Sermón 4: Todo lo podemos en Jesús — Fil. 4:13

 

TEXTO:Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil 4:13)

LECTURA BÍBLICA: Filipenses 4:8-13

INTRODUCCIÓN. Pablo no compartía la filosofía del hombre que decía: “No hagáis como yo hago, haced como yo digo.” Se daba cuenta que su, ejemplo era de tremenda importancia y por ello buscó, por todos los medios, de vivir en tal forma que si la gente copiaba su estilo habrían de complacer a Dios.

Sin embargo, Pablo reconocía que no era capaz en sí mismo de hacer lo que era necesario para su propio crecimiento o para servir de ejemplo a otros. Por lo tanto, tuvo que hacer muchos ajustes a lo largo del camino. A menudo tuvo necesidad de ayuda material cuando no había forma de obtenerla. Los creyentes de Filipos le habían apoyado financieramente en muchas ocasiones, pero últimamente habían perdido contactó con él. Pablo les asegura que sabía cómo ajustarse a cualquier situación y elevarse sobre las circunstancias:

¿Cómo podía hacerlo? Por comprender qué su poder y su fuerza se debían a su relación personal y creciente comunión con Cristo. Nadie podía impartirle poder y hacerle fuerte en cada situación sino Aquel que lo había salvado y que era ahora su Señor y Amigo. Una traducción de nuestro texto expresa: “Puedo hacer frente a todo, pues Cristo es el que me da fuerzas” (V.P.).

  1. PODEMOS HACER FRENTE A LOS SUFRIMIENTOS
    ¡Las adversidades en la vida son reales! También son universales. Todos tenemos dificultades que nos abaten y nos apenan. A veces el sufrimiento parece más de lo que podemos soportar.
    (xx)
    En Jesús, sin embargo, aprendemos algunas grandes lecciones sobre el sufrimiento. Nuestro Salvador no trató de evitar la más grande aflicción en su vida, el camino del Calvario. El hizo frente a su muerte con un sentido práctico y la usó como un instrumento por el cual trajo redención al mundo.
    (xx)
    De la misma manera nosotros podemos hallar victoria en el mismo sufrimiento.
    (xx)
    ¿Cómo afrontamos la aflicción? ¿Nos amarga o nos ayuda a ser mejores? En realidad, si permitimos que el sufrimiento tenga un efecto creativo, este puede servir para que nuestro carácter se ahonde y nuestra vida cobre un mayor significado. Uno de los más grandes ejemplos de sufrimiento en el Antiguo Testamento es el de Oseas. Su esposa lo abandonó por otro hombre, y su corazón se quebrantó. No obstante, Oseas usó esta experiencia para descubrir el gran amor de Dios por su esposa, Israel.
    (xx)
    Con la fortaleza que Cristo nos da somos capaces de hacer frente al sufrimiento. Mediante su presencia dentro de nosotros podemos comprender que el sufrimiento nos permite identificarnos y compadecer a otros. Embellece nuestra vida. Un viajero en Africa observó cómo las enormes mariposas de los trópicos forcejeaban para librarse de la crisálida. Trató de ayudar a una de ellas y con su cuchillo cortó los hilos con que luchaba. La mariposa salió fácilmente, pero una gran tragedia se reveló. ¡Todos los brillantes colores habían desaparecido! La angustiosa lucha era necesaria para que el colorido apareciera. Así, del mismo modo, se obtienen hermosas tonalidades en el alma; no cuando todo es fácil y placentero sino al luchar y obtener la victoria sobre las pruebas y la adversidad.
    (xx)
  2. PODEMOS HACER FRENTE A LA TENTACIÓN
    Debemos aceptar sin titubeos el hecho de que no es pecado ser tentados. Hay una gran diferencia entre ser tentados y llegar a ceder a la tentación cometiendo un acto condenable. Es cierto que Jesús dijo que el que codicia a una mujer en su corazón ya ha cometido adulterio (Mt 5:28). Pero sin embargo él no dijo que el ser tentado significa ser culpable de este acto. Si así fuera todos podríamos abandonar la lucha en desesperación. La presencia de Jesús en nuestro corazón es la mayor seguridad, y por cierto la única seguridad, de que tenemos el poder para vencer la tentación. Recordemos como Jesús hizo frente a la tentación cuando fue llevado al desierto para ser probado. El diablo trató por tres veces de comprometer al Señor con una acción cuestionable. A cada propuesta del diablo Jesús replicó con una cita de la Palabra de Dios. Él había acumulado en su mente y corazón las Escrituras del Antiguo Testamento y podía recurrir a ellas al instante en el momento de necesidad.
    (xx)
    Nosotros tenemos ahora no sólo el Antiguo Testamento sino también el Nuevo Testamento, especialmente las palabras ele Jesucristo en los evangelios. Con la ayuda del Espíritu Santo, podemos echar mano a toda la sabiduría que Jesús nos ha enseñado, y además al poder redentor de nuestra experiencia personal con él cuando le recibimos como Salvador. En cierta ocasión un aviador que conducía un avión sin acompañante escuchó como una rata roía algo dentro de la cabina de los instrumentos. Era demasiado tarde para volverse a tierra pero el piloto recordó que un roedor no puede vivir en atmósferas muy altas. Comenzó a elevarse llevando su aparato tan alto como pudo. Después de un rato el sonido cesó y cuando aterrizó más tarde encontró una rata muerta en la cabina. Del mismo modo, las tentaciones no pueden vivir en un ambiente espiritual. Cuando nosotros amamos a Jesús, admiramos su vida, y nos mantenemos en comunión íntima con él, las tentaciones pierden su fuerza. En Cristo tenemos el poder liberador en los momentos de prueba y tentación.
    (xx)
  3. PODEMOS HACER FRENTE A LA MUERTE Y A LA ETERNIDAD
    El cristiano es algo más que un “escape del incendio” para un infierno eterno. El seguir a Cristo da un sentido de dirección a la vida ahora. Con Cristo en nuestro corazón podemos disfrutar de una paz íntima que nos acerca al “cielo sobre la tierra”.
    (xx)
    Por otro lado, nunca deberíamos olvidar el hecho de que la salvación es ante todo una liberación de la penalidad impuesta sobre el pecado. Esto quiere decir que hemos sido salvados del infierno y que tenemos la entrada franca al cielo. Jesús dijo claramente en muchas ocasiones que hay un lugar de castigo aguardando a la persona que rechaza la salvación. También hay un cielo para alcanzar; Jesús dijo a sus discípulos: “En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros” (Jn 14:2).
    (xx)
    Teniendo a Jesús como nuestro Salvador, podemos afrontar el asunto de nuestro destino eterno can absoluta seguridad. Nuestros pecados están bajo la sangre de Jesús. Hemos sido justificados de la culpa de nuestros pecados y nunca podremos ser condenados. Se cuenta la historia, de un hombre que soñó que había muerto y debía, hacer frente al juicio. En su sueño vio a Satanás que llegaba con una cantidad de libros en sus brazos. Preguntó qué eran estos libros y se le contestó que contenían la lista de sus pecados. El hombre preguntó entonces si había más y el diablo dijo que sí. “Bueno, tráelos”, replicó el interesado. Cuando todos los libros estaban en su presencia, el hombre dijo: “Ahora escribe debajo de cada una de mis transgresiones, la sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado.”
    (xx)

CONCLUSIÓN. ¿Hasta qué punto es real la presencia de Jesús morando en nuestra vida? Un gran cristiano de otra época expresó: “Mi debilidad humana la uno a tu poder excelso.” Muchos testigos en todas las épocas han encontrado que a través de su propia debilidad pueden llegar a ser fuertes por medio del Cristo viviente.

¿Qué es el poder cristiano? El ser humano es el más elevado en el orden del universo y sin embargo, es aquel que dejado a sus propios recursos, puede hundirse en la más completa depravación, y exceder en el mal a todos los demás seres de la creación. Solamente podrá hallar su verdadero valor uniéndose al Creador en una relación personal. El hombre alcanza el poder personal más alto cuando está dispuesto a anularse a sí mismo y colocarse él y sus ambiciones a un lado, para hacer únicamente la voluntad de Dios.

Al nivel humano esto es inexplicable. No obstante, podemos señalar un paralelo en el universo material. En este universo el poder nunca se origina en el hombre sino que siempre lo recibe: El hombre no crea el poder, sino que lo descubre y lo convierte en otras formas de poder. Así, en nuestra vida espiritual, nosotros no creamos nuestro propio poder; lo encontramos en nuestro Salvador y lo canalizamos en una vida útil yen obras de valor permanente.

El verdadero poder está en la persona divina que puede controlar y utilizar nuestros corazones, así como el viento es capaz de llenar y propulsar las velas de un barco. Sin embargo, este poder puede solamente obrar cuando nosotros suministramos los medios, extendemos la mano de la fe del mismo modo que el marinero despliega las velas para recibir el viento. La fe tiene éxito y confirma su acción porque Dios está presente en el mundo. Nuestra fe entra en la esfera de una experiencia personal con el Salvador.

¿Tienes tú este poder en tu vida? ¡Si no es así, ríndete al Salvador!