El hogar atacado

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El hogar atacado

Génesis 3

Introducción

Tengo un buen amigo que en un tiempo ganaba más de un millón de dólares al año. Tenía una casa en el estado de Connecticut con vista al mar —parecía un palacio.

  • Luego hubo un colapso económico.
  • Perdió cuanto tenía y acumuló tantas deudas que no pudo pagarlas.
  • Termino limpiando pisos en un centro del Ejército de Salvación.

Toda esta tragedia no alcanza a describir lo que pasó aquel día cuando

  • Eva levantó la mano para tornar la fruta, y
  • Adán tomó la fruta de la mano de su mujer.

De la luz hermosa del rostro de Dios
xxxa las terribles tinieblas de una vida sin Dios.

De las puras delicias del paraíso
xxxal dolor y la pena de un terrible exilio.

De la hermosura y pureza de un mundo perfecto
xxxa la mancha y penuria de vivir en un mundo maldito.

Solo en una ocasión se vería pena parecida:
xxxCuando el Hijo de Dios diera ese enorme paso, al descender del bendito cielo a este mundo de pena y dolor.

EDÉN = significa «deleite». Representa un lugar

  • sin maldición
  • sin pecado
  • de gozo y bendición en la presencia de Dios

Al estudiar este relato me he preguntado mil veces: —¿Fue necesario que comieran de ese árbol?
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Sí, he leído las respuestas de muchos teólogos. —Ninguna me satisface.
Todo lo que puedo hacer es repetir las palabras: —Porque sé que todas las cosas obran a bien


Génesis 3.1-13

Entonces la serpiente, que era el más astuto de todos los animales del campo que Jehovah Dios había hecho, dijo a la mujer: – ¿De veras Dios os ha dicho: “No comáis de ningún árbol del jardín”? 2 La mujer respondió a la serpiente: – Podemos comer del fruto de los árboles del jardín. 3 Pero del fruto del árbol que está en medio del jardín ha dicho Dios: “No comáis de él, ni lo toquéis, no sea que muráis.” 4 Entonces la serpiente dijo a la mujer: – Ciertamente no moriréis. 5 Es que Dios sabe que el día que comáis de él, vuestros ojos serán abiertos, y seréis como Dios, conociendo el bien y el mal.

6 Entonces la mujer vio que el árbol era bueno para comer, que era atractivo a la vista y que era árbol codiciable para alcanzar sabiduría. Tomó, pues, de su fruto y comió. Y también dio a su marido que estaba con ella, y él comió. 7 Y fueron abiertos los ojos de ambos, y se dieron cuenta de que estaban desnudos. Entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron ceñidores.

8 Cuando oyeron la voz de Jehovah Dios que se paseaba en el jardín en el fresco del día, el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehovah Dios entre los árboles del jardín. 9 Pero Jehovah Dios llamó al hombre y le preguntó: – ¿Dónde estás tú? 10 El respondió: – Oí tu voz en el jardín y tuve miedo, porque estaba desnudo. Por eso me escondí. 11 Le preguntó Dios: – ¿Quién te dijo que estabas desnudo? ¿Acaso has comido del árbol del que te mandé que no comieses? 12 El hombre respondió: – La mujer que me diste por compañera, ella me dio del árbol, y yo comí. 13 Entonces Jehovah Dios dijo a la mujer: – ¿Por qué has hecho esto? La mujer dijo: – La serpiente me engañó, y comí.

LA TENTACIÓN, LA CAÍDA Y EL PECADO

  1. La serpiente ataca con tentaciones sutiles
    1. Origen del tentador
      El nombre Satanás significa calumniador y también acusador (Ap. 12.10). La Biblia lo presenta como nuestro adversario (1 P 5.8), enemigo (Mt 13.28,39), engañador (Ap 12.9), homicida y mentiroso (Jn 8.44).
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      2 Pedro 2.4 nos indica que hubo una caída de algunos ángeles en el cielo (véase también Judas 6). Isaías 14.12-17 describe su caída.
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    2. La naturaleza del tentador (Gn 3.1)
      «La serpiente […] era el más astuto de todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho». Satanás siempre aborda con astucia. Es difícil reconocerlo y resistirlo.
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    3. La manera en que tienta crea dudas en cuanto al carácter de Dios:
      Dijo a la  mujer: —¿De veras Dios os ha dicho: «No comáis de ningún árbol del jardín»?
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    4. La tentación:
      —no tienes que obedecer
      —tu eres tu propio decano
      —haz lo que tu quieres
      —nadie tiene el derecho de decirte nada
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  2. Eva escucha a la serpiente y desobedece
    ¿Pudo Eva haber resistido? Dice la Palabra de Dios: No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, quien no os dejará ser tentados más de lo que podéis soportar, sino que juntamente con la tentación dará la salida, para que la podáis resistir (1 Co 10.13).
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    San Pablo, hablando de este evento, dijo: Pues Adán fue formado primero; después, Eva. Además, Adán no fue engañado; sino la mujer, al ser engañada, incurrió en transgresión (1 Ti 2.13-14).  Es decir, Adán no fue engañado, sino que deliberadamente tomó de la fruta desafiando la orden de Dios.
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  3. La caída convierte el paraíso en un lugar de muerte
    Dios había dicho: «El día que comieres de ella, ciertamente morirás»!
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    Ilustración:
    Recuerdo la reacción de un pastor en Perú que dijo: Pero ¡Adán y Eva no murieron aquel día! ¿Porqué no cumplió Dios su palabra? Él entendía «muerte» de una sola forma, ser metido en una caja, con tierra encima.
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    Al comer la fruta, ¡murieron! Por eso Cristo le habla a la humanidad ofreciéndole vida, porque los hombres andan en muerte:
    xxx«Yo soy el camino, la verdad y la VIDA».
    xxx«Y no venís a mí, para que tengáis vida».
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    Ahora Adán y Eva andaban M-U-E-R-T-O-S.
    xxx en el instante que Eva le pegó los dientes a la fruta prohibida: ¡MURIÓ!
    xxx en el instante que Adán siguió el ejemplo: ¡También MURIÓ!
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    Los «muertos» (espiritualmente hablando) tienen estas características: versículo 7
    xxx• Los ojos les son abiertos al pecado y sus deseos
    xxxxxxxx«sabiendo el bien y el mal» — ¡Decisión propia!
    xxx• Se dan cuenta que están desnudos:
    xxxxxxxxdescubiertos por Dios sentimientos de culpa.
    xxx• Se cosen vestidos con hojas de higuera,
    xxxxxxxxprocuran tapar su iniquidad.
    xxx• Se esconden entre los árboles del mundo,
    xxxxxxxxtratando en vano de escapar de Dios (religión).

¿MALDICIONES Y BENDICIONES?

  1. La maldición de la serpiente
    1. Génesis 3.14 Entonces Jehová Dios dijo a la serpiente: Porque hiciste esto, serás maldita entre todos los animales domésticos y entre todos los animales del campo. Te arrastrarás sobre tu vientre y comerás polvo todos los días de tu vida.
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      PRIMERO MALDICE A LA SERPIENTE,
      • LUEGO, MALDICE AL QUE SE METIÓ EN LA SERPIENTE
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    2. EL PROTO EVANGELIUM
      Gén 3.15 Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu descendencia y su descendencia; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el talón.
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    3. ¿Será bendición o maldición? Por supuesto, reconocemos la maldición que recae sobre Satanás y la serpiente. A la vez es para nosotros una gran noticia saber que Satanás ha sido maldecido. No puede existir el «dualismo griego» de que hay dos fuerzas de igual poder: Una buena (Dios) y otra mala (Satanás). Aquí comenzamos a darnos cuenta de la inferioridad de Satanás, de su limitación, y de que está totalmente bajo el control del omnipotente Dios.
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      Hay una observación que viene de Martín Lutero: “Al no indicar Dios de cuál mujer vendría el Salvador, atormenta a Satanás, ya que tendría que vivir aterrorizado por el nacimiento de todo varón nacido de mujer”.
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  2. El castigo de la MUJER, Génesis 3.16 A la mujer dijo:
    1. Aumentaré mucho tu sufrimiento en el embarazo.
      A ella, que buscó los dulces deleites de la fruta prohibida, ahora le tocaría sufrir dolores, especialmente en su parto. Por algo se le llama a la mujer «el sexo débil» —propensa al sufrimiento.
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    2. Con dolor darás a luz a los hijos.
      Aquí viene el «dolor de madre» (también puede traducirse por «miseria») que sigue a la mujer toda su vida —una honda preocupación por los hijos.
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    3. Tu deseo te llevará a tu marido.
      «Deseo» aquí significa «anhelo». Esto explica la atracción que una mujer tiene hacia su «hombre», tanta que no puede despegarse de él. Ella, que quiso actuar independientemente del hombre, ahora es condenada a desearlo.
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    4. Él se enseñoreará de ti.
      Dios ahora fija la posición del hombre en cuanto a la mujer: él será señor de ella (2 Ti 2.14), y cuánto abuso (dominación) recibe la mujer del hombre — especialmente cuando éste no se somete a Dios.
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    5. ¿Será una maldición o una bendición?
      Se puede ver en toda esta «maldición» el papel que de ahí en adelante tendría la mujer: amor y dolor por los hijos, dependencia y sumisión a su marido. Pero ese mismo rol la haría el pegamento que une al hogar.
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  3. El castigo para el HOMBRE: Génesis 3.17-19 Y al hombre dijo: Porque obedeciste la voz de tu mujer y comiste del árbol del que te mandé diciendo: «No comas de él.»
    1. Sea maldita la tierra por tu causa.
      Por haberse sometido al ofrecimiento de la mujer, «lucha» perenne es su suerte. La «tierra es maldecida», Dios quita la facilidad del trabajo y lo convierte en dura prueba.
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    2. Con dolor comerás de ella todos los días de tu vida.
      Es interesante ver que, aun cuando el trabajo ahora se hace arduo, Dios permite que la tierra produzca lo suficiente para que pueda comer.
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    3. Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo.
      La idea de espinos y cardos es que de la tierra no brotaría todo su potencial, sino que el fruto del trabajo está entretejido con desdicha y dificultad. Entre los pequeños triunfos de su trabajo surgirían profundos obstáculos.
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    4. Con el sudor de tu frente comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste tomado. Porque polvo eres y al polvo volverás.

      Esta parte de la maldición enfatiza la interminable naturaleza de la lucha; ésta le seguirá toda su vida. Una cuota de miseria (simbolizada en el sudor de su frente) le perseguirá hasta que él mismo se vuelva polvo.
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    5. ¿Será una maldición o una bendición?
      Ese mismo «sudor», esa lucha, sería lo que le haría buscar alivio en Dios.

LA NECESIDAD DE UN SALVADOR

Porque la creación ha sido sujetada a la vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa de aquel que la sujetó, en esperanza de que aun la creación misma será librada de la esclavitud de la corrupción, para entrar a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una sufre dolores de parto hasta ahora. Y no solo la creación, sino también nosotros, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos dentro de nosotros mismos, aguardando la adopción como hijos, la redención de nuestro cuerpo.

Porque fuimos salvos con esperanza; pero una esperanza que se ve no es esperanza, pues ¿quién sigue esperando lo que ya ve? Pero si esperamos lo que no vemos, con perseverancia lo aguardamos. Y asimismo, también el Espíritu nos ayuda en nuestras debilidades; porque cómo debiéramos orar, no lo sabemos; pero el Espíritu mismo intercede con gemidos indecibles. Y el que escudriña los corazones sabe cuál es el intento del Espíritu, porque él intercede por los santos conforme a la voluntad de Dios (Rom 8.20-21).

  • El gemido de la creación —maldita a causa de la caída del hombre, anhela ser como fue creada. Su esperanza está en una tierra nueva.
  • El hombre mismo —condenado a dolor y sufrimiento, anhela el alivio, que solo vendrá con el regreso Cristo.
  • El Espíritu Santo —los «gemidos indecibles» vienen como resultado de vernos sufrir. ¡Él sabe lo que nos espera! Ya que no sabemos cómo orar, Él toma nuestras oraciones y las «endereza», pues sabe la perfecta voluntad del Padre.
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    1. EL SALVADOR VENDRÁ POR LA MUJER
      v. 20 El hombre llamó el nombre de su mujer Eva.
      Este nombre quiere decir «vida». Le da a la frase madre de todos los vivientes un sentido especial: Se ve a la luz de la «simiente de ella» (Cristo que vendría por medio de la mujer). ¡Vida! ¡Esperanza! ¡Salvación! A la humanidad condenada se le promete un Salvador que vendría por una hija de Eva. Por el nombre de su mujer se piensa que Adán y Eva comprendieron la promesa de salvación.
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    2. SALVACIÓN POR MEDIO DE LA SANGRE
      v. 21 Luego Jehová Dios hizo vestidos de piel para Adán y para su mujer, y los vistió.
      Muchos teólogos toman de esta porción el comienzo de los sacrificios (Heb 9.22 sin derramamiento de sangre no hay perdón […] de pecado; no hay camino a Dios). Dios les vistió con las vestimentas que Él acepta, y no con las coberturas que escoge el pecador.
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    3. EN ESTA TIERRA NUNCA ENCONTRARÁN UN PARAÍSO
      vv.23-24 Y Jehová Dios lo arrojó del jardín de Edén, para que labrase la tierra de la que fue tomado. Expulsó, pues, al hombre y puso querubines al oriente del jardín de Edén, y una espada incandescente que se movía en toda dirección, para guardar el camino al árbol de la vida.

Conclusión

DOS MUNDOS:
xxx1. EDÉN —el glorioso paraíso de Dios.
xxx2. FUERA DEL EDÉN —este maldecido mundo y esta maldita naturaleza nuestra.

San Agustín y el hurto famoso de las peras[1]San Agustín, Confesiones, Aguilar, S.A. de Ediciones, Juan Bravo, 38, Madrid, España, cap. IV, pp. 189-190.

Quise hurtar y hurté, y lo hice, no impelido por ninguna necesidad, sino simplemente por penuria y hastío de justicia y por demasía de iniquidad, puesto que hurté aquello mismo en lo que abundaba, y que era mucho mejor. No quería fruir de aquello que por hurto apetecía, sino que quería regodearme con el mismo acto de hurtar y con el mismo pecado.

Había un peral en la vecindad de nuestra viña, cargado de peras, no apetecibles, ciertamente, ni por su aspecto ni por su sabor. A sacudir el peral y desfrutarlo fuimos unos chicos malos hacia la medianoche, por mala costumbre, prolongando el juego, y nos llevamos de allí grandes cantidades, no para gustarlas nosotros, sino para arrojarlas a los puercos; y si acaso le dimos alguna mordida, fue solo para damos el gusto de hacer lo que nos estaba prohibido.

Este es mi corazón, Dios mío, este es mi corazón, de quien tuviste piedad en lo más profundo del abismo. Diga ahora mi corazón qué pretendía con este hurto sino ser malo de balde, y que la causa de mi maldad no era otra que la misma malicia. Era aborrecible, y yo la amé; amé mi perdición, amé mi propia culpa, alma cansada de torpezas, caída de la firmeza de tu apoyo para su ruina, sin otro fin en su ignominia que la misma ignominia.

 

 

References

References
1 San Agustín, Confesiones, Aguilar, S.A. de Ediciones, Juan Bravo, 38, Madrid, España, cap. IV, pp. 189-190.