Sermón 4: La naturaleza de la oración (Mateo 9:35-38)

TEXTO: “Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, más los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies” (Mateo 9:37,38)

LECTURA BÍBLICA: Mateo 9:35-38

INTRODUCCIÓN: De todas las palabras que brotaron de los labios del Salvador y que debemos atesorar, esta invitación de gracia contenida en nuestro texto merece que nos regocijemos en ella y respondamos positivamente.

Muchos han vivido sólo entendiendo en parte lo que el Señor quiso comunicar con estas palabras. En consecuencia su respuesta a su mandamiento, a su invitación de gracia, ha sido sólo parcial.

Muchos han visto en este versículo una exhortación a orar por obreros cristianos cuando hay vacantes dentro de la iglesia. ¡Las congregaciones elevan sus corazones a Dios en súplica cuando quedan sin pastor! Y los pastores han utilizado este versículo como base de sus ruegos de que Dios les envíe obreros para dirigir el canto, enseñar en las clases bíblicas o trabajar con los niños. No hay duda que el texto insta a orar en tales circunstancias, pero si vemos esto como el total del significado del versículo, perdemos la mejor parte del mismo.

Muchos no hemos alcanzado a comprender lo que nos dice este pasaje a causa de nuestro concepto limitado de la oración. Hemos pensado de la oración sólo como el acto de traer nuestras peticiones a Dios, rogándole que haga ciertas cosas para nosotros o en las vidas y corazones de otros. Hemos visto la oración como un monólogo en que el hijo necesitado se acerca al trono de Dios el Padre para presentar sus problemas. No nos hemos percatado que la oración es en realidad un diálogo en el cual el hijo necesitado se acerca al Padre celestial, y el Padre celestial se acerca al hijo. Nosotros elevamos nuestros ruegos a Dios. Debemos también permitir que Dios tenga la oportunidad de hacer oír sus súplicas, sus sugerencias, sus órdenes y sus instrucciones dirigidas a nosotros.

  1. LA ORACIÓN ES OIR A DIOS
    Aquel que desea orar con eficacia debe orar en gran parte en privado, y debe pasar una parte considerable del tiempo que pasa en la experiencia de la oración en silencio, esperando que Dios hable a lo más íntimo de su ser. Dios puede utilizar las Escrituras para esto. Puede usar una frase de algún gran himno. Puede valerse de alguna observación nuestra de los hechos de la vida. Puede hablarnos imponiendo sobre nosotros una carga tal de preocupación que nos sintamos obligados a hacer su voluntad.
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  2. LA ORACIÓN ES ESCUCHAR ATENTAMENTE A DIOS
    Muchos de nosotros cometemos el triste error de entrar apresuradamente a la presencia de Dios con nuestra lista de cosas, tipo pedido para la tienda (almacén). Le hablamos como si fuésemos el presidente de una gran empresa, o él tan sólo un mandadera divino. Tenemos que invertir los conceptos y ver a Dios como el presidente de la empresa, quien tiene derecho de fijarnos normas, dar sugerencias y órdenes, y comisionamos.
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    Al leer los grandes libros proféticos del Antiguo Testamento hallamos vez tras vez la acusación contra el pueblo de que no querían escuchar, no querían hacer caso, ni querían oír lo que Dios les decía. ¿Seremos culpables del mismo pecado? ¿Será esta la razón por la cual muchas de nuestras oraciones fracasan al no producir ningún efecto ni en nuestras propias vidas ni en las ajenas?
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  3. LA ORACIÓN ES ASENTIR A LO QUE DIOS DICE
    El llamado al arrepentimiento es fundamentalmente un llamado a estar de acuerdo con Dios en cuanto a todos los problemas y valores que enfrentamos en la vida. Arrepentirse es cambiar de idea, cambiar de actitud, aceptar una nueva filosofía y una nueva escala de valores en lo más íntimo. Cuando sucede este cambio fundamental en nuestra actitud hacia Dios, hacia nosotros mismos, hacia el pecado, hacia otros y hacia las cosas, el resultado inevitable es una transformación radical en nuestra conducta y actividades. ¿Seremos como niños tercos que no razonan, y volveremos oídos sordos a los sabios consejos de nuestro Padre celestial quien está ansioso de comunicarnos su perfecta voluntad?
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  4. LA ORACIÓN ES PEDIR A DIOS LA DISPOSICIÓN Y LA ENERGÍA PARA HACER SU VOLUNTAD
    Los campos están blancos para la cosecha. No precisamos persuadir al Señor de la mies que envíe obreros a la mies.
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    Más bien, somos nosotros los que debemos preguntar al Señor de la mies en qué parte de su campo desea que nosotros nos ocupemos en cosechar almas.
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    El gran Dios del cielo, el Señor de la mies, el Espíritu que habita en nosotros, está ansioso de dar a cada uno de nosotros direcciones en cuanto a nuestra participación en la cosecha de los campos que están blancos para la siega.

CONCLUSIÓN. ¿Qué es la oración? La oración es escuchar a Dios. La oración es estar de acuerdo con lo que Dios dice, y la oración es pedir a Dios el poder para obedecerle en cada esfera de la vida.