¿Por qué los discípulos echaron suerte para elegir un nuevo discípulo?

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¿Por qué los discípulos echaron suerte para elegir un nuevo discípulo?

PREGUNTA:

Si los discípulos son guiados por Dios, ¿por qué ellos echaron suerte para elegir un nuevo discípulo en el libro de los Hechos?

RESPUESTA:

Se dan varias razones de por qué echaron suerte:

  1. 1.Que era una costumbre muy usada en Israel cuando la gente no sabía qué hacer.
  2. 2.Que pensaban era la manera bíblica de hacerlo, véase 1 Sam 14:41; Jonás 1:7; Núm 26:55-56; 1 Cron 24:5; 25:8; y Salmo 22:8. Cuando así lo hicieron los doce, indudablemente pensaban que por esa suerte Dios le estaría guiando.

(De paso, me apresuro en añadir que muchos comentaristas bíblicos creen que los discípulos obraron correctamente y que Matías debe ser contado entre los Apóstoles de Jesucristo.) Nos parece a otros de nosotros que es obvio que Saulo de Tarso fue el seleccionado por Dios para servir como el apóstol que faltaba. Cuando lleguemos al cielo tendremos la versión correcta.

Creo que si hubieran esperado un poco, ellos hubieran visto claramente al que Dios había escogido. Una lección para nosotros es que no debemos apurarnos para buscar la voluntad de Dios. Cuando Dios esté listo para manifestárnosla, él lo hará a su tiempo y a su manera. Otra lección es que no debemos guiarnos por lo que hace la gente sino por lo que Dios claramente nos pide. La selección de Matías ha sido cuestionada: (a) por la forma en que se hizo la selección, (b) y especialmente porque no se oye más de Èl en la historia.

Para responder a su pregunta: creo que tenemos aquí una excelente ilustración de dos cosas que tienen que ver con la interpretación bíblica. La primera es que nunca debemos seguir el ejemplo de los hombres, porque los hombres indudablemente van a cometer errores (San Pablo es una excepción, ya que fue el único hombre que dijo que le siguiéramos a él como él seguía a Cristo). No creo que debamos imitar este acto encontrado en Hechos 1:12-26.  No es por echar la suerte que escogemos a un pastor, a un diácono, o a algún siervo de Dios. Necesitamos ver en la conducta de estas personas y por su fidelidad a Dios que en verdad él los ha escogido.

La segunda es una regla que nos viene desde la antigüedad acerca de donde es que sacamos las enseñanzas para nuestras doctrinas. Con mucha razón se ha establecido que una doctrina no se establece por un evento histórico en la Biblia. La historia bíblica relata los eventos tal como sucedieron, pero no es para que nosotros los imitemos, es para que nosotros sepamos lo que ocurrió, puesto que lo que hicieron tanto los israelitas como los discípulos no siempre fue de acuerdo a lo que Dios quería. Un buen ejemplo está en el gran debate (Hechos 15) acerca de qué se pedía de un gentil que se convertía. Unos decían que tenían que ser circuncidados. Otros, que nos salvamos sólo por la fe, sin las obras.  ¡Qué gran error si hubieran triunfado los judaizantes que circuncidaban a todos!

Cuando queremos saber qué y cómo debemos hacer para cumplir lo que Dios quiere vamos la las cartas instructivas de San Pablo, las instrucciones directas de Jesucristo y las enseñanzas de los otros apóstoles. Vienen muchos errores cuando seguimos lo que hicieron los hombres del pasado. Precisamente, seguir a los hombres ha creado uno de los grandes conflictos que tenemos hoy en la iglesia, ya que muchos han tomado el libro histórico de los Hechos de los Apóstoles y han querido convertir lo que la gente hizo en aquellos días en doctrina para nosotros hoy. El problema bíblico es que no recibimos esas mismas instrucciones en las cartas de Pablo, ni en las enseñanzas de Jesucristo, ni en lo escrito por los demás apóstoles.

Leemos lo histórico en la Biblia (el Pentateuco y Los Hechos y partes de los Evangelios) para aprender de ella. No leemos la historia para establecer que hacemos y qué creemos.  Para aprender lo que Dios por medio de sus Apóstoles nos pidió hacer debemos leer los libros  llenos de doctrinas. Ese es el propósito de las pequeñas epístolas que Dios nos dio en la Biblia. Tristemente, hoy día casi nadie las lee, casi nadie las enseña, y la iglesia sigue preguntando qué es correcto y qué es dañino.  Nuestra conducta se establece por la doctrina, no por la historia.

Cualquier pregunta adicional que tenga sobre el tema, favor de escribirnos.

Les Thompson
Ministerios LOGOI