Sermón 2: Pensar cómo Jesús pensó — Fil.2:5

 

TEXTO:Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús” (Fil 2:5)

LECTURA BÍBLICA: Filipenses 2:1-11

INTRODUCCIÓN. Habían dos cosas que para Pablo caracterizaban a una iglesia que agradaba a Cristo. Primeramente, la iglesia debía exhibir un espíritu de unidad. En segundo lugar; los miembros debían actuar impulsados por una motivación correcta. La comunión de ideas se logra por tener las mismas metas y, por consiguiente, las mismas prioridades. Por ello Pablo razonó que la fe cristiana era la mejor base sobre la cual operar, si quería obtenerse una organización espiritualmente homogénea. Es así que comienza la segunda sección de su carta con un llamado a cada miembro de la iglesia de Filipos para que examinen su relación personal con Cristo y su relación con los otros creyentes en la congregación.

El asunto de la motivación es muy sutil. Satanás usa muchos métodos para impedir la obra dé Dios y reducir la efectividad personal del testimonio de un cristiano. Alguien dijo en cierta ocasión, “Si Satanás no puede lograr que hagamos lo que está mal, tratará de animarnos a hacer lo correcto con una actitud y motivos erróneos”. Es por eso que Pablo les advirtió a los Filipenses creyentes del constante peligro que existía de considerarse a sí mismos superiores a otros. Les recomendó que se ocuparan desinteresadamente y con abnegación de las necesidades de sus hermanos en la fe, y no dieran tanta importancia a la satisfacción de sus deseos personales.

El pensar y actuar abnegadamente no es fácil. ¿Cómo se puede adquirir esa habilidad? Más bien que darles un curso sobre “cómo hacerlo”, Pablo usa un ejemplo personal. Miren a Jesús y dejen que su actitud hacia la vida les inspire en las actividades de cada día.

  1. OLVIDEMOS NUESTROS PRIVILEGIOS
    No hay nadie de una posición, o status, más alta que Jesucristo. Él siempre existió en la forma de Dios. Él era, y todavía es, el segundo miembro de la Trinidad. Jesús no comenzó la vida en Belén. Él existió en la eternidad con el Padre y el Espíritu Santo. El Dr. Robert G. Lee dice, “Él era coexistente, co-igual y co-esencial con el Padre. En Belén él descansó en el seno de su madre sin un padre, así como en la Eternidad él descansó en el seno de su Padre sin una madre”.
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    No obstante, Jesús estuvo dispuesto a dejarlo todo. Él no consideró que su igualdad con Dios era algo a lo que debía aferrarse. Más bien, se despojó de sus atributos y se transformó en un siervo haciéndose semejante a los hombres. No solamente esto, sino que estuvo pronto para ir hasta la cruz a fin de ser un sacrificio substitutivo y pagar por nuestros pecados. ¿Hubo jamás un hombre que mostrara tal espíritu de abnegación? Los cristianos deberían mostrar el mismo espíritu. Muchos años atrás un hombre sabio dijo, “La vida es muy corta para que sea pequeña”. Es también muy corta para que caminemos por ella como si fuéramos personajes privilegiados. Deberíamos más bien reconocer que “estamos todos atados en un manojo de vida”. Casi todos los pecados, o quizá todos, nacen de nuestro egoísmo. El transformarse en un cristiano significa realmente morir al yo. No puede haber un parecido a Cristo en nuestras vidas hasta que nuestro yo haya sido crucificado y destruido.
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  2. MIREMOS POR ENCIMA DE LAS COSAS PRESENTES
    Jonatán Swift dijo en cierta ocasión: “Tener visones es el arte de ver las cosas invisibles”. William Wordsworth, el poeta inglés, escribió:

    A aquel que con visión clara
    los penachos ascendentes
    de cosas futuras aparecen,
    como picos de montañas cuando
    el velo de la niebla se descorre.

    Alguien le preguntó a Alfred Tennyson cuál era su mayor deseo en la vida. Él inmediatamente replicó, “Una más amplia visión de Dios”. Un creyente de la Edad Media dijo: “La suprema felicidad …consiste en tener una visión de Dios”.
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    Todas estas expresiones señalan el hecho de que necesitamos ampliar nuestra mira con respecto a los asuntos de esta vida. Esto es lo que hizo Jesús cuando dejó su puesto glorioso por un lugar ignominioso. Él dejó el esplendor del cielo por los sufrimientos de la tierra. Lo hizo porque tuvo la visión de un reino de amor habitado por seres humanos redimidos de sus pecados.
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    La miopía nunca gana ninguna victoria. Un guía que llevaba un grupo de turistas a través de una gran universidad, les señaló una estatua de Alejandro el Grande que lo mostraba como un muchacho de ojos soñadores. El guía dijo: “El que conquista un mundo debe primero soñar que lo ha conquistado”.
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    Jesús tenía un solo propósito en la vida. Él iba a redimir al mundo. Él no se dejó llevar por los métodos fáciles. El mensaje básico, de las tres tentaciones, que Jesús tuvo que afrontar al principio de su ministerio, fue, “¿Elevaré mi mira hacia el futuro, o trataré de ganar mi reino por medios superficiales?” Todo siervo de Dios enfrenta esta tentación en su esfera de trabajo, al hacer proyectos con relación a su vida personal. Aquellas metas que valen la pena no se alcanzan de un día para otro. Debemos aprender a obrar y debemos aprender a esperar. Ante todo, debemos pensar todos los asuntos en la vida pensando en su influencia para el futuro de nuestro carácter y nuestro destino final.
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  3. MANTENER NUESTRO COMPROMISO
    Como humano, deben haber existido muchas ocasiones en que Jesús habrá querido abandonar su obra. Sus enemigos buscaban de matarlo y sus amigas se rehusaban a entenderlo. Aun su propia familia parecía a menudo un estorbo más que una ayuda.Sin embargo, Jesús había puesto su empeño y su corazón en una gran obra. Estaba completamente dedicado a lo que era su deber y su delicia. Ni aun la vergonzosa cruz podía acobardarle o hacer le cambiar de rumbo.
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    A menudo no sabemos distinguir entre una carga y una cruz. Hablamos de nuestra cruz como si fuera una carga. En realidad, una cruz no es algo que soportamos de mala gana. Una cruz es algo que tomamos sobre nosotros voluntariamente. Jesús entregó su vida; nadie se la sacó. Él la entregó con alegría. En otras palabras; la cruz fue, una cosa que él escogió voluntariamente para que formara parte de su vida. Del mismo modo nuestra cruz es aquel lo que aceptamos como nuestra responsabilidad personal a fin de compartir en la obra salvador a de Cristo en este mundo. Una persona dedicada es la que con gusto ha aceptado no solamente una meta en la vida sino también la tarea que le permita alcanzar esa meta.
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CONCLUSIÓN. Si, como alguien dijo mucho tiempo atrás, “la mente es la medida de un hombre”, ¿cuál es tu medida? El hombre ideal, tal como lo describe el salmista, es uno cuyo deleite está en la ley del Señor y en ella medita día y noche. Nuestra actitud hacia la vida está determinada en gran parte por la clase de pensamientos que abrigamos. Aun cuando el Antiguo Testamento habla mucho acerca del “corazón”, para el hebreo el corazón no era meramente el lugar donde estaban los afectos sino mucho más el lugar donde se realizaban los procesos del pensamiento. Del mismo modo, nuestra mente es algo más que el asiento de nuestros procesos intelectuales. Nosotros pensamos y sentimos con nuestra mente. Un escritor dijo recientemente: “No es tanto nuestros pensamientos los que nos lleva a vivir correctamente sino que la forma en que vivimos nos lleva a pensar correctamente”.

Jesús es nuestro supremo ejemplo tanto en actitud como en acción. La carrera victoriosa de Pablo se debió a que su espíritu estaba unido al Espíritu de Dios. Esto fue posible por haber Pablo sublimado todos sus deseos condicionándolos a la voluntad de Dios tal como ésta se reveló en Jesucristo. Ninguna persona puede por naturaleza ser abnegada, dedicada o visionaria. Antes debe rendirse a Jesucristo y ser transformada por el Espíritu de Dios. Esto es lo que Pablo quería decir con la expresión “ser salvo” y a lo que se refería el Señor Jesús cuándo habló de “nuevo nacimiento”, o como literalmente dice el griego “el nacimiento de arriba”. La nueva naturaleza que se nos imparte cuando ese milagro ocurre nos permite pensar como Jesús pensó y adoptar su modo de vida como nuestro.