Pablo en el consultorio del psiquiatra

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Pablo en el consultorio del psiquiatra

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 por Rogelio Aracena Lasserre

«Porque lo que hago no lo entiendo, pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco eso hago. Y si lo que no quiero eso hago, apruebo que la ley es buena. De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí.
Y yo se que en mi, esto es en mi carne no mora el bien, porque el querer el bien esta en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. Así que queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal esta en mí» —Romanos 7: 15-21.

Imagínese un paciente en el consultorio de un sicoterapeuta planteando lo siguiente —al tomar nota escribiría algo parecido a esto:

  • Presenta una gran confusión respecto de sí mismo.
  • Hay tendencia a perder el autocontrol.
  • Síntomas de esquizofrenia de tipo paranoide.
  • Doble personalidad y obsesividad.
  • Autocastigo.
  • El ego en una profunda crisis.
  • En su afán de erradicar el mal que ve en él, puede atentar contra su vida.
  • Dado sus convicciones religiosas, presenta una crisis mística.

Un psicólogo vacilaría en seguirlo atendiendo y pensaría en remitirlo a un siquiatra. Todo depende de la formación y convicciones que tenga el profesional de la conducta. Pero el asunto es qué diagnóstico daríamos a este cristiano que vive tamaña crisis emocional y a la vez orienta, enseña, predica y es factor de ayuda para tantas personas que lo siguen y además no representa una amenaza para su entorno social.

[Cabe definir la diferencia entre un psicólogo y un psiquiatra: Un psicólogo es un científico que estudia el comportamiento y proceso mental de un individuo. El psiquiatra es un médico que se especializa en el tratamiento de los problemas mentales desde un punto de vista fisiológico.]

No cabe duda que la confusión actual en la psicoterapia es fuerte. La mayoría de los sicoterapeutas optan por la rama empresarial o educativa. La clínica es un desafío tan grande, dado que los resultados son muy pobres. Afirmamos eso sobre la base de un informe de la Organización Mundial de la Salud, quien en el 2000 dijo que si las condiciones del mundo no cambiaban, pronosticaban que para el 2018 los tres principales asesinos del ser humano serian: la depresión, la angustia y la ansiedad.

Pero volviendo al paciente Pablo, veamos qué consejo psicoterapéutico podría recibir hoy en día en el siglo 21. Seguiremos algunas ideas del Dr. Larry Crabb.

LA ESCUELA FREUDIANA

La esencia del psicoanálisis no ha cambiado, aunque seguidores de Sigmund Freud —como el francés Jacques Lacan— han hecho variaciones a las teorías de su maestro. Llamamos pecado a los impulsos naturales o instintos biológicos propios de todo ser humano. En cierto sentido el hombre es negativo en su ego. Sin duda, algunos pecados nos parecen inaceptables, pero el problema no es el impulso, sino el tener una conciencia o súper-ego demasiado estricto. Hemos sido formados en un código de valores que nos reprime y nos hace sentir una culpabilidad que no corresponde.

Estas pulsiones naturales, o el ego —que son la necesidad de placer sensual y poder— al no ser aceptadas y gratificadas, entran en conflicto con el súper-ego o conciencia y vuelven al yo ansioso y culpable.

Por lo tanto le diría a mi querido “paciente” Pablo que debe aceptarse a sí mismo y a esos deseos o impulsos que siente. Satisfágalas en una manera socialmente aceptable. Le aconsejaría que suavice la conciencia y reconozca que su código de valores está equivocado. Debe establecer los valores para su vida en acuerdo con la libertad de gratificación. Que olvide establecer diferencias entre bueno y malo. Mas bien: ¿es gratificante o no? Esto eliminará la ansiedad y la culpa. Viva de acuerdo al principio de la realidad.

Obviamente estas palabras las recibirá después de dos o tres años de consulta, y traerán como consecuencia, en el mejor de los casos, hedonismo (doctrina que proclama el placer como fin supremo) o lamentablemente sociopatía (ausencia de control social), si es que no se suicida antes.

PSICOLOGÍ DEL EGO

El hombre no es tan negativo como lo plantea Freud. Tiene el potencial para controlarse a sí mismo, fortaleciendo su ego. Algo de esto subyace en programas de desarrollo y liderazgo cristiano. El ego puede ser estructurado y construido y las pulsiones básicas o instintos pueden ser canalizadas en forma productiva. El individuo puede establecer un curso significativo para su vida.

Esto se logra desarrollando una buena auto-imagen, ganando auto-confianza y equilibrando los deseos de auto­gratificación. Puede satisfacer los deseos de placer y poder sin entrar en conflictos con el entorno social. “Por lo tanto mi querido Pablo”, le diría el psiquiatra, “debe cambiar ese lenguaje negativo acerca de usted mismo, puesto que hay un potencial extraordinario encerrado en usted. Su voluntad es lo más importante, y ella debe controlar su ego y establecer altas pautas y normas de vida. Moralmente, todo es relativo; no se auto condene. Sus deseos de gratificación, expréselos en forma civilizada. En otras palabras, busque privadamente alguien que desee lo mismo que usted. Es posible que el gnosticismo le ayude bastante”. ¡Pero cuidado! Tal consejo obviamente va a producir una gran frustración o una doble vida oculta.

LA ESCUELA DE CARL ROGERS

Rogers enseñaba que las anteriores escuelas estaban equivocadas. Creía que el hombre es bueno por naturaleza. Todo lo malo viene de afuera. La bondad innata del hombre se manifestará al eliminar las restricciones, y el individuo será guiado a satisfacción personal y armonía social. La raíz de los problemas es no poder ser uno mismo. Por ejemplo, la rebeldía se cura eliminando las normas. No catalogue un sentimiento como bueno o malo pues, al hacerlo, produce ansiedad y se rechaza como persona. “Mi querido Pablo”, le diría Carl Rogers, “se esta angustiando sin necesidad. El mal no está en usted. Lo que hay en usted es bondad. Ha sido muy estricto con usted mismo. No cabe duda que creció en moldes rígidos, mas aun con su profesión de soldado y sus convicciones fariseas. Pero llegó el momento de cambiar. Sea usted mismo. No tenga temor, sea lo que quiere ser. Confíe en su guía interna. Usted es bueno por naturaleza”.

Pensar que una persona siempre escoge el mejor curso de acción al no tener una guía externa, es una utopía. Tanto Freud como Rogers son los autores responsables del movimiento hippie, una generación de jóvenes que se perdió.

ANÁLISIS TRANSACCIONAL Y LO QUE ENSEÑA

Si usted tiene convicciones negativas acerca de sí mismo, desarrollará problemas emocionales —esto es media verdad, y una media verdad está más cerca de la mentira. Creen que la personalidad tiene tres dimensiones: PADRE, que es el equivalente a la conciencia, ADULTO, el yo propiamente tal. NIÑO, la naturaleza biológica o el ego. Debemos descubrir “la transacción”, en otras palabras, cuando en nuestra vida adulta se manifiesta una de las tres. El vivir en forma restrictiva y reprimida significa que el PADRE —o la conciencia, sus instrucciones con permisos y prohibiciones— actúa y determina al individuo. Por otro lado creen que los impulsos incontrolados reflejan al NIÑO cuando dicen: “Debo responder como ADULTO”, esto es reconocer que soy básicamente bueno. “La culpa que siento es el resultado de los códigos impuestos por nuestros padres. Por eso aprendí a decir: no estoy bien”. No hay culpa moral objetiva. Es una mala lección aprendida. La sanidad se obtiene al descubrir que un sentimiento negativo o doloroso no tiene base verdadera.

En fin, la escuela de Carl Rogers establece que: YO ESTOY BIEN Y ACEPTABLE COMO SOY. SOY LA MEDIDA DE MI MISMO. “Mi querido Pablo”, le explica Rogers al paciente. “Lo entiendo en su frustración, pero he aquí la solución. Libertad sin restricciones. Deje que aflore el adulto que hay en usted. Está bien y aceptable. El juicio que ha hecho de usted mismo corresponde a la perspectiva de sus padres. Cuando mire su entorno social, diga: YO ESTOY BIEN; TU ESTAS BIEN”. No necesitamos comentar qué puede traer como consecuencia esto…tal vez algunas psicopatías.

LA ESCUELA COMPORTAMENTALISTA

Esta escuela comenzó con Skinner y es muy popular. Dice que el hombre es nada. Totalmente controlable. La solución es crear un ambiente positivo y determinante a través del condicionamiento. La cura se obtiene por reforzar la conducta deseada. Por ejemplo: Soy gerente de empresa y no me gusta llegar temprano a mi oficina. Esto se ha vuelto un problema. Debo pensar cómo recompensarme a mi mismo por cambiar de conducta. Decido entonces que el desayuno que más me gusta a mí lo tendrán listo en mi oficina a las 7.30 a.m. Es la manera de reforzar mi conducta positiva.

En general hoy día vivimos esta realidad. Los medios de comunicación determinan nuestros gustos y aficiones. La publicidad presenta elementos para reforzar una conducta de compra.

La pregunta es ¿Quién orienta el cambio? ¿Quién asume la responsabilidad por el hombre y las consecuencias de su conducta? “Mi querido Pablo”, diría el comportamentalista, “Definitivamente necesita cambiar su entorno social y establecer nuevas conductas con sus respectivos refuerzos. El grupo con el que usted anda no lo determina positivamente. No se cuestione más las cosas morales. Lo importante es la supervivencia. El problema es que ahora en el siglo 21 no sé qué grupo recomendarle… hasta las iglesias generan dudas”.

LA ESCUELA EXISTENCIALISTA

Plantean la neurosis noogénica, o crisis de significado. El paciente debe buscar y encontrar algo que lo haga feliz en la vida. Necesita un objetivo que lo impulse a vivir.

A esta altura Pablo nos diría: “no encontré significado y propósito matando cristianos, y ahora tampoco lo encuentro como cristiano sintiéndome así ¿A qué puedo aferrarme?”

El paciente Pablo encuentra la solución en Romanos 7:22 en adelante:
V.25 GRACIAS DOY A DIOS Pablo reconoce la existencia de un absoluto, por lo tanto, un perfil externo. La solución no está dentro de su puesto que él es el problema y vive las consecuencias. Reconoce que es un ser creado, aunque racional, finito y limitado. Es indudable que con esta afirmación reduce la ansiedad y la soledad.

POR JESUCRISTO SEÑOR NUESTRO

Este es el modelo, el perfil externo de salud mental y emocional. Como creyente en crisis,  reconoce dos cosas:

  1. Separado de Jesucristo nada puede hacer autónoma e independientemente (Juan 15:5).
  2. Admite que su vida esta bien, al estar en Cristo (2Corintios 5:17) “Todas las cosas son hechas nuevas”, en griego es GEGONEN: “han sido hechas”, “están siendo hechas”, “serán hechas nuevas”. Su vida es un proceso en el cual lo nuevo va siendo hecho cada día. Es la obra de Cristo en él.

Establece un cambio de creencia respecto de sí mismo lo cual determina una nueva manera como se ve a sí mismo. Cristo (lo nuevo) vive en mí… estoy siendo renovado cada día. Lo que vivo ahora es un eslabón en una cadena que se está tejiendo. Por lo tanto, soy aceptable ante mi conciencia externa (Dios), y puedo aceptarme a mí mismo en la medida que me veo no como lo que soy, sino como lo que puedo llegar a ser.

La angustia cesa no porque haya acabado el conflicto, sino porque el poder del Espíritu Santo ha sobrepasado el esfuerzo del YO.

ASÍ QUE YO MISMO CON LA MENTE

El hombre es lo que cree. De acuerdo a ello actúa. Tal como actúa, así se siente. Esta es la base de la terapia racional emotiva.

La mente es la fuente de nuestra comprensión e imaginación de las cosas. A través de ella consideramos, percibimos, entendemos. Este cambio de mentalidad, en cuanto a creer lo que Dios dice de nosotros y aceptarlo, trae paz en medio del conflicto. Cuando Pablo dice que “con la mente sirve a la ley de Dios”, expresa que el conflicto entre la voluntad de Dios y su yo será constante. Esto le muestra que es un ser libre para escoger a quién creer. El decide creer lo que Dios cree, piensa y dice acerca de él. Es un hijo de Dios, completo y salvo, a pesar del conflicto. Jesucristo le está formando en medio del conflicto.

El conflicto emocional es el resultado de creer lo que yo digo acerca de mí mismo y hacerlo. La solución es creerle a Dios y tomar sus aseveraciones como nuestras. Esto trae paz y el espacio para superar el conflicto.