Niñez y adolescencia… ¿Un mundo seguro?

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Niñez y adolescencia… ¿Un mundo seguro?

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Mg Rogelio Aracena Lasserre

«Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los
pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal. Y se arrepintió Jehová
de haber hecho al hombre en la tierra, y le dolió su corazón» —Génesis 6:5.

UNA PALABRA INICIAL

Estas palabras de Moisés, en el libro de Génesis, son el preludio del diluvio, castigo por la maldad del hombre. Se remontan al 1440 AC. y recogen una tradición oral que viene de la época pre-abrahámica. El siglo 21 nos muestra, incluso, formas más refinadas de maldad; por lo tanto somos tan merecedores del castigo como la humanidad de aquella época. La gracia y la misericordia de Dios se tradujeron en una promesa que aun nos mantiene con vida:

«…No volveré a maldecir la tierra por causa del hombre; porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud; ni volveré a destruir todo ser viviente, como he hecho» —Génesis 8:21.

Una humanidad inteligente y sabia habría aprovechado este paréntesis en la historia, sin embargo el mal se repite y se acentúa ¡No aprendemos las lecciones del pasado! Sodoma y Gomorra nos dejó un ejemplo de castigo radical reducido a un lugar geográfico. En tiempos del Imperio Romano, la maldad no fue diferente; al estilo de la interpretación griega de la historia, continuamente la estamos repitiendo. Lo dramático es que ahora pareciera que la maldad se ha centrado en los más débiles.

LAS MUJERES SON VÍCTIMAS

La Fundación Planned Parenthood of Rochester, USA nos entrega las siguientes estadísticas[1]Es muy difícil establecer estadísticas nacionales, pues la mayoría de las situaciones no son denunciadas. Esta base de datos corresponde al 2007 en USA.:

  • Cada dos minutos, una persona es agredida sexualmente en los Estados Unidos de América. Cálculos hechos por la Oficina de estadísticas de Justicia, Departamento de Justicia de los Estados Unidos.
  • En el 2001, hubo 249.000 víctimas de violación, intentos de violación o agresiones sexuales. De este número, 102.000 fueron agredidas sexualmente, 63.000 sufrieron intentos de violación, y en 84.000 casos se consumó la violación.
  • Por la metodología estadística, estos números no incluyen menores de 12 años o menos. El Departamento de Justicia ha calculado que una de cada seis víctimas tiene menos de 12 años.
  • Una de cada seis mujeres en USA sufre un intento de violación durante su vida. Según una encuesta realizada por el Instituto Nacional de Justicia y Centros para el Control y prevención de Enfermedades, en 1998, 17.6 millones de mujeres fueron víctimas de estos delitos.

LOS HOMBRES TAMBIÉN

Aproximadamente el tres por ciento de los hombres en USA, o un total de 2.78 millones, ha vivido un episodio de intento de violación o violación a lo largo de su vida. En el 2001, una de cada diez víctimas de violación fue un hombre.

POR SUPUESTO LOS NIÑOS

Aproximadamente 44% de las víctimas son menores de 18 años y tres de cada 20 víctimas tienen menos de 12 años. La Encuesta del Commonwealth Fund sobre la salud de niños y niñas adolescentes nos dice que el tres por ciento de los niños de quinto a octavo año, el cinco por ciento de noveno a doceavo, agregados al siete por ciento de niñas de quinto a octavo año y el 12% de noveno a doceavo, informaron haber sido abusados sexualmente.

MIREMOS AMÉRICA LATINA

El Secretariado General de Naciones Unidas, en su estudio acerca de la violencia y abuso contra niños y niñas, y adolescentes, realizó una Consulta para América Latina. Para la elaboración del estudio se contó con la participación directa de 2000 niños, niñas y adolescentes de 17 países latinoamericanos. Ellos han contado su propia historia vivida.

CONCLUSIONES

  1. Son las niñas y las adolescentes quienes están más expuestas a situaciones de violencia, en particular a la relacionada con el acoso, abuso, incesto y violaciones sexuales.
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  2. Se desconocen o no se respetan los derechos de los niños. Hay un contexto sumamente machista.1 Es muy difícil establecer estadísticas nacionales, pues la mayoría de las situaciones no son denunciadas. Esta base de datos corresponde a los EE. UU.
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  3. Los niños y las niñas perciben sus hogares como el entorno en el que contradictoriamente se violan más sus derechos, bajo las siguientes formas violentas: Maltrato físico y psicológico expresado en castigos y amenazas.
    • Exposición cotidiana a expresiones de violencia entre el padre y la madre.
    • Violencia sexual: acoso, abuso e inclusive explotación sexual.
    • Presión de los padres para que generen ingresos económicos.
    • La pobreza y el hacinamiento se relacionan con la violencia.
    • La incidencia negativa que tienen los medios de comunicación masiva, el cine y la televisión, con programas de alto nivel de violencia.

ENTONCES…

No hay duda que las estadísticas de América Latina —y aun la situación— no son diferentes a USA, y es que el problema tiene las mismas raíces. Vivimos en una sociedad enferma y el agente causante, es el hombre mismo:

«¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros?… ¿No es de vuestras pasiones [deseos desordenados] las cuales combaten en vuestros miembros?» —Santiago 4:1.

«Oh gente pecadora, pueblo cargado de maldad, generación de malignos, hijos depravados. Dejaron a Jehová, provocaron a ira al Santo de Israel, se volvieron atrás. ¿Porque querréis ser castigados aun? Toda cabeza esta enferma y todo corazón doliente. Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en el cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite» —Isaías 1:5 y 6.

La Sociología y la Filosofía educativa secular, establecen como causa la pobreza, la falta de oportunidades educativas y de trabajo, la marginalidad que origina conductas delincuenciales. No hay duda que estos elementos dinamizan la disfuncionalidad familiar que es el núcleo del problema afectando luego todo el entorno social; sin embargo esta problemática se observa aun en los estratos más altos y educados. A nivel general en los países, los programas de educación y prevención sexual han reconocido sus pobres resultados, aun contando con especialistas de todo tipo.

Si a esto agregamos, que aun el vientre de la madre se ha vuelto un lugar inseguro por la alta tasa de abortos —tanto legales como ilegales— sin contar los ausentes de la estadística que son causados por “la pastilla del día siguiente”. Ni aun la vejez es espacio seguro, pues la gerontofilia o abuso sexual de personas de la tercera edad, ha aumentado en los últimos años.

LA IGLESIA FRENTE A ESTO

«Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los edificadores. Si Jehová no guardare la ciudad [podemos decir la casa, la familia] en vano vela la guardia….He aquí herencia de Jehová son los hijos; cosa de estima el fruto del vientre» —Salmo 127.

Si hay alguien que conoce la causa y la cura del problema, es la Iglesia. La Biblia le dice que el hombre es pecador, que no hay nadie que haga lo bueno, ni siquiera uno. Los esfuerzos del hombre por mejorarse a si mismo no son sino el subir a las alturas por un tiempo para luego caer profundamente. Salomón, el sabio lo dice con sencillez:

«Y di mi corazón a inquirir y a buscar con sabiduría, sobre todo lo que se hace debajo del cielo; este penoso trabajo dio Dios a los hijos de los hombres, para que se ocupen de el. Mire todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí que todo es vanidad [vacío, sin sentido, para uso perverso] y aflicción de espíritu. Lo torcido no se puede enderezar, y lo incompleto no puede contarse” —Eclesiastés 1:13-15.

El hombre debe reconocer a Dios en su vida, y nacer de nuevo por la obra de Cristo en la cruz, en el poder del espíritu Santo. Este nuevo nacimiento espiritual, permite el desarrollo de una nueva vida, en la cual Jesucristo y su palabra será el centro, lo cual lo guiara a colocar la familia como prioridad en cuanto a enseñanza y modelo de vida.

En Chile, en el mes de septiembre del 2007, el Ministerio de Educación realizo un foro público por la Televisión nacional, para tratar la dramática situación de la juventud y niñez chilena. Se reconoció el problema central de la familia, y se invito a reconocidos líderes cristianos para que plantearan la dimensión espiritual del problema, junto a especialistas en medicina y psicología. Esto es dar un paso adelante, pues los cristianos tenemos algo que decir a una sociedad desesperada, y hemos estado en silencio por mucho tiempo, encerrados en cuatro paredes en una falsa concepción del vivir separados del mundo.

La familia esta en crisis. Los hijos parecen ser responsabilidad de nadie. Se delegan al estado, al colegio, a la universidad y aun a la Iglesia en la Escuela Dominical. El mensaje a dar es que los hijos son herencia de Jehová, confiada a nosotros los padres.

ALGUNAS PREGUNTAS SERIAS

  1. ¿Qué tan responsables nos sentimos como Iglesia de Cristo frente a esta situación?
  2. ¿Cuántos hemos callado frente a estas situaciones de abuso?
  3. ¿Es la familia —el matrimonio— nuestro énfasis en la docencia de la Iglesia?
  4. ¿A la luz del principio bíblico de Génesis 4, «hemos sido guardas de nuestro hermano, especialmente de los más pequeños y débiles»?
  5. «No te quedarás impávido mientras se derrama la sangre de tu prójimo» —Levítico 19:16. Traducción de la Biblia Hebrea.
  6. ¿Nuestros programas de Evangelización y Discipulado, contemplan un esfuerzo por hacer de esta sociedad algo mas digno?… ¿No está interesado Dios en la dignidad del hombre, hecho a su imagen y semejanza?

SUGERENCIAS

Junto con la tarea natural de la Iglesia, tal como esta planteada en la Biblia, es necesario también realizar prevención. No olvidemos que las encuestas hechas nos dicen que en el 80% de los casos de abuso, la víctima conocía al agresor. Padre, tío, hermano, abuelo, amigo de la familia. Que buena tarea para un equipo interdisciplinario cristiano: médicos, psicólogos, trabajadores sociales y pastores.

La Conferencia De La Red Global De Las Religiones, a favor de los niños (G.N.R.C.) reunida en Maryknoll, N.Y. del 12 al 14 de Mayo de 2002, emitió un informe final, recomendando lo siguiente:

  • Decir la verdad. La iglesia, las personas a cargo, los miembros de la familia deben propiciar un clima para romper el silencio y llamar a las cosas por su nombre, ofreciendo de este modo una invitación hacia la cura y la liberación. El abuso es lo que es: es un delito, un pecado contra Dios y la humanidad. La comunidad religiosa puede facilitar que se llame a las cosas por su nombre, que se diga la verdad.
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  • La verdad también debe ser escuchada. Esto significa reconocer que la violencia ha tenido lugar. Esto debe hablarse de manera simple y clara con un miembro de la familia, persona religiosa o alguien pertinente: “Te han hecho daño. No es tu culpa. Esto nunca te debería haber pasado. Lamentamos que te haya sucedido a ti”.
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  • Compasión. Esto significa “sufrir con” la víctima durante el camino hacia la curación. Esto es lo contrario a minimizar, evadir o presentar de manera objetiva el sufrimiento de otros. Las personas religiosas deben estar presentes para compartir el sufrimiento con la víctima.
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  • Proteger a las personas vulnerables de que sean víctimas de más abusos. Esto significa hacer lo que fuera necesario para proteger a la víctima o a otras personas de mayores daños, garantizando su seguridad. Esto podría implicar una orden de restricción contra el abusador antes o después que es condenado. También significa, desafortunadamente, establecer a la víctima en un nuevo lugar.
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  • Responsabilidad. Esto implica confrontar a la persona responsable del abuso, lo que debería resultar en la confesión o el reconocimiento de su responsabilidad. El grupo señaló que la gente que comete delitos tiene derecho a ser castigada. Si no se los castiga debidamente, no se los está tratando como personas. Al castigarlos y hacerlos admitir su responsabilidad se les está demostrando respeto. La persona ayudante compartió una historia: había muchas mujeres golpeadas por sus maridos. Las esposas fueron a hablar con el sacerdote y le informaron de la situación. El sacerdote le dijo a los hombres que se los excomulgaría si no dejaban de golpear a sus mujeres. Los hombres dejaron de hacerlo. Este es un buen ejemplo del buen uso de la responsabilidad.
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  • Restitución. Esto significa compensar por el daño que causó la violencia. Es un modo concreto de renovar la relación con los derechos, lo cual es la definición de la justicia. La restitución material ayuda a compensar los gastos incurridos como resultado de la victimización, pero también es muy simbólica como un gesto concreto que intenta recuperar todo lo que se perdió a causa de la violencia.
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  • Vindicación. Para las víctimas, esto constituye la esencia de la justicia y la piedad. Ser vindicado significa liberarse del ser “víctima”. El grupo afirmó que la fuente de justicia que da vida, permite la restauración, origina la posibilidad para el perdón, la reconciliación y la renovación con la relación con los derechos es la Presencia Divina. Este es el tipo de justicia que “deben demandar las comunidades religiosas, las personas que brindan cuidado espiritual, los sistemas legales, la ejecución de la ley, las familias y los consejeros y ministros”.

References

References
1 Es muy difícil establecer estadísticas nacionales, pues la mayoría de las situaciones no son denunciadas. Esta base de datos corresponde al 2007 en USA.