El pastor como evangelista

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El pastor como evangelista

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por Salvador Dellutri

Ariel, mi hijo mayor, es veterinario. Como es esperable vive rodeado de animales y de publicaciones sobre el tema. Entre las cosas más interesantes tiene una lista clasificada de razas caninas donde figuran las características físicas y de carácter que tipifican a cada una de ellas y está acompañada de fotografías ilustrativas. En ese catálogo todo está perfectamente ordenado, discriminado y clasificado para facilitar la tarea del profesional. Pero cuando lo visito en su veterinaria veo que la mayoría de los perros que atiende son mestizos, no responden a los estereotipos puros. Me imagino que, así como físicamente son inclasificables, lo mismo debe pasar con su carácter. Le debemos a los griegos este celo por el ordenamiento y la clasificación, que es altamente útil para todas las disciplinas. Pero la realidad muchas veces no condice con el catálogo que nosotros hemos elaborado.

Cuando comenzaba mi ministerio creí que iba a ser un evangelista. Tenía veinte años cuando comencé a predicar en campañas evangelísticas de pequeñas iglesias en Buenos Aires y presentía que el Señor me había llamado para cumplir esa tarea. Pero la iglesia a la que asistía, una congregación también pequeña, estaba necesitada de maestros y continuamente estaba convocado a enseñar. Luego tuve que asumir la labor pastoral y entonces, confundido, me pregunté ¿para qué me quiere el Señor? ¿quiere usarme como pastor maestro o evangelista? Estaba tratando de definir de acuerdo a un esquema rígido cuál era el casillero en que el Señor me había colocado, pero la realidad se imponía y no podía abandonar ninguna de las dos tareas. Para seguir con la comparación diría que el perro no era de raza definida, era mestizo.

El Nuevo Testamento registra también esa realidad; los cristianos del primer siglo debían realizar tareas mixtas para cubrir todas las demandas del ministerio.

El Apóstol Pedro comienza su ministerio público en el día de Pentecostés, predicando a los judío.[1]Hechos 2 El Espíritu Santo obró poderosamente y se añadieron a la iglesia alrededor de tres mil personas.[2]Hechos 2.41 Inmediatamente Lucas nos informa que los convertidos “perseveraban en la doctrina de los apóstoles”,[3]Hechos 2.42 demostrando que a la evangelización añadían un trabajo de discipulado y pastoreo para que aquellos primeros cristianos crecieran en la fe. Más adelante, en el pórtico de Salomón,[4]Hechos 3 luego del milagro de sanidad operado en el cojo, Pedro vuelve a confrontar a sus co-nacionales con el evangelio y alrededor de cinco mil personas se añaden a la iglesia.[5]Hechos 4.4 Con posterioridad y por guía e indicación expresa del Espíritu Santo va a la casa de Cornelio y evangeliza a los primeros gentiles, quienes reciben el Espíritu Santo, son bautizados y pasan a formar parte del pueblo de Dios.[6]Hechos 10 Pedro hacía una formidable labor de evangelista. Había aprendido del Señor quien, en compañía de sus discípulos, visitaba todas las ciudades y aldeas predicando el arrepentimiento, llamando a la gente a seguirlo, pero también se dedicaba a enseñar y pastorear a los suyos. Mateo registra esta labor integral realizada por el Señor: Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor.[7]Mateo 9.35-36 En este breve párrafo se describe el trabajo de enseñanza, evangelización y se revela el corazón pastoral de Jesús, a quien Pedro va a designar como “Príncipe de los pastores”.[8]1 Pedro 5.4

Al final del Nuevo Testamento tenemos las dos epístolas de Pedro que nos muestran otro aspecto de su tarea, la de un consumado pastor preocupado por el rebaño, que busca sostenerlo y alimentarlo para que crezca espiritualmente y llegue a la madurez. En la primera de las epístolas dice “Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos…”[9]1 Pedro 5.1 incluyéndose en el número de pastores que el Señor estaba utilizando en aquella hora y les recomienda que apacienten la grey del Señor.[10]1 Pedro 5.2 Pedro actuaba como evangelista, maestro y pastor.

El caso del Apóstol Pablo es similar. Fue un consumado evangelista desde su conversión, y en la ciudad de Damasco predicaba a Cristo en la sinagoga.[11]Hechos 9.20 Luego, al comenzar la obra misionera, extendió el reino de Dios por Asia Menor y Europa. Su estrategia era simple, pero eficaz; cuando llegaba a alguna ciudad que no había oído el Evangelio acostumbraba ir a la sinagoga y comenzar la tarea evangelizadora con sus compatriotas, luego ampliaba su radio de acción y se dirigía a los gentiles. Es notable su discurso en Atenas donde demuestra un profundo conocimiento de la idiosincrasia y problemática de los griegos, y una especial capacidad de adaptación a su auditorio, virtud propia de los evangelistas. En sus alegatos ante las autoridades, cuando estaba prisionero y debía defenderse, utilizaba esa oportunidad para proclamar el evangelio con fervor. El rey Agripa que lo escuchó durante su cautiverio en Cesárea tuvo que admitir “Por poco me persuades a ser cristiano”[12]Hechos 26.28 Al escribir a los corintios declara su pasión evangélica con encendidas palabras: Pues si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio![13]1 Corintios 9.16 Pero desde el comienzo de su ministerio su labor fue múltiple. Al escribir a Timoteo, su hijo en la fe y destacado colaborador, declara: Para esto yo fui constituido predicador y apóstol (digo verdad en Cristo, no miento), y maestro de los gentiles en fe y verdad.[14]1 Timoteo 2.7 Su labor itinerante consistía en predicar el evangelio, establecer iglesias y pastorearlas durante algún tiempo para luego encomendar a otros esa tarea y poder dirigirse a otro lugar para continuar la obra. En sus cartas descubrimos su tierno corazón pastoral, su amor al rebaño, el cuidado que ponía en alimentarlo convenientemente, mantenerlo saludable y activo. El Apóstol Pablo era un consumado evangelista, pero también un pastor de almas.

La obra del Señor no es una empresa comercial. En las empresas cada individuo que forma parte del plantel ocupa un cargo, tiene un lugar específico de trabajo y le establecen límites. Los organigramas y manuales de procedimiento describen la jerarquía y el alcance de la tarea de cada uno. Pero la iglesia del Señor no es una empresa sino un organismo vivo y el Espíritu Santo, que se caracteriza por su creatividad y versatilidad, puede tomar a un siervo de Dios y capacitarlo, según sea su voluntad y las necesidades del momento,

Al final del Evangelio de Mateo, cuando el Señor se despide de sus discípulos, encontramos la llamada “Gran Comisión”: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado, y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén”.[15]Mateo 28.18-20 Este mandato sintetiza la primordial misión de la iglesia y desglosa el trabajo en dos partes fundamentales: evangelización y enseñanza.

El término “evangelio”, hoy es patrimonio del vocabulario religioso, es anterior al cristianismo y de uso secular. En la literatura clásica, por ejemplo, se usaba para designar la noticia de una victoria bélica, que era una buena noticia (evangelio) para los vencedores. Quien tenía el privilegio de transmitirla estaba evangelizando. Cuando el ángel Gabriel le comunica a Zacarías que va a ser padre le dice que le trae una “buena nueva”,[16]Lucas 1.19 utiliza la misma palabra. Como consecuencia el evangelio de Jesucristo es la buena noticia de la salvación que Dios ha consumado entregando a su Hijo para que muriera por nuestros pecados, y evangelizar es hacer llegar esa buena noticia a quien la necesita. El discípulo ha creído y aceptado la buena noticia, pero necesita conocer al Señor, sus enseñanzas y mandatos, y para eso necesita ser ayudado y alimentado en su crecimiento, una tarea esencialmente pastoral.

Si bien no podemos ignorar que hay quienes se destacan primordialmente como evangelistas, la evangelización debe ser un fuego que enciende el corazón y la vida de cada creyente, especialmente del pastor. No se puede permanecer indiferente ante un alma perdida, cada cristiano tiene que sentir su responsabilidad. La evangelización es una tarea de todos los salvados y así lo estableció el Señor cuando, luego de la resurrección, mandó a los suyos hacer discípulos a todos las naciones, predicándoles el arrepentimiento y el perdón de pecados.[17]Lucas 24.47

Domingo Faustino Sarmiento, el educador y promotor de la enseñanza popular en América, siendo gobernador de su provincia mandó a los vecinos que blanquearan el frente de su casa. Como la gente se resistió una mañana Sarmiento en persona salió a la puerta de su casa con un balde de cal, se remangó y pintó personalmente el frente. Ante el ejemplo todos los vecinos, silenciosamente, comenzaron a blanquear los suyos. El pastor, como ejemplo de la grey,[18]1 Pedro 5.3 tiene que comprometerse con el evangelismo, convertirse en un activo predicador del evangelio sin por eso descuidar la labor pastoral. Si solamente insta a los hermanos a compartir el evangelio, pero no pone vigor en predicarlo, no tendrá resultados positivos. El ejemplo motivará al pueblo que seguramente lo acompañará haciendo su parte. El pastor tiene una notable ventaja para hacerlo porque conoce el entorno, la cultura, los códigos del lugar en que está trabajando y puede comunicarse con un alto grado de eficacia con la comunidad en la que a la que ha sido llamado a ministrar. Por lo tanto tiene que poner manos a la obra y verá los resultados.

References

References
1 Hechos 2
2 Hechos 2.41
3 Hechos 2.42
4 Hechos 3
5 Hechos 4.4
6 Hechos 10
7 Mateo 9.35-36
8 1 Pedro 5.4
9 1 Pedro 5.1
10 1 Pedro 5.2
11 Hechos 9.20
12 Hechos 26.28
13 1 Corintios 9.16
14 1 Timoteo 2.7
15 Mateo 28.18-20
16 Lucas 1.19
17 Lucas 24.47
18 1 Pedro 5.3