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Por John MacArthur
La Escritura no manda que los creyentes celebren la Navidad —no hay ciertos “días santos” que la iglesia debe observar. De hecho, la Navidad no fue observada como una fiesta hasta mucho después de la era bíblica. No fue hasta mediados del siglo quinto que la Navidad fue reconocida oficialmente.
Nosotros creemos que celebrar la Navidad no es una cuestión de bien o mal, ya que Romanos 14:5-6 nos provee la libertad de decidir si queremos observar estos días especiales o no:
“Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente. El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace. El que come, para el Señor come, porque da gracias a Dios; y el que no come, para el Señor no come, y da gracias a Dios” (Rom. 14:5-6).
De acuerdo a estos versículos, el cristiano puede elegir legítimamente cualquier día —incluyendo Navidad— como un día para el Señor. Nosotros creemos que la Navidad da a los creyentes una gran oportunidad de exaltar a Jesucristo.
Primero, la temporada de Navidad nos recuerda de grandes verdades de la encarnación. Recordar verdades importantes sobre Cristo y el Evangelio es un tema relevante en el Nuevo Testamento (1 Cor. 11:25; 2 Ped. 1:12-15; 2 Tes. 2:5). La Verdad necesita ser repetida porque puede ser olvidada fácilmente. Entonces, debemos celebrar la Navidad para conmemorar el nacimiento de Cristo y el maravilloso misterio de la Encarnación.
La Navidad también puede ser un tiempo de alabanza reverente. Los pastores glorificaron y alabaron a Dios por el nacimiento de Jesús, el Mesías. Se regocijaron cuando los ángeles proclamaron que en Belén había nacido el Salvador, Cristo el Señor (Lucas 2:11). El niño puesto en el pesebre ese día es nuestro Salvador, el “Señor de señores y Rey de reyes” (Mateo 1:21; Apoc. 17:14).
Finalmente, la gente tiende a ser más abierta al Evangelio durante la temporada de Navidad. Debemos aprovechar esto para testificarles de la gracia salvadora de Dios por medio de Jesucristo. La Navidad se trata del Mesías prometido, quien vino a salvar a Su pueblo de sus pecados (Mateo 1:21). Esta fiesta nos provee una maravillosa oportunidad para compartir esta verdad.
Aunque nuestra sociedad ha reemplazado el mensaje de Navidad por lo material y el consumismo, así como también por mitos y tradiciones vanas, no debemos dejar que nos distraigan de apreciar el verdadero sentido de la Navidad. Aprovechemos esta oportunidad para acordarnos de Él, alabarle a Él y testificar fielmente de Él.