GP Biografía 15: El Rey Salomón y el Rey del Rock

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GP Biografía 15: El Rey Salomón y el Rey del Rock

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por Dr. James Dobson

La codicia de la carne y la soberbia llevaron a estos dos reyes
tras una búsqueda enloquecida que sembró en ellos la semilla de la autodestrucción.

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Visitando la ciudad de Memphis, mi esposa, Shirley y yo llegamos a Graceland, la mansión donde vivió Elvis Presley, “El Rey del Rock and Roll”.

Graceland se ha convertido en una especie de templo para aquellos que aún adoran a Elvis. Cada año, quinientos mil turistas visitan el lugar, paseando en silencio a través de los dormitorios y corredores donde Elvis vivió, disfrutó y amó —y en el que murió a los 42 años. Pocos artistas fueron tan honrados como Elvis Aaron Presley.

En su corta vida, vendió un estimado de un billón de discos. ¡Más que cualquier cantante en la historia![1]Fuente: Elvis Presley Enterprises, Memphis, TN. Elvis tuvo 18 “bestsellers” en su carrera, y vendió un millón de discos de “Love Me Tender” antes de que saliera a la venta. Hizo una gran fortuna con sus discos, películas y conciertos, y gastó gran parte de ella en una variedad de juguetes que, hoy en día, están esparcidos por toda la mansión.

Varios de sus vehículos, por ejemplo, se exponen alrededor de la mansión, incluyendo dos deslumbrantes Cadillacs, uno color púrpura, y otro rosado, entre otros automóviles; y dos antiguos aeroplanos: un Convair 880, El Lisa Marie, y un pequeño jet, el Hound Dog II. Estos aviones transportaban a Elvis, algunas veces por la más tonta de las razones. Se cuenta que una noche, hizo volar el avión más grande hasta Denver para traerle un sandwich de mantequilla de maní. Nunca se privó de nada que el dinero pudiera comprar. No obstante el brillo y el encanto que Graceland representa hoy, encontré todo un poco deprimente. Era mi reacción al lado oscuro de la historia de Presley y cómo la fama y fortuna lo destruyeron. La industria del entretenimiento le ofreció toda la recompensa material, pero no le pudo llenar el vacío espiritual —cosa que todo corazón humano añora.

Este joven, que creció en una iglesia de las Asambleas de Dios en Tupelo, Mississippi, caminó a tientas durante los últimos diez años de su vida, buscando con desesperación algo en lo cual creer. Después de su triste divorcio de Priscilla, Elvis se refugió en la meditación y la contemplación de las estrellas, la numerología, la astrología, y otros cultos extraños. Se unió a una organización mundial de yoga llamada “Self Realization Fellowship”.[2]Joe Espósito y Elena Oumano, Good Rocking’ Tonight, Simon and Schuster, New York, 1994, p.123. Joe Esposito, escribió acerca de Elvis: “Él cree fervientemente en la reencarnación. Alguien le dio una fotografía de una estatua en Roma, y la puso al lado de la fotografía de Elvis para destacar sus perfiles idénticos. Elvis meditó mucho en esas fotos. Su conclusión fue: ‘Creo que estuve allí antes’ “.[3]Ibíd., p. 189

El uso de sustancias ilegales llevó a Presley a la destrucción. Experimentó con marihuana y LSD, esperando “abrir las puertas de la percepción”.[4]Ibíd., p. 123 Buscaba un “despertar espiritual” que nunca llegó. “Tomaba píldoras para dormir, para levantarse, para actuar, insistiendo que no tenía ningún problema”, agrega Esposito.[5]Ibíd., p. 207 “Abusó tanto con las drogas que al final hasta la locura le parecía natural”.[6]Ibíd., p. 218

Elvis Aaron Presley se deslizó a la eternidad un 16 de Agosto de 1977. Lo destruyó la misma fuerza que mató a Marilyn Monroe, Judy Garland, y muchas otras celebridades.

¿Y ahora qué? ¿De qué sirven cientos de discos de oro y platino colgados en todas las paredes de la mansión? ¿Qué importa que RCA le diera un trofeo de tres metros de alto y lo designara como el mejor actor y cantante de todos los tiempos? Ahora ¿qué? Todo eso es “madera, heno y paja” (1 Co 3:12).

Igual pasa con su vida. ¿De qué sirve dejar un legado similar a quienes vienen tras usted? ¿Quién se preocupa al final? Todo eso es inútil en la eternidad.

La vida de otro rey: Salomón

Salomón, como señalo en mi libro Life on the Edge  [La vida al borde del abismo], se convirtió en, quizás, el más rico, y famoso rey de la historia. Recibía 25 toneladas de oro cada año (unos 308 millones de dólares hoy), y con ello cualquier forma de placer que el oro pudiera comprar. La Escritura dice:
Y excedió el rey Salomón a todos los reyes de la tierra en riqueza y en sabiduría. Y todos los reyes de la tierra procuraban ver el rostro de Salomón, para oír la sabiduría que Dios le había dado. Cada uno de éstos traía su presente, alhajas de plata, alhajas de oro, vestidos, armas, perfumes, caballos y mulos, todos los años. Tuvo también Salomón cuatro mil caballerizas para sus caballos y carros, y doce mil jinetes, a los cuales puso en las ciudades de los carros, y con el rey en Jerusalén… Traían también caballos para Salomón, de Egipto y de todos los países (2 Cr 9:22-28).

Salomón puede haber sido el hombre más poderoso y respetado de todos los tiempos. ¿No hubiera sido valioso saber qué sentía en cuanto a la abundancia que disfrutaba? Afortunadamente, tenemos esa información. Salomón escribió sus pensamientos más profundos y los grabó en un libro que conocemos hoy como Eclesiastés. Las siguientes citas son extremadamente importantes para entender el punto que enfocamos.

Engrandecí mis obras, edifiqué para mí casas, planté para mí viñas; me hice huertos y jardines, y planté en ellos árboles de todo fruto. Me hice estanques de aguas, para regar de ellos el bosque donde crecían los árboles. Compré siervos y siervas, y tuve siervos nacidos en casa; también tuve posesión grande de vacas y de ovejas, más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén. Me amontoné también plata y oro, y tesoros preciados de reyes y de provincias; me hice de cantores y cantoras, de los deleites de los hijos de los hombres, y de toda clase de instrumentos de música. Y fui engrandecido y aumentado más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; además de esto, conservé conmigo mi sabiduría. No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan, ni aparté mi corazón de placer alguno, porque mi corazón gozó de todo mi trabajo; y esta fue mi parte de toda mi faena. Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol… Aborrecí, por tanto, la vida, porque la obra que se hace debajo del sol me era fastidiosa; por cuanto todo es vanidad y aflicción de espíritu. Asimismo, aborrecí todo mi trabajo que había hecho debajo del sol, el cual tendré que dejar a otro que vendrá después de mí. Y ¿quién sabe si será sabio o necio el que se enseñoreará de todo mi trabajo en que yo me afané y en que ocupé debajo del sol mi sabiduría? Esto también es vanidad. (Ecl 2:4-11,17-19)

¡Qué increíble pasaje!, viene directamente del corazón de un hombre decepcionado de la vida. Sin embargo, no cuenta toda la historia. Salomón no mencionó que se había apartado de las advertencias de su padre, el rey David, ni que cayó en pecado. Dios, específicamente, les advirtió a los hombres de Israel que no se casaran con mujeres extranjeras que veneraban ídolos y dioses falsos. Pero Salomón desobedeció su mandamiento y tomó cientos de extranjeras como esposas y concubinas.

Las Escrituras señalan a lo que lo llevó esta provocación:

Y cuando Salomón era ya viejo, sus mujeres inclinaron su corazón tras dioses ajenos, y su corazón no era perfecto con Jehová su Dios, como el corazón de su padre David. Porque Salomón siguió a Astoret, diosa de los sidonios, y a Milcom, ídolo abominable de los amonitas. E hizo Salomón lo malo ante los ojos de Jehová, y no siguió cumplidamente a Jehová como David su padre. (1 R 11:4-6)

Ahora sabemos por qué Salomón estaba tan deprimido en los últimos años de su vida. Tenía una mancha en su corazón que era como un cáncer. Había traicionado a Dios. ¿Pueden imaginarse al rey inclinado ante los falsos dioses Astarte y Moloc? Estos ídolos eran usados por naciones paganas para las más increíbles maldades, incluyendo orgías y sacrificios de niños inocentes.

Sin embargo, Salomón, que había conversado con Dios y recibido muchos regalos de Sus manos, persistía en adorar a esos símbolos del demonio. Y además incitó a la gente de Israel a que hiciera lo mismo. Por consiguiente, Salomón perdió todo sentido en la vida, lo cual explica el fastidio que sentía pese a sus riquezas, mujeres, oro, fama, etc. La mano de Dios no estaba ya con él.

La lección es clara para el resto de nosotros. Si ignoramos a Dios y violamos Sus mandamientos, tampoco tendremos sentido en la vida. Lo temporal de este mundo, aun las riquezas, no satisface permanentemente. Debe haber algo más valioso en lo cual uno pueda basar sus propósitos y metas. Y por supuesto que lo hay.

Jesús resumió el sistema de valores eternos en el Monte de los Olivos. Habló claramente sobre la necedad de vivir para el dinero y las cosas materiales:

No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. (Mt 6:19-21).

La admonición se extiende a través de veinte siglos y expone la falsedad de nuestra sociedad materialista. Esto contradice todo lo que pensamos, y trivializa todas nuestras ambiciones egoístas. Y nos lleva a preguntar: ¿Dónde encontrar sentido en esta experiencia humana, si no es en el dinero y la posición? Nuevamente, las palabras de Cristo Jesús resuenan con profundo significado.

En este mundo tan dado a la codicia de la carne y la soberbia de la vida, cuán desesperadamente necesitamos reconocer que vivir como Elvis Presley o como el rey Salomón significa perderlo todo.

Nada de lo que podamos conseguir hoy ha de servirnos en la vida eterna. Despojémonos, pues, de toda vanidad, de aquello que no es más que hojarasca y heno, y atesoremos lo que nos sirve para toda la eternidad.

Busquemos, pues, las “cosas de arriba” que satisfacen para siempre y no gastemos tiempo en las “cosas de la tierra” que solo producen vanidad.

References

References
1 Fuente: Elvis Presley Enterprises, Memphis, TN.
2 Joe Espósito y Elena Oumano, Good Rocking’ Tonight, Simon and Schuster, New York, 1994, p.123.
3 Ibíd., p. 189
4 Ibíd., p. 123
5 Ibíd., p. 207
6 Ibíd., p. 218