Mi último trabajo

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Mi último trabajo

xx

Testimonio de Dr. Gonzalo Cuní
1965

Llegué a Miami el primero de diciembre de 1965 como refugiado cubano. El día siguiente de la navidad me sentí solo, desolado, vencido por la tristeza y la frustración de haber perdido todo cuanto tenía y de encontrarme en un medio tan diferente y tan difícil para un hombre de tan elevada edad. No conocía a Dios, pero me atreví a orar. En mis ruegos le pedí que me ayudara de alguna manera. Después de mi oración sentí la seguridad de que Dios me había oído y respondería. Días más tarde fui invitado para asistir a una pequeña iglesia metodista distante de la casa de mi hija donde me encontraba. Fui hasta la iglesia, y al poco tiempo estaba escuchando la predicación del presidente de Logoi, Leslie Thompson, que exponía la Palabra de Dios. Mientras él hablaba (febrero 20 de 1966), comprendí que era la respuesta de Dios a la oración y el cumplimiento del pacto que la voz del Señor me había formulado el 26 de diciembre de 1965.

En esos momentos no me di cuenta que Dios tenía un campo de trabajo completamente nuevo para mí. Y o creí que ya estaba jubilado. Fui dentista, trabajé como científico, luego enseñé matemáticas, fui profesor de física y química en el Instituto Preuniversitario de Matanzas, y terminé mi carrera ( entre otras cosas) como Sub-Secretario de Educación y Director de Hacienda Pública de la isla de Cuba. Sin embargo ahora, a la edad de 74 años, se me ofrecía la oportunidad de ayudar en la publicación de literatura cristiana.

Al final de mi larga vida, he encontrado el complemento y gozo en LOGOI. Tengo ahora 81 años, aprendí mucho de la sabiduría del mundo, pero sólo en mi vejez vine a aprender el evangelio. Con LOGOI aprendí a orar. Aprendí a leer la Biblia, libro que no me había preocupado de estudiar antes. Mi vida ahora tiene una perspectiva completamente diferente, y mis horizontes se han ampliado. Y como si esto no fuera bastante, he descubierto el amor. Había soñado que había personas en el mundo que podía amar sinceramente. El sueño se hizo realidad al conocer a Cristo y la amistad cristiana.