Siete cosas que debe enseñar a sus hijos

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Siete cosas que debe enseñar a sus hijos

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por Howard Hendricks

1. El niño, desde que nace, debe recibir de sus padres un afecto caluroso, pero no sofocante.

El dar y recibir amor es un estabilizador básico en la vida. El amor continúa dando, aunque uno esté cansado, ocupado, enfermo, aburrido, o como sea. El afecto debe ofrecerse en términos entendibles por el niño.

Hay padres muy sinceros que no obstante crían a sus hijos desviados. Por ejemplo, en el homosexual suelen concurrir dos influencias poderosas: una madre dominante, posesiva y agresiva y/o un padre desinteresado, hostil y pasivo. Esta combinación es mortal. Anótelo bien, una inversión de los papeles bíblicos podría producir desviación. Un estudio sobre 1,800 homosexuales sugiere: “Una relación afectuosa con el padre, de apoyo constructivo, previene la posibilidad de un hijo homosexual”.

2. Los niños deben ser expuestos a padres profundamente enamorados entre sí y que no se avergüencen de demostrarse su amor en presencia de sus hijos.

El amor debe ser un estilo de vida entretejido en la tela de la vida. No es satín que se rompe cuando se le estira, sino una lana teñida que cubre toda la casa. ¿Cómo captan los niños este amor?, por la vida del contagio: al ser expuestos al mismo.

En una ocasión Jane y yo nos estábamos abrazando en la sala cuando de repente entró nuestro hijo menor con un amiguito.
—¡Hey! Tenemos que esperar un ratito—dijo Bill, el otro.
—¿Por qué? Mis padres se están abrazando. ¡Siempre es así!
—Eh, ¡Vamos a entrar! Debe ser formidable tener un padre que ama a tu mamá. Yo ni sé quién
es mi padre; cada noche hay un fulano diferente en nuestra casa.

¡Cuidado! No midamos nuestras expresiones de amor por las reacciones de sus hijos, especialmente si son adolescentes. Puede ser que digan: “¡Otra vez!, ¡Qué fastidio!”, Pero, en el fondo de sus corazones, habrá impacto. Cuando estoy aconsejando, las palabras trágicas que escucho son: “No puedo recordar ni una sola vez que mi padre abrazara a mi madre”. ¿Qué clase de herencia tendrá el hijo suyo?

3.  Ayude a cada niño a identificarse con su propio sexo y, al mismo tiempo, respetar al otro.

El sexo es más que un proceso de reproducción o un fenómeno biológico. Incluye toda la personalidad; es lo que hace que un hombre sea hombre y una mujer, mujer. Los niños captan las actitudes como la aspiradora absorbe el polvo. Por ejemplo, la mujer que en su conversación desprecia a los hombres, está revelando más de lo que piensa acerca de su propio matrimonio. El uso del sarcasmo no cabe en un buen matrimonio. El esposo que ve a su esposa frente al espejo y le dice con desprecio: “¡De nada te sirve!”, está derramando ácido sulfúrico sobre su matrimonio.

Estimule a su hijo para que llegue a estar orgulloso de su propio sexo. Alabe a su cnnyugue frente a su familia. Proclamar: “Qué dichosos somos de tener un papá como el nuestro!”, dice mucho a los niños.

4. Provea un vocabulario correcto, use términos precisos.

Si está enseñando a un niño a hacer galletas, usted no le dice: “Tráeme una de esas cómo se llamen que están en la gaveta, ésas para medir el polvo de hornear y ese cachivache para la harina. Usted usa las palabras correctas porque el niño necesita aprender.

Así debe ser con la información acerca de la vida íntima. Debemos nombrar correctamente las partes del cuerpo. Por ejemplo, uno debe referirse al amamantar a un bebé, de manera normal y natural. Al ir creciendo, el niño debe saber que el bebé empieza su vida en un lugar que se llama útero, y cuando está listo, desciende de cabeza a través de la abertura vaginal. Esta sencilla explicación da confianza a los niños, que normalmente tienen curiosidad y se confunden cuando les dicen: “Eres muy pequeño para hablar de esto”. Y más tarde les dicen: “Ya eres muy grande para no saber esas cosas”.

5. Provea información sexual cuando sea necesario y con la interpretación cristiana.

Al instruir sobre el proceso sexual debemos hacerlo explicando su maravilla y misterio. Cuando Dios creó a Eva, puso a dormer profundamente a Adán, y hasta la fecha todo es un misterio para nosotros. La relación sexual todavía es un enigma, a pesar del spectacular enfoque de los sexólogos.

Una respetuosa reverencia debe revestir la enseñanza acerca del sexo, para evitar que el niño lo considere algo vulgar.

Las madres deben saber cómo contestar las preguntas, por ejemplo, cuando viene corriendo la niña y pregunta: “Mami, ¿de dónde vienen los bebés?”

Un pequeño le preguntó a su madre de dónde había venido él y de dónde había venido ella. Su madre le habló acerca de la cigüeña. Después el niño preguntó lo mismo a su abuelita, y recibió la misma respuesta, aunque con ciertas variaciones. Entonces el niño salió corriendo de la casa y le contó a su compañero: “¿Sabes qué? ¡En nuestra familia no ha habido un nacimiento normal en las últimas tres generaciones!”

Por lo general, el niño no quiere saber todos los hechos de una sola vez. No se interesa en todo acerca de la reproducción o el acto sexual. El solamente quiere una respuesta sencilla y directa, y sólo eso debe dársele. Una regla: siempre diga la verdad, pero no necesariamente toda la verdad en una sola occasion. No le diga más de lo que él quiera o necesite saber.

6. Correlacione el conocimiento con la experiencia.

Aproveche las oportunidades que se presenten con los animales caseros, la llegada de bebés, las defunciones, los casamientos, para explicar la vida a los niños. Visite los museos. Compre libros bien ilustrados. Procure que sus hijos estén al tanto de la vida.

7. Provea información e instrucción acerca de las desviaciones sexuales.

Los niños deben aprender pronto acerca de los peligros. No los asuste, sólo que estén conscientes. Ellos harán preguntas al ver ciertas cosas en el Internet  y la television que provocarán su curiosidad. De buena forma, hábleles sobre las drogas, el aborto, las enfermedades venéreas, el vivir juntos sin casarse, la vida communal, etc.

Ambos padres deben participar en la educación sexual. No deje la tarea a la otra persona (generalmente la mama). Rodee a sus hijos de buena literatura y esté listo para hablar sobre ella. Empiece pronto. La educación sexual no es un discurso; es una vida.

No podemos cambiar el hecho de que el mundo en que vivimos ha diluido y degradado al sexo, y ha torcido completamente el concepto que Dios tiene de él. Sin embargo, la educación sexual no es una opción.

La solución al dilema de la educación sexual está implícita en las Escrituras. El señorío de Cristo es la clave en el área sexual, de la misma manera que con el resto de la vida. Pablo nos recuerda: “Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios” (1 Co. 6.20).