TEXTO: “Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda” (Mt 5:23-24).
LECTURA BÍBLICA: Mateo 5:21-26
INTRODUCCIÓN: “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas” (He 1:13)
Esta inspirada evaluación por el autor de Hebreos, de Cristo Jesús, el Hijo de Dios, como la autoridad suprema refleja las enseñanzas de Jesús sobre sí mismo. En Mateo 5:17-20 Jesús proclama que la ley y los profetas se cumplen en él. El cristianismo es lo que él revela que es. Todo lo que es verdadero él lo trae a luz, lo cumple, lo realiza. Todo lo que es falso lo juzga y condena. Ni una jota ni una tilde (lo más pequeño como el punto sobre la “i” o el trazo sobre la “t”) de todo lo bueno y lo verdadero se perderá o dejará de llegar a su perfecto cumplimiento. Él establece normas de justicia más elevadas que las de los escribas y fariseos. Él no transige con nada menos que la verdad, que el amor, que la voluntad de Dios.
La porción de las Escrituras en Mateo 5:21-26 contiene la primera de seis ilustraciones que nuestro Señor usa para clarificar el significado de sus demandas.
- LA LEY DIJO:
“No matarás.” “Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás y cualquiera que matare será culpable de juicio” (Mt 5:21). Aquí se hace referencia al sexto mandamiento registrado en Éxodo 20:13, que la gente oía cuando se leía en la sinagoga. El contexto en el Decálogo muestra claramente que el mandamiento de Moisés no se refiere en absoluto —a la matanza de animales, sino que en otras palabras quiere decir: “No asesinarás.” La ley mosaica consideraba los casos cuando las autoridades debían ajusticiar a un ser humano; los casos de muerte de un ser humano por accidente o en defensa propia, o en una guerra aprobada por el estado. No cabe la menor duda de que Jesús se refería al asesinato, es decir el matar a una persona en un momento de ira o por intereses mezquinos.
(xx) - JESÚS DIJO:
“Porque yo os digo.” Jesús habla como una autoridad independiente y por encima de la ley mosaica. No abrogó la ley que decía “No matarás.” Tampoco rebajó la norma en una jota o una tilde. Al contrario la cumplió al hacer énfasis en su contenido y propósito esencial.- Un discípulo no ha de provocar la ira que conduce al asesinato.
- La cólera (sin causa) es pecado. Tal persona estaba expuesta a aparecer ante el juzgado local judío. (Véase Dt 16:18 y 1 Cr 19:5.) Los insultos que llevan a la ira están mal. Uno que llamara a otro “estúpido” u “obtuso”, o “retardado”, podría ser llevado ante el consejo de los setenta, el sanedrín, y el que llamara a otro “pillo” estaría en peligro del juicio de Dios en el gehena de fuego. El valle de Hinom, cerca de Jerusalén había sido profanado muchos años atrás como el lugar donde los paganos sacrificaban a sus hijos al dios del fuego, Moloc, tal como lo vemos en II Reyes 23:10. En los días del Nuevo Testamento era el basurero de Jerusalén. El fuego ardía día y noche y los gusanos no cesaban de comer los restos de los animales muertos allí depositados. La gehena, el valle de Hinom, era una ilustración del infierno, que es el basurero de Dios.
(xx) - Las palabras dichas en momentos de ira pueden causar gran daño. Una persona expresó: “Yo digo lo que siento,” a lo que otra le replicó, “Bueno, pero aun los hornos tienen un filtro.” Otro dijo: “Yo tengo un genio muy vivo, pero me enfrío rápidamente.” Alguien contestó: “Un revólver también se enfría pronto, pero puede hacer mucho mal en un instante.”
(xx) - Cualquier acción mala contra el prójimo es una ofensa seria. El amor al prójimo es superado solamente por el amor hacia Dios.
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- La cólera (sin causa) es pecado. Tal persona estaba expuesta a aparecer ante el juzgado local judío. (Véase Dt 16:18 y 1 Cr 19:5.) Los insultos que llevan a la ira están mal. Uno que llamara a otro “estúpido” u “obtuso”, o “retardado”, podría ser llevado ante el consejo de los setenta, el sanedrín, y el que llamara a otro “pillo” estaría en peligro del juicio de Dios en el gehena de fuego. El valle de Hinom, cerca de Jerusalén había sido profanado muchos años atrás como el lugar donde los paganos sacrificaban a sus hijos al dios del fuego, Moloc, tal como lo vemos en II Reyes 23:10. En los días del Nuevo Testamento era el basurero de Jerusalén. El fuego ardía día y noche y los gusanos no cesaban de comer los restos de los animales muertos allí depositados. La gehena, el valle de Hinom, era una ilustración del infierno, que es el basurero de Dios.
- La reconciliación con el prójimo tiene la prioridad después de nuestra reconciliación con Dios.
- La reconciliación con Dios es la prioridad absoluta para cada ser humano. “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia y todas estas cosas os serán añadidas” (Mt 6:33), dijo Jesús. Al intérprete de la ley que le preguntó, “Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento de la ley?”, Jesús replicó: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento” (Mt 22:37-38).
(xx) - La reconciliación con nuestro prójimo viene después sólo de la correcta relación con Dios. Después del primero y grande mandamiento Jesús añadió: “Y el segundo es semejante. Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mt 22:39).
En nuestro texto Jesús ilustra la importancia de la reconciliación. Un hombre viene para adorar. Parece tratarse de un discípulo por cuanto trae una ofrenda y además se le llama hermano. La espera antes de comenzar el servicio religioso le da tiempo para reflexionar. Su conciencia empieza a molestarle. Un hermano tiene algo contra él, al parecer con razón. Él le ha ofendido en algo. ¿Cómo? ¿Le ha llamado estúpido o pillo? ¿Ha hecho correr algunos chismes que ahora sabe que son falsos? ¿O quizá lo ha engañado con respecto a la mercadería que le vendió? ¿O prometió entregar la mercadería en una fecha imposible con tal de ganarles a los otros vendedores? Él piensa, “Tan pronto como termine el servicio yo arreglaré las cosas.” Pero Jesús dice: “Deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda” (Mt 5:24).
(xx) - En los ojos de Dios, las relaciones personales correctas son más importantes que la adoración, las ofrendas o cualquier expresión exterior. Los cánticos, la adoración, las ofrendas no sirven para nada sin la justicia, la misericordia, y la bondad. Nótese el énfasis de Jesús en Mateo 23:23. Está cumpliendo las palabras de los profetas del Antiguo Testamento, como por ejemplo en Miqueas 6:6-11, Amós 5:11-15, e Isaías 1:11-18. Jesús insiste. Arregla las cosas; haz un sincero esfuerzo; confiesa tu pecado; pide a tu hermano que te perdone. Desea con todo tu corazón que haya una reconciliación. Si él es realmente un hermano en Cristo, te perdonará. Si no es así, tú has hecho lo que estaba a tu alcance.
En el caso donde un hermano te ha ofendido, el Señor ha dado instrucciones en Mateo 18:15-18 y en Lucas 17:3. Ya sea el ofendido o el ofensor, un creyente en Cristo está ansioso de buscar la reconciliación. “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo” (Ef 4:32).
(xx) - “Y entonces ven y presenta tu ofrenda.” No permitas que la reacción de otro, o la falta de ella, te impida adorar y servir al Señor. Un corazón en orden con Dios y -dentro de lo que está a tu alcance- también en buenas relaciones con tu prójimo proporciona un verdadero gozo en el servicio para Cristo.
No debemos contentarnos con ofrecer nuestro don. La justicia, la misericordia, y la fe son más importantes que los diezmos. “Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello” (Mt 23:23). No podemos comprar a Dios con diezmos. Nuestras ofrendas no pueden transformar nuestras malas acciones en algo bueno. El cristiano que está bien con Dios, sin embargo, se deleitará en traerle sus dones, tanto de sí mismo como de sus posesiones.
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- La reconciliación con Dios es la prioridad absoluta para cada ser humano. “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia y todas estas cosas os serán añadidas” (Mt 6:33), dijo Jesús. Al intérprete de la ley que le preguntó, “Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento de la ley?”, Jesús replicó: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento” (Mt 22:37-38).
- La reconciliación es no sólo correcta sino también razonable. Los versículos 25 y 26 reflejan la práctica corriente en los días de Jesús de poner a los deudores en la cárcel; se daba por sentado que eran culpables. Por ello es mejor arreglarse con el adversario mientras es posible.
- Un discípulo no ha de provocar la ira que conduce al asesinato.
CONCLUSIÓN.
Las prioridades divinas son bien claras:
- Primero, buscad la justicia de Dios.
- Segundo, reconciliaos con vuestro prójimo. “Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres” (Ro 12:18).
- En tercer lugar, traed vuestra ofrenda al altar de Dios. “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Ro 12:1-2).