GP Biografía 21: Simón el Zelote

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GP Biografía 21: Simón el Zelote

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por Mario J. Zani

 

¡Qué decisión más descabellada! ¡Asignar a un equipo dos personas con maneras de pensar y actuar opuestas! Antes de sentarse en la misma mesa, ya eran enemigos declarados. Sería como invitar a un revolucionario y a un contrarrevolucionario activos a conformar el gabinete de un gobierno. El presidente de un estado así recibiría serios ataques de la ciudadanía y crearía un ambiente negativo en el país.

Jesús, sin embargo, lo hizo. Llamó a sus discípulos de los más diversos contextos sociales de su tiempo. Y este es un detalle que pocas veces observamos: la presencia de polos tan opuestos dentro de su movimiento. Mateo, por ejemplo, era un recaudador de impuestos que trabajaba para el imperio romano; y Simón, el cananista o zelote, se cree que era miembro de un grupo que luchaba abiertamente contra esa presencia romana en suelo israelita.

¿Cuánto progresaría aquel equipo con semejantes personajes?

Zelote o celoso

Poco se nos dice acerca de Simón en las Escrituras, pero su sobrenombre —usado para diferenciarlo de Simón Pedro— nos permite sentir el pulso de quien fuera también uno de los apóstoles. Tanto Mateo (10.4) como Marcos (3.18) lo llaman Simón el cananista. Este apodo no significa que él naciera en Caná de Galilea, sino que surge de una transliteración aramea de una palabra griega que significaba zelote, y que es bien traducida por Lucas cuando menciona a Simón llamado zelote (6.15).

La palabra zelote significa celoso. Con ella se distinguía al judío extremista —y hasta miembro de partidos guerrilleros—, que se oponía y estaba dispuesto a luchar aun con las armas, contra cualquier elemento foráneo —en este caso los romanos— para defender la causa de Dios. Fue Judas el galileo quien seis años antes de Cristo inició este movimiento, oponiéndose a la realización del censo ordenado por los romanos.

Zelotes en la práctica

No fue solo contra los romanos que los zelotes defendieron la causa de Jehová. Su enojo se demostró filosóficamente en toda la historia judía. Eran zelotes o celosos aquellos que se encendían contra los que tomaran el nombre de Dios en vano, o incitaran a la idolatría y a la transgresión de la ley. En este sentido, y sin filiación política, Elías fue zelote (1 R 18.40; 19.10-14).

Incluso los evangelios indican que en cierta ocasión Jesús actuó como zelote. Fue cuando llegó al templo y halló a los judíos comerciando en sus atrios. Juan dice que Jesús, haciendo un azote de cuerdas, echó fuera del templo a todos, y las ovejas y los bueyes; y esparció las monedas de los cambistas, y volcó las mesas; y dijo a los que vendían palomas: Quitad de aquí esto, y no hagáis de la casa de mi Padre casa de mercado. Entonces se acordaron sus discípulos que está escrito: El celo [zelote] de tu casa me consume (en referencia al Salmo 69.9; véase Juan 2.13-17).

Saulo de Tarso también se comportó como un zelote aunque no estaba afiliado a ningún partido revolucionario. Su celo por la ley fue tan grande que persiguió y procuró la muerte de los primeros cristianos. En cuanto a celo [zelote] — diría el apóstol años más tarde—, perseguidor de la iglesia (Flp 3.6).

Los zelotes actuaron en momentos cruciales del pueblo judío. Unas veces, fanática y erróneamente; otras, mostrando la debilidad del hombre, el pecado, la injusticia y el alejamiento de la misión que Dios les había dado como nación. Jesús no vio en Simón el Zelote un problema, sino a un hombre como Saulo que, bien encaminado, sin fanatismo, consagrado a Dios, y lleno del Espíritu, enriquecería la vida de Su iglesia.

Aunque no sabemos mucho de Simón el Zelote —como en el caso de otros apóstoles— el silencio habla elocuentemente de su fidelidad a Dios y su compromiso con el Señor. Por ejemplo, no fue de los que pidió sentarse a la izquierda o a la derecha del Señor. Tampoco se nos dice que hubiese incitado a los otros discípulos a la desobediencia y al cuestionamiento de la misión de Jesús. Quizá haya sido un discípulo renuente, como ese que no se identifica por nombre en Mateo: Otro de sus discípulos le dijo: Señor, permíteme que vaya primero y entierre a mi padre. Jesús le dijo: Sígueme; deja que los muertos entierren a sus muertos (8.21-22).

Es posible que haya sido quien, en nombre de los discípulos, preguntara al Maestro: ¿Por qué les hablas por parábolas? (Mt 13.10); o quien le dijo: Explícanos la parábola de la cizaña del campo (Mt 13.36). Sí, sabemos que estuvo con Jesús y los discípulos en sus enseñanzas y milagros. Simón el Zelote, de acuerdo con Hechos 1.14, estuvo en el Aposento Alto donde los apóstoles rogaron, oraron y estuvieron unánimes juntos hasta que el Espíritu Santo descendió sobre la iglesia.

Conclusión

Simón el Zelote tuvo un papel protagónico en la iglesia de Jerusalén cuando con sus compañeros —incluido Matías, el reemplazante de Judas—, convocó a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas (Hch 6.2). De igual manera, durante el primer concilio, en Jerusalén, fue uno de los que se reunió con los demás apóstoles para saber del problema que planteaban los fariseos que habían creído en Jesús a los nuevos convertidos gentiles (Hch 15.6).

Simón el Zelote se mantuvo fiel al Señor hasta su muerte. De no haber sido así, seguramente la historia lo hubiese escrito con grandes letras. Seguramente se identificó con las palabras de Pablo: Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu (Ro 8.3-4).