Jeremías y los profetas falsos

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Jeremías y los profetas falsos

Jeremías identifica a los falsos profetas, maestros y pastores
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Estudio de Les Thompson

Editado por Nahum Saez

Desde las más tempranas edades los seguidores del Dios verdadero han tenido problemas con falsos profetas, maestros y pastores. La seria instrucción negativa y la severidad espiritual causadas por estos “ciegos guías de ciegos” (como los llamó Jesús), es que todos terminan cayéndose “en el hoyo” (la destrucción eterna).

El escritor bíblico que más comentarios hace acerca de los falsos guías religiosos es Jeremías. Haremos, pues, un estudio de sus comentarios para familiarizarnos con lo que los falsos religiosos dicen, hacen y destruyen. Así podremos ver las similitudes con los modernos profetas, maestros y pastores falsos que hoy día igualmente trastornan las verdades de Dios y llevan al pueblo al error.

Veremos que a través de su escrito, Jeremías dedica unos ochenta versículos para condenarlos. Para nuestro estudio tomaremos las citas principales y las analizaremos para conocer mucho mejor a estos perniciosos y falsos guías. Conociendo sus tácticas podremos con más facilidad identificar a los falsos profetas, maestros y pastores que hoy confunden, ciegan y destruyen espiritualmente al pueblo.

  1. Jeremías 2:8
    Los sacerdotes no dijeron: ¿Dónde está Jehová? y los que tenían la ley no me conocieron; y los pastores se rebelaron contra mí, y los profetas profetizaron en nombre de Baal, y anduvieron tras lo que no aprovecha. Jeremías identifica a sacerdotes, pastores y profetas que habían traicionado su llamado. Dios había asignado a estos tres grupos la tarea de revelar sus divinas verdades (Dt 33:10; Mal 2:7). Sin embargo, entre los fieles, se levantaron falsos imitadores que pretendían ser los mensajeros de Dios.
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    1. En los días de Jeremías los “maestros”, es decir los levitas (los que habían sido llamados por Dios específicamente para enseñar su ley), ahora actuaban como si esa ley no existiera, e ignorándola, enseñaban lo que más les hacía aceptados y populares.
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    2. Los “pastores” (estos no solo representaban los líderes del templo sino también los dirigentes políticos) se rebelaron contra mí, dice el Señor. Esos falsos líderes no querían relacionarse con el verdadero Dios ni con sus verdades. Solo buscaban los beneficios que acompañan a aquellos que en verdad sirven a Dios. Pretendían ser de Dios, pero realmente eran unos mentirosos, lobos vestidos de ovejas. Se parecían a los liberales religiosos de nuestros días que piadosamente se declaran mensajeros de Dios, aunque niegan la veracidad de la Biblia, la eficacia de Jesucristo, y abiertamente apoyan los pecados que la Biblia condena.
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    3. Por su parte los “profetas” en los días de Jeremías (esta representa la tercera agrupación llamada por Dios para proclamar su mensaje) actuaban como aquellos que no conocen a Dios. Jeremías los acusa de profetizar “en nombre de Baal”. Baal significa “sin valor”, o “sin provecho”. Al parecer, Jeremías hace un juego de palabras, señalando que los falsos profetas profetizan lo que no aprovecha. Es decir, sus mensajes no tienen contenido, son vacíos, sin respaldo bíblico. ¡Qué parecido a nuestros días! Ponen a un lado la Palabra de Dios y la sustituyen con visiones y mensajes propios, huecos, sin sustancia y sin provecho.
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  2. Jeremías 5:30-31
    Cosa espantosa y fea es hecha en la tierra; los profetas profetizaron mentira, y los sacerdotes dirigían por manos de ellos; y mi pueblo así lo quiso. ¿Qué, pues, haréis cuando llegue el fin? El profeta Jeremías, viendo la funesta conducta inmoral del pueblo, señala como culpables a los falsos maestros. Predicar, enseñar y profetizar mentira engendra una conducta horrible. Veamos los pasos producidos por el error:
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    1. Aquellos que debieran haber enseñado la verdad para formar un pueblo recto y moral habían traicionado su deber, convirtiéndose en los que con sus mentiras respaldaban cosas espantosas y feas en la tierra.
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    2. Los más culpables eran los profetas. En lugar de denunciar el pecado para llevar al pueblo al arrepentimiento, lo que hacían era predecir prosperidad, salud y bienestar. El pueblo, hipnotizado por sus promesas falsas, tranquilamente continuaba pecando y alejándose de Dios.
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    3. Por su parte, los sacerdotes (pastores) flojamente dirigían por manos de ellos (por su propia autoridad) en lugar de seguir los principios dados por Dios en su Sagrada Palabra.
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    4. Adormecido espiritualmente, el pueblo no solo aceptaba su estado, así lo quiso. Le gustaba la prédica de profetas y pastores indulgentes que ni hacían demandas ni denunciaban el pecado.
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    5. Jeremías, al contrario, se quedaba asombrado: ¿Qué, pues, haréis cuando llegue el fin? Un día cada persona tendría que sufrir las consecuencias de esta indiferencia espiritual. ¡Cuán grande sería el juicio que les esperaba!
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  3. Jeremías 6:13-14
    Porque desde el más chico de ellos hasta el más grande, cada uno sigue la avaricia; y desde el profeta hasta el sacerdote, todos son engañadores. Y curan la herida de mi pueblo con liviandad, diciendo: Paz, paz; y no hay paz.”
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    Jeremías se queja porque en vez de buscar a Dios, todo el mundo codicia lo material. Los sacerdotes y profetas, a causa de sus enseñanzas falsas, tenían la culpa.
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    1. Todo el pueblo, desde el más chico de ellos hasta el más grande, seguía el ejemplo de esos maestros espirituales falsos, todos buscaban las cosas de esta tierra en lugar de buscar lo eterno.
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    2. Los líderes espirituales, desde el profeta hasta el sacerdote, falsa y engañosamente enseñaban a la gente a vivir para el ahora. Dios, la eternidad y lo espiritual eran puestos a un lado. Todos buscaban dinero.
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    3. Curan la herida de mi pueblo con liviandad, es decir, los anhelos más profundos del corazón eran apagados por mensajes y palabras insignificantes y vacías de los profetas, maestros y pastores.
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    4. En medio de la turbulencia e inseguridad política en que vivían, el mensaje engañador de los maestros espirituales era paz, paz; y no había paz. Tan endurecidos estaban a cuenta de sus pecados que no estaban dispuestos a recibir la verdad ni responder a ella. (En 8:10-11 Jeremías repite el mismo mensaje.)
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  4. Jeremías 14:10-11
    Y yo dije: ¡Ah! ¡Ah, Señor Jehová! He aquí que los profetas les dicen: No veréis espada, ni habrá hambre entre vosotros, sino que en este lugar os daré paz verdadera. Me dijo entonces Jehová: Falsamente profetizan los profetas en mi nombre; no los envié, ni les mandé, ni les hablé; visión mentirosa, adivinación, vanidad y engaño de su corazón os profetizan. Por tanto, así ha dicho Jehová sobre los profetas que profetizan en mi nombre, los cuales yo no envié, y que dicen: Ni espada ni hambre habrá en esta tierra; con espada y con hambre serán consumidos esos profetas.
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    Acerca de estos profetas, pastores y maestros Dios declara: No los envié, ni les mandé, ni les hablé. Tenemos que recordar que se levantan hombres que pretenden enseñar y profetizar en nombre de Dios, pero en verdad están lejos de Él. Ni parte ni suerte tenía Dios con ellos.
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    1. Jeremías, el verdadero profeta de Dios, tiene preocupación por las profecías hechas por los falsos mensajeros: ¡Ah! ¡Ah, Señor Jehová! He aquí que los profetas les dicen: No veréis espada, ni habrá hambre entre vosotros, sino que en este lugar os daré paz verdadera. El mensaje de Jeremías era uno de arrepentimiento, el de ellos era de tranquilidad. ¿Cuál era el mensaje verdadero?
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    2. Dios responde: Falsamente profetizan los profetas en mi nombre; no los envié, ni les mandé, ni les hablé; visión mentirosa, adivinación, vanidad y engaño de su corazón os profetizan. Claramente enseña que en el pueblo se levantan pretendientes religiosos que se han auto nombrado, auto inspirado y auto enseñado. Todos pretenden hablar en el nombre de Dios, pero son impostores.
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    3. El mensaje de ellos se caracteriza por cuatro cosas: visión mentirosa, adivinación, vanidad y engaño. La base de su proclamación no es la Biblia, es inventada por la mente de ellos mismos (véase 2 Timoteo 4:3-4). El verdadero profeta de Dios llama al pueblo a regresar a Dios (no es un mensaje que da falsa tranquilidad y esperanza). Ellos denuncian el pecado y piden reconciliación con Dios, por lo tanto no son populares.
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    4. Terrible es el juicio divino que le espera a todos los profetas falsos. No hay pecado más terrible de aquel que escoge ser impostor. Falsificar el nombre de Dios, y engañar al pueblo es horriblemente pecaminoso.
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  5. Jeremías 23:9-15
    A causa de los profetas mi corazón está quebrantado dentro de mí, todos mis huesos tiemblan; estoy como un ebrio, y como hombre a quien dominó el vino, delante de Jehová, y delante de sus santas palabras. Porque la tierra está llena de adúlteros; a causa de la maldición la tierra está desierta; los pastizales del desierto se secaron; la carrera de ellos fue mala, y su valentía no es recta. Porque tanto el profeta como el sacerdote son impíos; aun en mi casa hallé su maldad, dice Jehová. Por tanto, su camino será como resbaladeros en oscuridad; serán empujados, y caerán en él; porque yo traeré mal sobre ellos en el año de su castigo, dice Jehová.
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    En los profetas de Samaria he visto desatinos; profetizaban en nombre de Baal, e hicieron errar a mi pueblo de Israel. Y en los profetas de Jerusalén he visto torpezas; cometían adulterios, y andaban en mentiras, y fortalecían las manos de los malos, para que ninguno se convirtiese de su maldad; me fueron todos ellos como Sodoma, y sus moradores como Gomorra. Por tanto, así ha dicho Jehová de los ejércitos contra aquellos profetas: He aquí que yo les hago comer ajenjos, y les haré beber agua de hiel; porque de los profetas de Jerusalén salió la hipocresía sobre toda la tierra
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    Dos cosas dejan a Jeremías atónito: la terrible ruina espiritual creada por los falsos profetas, y el terrible juicio que ahora vendría sobre el pueblo y ellos.
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    1. En estos textos se nos da un vistazo al corazón de Jeremías. Como siervo fiel de Dios, viendo la enormidad de las ofensas contra Dios cometidas por el pueblo, y comprendiendo que esto era el resultado del engaño de los líderes falsos, y conociendo el carácter verdadero de Dios, ahora contempla el juicio terrible que Dios le revela está a punto de caer sobre todos. (No olvidemos que es su pueblo amado y es su nación.) La realidad de ese juicio le deja con corazón quebrantado y sus huesos temblando. (Démonos cuenta que aunque el siervo fiel de Dios condena el pecado e invita al arrepentimiento, él no se deleita en el castigo divino. Al contrario, esa realidad es lo que le motiva a trabajar y advertir al pueblo.)
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    2. Encima de eso —porque también es profeta— considera el severo juicio que le espera a los falsos profetas, maestros y pastores, lo que le deja atónito, como un ebrio, y como hombre a quien dominó el vino. El juicio divino nunca alegra; por su realidad deja a los fieles siervos de Dios estupefactos. El verdadero siervo de Dios sufre al ver a su pueblo entregarse al pecado y al escuchar a los líderes (profetas, maestros y pastores) predicar falsedad. Sabe que por repudiar a Dios y representarlo mal les espera un terrible y justo juicio.
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    3. Empleando este pasaje que estudiamos, el comentarista Charles L. Feinberg (The Expositors Bible Commentary, volumen 6, p. 529) hace un resumen del carácter inmoral de los falsos maestros (véanse a Isaías 28:7-13; Ezequiel 13:1-16; Miqueas 3: 5-12):
      • usan el nombre de Dios sin autorización,
      • manifiestan no solo el adulterio, sino todo tipo de inmoralidad,
      • en sus consejos animan al pecado,
      • propagan falsas esperanzas ante sus seguidores,
      • la fuente de su prédica no es Dios sino su propia mente o lo dicho por otros mensajeros falsos,
      • no son ni llamados ni enviados por Dios.
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    4. Por animar la idolatría, por vivir en inmoralidad, por su indiferencia a lo justo, por su tolerancia del pecado, y por sus palabras engañosas todos los líderes falsos son culpables de endurecer los corazones del pueblo. Así que ante los ojos de Dios todo el pueblo se convierte en uno pecaminoso como Sodoma, y sus moradores como Gomorra.
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    5. Por haber envenenado los manantiales espirituales del pueblo, los líderes espirituales, en particular, son los más culpables y los merecedores del mayor castigo. El Señor declara: He aquí que yo les hago comer ajenjos, y les haré beber agua de hiel; porque de los profetas de Jerusalén salió la hipocresía sobre toda la tierra.
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  6. Jeremías 23:16-24; 25-32
    Así ha dicho Jehová de los ejércitos: No escuchéis las palabras de los profetas que os profetizan; os alimentan con vanas esperanzas; hablan visión de su propio corazón, no de la boca de Jehová. Dicen atrevidamente a los que me irritan: Jehová dijo: Paz tendréis; y a cualquiera que anda tras la obstinación de su corazón, dicen: No vendrá mal sobre vosotros. Porque ¿quién estuvo en el secreto de Jehová, y vio, y oyó su palabra? ¿Quién estuvo atento a su palabra, y la oyó? He aquí que la tempestad de Jehová saldrá con furor; y la tempestad que está preparada caerá sobre la cabeza de los malos. No se apartará el furor de Jehová hasta que lo haya hecho, y hasta que haya cumplido los pensamientos de su corazón; en los postreros días lo entenderéis cumplidamente. No envié yo aquellos profetas, pero ellos corrían; yo no les hablé, mas ellos profetizaban. Pero si ellos hubieran estado en mi secreto, habrían hecho oír mis palabras a mi pueblo, y lo habrían hecho volver de su mal camino, y de la maldad de sus obras.
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    ¿Soy yo Dios de cerca solamente, dice Jehová, y no Dios desde muy lejos? ¿Se ocultará alguno, dice Jehová, en escondrijos que yo no lo vea? ¿No lleno yo, dice Jehová, el cielo y la tierra? Yo he oído lo que aquellos profetas dijeron, profetizando mentira en mi nombre, diciendo: Soñé, soñé. ¿Hasta cuándo estará esto en el corazón de los profetas que profetizan mentira, y que profetizan el engaño de su corazón? ¿No piensan cómo hacen que mi pueblo se olvide de mi nombre con sus sueños que cada uno cuenta a su compañero, al modo que sus padres se olvidaron de mi nombre por Baal? El profeta que tuviere un sueño, cuente el sueño; y aquel a quien fuere mi palabra, cuente mi palabra verdadera. ¿Qué tiene que ver la paja con el trigo? dice Jehová. ¿No es mi palabra como fuego, dice Jehová, y como martillo que quebranta la piedra? Por tanto, he aquí que yo estoy contra los profetas, dice Jehová, que hurtan mis palabras cada uno de su más cercano. Dice Jehová: He aquí que yo estoy contra los profetas que endulzan sus lenguas y dicen: El ha dicho. He aquí, dice Jehová, yo estoy contra los que profetizan sueños mentirosos, y los cuentan, y hacen errar a mi pueblo con sus mentiras y con sus lisonjas, y yo no los envié ni les mandé; y ningún provecho hicieron a este pueblo, dice Jehová.
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    En este pasaje Jeremías revela las tácticas sutiles usadas por los falsos profetas para ganarse al pueblo. También declara el juicio divino que les espera. Declara que si hubieran hablado realmente en el nombre de Dios, habrían advertido al pueblo y lo hubieran llevado al arrepentimiento.
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    Primero miremos las tácticas sutiles usadas por los falsos profetas para atraer y luego captar la atención y lealtad del pueblo:

    1. Hacen atractivas promesas que luego no pueden cumplir: os alimentan con vanas esperanzas.
    2. Inventan visiones pretendiendo que vienen de Dios: hablan visión de su propio corazón, no de la boca de Jehová.
    3. Declaran que lo que dicen viene directamente de Dios: dicen atrevidamente… Jehová dijo.
    4. Se apoyan falsamente en sus sueños: profetizan mentira en mi nombre, diciendo: Soñé, soñé.
    5. Se roban el uno del otro las manifestaciones que producen éxito: hurtan mis palabras cada uno de su más cercano.
    6. Hablan con gracia lo que el pueblo quiere escuchar: he aquí que yo estoy contra los profetas que endulzan sus lenguas.
      El problema con toda esta pretendida profecía y espiritualidad es que es de origen humano, no viene de Dios. ¿Qué tiene que ver la paja con el trigo? dice Jehová. Al no tener el respaldo divino, finalmente fracasará. Pero ¿qué de los que se han confiado y seguido a toda esa mentira?
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    Cuando se estudia lo dicho por los falsos profetas claramente se ve que contradicen por completos lo que verdaderamente enseña la Palabra de Dios. Los verdaderos profetas de Dios anuncian la venida de un terrible juicio: He aquí que la tempestad de Jehová saldrá con furor; y la tempestad que está preparada caerá sobre la cabeza de los malos. Los falsos profetas por su parte declaran lo opuesto: Jehová dijo: Paz tendréis; y a cualquiera que anda tras la obstinación de su corazón, dicen: No vendrá mal sobre vosotros.

    Dios, en cambio, oyendo sus mentiras, dice: ¿quién [de ellos] estuvo en el secreto de Jehová, y vio, y oyó su palabra? ¿Quién estuvo atento a su palabra, y la oyó? Los falsos profetas están tan entretenidos y satisfechos en sus inventos que no tienen tiempo para Dios, ni le dan importancia a su Palabra. No lo buscan. No lo escuchan. No lo siguen.

    Dios por lo tanto los declara falsos e indignos de llevar su nombre: He aquí, dice Jehová, yo estoy contra los que profetizan sueños mentirosos, y los cuentan, y hacen errar a mi pueblo con sus mentiras y con sus lisonjas, y yo no los envié ni les mandé; y ningún provecho hicieron a este pueblo, dice Jehová.
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  7. Jeremías 26:7-11; 12-15 (La reacción de los profetas falsos a las enseñanzas de Jeremías):
    Y los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo oyeron a Jeremías hablar estas palabras en la casa de Jehová. Y cuando terminó de hablar Jeremías todo lo que Jehová le había mandado que hablase a todo el pueblo, los sacerdotes y los profetas y todo el pueblo le echaron mano, diciendo: De cierto morirás. ¿Por qué has profetizado en nombre de Jehová, diciendo: Esta casa será como Silo, y esta ciudad será asolada hasta no quedar morador? Y todo el pueblo se juntó contra Jeremías en la casa de Jehová. Y los príncipes de Judá oyeron estas cosas, y subieron de la casa del rey a la casa de Jehová, y se sentaron en la entrada de la puerta nueva de la casa de Jehová. Entonces hablaron los sacerdotes y los profetas a los príncipes y a todo el pueblo, diciendo: En pena de muerte ha incurrido este hombre; porque profetizó contra esta ciudad, como vosotros habéis oído con vuestros oídos.
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    Y habló Jeremías a todos los príncipes y a todo el pueblo, diciendo: Jehová me envió a profetizar contra esta casa y contra esta ciudad, todas las palabras que habéis oído. Mejorad ahora vuestros caminos y vuestras obras, y oíd la voz de Jehová vuestro Dios, y se arrepentirá Jehová del mal que ha hablado contra vosotros. En lo que a mí toca, he aquí estoy en vuestras manos; haced de mí como mejor y más recto os parezca. Mas sabed de cierto que si me matáis, sangre inocente echaréis sobre vosotros, y sobre esta ciudad y sobre sus moradores; porque en verdad Jehová me envió a vosotros para que dijese todas estas palabras en vuestros oídos.

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    En este pasaje se explica la manera en que el pueblo y los falsos profetas, maestros y pastores reaccionan ante la verdad dada por Dios y predicada por Jeremías. No solo la rechazan, pero procuran matar a Jeremías quien era el verdadero vocero de Dios.”
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    1. Nos interesa notar que el pueblo, junto a sus líderes religiosos, escucharon atentamente lo dicho por Jeremías, pero luego vino la reacción: los sacerdotes y los profetas y todo el pueblo le echaron mano, diciendo: De cierto morirás. Claramente ellos creían que el “falso” profeta era Jeremías. Es fascinante observar la manera en que la versión Septuaginta clasifica a estos falsos acusadores (nos referimos a la traducción de la Biblia del hebreo al latín que comúnmente es designada “LXX”, por el hecho de que fueron 70 traductores en Alejandría —entre los años 275-100 a.C.— los que hicieron esta traducción). En esta Biblia los falsos maestros son llamados “seudoprofetas”, claramente estableciendo que ellos eran los falsos y pretenciosos entes religiosos.
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    2. Se nota a la vez la rabia con que esos llamados religiosos tratan al verdadero mensajero de Dios. No lo reconocen como el profeta legítimo. Rechazan su mensaje. No lo toleran. ¡Lo quieren ver muerto como si él fuera el hereje (Dt 18:20)! Preguntan: ¿Por qué has profetizado en nombre de Jehová, diciendo: Esta casa [el templo] será como Silo, y esta ciudad [Jerusalén] será asolada hasta no quedar morador? Rechazan este mensaje verdadero, prefiriendo creer en sus inventadas mentiras. Aunque Nabucodonosor estaba por invadir a la ciudad y saquear el templo, ellos declaraban: “Dios nunca destruirá a Jerusalén ni a Israel su pueblo amado”.
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    3. Adicionalmente, vemos que cuando los oficiales oyen del tumulto e interfieren para proteger a Jeremías, los seudoprofetas dicen: En pena de muerte ha incurrido este hombre; porque profetizó contra esta ciudad. Al omitir la condenación que Jeremías había hecho del “templo”, estos malintencionados procuraron convertir la acusación en un asunto político: “¡Jeremías es un traidor; está contra la patria!”
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    4. Con increíble audacia Jeremías defiende sus proclamaciones. No acortó su mensaje. No lo cambió. No lo suavizó. Aunque le llevara a la muerte, este era el mensaje que Dios le había pedido predicar. A su vez se ve el corazón del verdadero siervo de Dios —se preocupa por el destino eterno de los hombres— y, sorpresivamente, les da otra oportunidad para arrepentirse: Mejorad ahora vuestros caminos y vuestras obras, y oíd la voz de Jehová vuestro Dios, y se arrepentirá Jehová del mal que ha hablado contra vosotros. Lo que nos impresiona sobre todo es que en la hora de gran prueba Jeremías sigue predicando y se mantuvo fiel y fuerte.
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  8. Jeremías 37:15-21 y 38:6-13; 28 (Las penas sufridas por Jeremías a consecuencia de su fidelidad a Dios):
    Y los príncipes se airaron contra Jeremías, y le azotaron y le pusieron en prisión en la casa del escriba Jonatan, porque la habían convertido en cárcel. Entró, pues, Jeremías en la casa de la cisterna, y en las bóvedas. Y habiendo estado allá Jeremías por muchos días, el rey Sedequías envió y le sacó; y le preguntó el rey secretamente en su casa, y dijo: ¿Hay palabra de Jehová? Y Jeremías dijo: Hay. Y dijo más: En mano del rey de Babilonia serás entregado. Dijo también Jeremías al rey Sedequías: ¿En qué pequé contra ti, y contra tus siervos, y contra este pueblo, para que me pusieseis en la cárcel? ¿Y dónde están vuestros profetas que os profetizaban diciendo: No vendrá el rey de Babilonia contra vosotros, ni contra esta tierra? Ahora pues, oye, te ruego, oh rey mi señor; caiga ahora mi súplica delante de ti, y no me hagas volver a casa del escriba Jonatan, para que no muera allí. Entonces dio orden el rey Sedequías, y custodiaron a Jeremías en el patio de la cárcel, haciéndole dar una torta de pan al día, de la calle de los Panaderos, hasta que todo el pan de la ciudad se gastase. Y quedó Jeremías en el patio de la cárcel.
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    Entonces tomaron ellos a Jeremías y lo hicieron echar en la cisterna de Malaquías hijo de Hamelec, que estaba en el patio de la cárcel; y metieron a Jeremías con sogas. Y en la cisterna no había agua, sino cieno, y se hundió Jeremías en el cieno. Y oyendo Ebed-melec, hombre etíope, eunuco de la casa real, que habían puesto a Jeremías en la cisterna, y estando sentado el rey a la puerta de Benjamín, Ebed-melec salió de la casa del rey y habló al rey, diciendo: Mi señor el rey, mal hicieron estos varones en todo lo que han hecho con el profeta Jeremías, al cual hicieron echar en la cisterna; porque allí morirá de hambre, pues no hay más pan en la ciudad. Entonces mandó el rey al mismo etíope Ebed-melec, diciendo: Toma en tu poder treinta hombres de aquí, y haz sacar al profeta Jeremías de la cisterna, antes que muera. Y tomó Ebed-melec en su poder a los hombres, y entró a la casa del rey debajo de la tesorería, y tomó de allí trapos viejos y ropas raídas y andrajosas, y los echó a Jeremías con sogas en la cisterna. Y dijo el etíope Ebed-melec a Jeremías: Pon ahora esos trapos viejos y ropas raídas y andrajosas, bajo los sobacos, debajo de las sogas. Y lo hizo así Jeremías. De este modo sacaron a Jeremías con sogas, y lo subieron de la cisterna; y quedó Jeremías en el patio de la cárcel.
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    Y quedó Jeremías en el patio de la cárcel hasta el día que fue tomada Jerusalén; y allí estaba cuando Jerusalén fue tomada.

He aquí muestra del trato que recibe Jeremías por su fidelidad a Dios. El mensaje divino para este mundo pecador no es placentero: viene con denuncias, con condenaciones, con demandas, con advertencias de un terrible juicio, pero todo mezclado con la buena disposición de Dios para perdonar y abrazar a los que se arrepientan. En verdad, la historia de los profetas en la Biblia es una de rechazo y sufrimiento, con pocas excepciones. Consideremos lo que le pasó al mismo Jesucristo, y los dolores sufridos por sus discípulos, especialmente el apóstol Pablo (véase 2 Co 11:18-30). Los verdaderos profetas de Dios nunca fueron populares, ni vivieron en palacios rodeados de lujosos automóviles. En fin, ¿cuáles son los profetas que en verdad necesita el pueblo? Para nuestro bien eterno, busquemos y sigamos a aquellos mensajeros de Dios que fielmente —y sin temor a las consecuencias personales— declaran el mensaje incambiable del Dios eterno.