¿Resucitó al tercer día?

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¿Resucitó al tercer día?

 

Por Al Valdés

La pregunta acerca de si el Señor Jesucristo resucitó o no al tercer día de Su crucifixión aparentemente ha intrigado a muchos. La respuesta sencilla a la pregunta es: Sí, Jesús resucitó el tercer día. Jesús mismo afirmó que resucitaría al tercer día de haber sido crucificado cuando dijo esto acerca de Sí mismo: “El Hijo del Hombre debe padecer mucho, y ser rechazado por los ancianos, los principales sacerdotes y los escribas, y ser muerto, y resucitar al tercer día” (Lucas 9:22). El reto viene al leer lo que Jesús dijo según Mateo 12:40: “Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches”. ¿Cómo encajan los tres días y tres noches con los eventos de la Crucifixión y Resurrección de Jesús? Consideremos este asunto.

¿Cómo se contaba un día en el mundo hebreo?

La respuesta al reto se encuentra en las costumbres culturales del pueblo judío. En la cultura Judía ya sea parte, o una porción de un día, se contaba como si fuese un día completo. De manera que decir “tres días y tres noches” equivalía a expresar “tres días” (ya sea que hubiesen pasado 24 horas completas o no). Como forma de expresión, ni en las Escrituras ni en los escritos de los rabinos, había diferencia temporal entre las dos formas de decirlo. Los siguientes pasajes demuestran cómo se habla de parte de un día como si fuese uno completo:

“Pero David siguió adelante, él y cuatrocientos hombres, porque doscientos, que estaban demasiado fatigados para cruzar el torrente Besor, se quedaron atrás. Y hallaron en el campo a un egipcio y se lo llevaron a David; le dieron pan y comió, y le dieron a beber agua. También le dieron un pedazo de torta de higos y dos racimos de uvas pasas y comió, y su espíritu se reanimó; porque no había comido pan ni bebido agua en tres días y tres noches. Y David le dijo: ¿De quién eres tú, y de dónde eres? Y él dijo: Soy un joven de Egipto, siervo de un amalecita; mi amo me dejó atrás cuando me enfermé hace tres días. (1 Samuel 30:10-13) Acamparon unos frente a otros por siete días. Y sucedió que al séptimo día comenzó la batalla, y los hijos de Israel mataron de los arameos a cien mil hombres de a pie en un solo día”. (1 Reyes 20:29)

“Y Ester les dijo que respondieran a Mardoqueo: Ve, reúne a todos los judíos que se encuentran en Susa y ayunad por mí; no comáis ni bebáis por tres días, ni de noche ni de día. También yo y mis doncellas ayunaremos. Y así iré al rey, lo cual no es conforme a la ley; y si perezco, perezco. Y Mardoqueo se fue e hizo conforme a todo lo que Ester le había ordenado. Y aconteció al tercer día que Ester se vistió con sus vestiduras reales y se puso en el atrio interior del palacio del rey delante de los aposentos del rey, y el rey estaba sentado en su trono real en el aposento del trono, frente a la entrada del palacio”. (Ester 4:15—5:1)

En nuestra cultura moderna tenemos algo similar. Un pastor explicó que él no había entendido esa frase bíblica hasta que rentó un automóvil y ¡le cobraron parte de un día como si fuese el día entero! Ahora, ¿qué ocurrió en esos “tres días”?

¿Cómo fue la cronología?

El Señor Jesús fue crucificado y sepultado el viernes (Día 1), estuvo en la tumba el sábado (Día 2), y resucitó el Domingo de Resurrección (Día 3). Si comenzamos con el tercer día y vamos hacia atrás notamos que los discípulos quienes sin saberlo hablaban con Jesús (ya resucitado), dijeron: “Pero nosotros esperábamos que Él era el que iba a redimir a Israel. Pero además de todo esto, este es el tercer día desde que estas cosas acontecieron” (Lucas 24:21). Aquí vemos que Jesús había resucitado, y hablaba con estos discípulos, al tercer día de haber sido crucificado, o el domingo, que también contaba como el primer día de la semana.(Lea el relato completo en Lucas 24:13-35.)

Ahora, el día anterior, el sábado, representa el segundo día de la serie de tres. El cuerpo de Jesús fue sepultado el viernes, en el día de la preparación, el primer día en la serie, que vino inmediatamente antes del sábado (o el “día de reposo”). El sábado todos descansaron. Por eso leemos:

“Y había un hombre llamado José, miembro del concilio, varón bueno y justo (el cual no había asentido al plan y al proceder de los demás) que era de Arímatea, ciudad de los judíos, y que esperaba el reino de Dios. Este fue a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús, y bajándole, le envolvió en un lienzo de lino, y le puso en un sepulcro excavado en la roca donde nadie había sido puesto todavía. Era el día de la preparación, y estaba para comenzar el día de reposo. Y las mujeres que habían venido con El desde Galilea siguieron detrás, y vieron el sepulcro y cómo fue colocado el cuerpo. Y cuando regresaron, prepararon especias aromáticas y perfumes. Y en el día de reposo descansaron según el mandamiento”. (Lucas 23:50-56)

Si prestamos atención a los detalles vemos que en tres días se cumplieron la crucifixión y la colocación del cuerpo de Jesús en la tumba; el día de reposo; y la resurrección al tercer día. (Recomendamos leer más en Mateo 27—28; Marcos 15—16; Lucas 23—24 y Juan 19—20.)

¿Qué consecuencia tiene?

El Señor murió por nuestros pecados — y resucitó. El hecho de que Jesús resucitó significa que cumplió esa parte de Su propósito. (Después regresará para juzgar y reinar.) Quiere decir que el pago por nuestros pecados —todos nuestros pecados— fue hecho y aceptado por Dios Padre. Como consecuencia, la vida eterna, la salvación eterna resulta ser un regalo que recibimos a base de una condición: creer en Cristo como nuestro Salvador. Los siguientes pasajes subrayan estas gran verdades:

“Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios. (1 Pedro 3:18ab) Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; y que apareció a Cefas, y después a los doce. Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen. Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles; y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí. Porque yo soy el más pequeño de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios”. (1 Corintios 15:3-9)

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque Dios no envió a Su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él. El que cree en Él no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el Nombre del unigénito Hijo de Dios”. (Juan 3:16-18)

Por esta razón sólo hay dos clases de religiones en el mundo: primero, aquellas en las cuales la persona tiene que ganarse la felicidad eterna a base de sus obras, lo cual describe casi todas las creencias. Segundo, la excepción: el cristianismo—la única en la cual Dios mismo hace el pago completo a nuestro favor por medio de un Substituto quien muere por nuestros pecados y compra la salvación eterna por nosotros. Con el regalo comprado, nosotros sólo tenemos que recibirlo por fe sola, por creer en Jesús el Salvador.

Conclusión

Las distinciones culturales acerca de cómo se expresan los días no deben desviarnos del hecho de que Jesús murió un viernes y resucitó al tercer día, el Domingo de Resurrección. El hecho de que resucitó significa que venció la muerte y que podemos confiar en todo lo que dijo. De suma importancia Él prometió, “De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna” (Juan 6:47).

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, mas tenga vida eterna”. (Juan 3:16)