xx
Tomado del Diccionario Popular de la Biblia
Súplica, deprecación, ruego que se ha de elevar a Dios y sólo a Dios. Es más real en el cristianismo que en cualquier otra religión porque la vida cristiana es una vida de comunión con Dios. En la religión bíblica la comunión entre Dios y el hombre es genuinamente personal, Dios desea tener comunión con el hombre y el hombre necesita la amistad de Dios.
El factor básico en la oración es la actitud. La postura, el lenguaje, el lugar o el tiempo carecen de importancia. La oración tiene valor únicamente cuando se eleva con fe (He 11:6; Mt 17:20); cuando se eleva en el nombre de Jesús (Jn 14:13; 15:16); cuando se ajusta a la voluntad de Dios (1 Jn 5:14-15); cuando se eleva bajo la dirección y la dinámica del Espíritu Santo (Jd 20); cuando es la súplica de quien ha confesado y renunciado al pecado (Sal 66:18) y vive en el contexto de una armoniosa relación en el nivel humano (Mt 5:23-24; 18:19). La negligencia en la oración es pecado (1 S 12:23). Desde el punto de vista de la responsabilidad humana, la oración es el principal elemento en el desarrollo del programa redentor de Dios (1 Ti 2:1-4).
Dentro de una múltiple faceta maravillosa, la oración incluye los siguientes elementos: comunión; adoración, agradecimiento, confesión, petición, intercesión, sumisión.
En la Biblia hay numerosos pasajes que aseguran que Dios siempre oye las oraciones que se elevan como es debido (Mt 17:20; Juan 14:14 y muchos más). Sin embargo, la lógica nos dice que sería trágico que el Dios omnipotente se doblegara siempre ante criaturas tan débiles y de mente tan finita como nosotros. Lo que la Biblia en su contexto general enseña es que Dios oye las oraciones sinceras y que concede nuestras peticiones siempre y cuando sean lo que más conviene. Esto nos ofrece la sublime y altamente confortante seguridad de que hemos de recibir no tas cosas que con nuestros limitadas mentes podemos concebir y pedir, sino lo que nuestro Padre Dios, que todo lo sabe, opine que nos conviene. La oración sabia de un cristiano maduro ha de incluir siempre el pensamiento “Si es tu voluntad. Dios mío”.
Existe el otro extremo de pensar que no debemos orar, pues Dios conoce nuestras necesidades y, además, no podemos alterar sus inmutables propósitos. Sin embargo, Dios desea y espera nuestras oraciones, y en varios pasajes nos aconseja que oremos sin cesar (Lc 18:1; 21:36). No podemos alterar sus designios, pero en su omnisciencia, presciencia y omnipotencia ha incluido en su plan contestar las oraciones que con humildad y reconocimiento de su soberanía ofrezcamos.
¿Quieres ver más? Puedes leer el Diccionario Popular de la Biblia en línea sin costo alguno.