Sermon 3: En la casa de Simon Pedro

TEXTO: “Y les dijo Jesús: Venid en pos de mi, y os haré que seáis pescadores de hombres” (Mr 1:17)

LECTURA BÍBLICA: Marcos 2:1-12 (lectura paralela: Mt 9:1-8; Lc 5:17-26)

INTRODUCCIÓN: Uno se pregunta cómo hizo Pedro para comunicar a su esposa que abandonaba el negocio de la pesca para dedicar su vida a la tarea de pescar hombres para Jesús. ¿Se preguntaron cómo lo hicieron otros que abandonaron un buen trabajo por amor a Jesús y cómo iban a arreglárselas para vivir? Jesús probablemente había ganado la confianza de la esposa así como había ganado la lealtad de Pedro. De todos modos, ella siguió al lado de Pedro y en 1 Corintios 9-5 vemos que después de Pentecostés ella viajaba con Pedro en sus viajes misioneros. Al parecer Jesús parecía haber hecho su hogar en la casa de Pedro (que también era la casa de Andrés) en Capernaum.

Jesús entró en la casa de Pedro en un día de sábado muy ocupado (Mr 1:29). Acababa de enseñar en la sinagoga y también había curado a un hombre (Mr 1:25-28). Aquellos que estaban en la sinagoga estaban asombrados por sus enseñanzas y su curación. Al llegar a la casa de Pedro se encontró con que la suegra de Pedro estaba en cama con fiebre. “Entonces él se acercó, y la tomó de la mano y la levantó; e inmediatamente le dejó la fiebre, y ella les servía” (Mr 1:31). Esa misma noche, al ponerse el sol al terminar el sábado, toda la ciudad se congregó a la puerta de la casa, trayendo sus enfermos y aquellos poseídos por demonios, y él los sanó (véase Mr 1:29-34; Mt 8:14-17; Lc 4:38-41).

A la mañana siguiente mucho antes que amaneciera (Pedro todavía dormía) Jesús se fue a un lugar desierto a orar. Pedro y las multitudes le hallaron allí y le dijeron: “Todos te buscan.” A Jesús no le pareció lo mejor el volver a Capernaum. “Les dijo: Vamos a los lugares vecinos, para que predique también allí; porque para esto he venido, y predicaba en las sinagogas de ellos en toda Galilea, y echaba fuera los demonios” (Mr 1:38-39).

Permitamos que nuestra imaginación nos lleve a las escenas de Mateo 4:23-25 y Marcos 1:45 para comprender la magnitud de este gran ministerio en Galilea. No hay duda de que Pedro lo estaba compartiendo y que aprendía cada día más de Jesús. Luego de algunos días volvieron a la casa de Pedro en Capernaum.

  1. CUATRO HOMBRES BAJAN A UN PARALÍTICO A TRAVÉS DEL TECHO DE LA CASA DE PEDRO
    Tan pronto como se enteraron de que Jesús estaba en su casa, una multitud comenzó a congregarse. Pronto la casa se llenó y no había forma de entrar en ella. Había adentro fariseos y doctores de la ley que habían venido de Galilea, Judea, y Jerusalén para escuchar sus enseñanzas y observar sus milagrosas curaciones (Lc 5:17).
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    De pronto aparecieron cuatro hombres llevando a un hombre paralítico. Probablemente su lecho era una especie de camilla y cada uno llevaba una esquina. Al no poder introducirse dentro de la casa, decidieron subir al techo, romperlo y bajar el lecho por allí. Probablemente el techo estaba construido con postes cubiertos con baldosas de barro y paja. La mayoría de las casas tenían techos planos a los que podía llegarse por medio de una escalera exterior de modo que su problema no era tan difícil como nosotros podríamos imaginar.
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  2. ALGUNOS PARALELOS ENTRE EL HECHO DE LLEVAR A ESTE HOMBRE A JESÚS PARA SER CURADO EN EL CUERPO Y NUESTRA AYUDA PARA QUE OTROS SEAN CURADOS EN SU ALMA
    1. ¿Quiénes eran estos cuatro hombres? La historia no nos aclara sus nombres. Seguramente tenían alguna razón para creer que su amigo podía ser sanado. ¿Habría alguno de ellos experimentado una curación milagrosa? Por lo menos habían presenciado la curación de muchas personas.
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      Los que hemos sido salvados por Jesús tenemos la seguridad de que si él nos salvó a nosotros también puede salvar a todos. Sabemos de los millones que lo invocaron con sinceridad de corazón y hallaron la salvación. Su invitación es “venid a mí”, y la promesa permanece firme de que “él que a mí viene, no le echo fuera” (Jn 6:37).
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    2. Estos hombres estaban afligidos por su amigo. Conocían su necesidad. No tenían la menor esperanza de que recobrara la salud a menos que hubiera una intervención divina e hicieron todo lo humanamente posible para acercarlo al Salvador.
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      Todo el mundo necesita salvación. No hay esperanza de salud fuera de Jesús. Nadie debería ser descuidado. El Rey quiere que la fiesta del evangelio se llene de convidados y por ello ordena: “Ve pronto por las plazas y las calles de la ciudad, y trae acá a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos.” Pronto el siervo le comunicó: “He hecho como mandaste, y aún hay lugar.” El anfitrión dice entonces: “Ve por los caminos y por los vallados…”
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    3. Estos cuatro hombres cooperaron en la tarea. Era una tarea que requería de los cuatro. Dos de ellos podían haber traído al enfermo hasta el borde de la multitud, pero se necesitaban los cuatro para traerlo hasta la misma presencia de Jesús. ¿Quién organizó esta obra de salvamento? ¿Acaso la esposa del enfermo pidió ayuda? No se sabe; pero siempre debe haber alguien que tenga interés y que busque a otros para que ayuden.
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      El traer a otros a Jesús es una obra conjunta. Pablo escribió: ”Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios que da el crecimiento. Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor. Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios” (1 Co 3:6-9).
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      Cuando Jesús alimentó a los cinco mil lo hizo en forma ordenada. Dispuso que la gente se sentara en grupos; que los discípulos ayudaran en la repartición de modo que no se pasara por alto a nadie. La iglesia ofrece a los cristianos una forma de cooperar en forma ordenada para ayudar a la gente a conocer a Jesús. El predicador, el coro, los músicos, los directores, los maestros, los ujieres, los visitantes, los intercesores, los miembros todos de acuerdo con su habilidad pueden unir sus talentos en forma ordenada bajo la guía del Espíritu Santo para traer a otros al Señor. La iglesia tiene muchos críticos pero no tiene rivales en la obra de ayudar a la gente a acercarse a Jesús.
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    4. Estos cuatro hombres se sobrepusieron a la oposición. No era el momento más conveniente para que ellos aparecieran con este enfermo. El mundo nunca será evangelizado por aquellos que esperan el momento más conveniente para visitar y evangelizar. ¿Tenían la intención de pagar el arreglo del techo de Pedro? Por lo menos estaban dispuestos a arriesgar el que les costara algo llevar a su amigo a Jesús. Por cierto que cuesta proclamar el evangelio tanto en nuestra comunidad como en otros lugares más lejanos, aun fuera de nuestro propio país; requiere esfuerzo y dinero. Estos hombres pensaron que su amigo bien valía el esfuerzo y el costo.
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  3. JESÚS PERDONÓ Y SANÓ AL PARALÍTICO
    Primeramente le dijo: “Hijo, tus pecados te son perdonados.” Jesús conocía a este hombre; sabía que su enfermedad era el resultado de sus pecados; sabía que su necesidad primordial era la salvación de su alma. No debemos sin embargo llegar a la conclusión errónea de que Jesús enseñó que todos los sufrimientos eran consecuencia del pecado. En Juan 9:3 se refuta tal idea. El decir que todo sufrimiento es causado por el pecado personal es tan falso como cruel. Jesús recompensó la fe del pecador y la fe de los cuatro amigos que lo habían traído, otorgándole el perdón. Los escribas razonaron correctamente: “¿Por qué habla este hombre así? Blasfemias dice, quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?” (Mr 2:7). Jesús sabía lo que estaban pensando. Él quería que ellos supieran (y especialmente Pedro) que él no era meramente un hombre sino el Hijo del Hombre (un término que en forma velada significa “el Mesías”). Marcos, mirando a través de los ojos de Pedro, escribió: “Y conociendo luego Jesús en su espíritu que cavilaban de esta manera dentro de sí mismos, les dijo: ¿Por qué caviláis así en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decirle: Levántate, toma tu lecho y anda? Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa” (Mr 2:8-11).
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    Glorificaron a Dios y se alegraron. Jesús había dicho al paralítico: “Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa. Al instante, levantándose en presencia de ellos, y tomando el lecho en que estaba acostado, se fue a su casa, glorificando a Dios” (Lc 5:24,25). Los cuatro que lo trajeron a Jesús estaban por cierto incluidos en “todos se asombraron y glorificaron a Dios, diciendo: Nunca hemos visto tal cosa” (Mr 2:12).

CONCLUSIÓN.

Cuando uno experimenta el nuevo nacimiento, su corazón se llena de felicidad. Todo cambia en la vida. Todo tiene una razón de ser: el estudio, el trabajo, el matrimonio; la vida tiene un centro que es Cristo mismo. Hay poemas y canciones populares que nos hablan de cómo cambia el color de todas las cosas cuando se descubre el amor humano. ¡Cuánto más cuando hallamos el amor del Creador, quien se dio a sí mismo por nosotros!

Y aquellos que traen a otros a Cristo comparten la alegría de estos cuatro.

Más importante aun, Dios se regocija cuando un alma se salva. Jesús dijo: “Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente” (Lc 15:10). Esto seguramente significa gozo en el mismo corazón de Dios.

Simón Pedro estaba aprendiendo día a día grandes y extrañas verdades, estaba aprendiendo como pescar hombres vivos para Dios.