El cordero de la Pascua se sacrificaba una vez al año según las instrucciones en Éxodo 12 para familias que se encontraban cautivas en Egipto. En el Nuevo Testamento, cuando Juan el Bautista vio a Jesús, proclamó “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29). Existe una conexión entre el cordero de la Pascua y Jesús –el Cordero de Dios por excelencia que Juan reconoció.
Asímismo, el apóstol Pablo también hace la conexión, afirmando, “porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros” (1 Corintios 5:7).
El sacrificio de Jesús fue para siempre y para todos. De manera que sólo queda creer en él. El artículo de hoy saca a relucir la plena seguridad y salvación absoluta que resulta del sacrificio de Cristo, el perfecto Cordero, por nosotros.
En Su nombre,
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