Somos una construcción tripartita – Parte II

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Somos una construcción tripartita – Parte II

 por James Montgomery Boice
(Tomado de su libro Los Fundamentos de la fe Cristiana)

En el debate del tema de la dicotomía o tricotomía del ser humano, el Dr. Boice opta por el tripartismo. Nótese que sus argumentos son básicamente racionalistas.
¿Cuál postura le parece más en concordancia con las Escrituras?

Existe una polémica entre los que creen en una construcción tripartita de nuestro ser y los que creen que es posible considerar adecuadamente al hombre en dos niveles únicamente. Esta polémica no tiene que concernirnos. Todas las partes en esta polémica reconocen que el ser humano consiste por lo menos de una parte física que muere y que necesita ser resucitada, y de una parte inmaterial que vive más allá de la muerte, la parte propiamente llamada persona.  La única cuestión es si pueden diferenciarse dos partes en la parte inmaterial una parte que los hombres y las mujeres compartirían con los animales —la personalidad en un sentido limitado— y el espíritu, que los vincularía con Dios.

En este punto, la información lingüística debería ser determinante, si bien no es tan clara como se desearía. En ocasiones, en particular en las primeras partes del Antiguo Testamento, tanto alma (nephesh) como espíritu (ruach) son usados indistintamente, lo que ha introducido cierta confusión. Sin embargo con el transcurso del tiempo, ruach comenzó a designar el elemento por el cual los hombres y las mujeres se relacionan con Dios, diferenciándolo de nephesh, que significa entonces simplemente el principio vital. De acuerdo con esta distinción, se usa “alma” y no “espíritu” con referencia a los animales. De igual modo, se nos dice que los profetas que oyeron la voz de Dios y estuvieron en comunión con él en un sentido especial, fueron animados por el “espíritu” de Dios (pero no se menciona el “alma”). En el Nuevo Testamento, la información lingüística es similar. Es así que mientras alma (psyche y espíritu (pneuma) son a veces usadas indistintamente, como en el Antiguo Testamento, pneumasin embargo sirve para expresar esa capacidad especial de relación con Dios, que es la gloria de una persona redimida, en contraposición con psyche que aun los que no han sido salvos poseen (1 Co. 2:9-16). Es posible, aunque no esta totalmente determinado, que en los escritos paulinos el espíritu del hombre y la mujer se consideran perdidos o muertos como resultado de la Caída, y que sólo es restaurado en aquellos que han sido regenerados.

Sin embargo, no debemos perder de vista lo siguiente. Ya sea que hablemos de dos partes o de tres partes que componen el ser del hombre, un individuo es una unidad. Su salvación consiste en la redención de todo su ser, no sólo de su alma o de su espíritu, del mismo modo que (estableciendo un paralelismo en sentido opuesto) cada parte es afectada por el pecado.

En esta área las palabras usadas en cada caso en particular son menos importantes que las verdades que transmiten. Hasta aquellos que más insisten sobre la unidad del hombre creen que el hombre es más que sólo materia. O, si se adhieren a un esquema de dos partes reconocen, sin embargo, que el hombre posee algo que sirve para diferenciarlo de los animales. Y esto es todo lo que implica la diferencia entre espíritu y alma en el esquema de tres partes. Espíritu, alma y cuerpo son simplemente términos útiles para hablar de lo que realmente significa ser un ser humano.

El cuerpo, entonces, es la parte visible de la persona, la parte que tiene vida física. A primera vista, parecería que es esta parte la que nos diferencia de Dios, y en un sentido esto es así. Tenemos un cuerpo; Dios no tiene un cuerpo. Pero si continuamos nuestra consideración del tema, esta diferencia no resulta tan obvia como parecía ser en un primer momento. ¿Cómo explicar la Encarnación de nuestro Señor Jesucristo, por ejemplo? O también, ¿qué fue lo primero en la mente de Dios, el cuerpo de Cristo o el cuerpo de Adán? ¿Cristo se hizo como nosotros por la Encarnación, o nosotros nos convertimos como él por-medio de un acto creativo de Dios? Calvino, que brevemente considera este tema en su Institución no cree que Adán haya sido modelado de acuerdo con el patrón del Mesías que había de venir. Calvino no acepta la idea de que Cristo hubiera venido si Adán no hubiera pecado. Pero estas dos ideas no son necesariamente contradictorias. Se podría especular que cuando Dios caminaba en el huerto con Adán y Eva antes de la Caída, lo hacía como la segunda persona de la Trinidad, en una forma pre-encarnada pero, de todos modos, corporal.

Lo que importa de esta discusión es que nuestros cuerpos son de gran valor y deberían ser honrados por la manera como los tratamos. Como hombres y mujeres redimidos, deberíamos considerar nuestros cuerpos como “templos” de Dios (1 Co. 6:19).

El alma es la parte del hombre que llamamos su “personalidad”. Tampoco es un tema fácil de tratar. Es evidente que el alma está relacionada con el cuerpo a través del cerebro, y constituye una parte del cuerpo. Resulta difícil, además, pensar en el alma desligada de las propiedades que asociamos con el espíritu. Sin embargo, en términos generales, el alma se refiere por lo menos a eso que hace de los individuos un individuo único, singular. Podríamos decir que el alma se concentra en la mente y que incluye todo lo que nos gusta y lo que no nos gusta, nuestras habilidades especiales y nuestras debilidades, nuestras emociones, nuestras aspiraciones y todo lo demás que diferencia al individuo de los demás miembros de su especie. Porque tenemos alma es que podemos tener comunión, amor y comunicación entre unos y otros.

Pero no sólo tenemos comunión, amor y comunicación con los miembros de nuestra especie. También amamos y tenemos comunión con Dios, para lo cual necesitamos un espíritu. El espíritu es, por lo tanto, la parte de la naturaleza humana que entra en comunión con Dios y participa en cierta medida de la esencia misma de Dios. En ningún lugar se nos dice que Dios sea cuerpo o alma, si bien puede poseer cada uno de estos aspectos en alguno de los sentidos que acabamos de mencionar. Pero Dios está definido como espíritu. “Dios es espíritu”, dijo Jesús. Por lo tanto, “los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren” (Jn. 4:24). Como el hombre es espíritu (o llega a poseer un espíritu por medio de un nuevo nacimiento) puede tener comunión con Dios y amarlo.

Es aquí donde reside todo nuestro valor. Hemos sido formados a imagen de Dios, y por lo tanto somos valiosos para Dios y para los demás. Dios ama a los hombres y a las mujeres, más que a los animales, las plantas y el resto de la materia inanimada. Más aún, tiene sentimientos hacia el hombre y la mujer, se identifica con ellos en Cristo, sufre por ellos e interviene en la historia para hacer de nosotros lo que él se ha propuesto que seamos. Podemos tener una idea de la naturaleza especial de esta relación cuando recordamos como la mujer, Eva, de manera similar, fue hecha a imagen del hombre. Por lo tanto, aunque diferente, Adán pudo observarse en ella y amarla como su compañera y el miembro correspondiente en el universo. No es una equivocación decir que los hombres y las mujeres son para Dios algo similar a lo que la mujer es para el hombre. Son los compañeros valiosos y únicos de Dios. Como prueba de esta idea alcanza recordar la enseñanza del Nuevo Testamento con respecto a Cristo como el novio y la iglesia como su esposa.

*Si le interesó este artículo, le interesará leer la Primera Parte: Somos una construcción tripartita – Parte I.
**Si quiere saber más sobre este tema vea: Tomo 1, Parte IV, Capítulo 15: La creación del hombre del libro Los Fundamentos de la Fe Cristiana)