejó de ser simplemente la nación judía, y empezó a incluir a los gentiles de todas partes del mundo.

Así como el ejercicio de las ceremonias pertenecía a la doctrina de la piedad, que es el primer punto de la ley moral, por cuanto mantenía a la iglesia judaica en la reverencia que se debe a Dios, sin embargo era distin­ta de la verdadera piedad; igualmente, aunque su ley judicial no tuviese otro fin sino conservar esta misma caridad que en la ley de Dios se ordena, no obstante tenía una propiedad distinta y peculiar, que no quedaba comprendida bajo el mandamiento de la caridad. Por tanto, así como las ceremonias han sido abolidas que­dando en pie íntegramente la verdadera piedad y reli­gión, así todas las referidas leyes judiciales pueden ser mudadas y abrogadas sin violar en manera alguna la ley de la caridad.[4]Calvino, Institución (IV,xx,15) II,1181.

En otras palabras, la moralidad civil no debe ser identificada simplemente con las leyes judiciales del Antiguo Testamento. La moralidad civil debe ser identificada más bien con el «pre­cepto de caridad» subyacente en esas leyes. La verdadera moralidad civil puede permanecer, aunque las leyes específi­cas cambien.

Calvino advierte que no podemos insistir en imponer la ley mosaica en nuestros gobiernos de hoy en día.

…Porque hay algunos que piensan que un estado no puede ser bien gobernado si, dejando aun lado la legislación mosaica, se rige por las leyes comunes de las demás naciones. Cuán peligrosa y sediciosa sea tal opinión lo dejo a consideración de los otros; a mí me basta probar que es falsa y fuera de camino.[5]Calvino, Institución (IV,xx,14) II,1180.

La ley judicial daba «fórmulas de equidad y justicia, por me­dio de las cuales podían vivir inocente y pacíficamente». Pero las leyes específicas para una nación y una cultura deben va­riar de una a otra nación y de una a otra cultura, mantenién­dose los principios universales subyacentes en las leyes civi­les judías.

…Se ha dejado a todos los pueblos y naciones la libertad para hacer las leyes que parecieren necesarias; las cuales, sin embargo, están de acuerdo con la ley eterna de la caridad; de tal manera que, diferenciándo­se solo en a forma, todas tienden a un mismo fin.[6]Calvino, Institución (IV,xx,15) II,1181.

Esto no debe ser considerado como un tipo de «ética situacional» al estilo de Joseph Fletcher.[7]Joseph Fletcher, Situational Ethics [La ética situacional] (Philadelphia: Westminster, 1966). Las leyes específi­cas del Antiguo Testamento aún nos ayudan a conocer el gran principio de «caridad», o «equidad» en asuntos del estado. Calvino está diciendo que la ley moral es una guía para formu­lar la ley civil. Como se explica más adelante en forma más detallada, la ley moral satura todo el Antiguo Testamento pero no puede ser identificada con los particulares de la ley civil.

Y como quiera que la ley de Dios que nosotros llamamos moral, no es otra cosa sino un testimonio de la ley natural y de la conciencia que el Señor ha impri­mido en el corazón de todos los hombres, no hay duda que esta equidad de la que ahora hablamos queda en ella muy bien declarada. Así pues, esta equidad ha de ser el único blanco, regla y fin de todas las leyes.

Así pues, todas las leyes que estuvieren de acuer­do con esta regla, que tendieren a este blanco y que permanecieren en estos límites no deben desagradar­nos, aunque no convenga con la ley de Moisés, o bien entre ellas mismas.[8]Calvino, Institución (IV,xx,16) II,1182.

La posición de Calvino es que la Ley del Antiguo Testamento contiene principios morales universales que forman la base para las leyes civiles particulares. La ley moral es el funda­mento concreto que no puede ser cambiado. La ley civil es como una casa de madera construida sobre este fundamento, y puede ser reestructurada y remodelada de acuerdo a la nación y la cultura en particular.

Un buen ejemplo es el robo. La ley mosaica prohíbe robar y ordena ciertos castigos (Éxodo 22.1-4). El principio de que el robo es incorrecto es eterno, porque nace del mismo carácter de Dios. Por lo tanto, las leyes civiles deben prohibir el robo, pero el castigo puede variar de país en país.[9]Calvino, Institución (IV,xx,16) II,1182. Podría seguirse un proceso similar al formular otras leyes. Los prin­cipios morales deben buscarse a través de todo el Antiguo Testamento. La aplicación de estos principios se hace en el contexto particular.

En resumen, para Calvino, la ley civil también fue abolida en un sentido. Hoy en día no pueden ser impuestos sus particu­lares. Sin embargo, Dios no nos ha dejado sin pautas éticas para los cristianos que queremos influir en el sistema legal de nuestros países.

La ley moral

La ley moral es el aspecto eterno de la Ley. Calvino la llama «la verdadera y eterna regla de justicia, ordenada para todos los hombres en cualquier parte del mundo en que vivan».[10]Calvino, <em>Institución</em> (IV,xx,15) II,1181. Calvino sostiene que todavía debemos obedecer la ley moral.

En Cristo queda abolida la maldición de la ley, pero la obediencia permanece.

Así que, la ley sirve para exhortar a los fieles, no para complicar sus conciencias con maldiciones. Incitándolos una y otra vez, los despierta de su pereza y los estimula para que salgan de su imperfección. Hay muchos que por defender la libertad de la maldición de la Ley dicen que esta ha sido abrogada y que no tiene valor para los fieles —sigo hablando de la ley moral— , no porque no siga prescribiendo cosas justas, sino únicamente para que ya no siga significando para ellos lo que antes, y no los condene y destruya, pervirtiendo y confundiendo sus conciencias.[11]Calvino, Institución (II,vii,14) I, 257.

Calvino habla de tres funciones de la ley moral: Las primeras dos son para los no-creyentes, la tercera para los creyentes.

a. Primero, la ley condena el pecado.

…hace conocer a cada una su propia injusticia, le da la certeza y el convencimiento de ello, condenando, en conclusión.[12]Calvino, Institución (II,vii,6) I, 251.,

La ley moral es como un espejo. Permite al hombre verse tal como realmente es. Le muestra su pecado, «igual como vemos en un espejo los defectos de nuestra cara».[13]Calvino, Institución (II,vii,7) I, 251. Calvino cita especialmente Romanos 3.20 y Romanos 5.20, como evidencias de esta función de la ley.
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Esta función es para los no-creyentes, para demostrarles que no pueden fiarse de su propia fuerza o de su propia justicia.

O sea, para que dejando aun lado la vana opinión que tenían de sus fuerzas, comprendan que no viven ni existen más que por la sola potencia de Dios …[14]Calvino, Institución (II,vii,8) I, 252.

b. La segunda función de la ley moral es apartar el pecado.

El segundo cometido de la ley es que aquellos que nada sienten de lo que es bueno y justo, sino a la fuerza, al oír las terribles amenazas que en ella se contie­nen, se repriman por lo menos por temor de la pena.[15]Calvino, Institución (II,vii,10) I, 254.

La ley es como un cabestro «para la concupiscencia de la carne, la cual de no ser así refrenada, se desmandaría sin medida alguna».[16]Calvino, Institución (II,vii,10) I, 255. Cita especialmente 1 Timoteo 1.9-10 como evidencia por parte de las Escrituras.

En este caso también el propósito es para los no-creyen­tes, especialmente para los hombres impíos endurecidos, a quienes no les importa ser justos. La única cosa que los puede refrenar es una amenaza de castigo.

Esta función, además, ayuda a dirigir a los no-creyentes a Cristo. Ambas funciones satisfacen las necesidades de los dos tipos diferentes de personas. Un tipo confía en su propia justicia. Necesita mirar a la ley y ver su pecado para dejar de confiar en sus propias fuerzas. El otro tipo no se pre­ocupa de ser bueno. Necesita oír una amenaza de castigo, para por lo menos refrenar su completo abandono al pe­cado. Para este segundo tipo la ley sirve para que el Se­ñor, en Su tiempo, lo regenere y lo convierta. De otra for­ma, continuaría endureciendo su corazón y distanciándo­se de la gracia salvadora de Dios.[17]Calvino, Institución (II,vii,11) I,255.

c. La tercera función de la ley moral es guiara los creyentes en la justicia. La ley hace dos cosas para guiar a los creyentes:

  1. Enseña
    Es para ellos un excelente instrumento con el cual cada día pueden aprender a conocer mucho mejor cuál es la voluntad de Dios, que tanto anhelan conocer, y poder ser con­firmados en el conocimiento de la misma.[18]Calvino, Institución (II,vii,12) I,255.
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  2. Exhorta
    Además, como no solo tenemos necesidad de doc­trina, sino también de exhortación, aprovechará también el creyente de la ley de Dios, en cuanto que por la fre­cuente meditación de la misma se sentirá movido a obe­decer a Dios, y así fortalecido, se apartará del pecado.[19]Calvino, Institución (II,vii,11) I,255.

Aquí Calvino usa la ilustración del látigo. «La ley, para la carne, es como un látigo para un asno ocioso y terco, para hacerlo levantarse y trabajar». ¡El paralelo no es muy ha­lagador, pero es acertado!

Debe aclararse que Calvino no está hablando solamente de los diez mandamientos en sí, como si estuvieran aislados del resto de la ley. Dice, «las leyes judiciales y ceremoniales per­tenecen también a las costumbres».[20]Calvino, Institución (IV,xx,14) II,1181. Su comentario sobre los diez mandamientos incluye el resto de la ley junto con ellos, como se explicó anteriormente. Toda la ley es prove­chosa como guía moral. Es decir, estudiamos toda la ley para aprender los principios morales. Sin embargo, hay manda­mientos específicos que ya no observamos, tales como las ordenanzas ceremoniales. Las leyes para el gobierno civil, especialmente los castigos, por ejemplo, tampoco son nece­sariamente aplicables a nuestros gobiernos. No obstante, incluso esos aspectos de la ley aún nos enseñan y nos exhor­tan. No los practicamos pero si los estudiamos.Es importante destacar la actitud positiva de Calvino hacia la ley. Él nos advierte sobre aquellos que «dirían adiós a las dos tablas de la ley». Dice: «¡Eliminen este mal pensa­miento de vuestras mentes!» Agrega que un hombre justo medita constantemente en la ley. No debemos pensar de la ley como un «príncipe estricto que no está satisfecho hasta que se cumplan todos sus requerimientos». La ley es más bien un guía agradable para el creyente y un instru­mento de salvación para el no creyente.[21]Calvino, Institución (II,vii,13-15) I, 256-258.
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EL NUEVO PACTO

Su punto de vista sobre las diferencias entre el Antiguo Pacto y el Nuevo Pacto sirve como base del enfoque de Calvino sobre la ley. Él insiste que la salvación era por gracia, tanto en el Antiguo Pacto como en el Nuevo Pacto, pero destaca cinco diferencias entre los dos:

  1. En el Antiguo Pacto, las bendiciones eran disfru­tadas bajo beneficios terrenales, mientras que bajo el nuevo, son disfrutadas «directamente».
  2. El Antiguo Pacto fue revelado en imágenes y sombras, el Nuevo Pacto en sustancia.
  3. El Antiguo Pacto era «literal», de la letra, sobre piedra, anunciando muerte y maldición, mientras que el Nuevo Pacto es «espiritual», escrito en la tierra, anunciando vida y misericordia.
  4. El Antiguo Pacto era de «cautiverio», el Nuevo es de «libertad».
  5. El Antiguo Pacto era para una sola nación, el Nuevo Pacto incluye a los gentiles.[22]Calvino, Institución (II,xi,1-14) I,329-341.

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Se debe notar que para Calvino, el «Antiguo Pacto» no es lo mismo que el «Antiguo Testamento» de la Biblia. Un creyente de los tiempos del Antiguo Testamento realmente pertenecía al Nuevo Pacto. Los tiempos del Antiguo Testamento eran la «vieja eco­nomía» para Calvino, la antigua «forma de administración». La forma de administración es la que ha cambiado. Calvino explica en su comentario sobre Gálatas 3.19 que, aunque la vieja econo­mía ha pasado, esto no significa que la ley haya sido «abolida».[23]Juan Calvino, Commentaries on the Epistles of Paul to the Galatians and Ephesians, trad. William Pringle [Comentarios sobre las epístolas de Pablo a los gálatas y a los efesios] (Edinburgh: Calvin … Continue reading Hace énfasis en el contraste entre la nación judía y la inclusión de los gentiles. Este es un punto esencial en el entendimiento de la diferencia entre el Antiguo y el Nuevo Pacto, y por lo tanto una clave para entender la nueva función de la ley. Calvino dice que la ley era «temporal». La época teocrática ha terminado, pero la ley aún nos instruye en justicia. Los principios morales subyacentes son eternos.Calvino usa una ilustración en su comentario sobre Gálatas 3.23 que nos ayuda a comprender su posición. Dice que los pa­dres del Antiguo Testamento caminaron en el mismo camino que los creyentes del Nuevo Testamento, pero ellos empezaron al amanecer, y ahora es mediodía.

Cualquiera sea la oscuridad bajo la ley, los padres no ignoraban el camino en que debían caminar. Aun cuando la ley no es igual al esplendor del mediodía, con todo, en tanto sea suficiente para guiar un viaje, los viajeros no esperan a que el sol esté en su apogeo. Su porción de luz se asemeja al amanecer, la cual era suficiente para preservarlos de todo error, y guiarlos a la bendición eterna.[24]Calvino, Gálatas y Efesios, p.107.

Calvino continúa explicando que ciertos aspectos de la ley moral han sido «abolidos» bajo el nuevo pacto. Menciona: 1) La conexión entre la recompensa y el castigo por las obras. 2) La ley requería de «la más alta perfección». 3) La ley no perdonaba. 4) La ley no «muestra abiertamente» a Cristo y su gracia, sino que lo apunta a distancia». Calvino dice:

Todas aquellas cualidades de la ley, de las cuales Pablo nos habla, están abolidas; de modo que el oficio de Moisés ya ha terminado, tanto así que difiere en aspectos externos con un pacto de gracia.[25]Calvino, Gálatas y Efesios, p.110.

La revelación es más clara y la gracia es más grande bajo el Nuevo Pacto. Eso cambia nuestra perspectiva sobre la ley.

EJEMPLOS

Para entender la posición de Calvino sobre el uso de la ley del Antiguo Testamento hoy en día, debemos ver algunos ejem­plos de sus aplicaciones de esas leyes. Primero: ¿qué hace con las leyes de Levítico 20 sobre los animales puros e impuros? Calvino dice que esas leyes fueron «abolidas», que ahora está permitido comer esos animales, como los cerdos, tal como esta­ba permitido después del diluvio y antes de Moisés. El se refiere a Hechos 10 para demostrar que esas leyes estaban «abrogadas». Pero extrae varios principios morales de ellas. Por ejemplo, noso­tros deberíamos aprender a no tomar parte en la «contaminación de los gentiles» (ahora los no creyentes), y deberíamos aprender a «cultivar la pureza». En otras palabras, no necesitamos practicar los mandamientos específicos sobre los animales impuros, sino que debemos tomar los principios morales que de ellos emanan.[26]Juan Calvino, Commentaries on the Four Last Books of Moses, [Comentarios sobre los últimos cuatro libros de Moisés] 2:53-68. ¿Qué dice con respecto al año del jubileo (Levítico 25)? Calvino dice que no tenemos que devolver la propiedad a su antiguo dueño cada cincuenta años o librar a todos los prisione­ros cada cincuenta años. No obstante, busca los principios mo­rales universales contenidos en estas leyes. Concluye que lo im­portante era mantener una distinción entre Israel y las otras na­ciones. El año de jubileo ayudaba a recordar:

…cuán solemne era para ellos el ser apartados de otras naciones para ser una nación especial y santa para Dios; mejor dicho, la renovación de todas las cosas hacía referencia a lo siguiente: que siendo redimidos nuevamente en el gran Sabath, podían dedicarse ente­ramente a Dios su Salvador.[27]Calvino, Últimos cuatro libros de Moisés, p.106.

Uno de los ejemplos más interesantes es el punto de vista de Calvino sobre el día de reposo, el cuarto mandamiento. Él dice que el cuarto mandamiento tiene tres propósitos: 1) Representa­ba el descanso espiritual en Cristo. 2) Era un día para oír la ley, para meditar en las obras de Dios, y estar «entrenados en piedad». 3) Era un descanso para las personas que trabajaban bajo la autoridad de otros. El primer propósito era un aspecto cere­monial que fue cumplido por Cristo y que ya no es necesario. Los otros dos propósitos permanecen. Calvino objeta una observa­ción judía del día de reposo. Nosotros «trascendemos» el judaís­mo. Su observancia incluía detalles minuciosos que apuntaban a Cristo. Sin embargo, nosotros no celebramos el día de reposo «como una ceremonia, con la mayor escrupulosidad, como si de ese modo se figurara un misterio espiritual». Más bien lo celebra­mos como un «remedio necesario para conservar el orden de la iglesia». Nuestra observancia aún prefigura cosas espirituales, pero los detalles minuciosos y misteriosos que prefiguraban a Cristo, ahora que Él ya vino, no son tan importantes. Calvino dice que el día para observar el reposo fue cambiado para evitar «supersti­ciones», es decir, para evitar la observación del día como los judíos. Se eligió el primer día a causa de la resurrección.[28]Calvino, Institución, (II,viii,28-33) I,283-287.

Los detalles se desmoronaron. Los principios permanecen. La separación entre los judíos y los gentiles desapareció, pero el principio de mantenerse alejados del pecado del mundo perma­nece. El día de reposo cambió de día, y se modificó su observa­ción, pero se mantiene el principio de descansar del trabajo y reservar tiempo para la adoración del Señor.

RESUMEN

Calvino no elimina el uso de la ley del Antiguo Testamento, pero tampoco propone usarla tal como la tenían que observar en aquel tiempo. La ley ceremonial está abrogada porque Cristo ya la cumplió. La ley civil está abrogada porque el pueblo de Dios ya no es una nación política. Las leyes morales permanecen como una guía. Esta ley moral está resumida en los diez mandamientos, pero no está limitada a ellos. La ley moral son los principios uni­versales subyacentes en toda la ley del Antiguo Testamento. Sirve para condenar a los no creyentes por su pecado, y así, dirigirlos a Cristo. Sirve para refrenar a los pecadores endurecidos por me­dio de sus amenazas. Además sirve como un guía moral, dando toda una base a la ley civil.Vivimos en una nueva etapa del reino de Dios. Estamos bajo un Nuevo Pacto que mejora, pero no elimina, el Antiguo Pacto. Hay continuidad, pero también hay desarrollo. Estamos en el mismo camino que nuestros padres espirituales del Antiguo Testamento, pero la luz es más brillante. Estamos caminando en el mediodía.
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La posición de Calvino se encuentra expresada históricamente en La confesión de fe de Westminster. La Confesión (capítulo 21, especialmente párrafo 3) hace una distinción entre tres as­pectos de la ley del Antiguo Testamento: a) el aspecto ceremo­nial, b) el aspecto civil, y c) el aspecto moral. Explica que ya no tenemos que guardar las ceremonias (como los sacrificios, y los ritos de purificación), porque Cristo cumplió la ley ceremonial. Tampoco tenemos que practicar la ley civil (como los castigos y las leyes acerca de propiedades), porque el pueblo de Dios ya no es solamente la nación de Israel, sino la iglesia en distintos países en todo el mundo. Sin embargo, la ley moral (principios éticos, resumidos en los diez mandamientos) todavía es vigente hoy. Toda la ley es útil para enseñarnos verdades espirituales y principios de justicia, pero no es obligación guardar la ley como en el tiempo del Antiguo Testamento. Es decir, no pecamos si no guardamos los aspectos ceremoniales o civiles, pero sí pecamos si no vivi­mos de acuerdo con los principios morales.David C. Jones (profesor de Covenant Theological Seminary) es un representante actual de esta posición calvinista. Explica varias posiciones, incluyendo la de Agustín, de Aquino, y de la Confesión de Fe de Westminster, en Biblical Christian Ethics [La ética bíblica cristiana]. [29]David Clyde Jones, Biblical Christian Ethics [La ética bíblica cristiana] (Grand Rapids: Baker Books, 1994), pp. 103-124.

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LA COMPARACIÓN CON OTROS TEÓLOGOS

Un análisis breve de las ideas que han desarrollado algunos teólogos importantes acerca de este tema mostrará puntos de acuerdo y puntos de desacuerdo con Calvino.

MARTÍN LUTERO

Lutero sostenía que la Ley del Antiguo Testamento fue «abrogada» en el tiempo del Nuevo Testamento. En un sermón (en el año 1525) sobre «Cómo los cristianos debemos conside­rar a Moisés», dijo que la ley de Moisés era solamente para los judíos, incluyendo los diez mandamientos.[30]Martín Lutero, «How Christians Should Regard Moses» [¿Cómo deben los cristianos considerar a Moisés?] en Martin Luther’s Basic Theological Writings [Los escritos teológicos básicos de … Continue reading Sin embargo, dice que la ley de Moisés contiene muchos principios éticos muy sa­bios. No son «obligatorios» hoy, pero de todas maneras son una buena guía. Dice «Si fuera emperador, tomaría de Moisés un modelo para mis estatutos».[31]Lutero, «How Christians Should Regard Moses», p. 140. En su comentario sobre Tito 1.15 (del año 1527), dice:

…Pablo llama despectivamente mitos (aquí Lutero se refiere al versículo 14, la palabra traducida «fábulas») a la Ley: mitos eran todo lo relativo a la comida, a la ropa, o la bebida. Por tanto, hay mandamientos de los hombres y mitos judíos. Las prescripciones que encon­tramos en la Ley de Moisés acerca de animales puros e impuros, también las llama mitos. En verdad, esto es lo que son. No deben imponerse a los hombres.[32]Martín Lutero, Comentarios de Martín Lutero; cartas del apóstol Pablo a Tito, Filemón, y epístola a los Hebreos (Barcelona: CLIE, 1999), p. 57.

También decía en un prefacio del Antiguo Testamento (escri­to en 1523, revisado en 1545) que había tres clases de leyes en los escritos de Moisés: a) leyes «temporales» relacionadas con asuntos temporales, como el matrimonio por ejemplo, b) leyes acerca del culto, y c) leyes de «fe y amor». Dice que debemos observar todas las leyes donde su observación «no está en con­flicto con la fe y el amor». Si alguna ley está en conflicto con la fe y el amor, debemos «deshacernos totalmente» de ella.[33]Martin Lutero, «Preface to the Old Testament» [Prefacio al Antiguo Testamento], en Martin Luther’s Basic Theological Writings, ed. Timothy F. Lull (Minneapolis, Minnesota: Fortress Press, 1989), … Continue reading En el mismo sermón, expresa su posición acerca de los Diez Manda­mientos. Dice que «cesaron», pero no en el sentido de que no debemos cumplirlos, sino en el sentido de que «el oficio de Moi­sés en ellos cesa». «El oficio de Moisés ya no puede reprender el corazón y hacerlo culpable por no haber guardado los manda­mientos, mereciendo la muerte, tal como hacía antes de la gracia, antes de la venida de Cristo».[34]Ibid., p. 127.

Hay que tomar en cuenta la situación histórica en que Lutero escribió sus comentarios. Estaba luchando contra el legalismo de la iglesia, tratando de exponer el evangelio de la gracia. Lo más importante para Lutero era explicar que nadie se salva por la ley, sino solamente por Cristo.

Considero que Lutero, en el comentario sobre Tito, está ha­blando del uso incorrecto de la Ley de parte de los judíos en tiempo del Nuevo Testamento, y no de la Ley misma. Además, se ve una diferencia entre su posición en el comentario sobre Tito y su prefacio del Antiguo Testamento. Si sus comentarios en el pre­facio acerca de la ley son del año 1545, esto mostraría un pro­greso hacia una posición menos negativa hacia la ley de Moisés.

Además, su distinción entre las tres clases de leyes no está lejos de la posición de Juan Calvino. Las leyes «temporales» serían como la ley «civil», las leyes de «culto» serían la ley «ceremonial», y las leyes de «fe y amor» serían algo semejante a la ley «moral». En ningún momento Lutero sugiere que descartemos totalmente los principios éticos que se encuentran en la ley de Moisés.

LEWIS SPERRY CHAFER

Lewis Sperry Chafer sostiene que la ley mosaica caducó con la muerte de Cristo y ya no es aplicable a nosotros.

Puede concluirse, entonces, que la ley dada por Moisés fue un pacto de obras, que fue «añadida» des­pués de siglos de historia humana, que su dominio fue terminado por la muerte de Cristo, que fue dada sola­mente a Israel, y que, desde el momento en que nunca fue dada a los gentiles, la única relación que los genti­les pueden mantener con esta es, sin ninguna autori­dad divina, imponerla sobre sí mismos.[35]Lewis Sperry Chafer, Systematic Theology [Teología sistemática] 8 vols. (Dallas: Dallas Seminary Press, 1948) 4:166.

Más tarde llama «legalistas» a quienes quieren «imponer» los Diez Mandamientos a la iglesia de hoy. Dice,

…Ningún legalista propone traspasar a la gracia los juicios que gobernaban la vida social de Israel, o las ordenanzas que gobernaban su ritual religioso en la tierra. Sin embargo, los mandamientos morales del Decálogo son impuestos casi universalmente sobre la iglesia por estos legalistas.[36]Chafer, Systematic Theology, p.208.

Él admite que todos los mandamientos, excepto el cuarto, son repetidos en el Nuevo Testamento, pero insiste en que apa­recen «con el carácter y colorido de la gracia pura». Por lo tanto, dice, los «grandes valores morales» del Decálogo no deben ser «descartados».[37]Chafer, Systematic Theology, p.209. La gracia es como un colador que nos permite conservar aquellos elementos de la ley del Antiguo Testamento que calzan en el Nuevo Testamento, desatendiendo a lo restante.

Así como algunos principios de la ley mosaica son reafirmados bajo la gracia, otros aspectos ajenos a la gracia son omitidos.[38]Chafer, Systematic Theology, p.210.

A primera vista, parece que Chafer tiene muy poco en común con Calvino acerca este tema. En teoría, los dos enfoques son casi opuestos. No obstante, sugiero que en la práctica, «los gran­des valores morales» de Chafer no están tan lejos del «aspecto moral de la ley» de Calvino. Además, con respecto a los Diez Mandamientos, Chafer acepta que por lo menos nueve de ellos son repetidos en el Nuevo Testamento, y que son aplicables hoy.

GREG BAHNSEN

Greg Bahnsen representa la posición que ha sido llamada la «teonomista». Su pauta es el texto en Mateo 5.17-18.

No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. (RV, 1960).

Su tesis principal es que:

Ni siquiera la cantidad más mínima del aspecto más insignificante de la ley del Antiguo Testamento será invalidada hasta que el cielo y la tierra pasen.[39]Greg Bahnsen. Theonomy in Christian Ethics [La teonomía en la ética cristiana]
(Nutley N.J.: Craig Press, 1979), p.73.

El título del primer capítulo de su libro, Theonomy in Christian Ethics [La teonomía en la ética cristiana], es «La per­manente validez de la ley en exhaustivo detalle». Bahnsen se inte­resa especialmente en aplicar las leyes civiles del Antiguo Testa­mento a nuestros gobiernos de hoy en día. Sostiene que la iglesia primitiva reformuló la ley civil junto con sus creencias, y que des­pués la iglesia medieval divorció el derecho canónico de la ley escritural, haciendo al estado absoluto. Opina que los reformadores pusieron de nuevo las cosas en su sitio, insistiendo en que Dios era la fuente de autoridad y moralidad civil. Según él, el estado debería estar sujeto a las leyes de Dios, y no a la voluntad del hombre.[40]Bahnsen, Theonomy, pp. 1-3.

Para Bahnsen, la pintura de Paul Robert en el antiguo edificio de la Corte Suprema en Lausanne, Suiza, ilustra el enfoque de la Reforma. Se llama «La justicia instruyendo a los jueces». La Se­ñora Justicia está apuntando su espada a un libro llamado «La Ley de Dios». Pero la Ilustración nos llevó de vuelta a «la auto­nomía del estado moderno», según él.[41]Bahnsen, Theonomy, p. 4. Bahnsen cita a Calvino como si este respaldara su propio enfoque:

Calvino sostenía que «la ley se propone un mode­lo perfectísimo de justicia…una regla de vivir perpetua e inmutable»; este modelo santo «conviene a todos los tiempos y a todas las épocas, hasta el fin del mundo».(Institución,II,vii,13)

Nuevamente cita la Institución (II, vii, 14):

Cuando el Señor afirma que él no había venido a destruir la Ley, sino a cumplirla, y que no faltaría ni una tilde hasta que pasasen el cielo y la tierra y todo se cum­pliese (Mt 5.17), con estas palabras muestra bien clara­mente que la reverencia y obediencia que se debe a la Ley no han sido disminuidas en nada por su venida.[42]Bahnsen, Theonomy, p. 2.

Además cita la Confesión de fe de Ginebra (1536), y a teólogos tales como Warfield y Vos, como si estos respaldaran sus apreciaciones.

Bahnsen hace una distinción solamente entre dos aspectos de la ley: la ley ceremonial, y la ley moral. Los preceptos civiles son parte de la ley moral. Aunque la ley ceremonial no debe ser observada hoy, porque Cristo la cumplió, el aspecto moral sigue siendo una guía ética. No quiere imponer a la fuerza la ley civil, pero piensa que debemos tratar de convencer a las naciones a utilizar voluntariamente los principios del Antiguo Testamento para formular sus leyes.

No estamos promoviendo la «imposición» de la ley de Dios a la fuerza en una sociedad que no lo desea. Los «teonomistas» predicamos y promovemos la autoridad y la sabiduría de la ley bíblica, orando que los ciudadanos sean persuadidos a adoptar voluntariamen­te las normas de Dios como la ley de la nación. Tal como los seculares hacen campañas y debates para in­fluir con sus convicciones en las leyes civiles, así los cristianos deben trabajar para que la Palabra de Dios influya en la ley civil. No proponemos ninguna «guerra santa» o ningún uso de la fuerza para obligar la sumi­sión a los mandamientos de Dios…

…Lo que proponemos aquí es que todos los go­biernos, sea como sea su estructura, deben ser animados a someterse a las leyes de Israel del Antiguo Tes­tamento y a aplicarlas.[43]Greg Bahnsen, By This Standard: The Authority of God’s Law Today [Conforme a esta norma: la autoridad de la ley de Dios hoy] (Tyler, Texas: Institute for Christian Economics, 1985), pp. 322-323. … Continue reading

Lo que es especialmente peligroso de la posición teonomista es que también propone el uso de los castigos de la ley mosaica. Aunque no quieren imponer estas leyes, el hecho de que desean trabajar hacia la implementación voluntaria de ellas, es muy in­quietante. Bahnsen dice, «los magistrados civiles deben llevar a cabo el castigo que Dios ha proscrito en Su Palabra».[44]Bahnsen, By This Standard, p. 271, citado en David Jones, Biblical Christian Ethics, p. 114.

Bahnsen distorsiona la posición de Calvino para pretender tener su apoyo, pero lo único que realmente tiene en común es la idea de no aplicar ley ceremonial.

FEINBERG Y FEINBERG

John S. Feinberg y Paul D. Feinberg (profesores de Trinity International University) han hecho un aporte al tema del uso de la ley del Antiguo Testamento hoy. Hacen una distinción entre las posiciones de «continuidad» y las de «descontinuidad».[45]John S. Feinberg and Paul D. Feinberg, Ethics for a Brave New World [La ética para un nuevo mundo feliz] (Wheaton, IL: Crossway Books, 1993), pp. 32-40. Ver también Continuity and Discontinuity; … Continue readingBajo la categoría de «continuidad», incluyen a Greg Bahnsen como ejemplo de una posición extrema, pero agregan que hay otros que tienen una posición más moderada.

Una segunda posición de continuidad más mode­rada sostiene que, mientras la ley del Antiguo Testamento se aplica en forma general hoy, uno debe ajus­tarla a la luz de los cambios en el tiempo. Por ejemplo, ya no vivimos en una teocracia, así que la ley civil no se aplica, y el sistema de sacrificios del Antiguo Testa­mento ya no se aplica hoy por causa del sacrificio de Cristo. No obstante, hay una continuidad básica entre la ley de Moisés y la ley de Cristo. La primera se aplica hoy, aunque uno no puede predecir siempre con exac­titud cómo se aplican algunas de las leyes (como por ejemplo las leyes acerca del ayuno, y las reglas del consumo de alimentos).

Feinberg y Feinberg optan por una «descontinuidad moderada».

En el Nuevo Testamento, no vemos ejercida ni la ley ceremonial ni la ley civil del Antiguo Testamento. Los sacrificios de Cristo pusieron fin a la necesidad de la ley ceremonial, y la ley civil ya no es pertinente, ya que la vida del Nuevo Testamento no se vive bajo una teocracia.

Llegan a su posición en parte por los problemas con la posi­ción de «continuidad», especialmente los problemas en descubrir principios hermenéuticos para «transformar las leyes del A.T. en preceptos del N.T.». Creen que el N.T. «arguye por el fin de la ley mosaica». Apuntan a la carta a los Hebreos para comprobar que la ley ceremonial ya no se aplica. También mencionan pasa­jes que indican el fin de la teocracia como el gobierno para el pueblo de Dios (Efesios 2.1-15, Romanos 13, 1 Pedro 2.13-­15). Por lo tanto, las leyes que gobernaban Israel no se aplican a creyentes hoy. Concluyen que, «Si ni la ley ceremonial ni la ley civil se aplican hoy, ¿qué sentido tiene decir que estamos bajo la ley mosaica?» No obstante, a pesar de estos argumentos que parecen muy negativos acerca de la ley del A.T. hoy, recomien­dan una pauta práctica que es mucho más positiva: «…lo que es verdadero y obligatorio durante el A.T. todavía se aplica a la época del N.T., al menos que el N.T. lo abrogue, específicamente o implícitamente».

Feinberg y Feinberg no descartan todo uso de la ley del A.T. para encontrar principios éticos para creyentes hoy.

Algunos objetarán fuertemente que la ley mosaica no puede ser abrogada, porque es la ley de Dios, y ya que Dios no cambia, tampoco cambia su ley. No obstante, esto confunde la aplicabilidad de una expresión parti­cular de la ley de Dios (un código particular, como el de Moisés), con los principios éticos duraderos. Estos últi­mos no cambian nunca, porque están fundados en la naturaleza incambiable de Dios. Pero esto no significa que estas normas se encuentran expresadas permanen­temente en un solo código, el código mosaico.

Prefieren hablar de la «ley de Cristo» como el «código» nuestro en el tiempo del Nuevo Testamento.

Ciertos principios éticos están fundados en la na­turaleza de Dios, y siempre se aplicarán, aunque se encuentran expresados en diferentes tiempos en dife­rentes códigos. Tal como las leyes del tránsito de dos estados distintos en los Estados Unidos contienen muchas de las mismas leyes, pero representan distin­tos códigos (uno para cada estado), así las leyes reflejadas en la ley de Moisés y la ley de Cristo tienen mu­cho en común, aunque pertenecen a distintos códigos.

La distinción, entonces, es entre principios éticos y un «códi­go» oficial por el cual se rige el pueblo de Dios.

Sugiero que su concepto de «principios éticos duraderos» no está lejos del concepto calvinista de la «ley moral».

RESUMEN
Utilizando las categorías y la terminología de Aquino y Calvino, concluimos que ninguno de los teólogos mencionados piensa que debemos practicar la ley ceremonial después del sacrificio de Cristo en la cruz. En cuanto a la ley civil, solamente Greg Bahnsen propone observarla hoy, incluyendo los castigos. Calvino propo­ne sacar principios de justicia de la ley civil, pero no vacila en decir que está abrogada. Los demás teólogos simplemente dicen que la ley civil está abrogada. Todos utilizan distinta terminología cuando hablan de lo que Calvino llama la ley moral. Calvino y Bahnsen dicen que está vigente, pero Lutero, Chafer, y Feinberg y Feinberg prefieren decir que toda la ley mosaica, incluyendo el aspecto moral está abrogada. Sin embargo, ni ellos descartan todo uso de los principios éticos que se encuentran en el Antiguo Testamento. Piensan que hay pautas duraderas que siguen siendo aplicables hoy en día, pero tenemos que pasar estas pautas por el filtro del N.T., por el filtro de la «gracia» o la «fe y el amor». Reconocen que hay principios éticos que son incambiables por­que reflejan el carácter de Dios.

Teólogo La «ley ceremonial» La «ley civil» La «ley moral»
Calvino Abrogada, pero aprendemos verdades espirituales de ella Abrogada, pero aprendemos principios de justicia de ella Sigue vigente como una guía ética
Lutero Abrogada («ley de culto») Abrogada («leyes temporales») Abrogada, pero se aplica lo que no esta en conflicto con «la fe y el amor»
Lewis Sperry Chafer    Abrogada    Abrogada Abrogada, pero «los grandes valores morales» no deben ser descartados. Todos los mandamientos, excepto el cuarto son reafirmados en el N.T., pero «con el carácter y colorido de la gracia pura»
Greg Bahnsen «Válida», pero no la observamos hoy, porque fue cumplida en Cristo. Vigente (Incluida con la ley moral) Vigente, incluyendo los preceptos civiles y sus castigos, pero no debemos imponerla a la fuerza.
Feinberg y Feinberg    Abrogada    Abrogada Abrogada, pero los «principios éticos duraderos» no cambian.

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Al riesgo de ser malentendido, sugiero que en la práctica, todos los demás teólogos, excepto Greg Bahnsen, utilizarán de manera semejante la ley del Antiguo Testamento. ¿Cuál es la gran diferencia entre decir que toda la ley del A.T. está «abrogada», pero que encontramos principios morales durade­ros en ella, y decir que los aspectos ceremoniales y civiles están abrogados, pero que la «ley moral» (¡que son principios morales duraderos!) está vigente? Es decir, las formas de expresar las distintas posiciones exageran la diferencia que existe en la prác­tica. Una de las diferencias está en la aplicación del cuarto man­damiento, del día de reposo. No obstante, aparentemente todos estos teólogos encuentran algún principio ético aplicable en este mandamiento.

Además, Calvino mismo propone un cambio en la observación del cuarto mandamiento en nuestra época, y hay una gran variedad de opiniones entre los seguidores de Calvino acer­ca de la observación del día de reposo. Probablemente los Feinberg sostienen la posición más cercana a la de Calvino. Es difícil diferenciar entre su pauta de que «…lo que es verdadero y obligatorio durante el A.T. todavía se aplica a la época del N.T., al menos que el N.T. lo abrogue, específicamente o implícita­mente» y la posición de Calvino. No pretendo sugerir que estos teólogos estén de acuerdo en los detalles de la aplicación de la ley del Antiguo Testamento. No obstante, quisiera destacar que se observa un posible terreno en común para futuro diálogo y acercamiento.

LA EVIDENCIA BÍBLICA

¿Cuál es la evidencia bíblica acerca de este tema?

NO DESCARTAMOS TODA APLICACIÓN DE LA LEY DEL A.T.

No podemos simplemente descartar toda aplicación de to­das las leyes del Antiguo Testamento. Piense en estos dos pasa­jes, por ejemplo:

Toda la escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra (2 Timoteo 3.16-17).

Por lo menos, queda claro que todo el Antiguo Testamento, que era considerado «la escritura» en esa época, es útil para nuestra edificación.

No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pe­queños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, este será llamado grande en el reino de los cielos (Mateo 5.17-19).

La interpretación de este pasaje ha sido variada. Cristo dice que no vino a «abrogar» la ley, sino a «cumplirla». La palabra griega traducida «abrogar» es katalusai, que significa destruir, demoler, o anular. La traducción «abrogar» es desafortunada, porque podría comunicar algo más técnico y legal, refiriéndose solamente a hacer inefectiva la ejecución oficial de esta ley. Pero la palabra griega es más fuerte. Jesús dice que no vino a «des­truir» la ley o los profetas, que probablemente significa que no vino a oponerse al Antiguo Testamento, sino a continuar el curso proyectado en él. Por lo menos, es obvio que Cristo comunica una actitud positiva y respetuosa hacia la ley del A.T. Por lo tanto, no debemos mirar en forma negativa a la ley del A.T.

Algunos entienden que Cristo «cumplió» la ley en el sentido de que la amplió, y piensan que por lo tanto, debemos observar toda la ley del A.T., agregando la enseñanza de Cristo en el N.T. Otros entienden que esta frase significa que Cristo guardó toda la ley, y que por lo tanto, después de su muerte y resurrección, la ley ha sido abrogada. La palabra aquí en griego, plerósai, puede significar cumplir o completar, así que el léxico solo no determi­na la interpretación. Tenemos que analizar el contexto para dis­cernir el significado. La frase «hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido» sugiere que no está hablando de terminar con la ley cuando Cristo haya muerto. Al contrario, el contexto sugiere el tiempo del retorno de Cristo (o el fin del milenio, ¡según la posi­ción escatológica!). Además, el verbo traducido «cumplido» en el versículo 18 es distinto del verbo en el versículo 17. En este caso, la palabra es génetai (y no plerósai), usado normalmente para indicar que algo sucede. Probablemente la mejor interpreta­ción es que Cristo sigue cumpliendo la ley del A.T. a través de toda la historia, en el sentido de que asegura que se haga reali­dad. Esto lo hará hasta su retorno. La conclusión, entonces, es que la ley del A.T. sigue siendo válida en algún sentido, hasta que los cielos y la tierra pasen. Pero la pregunta es: ¿en qué sentido?

Para contestar esta pregunta, tenemos que examinar otros pa­sajes del Nuevo Testamento, para ver cómo utilizan la ley del A.T.

HUBO CAMBIOS EN LA LEY

Primero, vemos que cuando vino Jesús, hubo cambios en la aplicación de la ley del Antiguo Testamento. Por ejemplo:

  1. El Divorcio
    También fue dicho: Cualquiera que repudie a su mujer, dele carta de divorcio. Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornica­ción, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio
    (Mateo 5.31-32).
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    Le dijeron: ¿Por qué, pues, mandó Moisés dar car­ta de divorcio, y repudiarla? Él les dijo: Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vues­tras mujeres; mas al principio no fue así. Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera (Mateo 19.7-9 ).
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  2. Comidas impuras
    Al día siguiente, mientras ellos iban por el camino y se acercaban a la ciudad, Pedro subió a la azotea para orar, cerca de la hora sexta. Y tuvo gran hambre, y quiso comer; pero mientras le preparaban algo, le so­brevino un éxtasis; y vio el cielo abierto, y que descen­día algo semejante a un gran lienzo, que atado de las cuatro puntas era bajado a la tierra; en el cual había de todos los cuadrúpedos terrestres y reptiles y aves del cielo. Y le vino una voz: Levántate, Pedro, mata y come. Entonces Pedro dijo: Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda he comido jamás. Volvió la voz a él la segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común
    (Hechos 10.9-15).
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  3. La circuncisión y otras costumbres
    El primer concilio de la iglesia joven se reunió para tratar el problema de la circuncisión y la ley de Moisés. Algunos ju­díos insistían en que los gentiles de Antioquía deberían guar­dar la ley, incluyendo la circuncisión y la abstención de ciertas comidas. Otros reaccionaron en contra de esta idea.
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  4. El día de reposo
    Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga igua­les todos los días. Cada uno esté plenamente conven­cido en su propia mente. El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace. El que come, para el Señor come, porque da gracias a Dios; y el que no come, para el Señor no come, y da gracias a Dios
    (Romanos 14.5,6).
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  5. Comidas, bebidas, y días especiales
    Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de repo­so, todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo
    (Colosenses 2.16,17). Se concluye que no era la intención del Señor que siguiéra­mos observando la ley del A.T. tal como la debían guardar en la antigua época.
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DOS HECHOS IMPORTANTES

Existen dos hechos importantes que nos ayudan a entender este «rompecabezas»:

  1. El primer hecho es que Cristo hizo el último sacrificio en la cruz y puso fin al sistema ceremonial. Lea Hebreos 9.24-26:

    Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios; y no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sa­cerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre aje­na. De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado.

    Las ordenanzas del templo y del sistema de sacrificios eran solamente figuras y símbolos que enseñaban a los judíos acerca del Mesías que iba a venir. Lea Colosenses 2.17:

    todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo.

    Ya que Cristo ha cumplido todo esto, ya no necesitamos es­tas figuras. ¡Hemos visto al Cordero Celestial!
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  1. El segundo hecho importante es que el pueblo de Dios ya no es la nación de Israel, sino es gente de todas las naciones. Esto puso fin a la aplicación estricta de las leyes civiles, espe­cialmente a los castigos aplicados por las autoridades civiles. Ahora las «ordenanzas» del Antiguo Testamento son consi­deradas parte de una «pared» que había separado los judíos y los gentiles, pero que ahora ha sido derribada.

Por tanto, acordaos de que en otro tiempo noso­tros, los gentiles en cuanto a la carne, erais llamados incircuncisión por la llamada circuncisión hecha con mano en la carne. En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la san­gre de Cristo. Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades ( Efesios 2.11-16).

Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y si vosotros sois de Cristo, cier­tamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa (Gálatas 3.28,29).

Después de esto miré y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas las naciones y tri­bus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono (Apocalipsis7.9).

Este hecho afecta el uso de la ley del Antiguo Testamento hoy en día, porque muchos aspectos de la ley tenían el propósito de guiar a Israel como nación civil.

LOS TRES ASPECTOS DE LA LEY

Sugiero que aceptemos la distinción de Aquino y Calvino en­tre los tres aspectos de la ley. Aunque esta terminología no se usa en ningún pasaje bíblico, creo que los dos hechos históricos men­cionados arriba hacen necesaria tal distinción.

  1. El aspecto ceremonial: tenía que ver con el culto, los sacrifi­cios y la pureza.
  2. El aspecto civil: tenía que ver con Israel como una nación.
  3. El aspecto moral: la base ética de principios universalmente aplicables.

La ley es como una tela con los distintos aspectos entreteji­dos. No podemos recortar ciertos pasajes del Antiguo Testa­mento y decir que ya no sirven. No es que un versículo sea una ley civil y el próximo sea una ley ceremonial, por ejemplo. Más bien, la ley es una unidad. Sin embargo, ayuda mucho saber dis­tinguir entre los distintos aspectos de esta ley.

Examinemos un pasaje para distinguir estos tres aspectos, Levítico 25: el año de jubileo. En este capítulo leemos que cada cincuenta años, los terrenos deberían ser devueltos a los dueños originales, los prisioneros deberían ser liberados, y todas las deu­das deberían ser perdonadas. Pensemos en los tres aspectos de este pasaje:

  1. El aspecto ceremonial
    Esta ordenanza, tal como el día de reposo semanal, simboli­zaba el reposo espiritual y la liberación que trae Jesús. Él es nuestro Redentor quien nos rescató del dominio del pecado. (Véase Hebreos 4.) Hoy en día, al leer este pasaje, ¡nos ani­ma pensar en las futuras bendiciones de un reposo eterno!
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  2. El aspecto civil
    El año de jubileo era una ley para la nación de Israel en la tierra prometida. Como una entidad política, tenían que ad­ministrar las propiedades que Dios les había dado, y organi­zar el sistema económico. Esta ordenanza gobernaba com­pras y ventas entre los judíos. También incluía los castigos. Imagínese a un grupo de creyentes en Roma, por ejemplo, descubriendo este pasaje un siglo después de Jesús. ¡Habría resultado imposible practicar esta ley al pie de la letra! Eran una pequeña minoría, y por lo tanto, el gobierno probable­mente no habría aceptado esta costumbre. Además, ¡nadie habría sabido a quién pertenecía la tierra originalmente! Ve­mos que los creyentes del Nuevo Testamento no intentaron imponer la ordenanza del año de jubileo como una ley civil.
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  3. El aspecto moral
    Sin embargo, encontramos ciertos principios éticos que son eternos y universales en este capítulo. Por ejemplo, vemos que toda propiedad pertenece a Dios, (Levítico 25.23). Por eso, los hijos de Dios deberían compartir sus posesiones, y no ser egoístas. No deberían seguir amontonando riquezas para sí mismos o para su familia, generación tras generación. La ley del Jubileo prohibía eso. El que tiene más, debería ayudar al que tiene menos. Esta idea se confirma en el Nuevo Testamento. Pablo enseña en 1 Corintios 8 que las iglesias que tienen más, deberían compartir con las que tienen menos. Los nuevos creyentes vendían sus posesiones para compartir entre todos (Hechos 4.32-37, Hechos 2.45).En resumen, podemos: 1) aprender algo acerca de Cristo y la salvación (el aspecto ceremonial), y 2) aprender algo acerca de cómo deben ser nuestras leyes civiles (el aspecto civil), pero no tenemos que necesariamente poner en práctica, al pie de la letra, estos dos aspectos de la ley. 3) El aspecto moral sigue siendo una guía para nuestras vidas hoy en día.
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    Podríamos explicarlo con la siguiente ilustración:

    1. El aspecto moral de la ley es como el algodón que se usa para hacer un hilo. Este aspecto provee el material básico para toda la ley porque contiene los principios universales y eternos.
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    2. El aspecto ceremonial es como tinta roja que se usa para dar color al algodón, haciendo un hilo rojo. Este aspecto era temporal, porque contenía simbolismo que servía so­lamente hasta que viniera Jesús.
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    3. El aspecto civil es como tinta azul que se usa para dar otro color al mismo algodón, haciendo otro hilo azul. Este aspecto también era temporal porque contenía leyes civi­les para la nación de Israel que terminaron cuando el pue­blo de Dios se extendió para incluir a gente de todas las naciones.x
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    Siguiendo la analogía, podríamos decir que durante el perío­do del Antiguo Testamento estos dos hilos —rojo y azul— estaban entretejidos en una sola tela para formar la ley de Israel. Después de Jesús, los colores cambiaron, pero no el hilo mismo. La tela fue lavada y quedó blanca, dejando visi­ble el aspecto moral.

    Es decir:

    1. La base ética de la ley no ha cambiado.
    2. Sin embargo, la aplicación del aspecto ceremonial y del aspecto civil ha cambiado.
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    Volviendo a los castigos para asesinato y para maldecir a los padres en Éxodo 21, podemos concluir que los dos actos son pecado, pero no necesariamente debemos aplicar el cas­tigo de la pena de muerte. Yo personalmente creo que hay ciertos casos en que se justifica la pena de muerte por asesi­nato, por ejemplo en un caso de un asesino que repite su crimen y no muestra ningún arrepentimiento. Pero, ¡en ningún caso aplicaría la pena de muerte a un joven que maldice a sus padres!

    El enfoque propuesto se ilustra en el siguiente gráfico:
    Para aplicar un pasaje de la ley del Antiguo Testamento a nuestra situación hoy en día, entonces, tenemos que distinguir entre los aspectos ceremonial, civil y moral:

    1. El aspecto ceremonial nos enseña acerca de Jesús y la salvación. No tenemos que practicar este aspecto, sino buscar los símbolos y las figuras de Jesús y la salvación.
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    2. El aspecto civil nos da una pauta para nuestras leyes civiles en este tiempo. No tenemos que usar exactamente las mismas leyes, pero siempre tratar de tener leyes que refle­jen estas pautas de justicia y amor.
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    3. El aspecto moral no ha cambiado. Tenemos que buscar principios éticos universales y aplicar el mismo principio a la situación actual.

El Nuevo Testamento, es la mejor herramienta para interpretar la ley del Antiguo Testamento y distinguir estos tres aspectos.
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EL PUEBLO MÁS MADURO

Otra pauta para entender el uso de la ley del Antiguo Testa­mento hoy es el hecho de que el pueblo de Dios en el Nuevo Testamento es considerado más maduro, y por lo tanto tiene mayor libertad, pero también mayor responsabilidad. Un pasaje clave para entender esto es:

Pero antes que viniese la fe, estábamos confina­dos bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada. De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justifica­dos por la fe. Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo (Gálatas 3.23-25, 4.1-7).

Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo; sino que está bajo tutores y curadores hasta el tiempo señalado por el padre. Así también nosotros, cuando éramos niños, estábamos en esclavitud bajo los rudimentos del mundo. Pero cuando vino el cum­plimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adop­ción de hijos. Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual cla­ma: ¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo.

En el Antiguo Testamento, la ley sirvió como un «ayo» (o una «niñera»), como un «tutor» o «cuidador». En aquella época, un «ayo» o «tutor» cuidaba a un niño, lo disciplinaba, y lo llevaba a los padres o al maestro para su educación. La ilustración de Pa­blo es que, bajo el Antiguo Testamento, el pueblo de Dios era como un niño que tenía de la mano a la ley. Pero ahora en el tiempo del Nuevo Testamento, el niño ha crecido, y tiene de la mano a Cristo. No es que la ley sea algo malo, o que haya sido destruida, sino que ha cambiado su función.
Este pasaje también habla de la diferencia entre un heredero y un esclavo. Mientras los dos son niños, no se nota la diferencia. El padre tiene que darles muchas reglas y órdenes específicas a los dos. Un padre tiene que decirle a un niño, por ejemplo, «¡no toques la estufa!». Pero cuando el hijo es más grande, le permite tomar más responsabilidad propia, mientras el esclavo sigue reci­biendo órdenes en detalle. Ahora le dice al hijo que no haga nada que le cause daño en general. Le explica el principio, que era la base para la orden de no tocar la estufa. Ahora es maduro y puede aplicar el principio, no solamente a la estufa, sino a muchas otras situaciones también. Así es con el pueblo de Dios. En el Antiguo Testamento, era más como un niño, más como un esclavo. Ahora es más maduro, menos como un esclavo, y más como un hijo. Tiene mayor libertad, pero también mayor responsabilidad.

CONCLUSIÓN

Creo que uno de los aspectos más importantes en esta discu­sión es nuestra actitud hacia la ley del Antiguo Testamento. Cuan­do era niño, yo imaginaba a Dios detrás de dos tablas inmensas de los Diez Mandamientos en el cielo, observando si cometía algún pecado para castigarme. Sabía que era salvo porque Jesús había muerto en la cruz para perdonar mis pecados, pero en mi vida diaria, ponía mucho énfasis en la ley, y miraba poco a Cristo. Irónicamente, a pesar de mis esfuerzos por ser «bueno», esta actitud no me producía más santidad.
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En realidad, aunque exter­namente quizás pareciera buen cristiano, internamente desarro­llaba pecados más profundos, como la arrogancia y una actitud crítica hacia los demás. Ahora me he dado cuenta de que estaba viviendo como un judío legalista del Antiguo Testamento. Ellos miraban hacia adelante al Mesías, pero la ley estaba en el primer plano de su vista. Cristo estaba en la sombra de las dos tablas, por decirlo así, y fácilmente caían en el legalismo. Sin embargo, ahora, después de Cristo, podemos mirar hacia atrás, y ver que Cristo está en primer plano. No descartamos la ley como una guía para saber la voluntad de Dios, pero las dos tablas de la ley están detrás de la cruz. Ahora sabemos que la ley está en la som­bra de Jesucristo. No confiamos en la ley propiamente tal, o en nuestros esfuerzos, para nuestra santificación, sino confiamos en Cristo mismo.
Para vivir de acuerdo con nuestra nueva situación, debemos fijar la vista en Cristo. Cuando quitamos la vista de Él, empeza­mos a cojear. Si miramos a otros, o si miramos a nosotros mis­mos, tropezamos.

Por tanto, nosotros también, teniendo enderre­dor nuestro tan grande nube de testigos, despojémo­nos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corra­mos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la dies­tra del trono de Dios (Hebreos 12.1-2).

Cuando viajo por la carretera en mi automóvil, tengo que observar los letreros para llegar a mi destino. Sin embargo, si solamente quedo mirando los letreros, y quito la vista del camino, ¡voy a tener un accidente! Funciona así la ley; es un letrero bueno que nos guía hacia Jesús, pero ¡no debemos fijarnos tanto en la ley que no veamos a Cristo! Cuánto más nos acercamos a Cristo, más creceremos espiritualmente, desde adentro.

BIBLIOGRAFÍA

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References

References
1 Juan Calvino, Institución de la Religión Cristiana, ed. Luis de Uzos y Río, trad. Cipriano de Valera, 2 tomos. (Rijwijk, Países Bajos: Fundación Editorial de Literatura Reformada, 1981), (IV,xx,15), II:1181.
2 Tomás de Aquino, Summa Theologicae, (edición hermanos Benziger, 1947) traducido al inglés por The Fathers of the English Dominican Province (leído en el Internet: Christian Classics Ethereal Library, http://www.ccel.org), primera parte de la segunda parte, pregunta 99, artículo 4, Si, además de los preceptos morales y ceremoniales, hay preceptos judiciales (traducido al español del inglés por Richard Ramsay.)
3 Calvino, Institución (II,vii,16) I, 258.
4 Calvino, Institución (IV,xx,15) II,1181.
5 Calvino, Institución (IV,xx,14) II,1180.
6 Calvino, Institución (IV,xx,15) II,1181.
7 Joseph Fletcher, Situational Ethics [La ética situacional] (Philadelphia: Westminster, 1966).
8 Calvino, Institución (IV,xx,16) II,1182.
9 Calvino, Institución (IV,xx,16) II,1182.
10 Calvino, <em>Institución</em> (IV,xx,15) II,1181.
11 Calvino, Institución (II,vii,14) I, 257.
12 Calvino, Institución (II,vii,6) I, 251.
13 Calvino, Institución (II,vii,7) I, 251.
14 Calvino, Institución (II,vii,8) I, 252.
15 Calvino, Institución (II,vii,10) I, 254.
16 Calvino, Institución (II,vii,10) I, 255.
17 Calvino, Institución (II,vii,11) I,255.
18 Calvino, Institución (II,vii,12) I,255.
19 Calvino, Institución (II,vii,11) I,255.
20 Calvino, Institución (IV,xx,14) II,1181.
21 Calvino, Institución (II,vii,13-15) I, 256-258.
22 Calvino, Institución (II,xi,1-14) I,329-341.
23 Juan Calvino, Commentaries on the Epistles of Paul to the Galatians and Ephesians, trad. William Pringle [Comentarios sobre las epístolas de Pablo a los gálatas y a los efesios] (Edinburgh: Calvin Translation Society, 1854), p.101.
24 Calvino, Gálatas y Efesios, p.107.
25 Calvino, Gálatas y Efesios, p.110.
26 Juan Calvino, Commentaries on the Four Last Books of Moses, [Comentarios sobre los últimos cuatro libros de Moisés] 2:53-68.
27 Calvino, Últimos cuatro libros de Moisés, p.106.
28 Calvino, Institución, (II,viii,28-33) I,283-287.
29 David Clyde Jones, Biblical Christian Ethics [La ética bíblica cristiana] (Grand Rapids: Baker Books, 1994), pp. 103-124.
30 Martín Lutero, «How Christians Should Regard Moses» [¿Cómo deben los cristianos considerar a Moisés?] en Martin Luther’s Basic Theological Writings [Los escritos teológicos básicos de Martín Lutero] ed. Timothy F. Lull (Minneapolis, Minnesota: Fortress Press, 1989), pp. 135-148.
31 Lutero, «How Christians Should Regard Moses», p. 140.
32 Martín Lutero, Comentarios de Martín Lutero; cartas del apóstol Pablo a Tito, Filemón, y epístola a los Hebreos (Barcelona: CLIE, 1999), p. 57.
33 Martin Lutero, «Preface to the Old Testament» [Prefacio al Antiguo Testamento], en Martin Luther’s Basic Theological Writings, ed. Timothy F. Lull (Minneapolis, Minnesota: Fortress Press, 1989), p. 123.
34 Ibid., p. 127.
35 Lewis Sperry Chafer, Systematic Theology [Teología sistemática] 8 vols. (Dallas: Dallas Seminary Press, 1948) 4:166.
36 Chafer, Systematic Theology, p.208.
37 Chafer, Systematic Theology, p.209.
38 Chafer, Systematic Theology, p.210.
39 Greg Bahnsen. Theonomy in Christian Ethics [La teonomía en la ética cristiana]
(Nutley N.J.: Craig Press, 1979), p.73.
40 Bahnsen, Theonomy, pp. 1-3.
41 Bahnsen, Theonomy, p. 4.
42 Bahnsen, Theonomy, p. 2.
43 Greg Bahnsen, By This Standard: The Authority of God’s Law Today [Conforme a esta norma: la autoridad de la ley de Dios hoy] (Tyler, Texas: Institute for Christian Economics, 1985), pp. 322-323. Citado en David Jones, Biblical Christian Ethics, p. 114.
44 Bahnsen, By This Standard, p. 271, citado en David Jones, Biblical Christian Ethics, p. 114.
45 John S. Feinberg and Paul D. Feinberg, Ethics for a Brave New World [La ética para un nuevo mundo feliz] (Wheaton, IL: Crossway Books, 1993), pp. 32-40. Ver también Continuity and Discontinuity; Perspectives on the Relationship Between the Old and New Testaments, John S. Feinberg, ed. (Wheaton, IL: Crossway Books, 1988). (Secciones traducidas por Richard Ramsay.)