Sermón 3: Todo el evangelio para todo el mundo (Mateo 28:18-20)

TEXTO: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado” (Mt 28:19,20)

LECTURA BÍBLICA: Mateo 28:18-20

INTRODUCCIÓN: Por muchos años hemos estado viviendo al borde de la catástrofe. Esta es una época difícil. Vivimos en un mundo lleno de paradojas y contradicciones. Hay abundancia y hay necesidad; hay riquezas y hay pobreza; hay hambre y hay obesidad; hay ignorancia y hay conocimiento avanzado; hay libertad y hay esclavitud.

Durante las últimas décadas muchas naciones nuevas han surgido. El colonialismo finalmente está desapareciendo de la mayoría de los países, pero las nuevas naciones están luchando por alcanzar el nuevo milenio en muy poco tiempo. La ola de nacionalismo continúa siendo un desafío pero también una amenaza para las misiones evangélicas.

En cierto sentido hemos ayudado al desarrollo de los cambios que están sucediendo en nuestro mundo. Cada año se celebra con regocijo la independencia de Estados Unidos, lo que ha constituido un ejemplo para muchas naciones que trabajan por su expansión en nuestros días. Hemos educado a muchos de sus líderes en nuestras escuelas de las misiones y les  hemos inculcado principios cristianos de dignidad humana y de amor por la libertad. Ellos claman, “Queremos libertad y la queremos ahora. Queremos ser aceptados y respetados como miembros de la familia humana en el concierto de naciones”. Nosotros hemos ayudado a gestar las revoluciones y reformas de las incalculables multitudes del tercer mundo.

¿Cuáles son los principios que nuestros misioneros han propagado, y que han contribuido  ?

  1. SOMOS OBJETO DEL AMOR DE DIOS
    Cuando un ser humano comprende que Dios le ama, adquiere tal sentido de dignidad y respeto propio que no puede soportar más, voluntariamente, la práctica degradante de la tiranía y el paternalismo. El mensaje es que cada persona es importante para Dios. Dios amó a cada uno de nosotros de tal manera que envió a Su Hijo para morir por nuestros pecados.Se cuenta entre las historias del pasado el caso de una familia muy pobre en el estado de Georgia, que trabajaban como medieros en el campo. Apenas podían subsistir con lo que sacaban y siempre estaban endeudados. Un año la cosecha fue buena y les quedaron algunos dólares después de pagar todas sus deudas. No había suficiente dinero para comprar un regalito para cada uno en la familia. Por lo tanto, se estudió el catálogo de la tienda con gran cuidado y finalmente decidieron pedir el envío de un espejo. Nunca había habido uno en la casa. La encomienda llegó después de unos días. Abrieron el paquete: el padre miró el espejo y frunció el ceño; la madre sonrió; el bebé lanzó un gorjeo. Todos veían su cara por primera vez. Finalmente lo pasaron al pequeño Willie. Este no sabía si llorar o enojarse, pues el caso era que Willie había recibido una coz en la cara, de una mula, cuando todavía gateaba. Su cara estaba torcida y llena de cicatrices.“Mamá”, preguntó, “¿es así como soy? ¿Y tú lo sabías todo el tiempo? ¿Y lo mismo me amas?” “Sí, Willie”, replicó la madre, “te amo”.

    Este es el mensaje de Dios a nuestro mundo. No importa cuán torcida y llena de cicatrices esté nuestra vida, Dios nos ama; “siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”.

  2. LA NATURALEZA HUMANA PUEDE SER CAMBIADA
    Nosotros hemos visto este milagro en nuestras propias vidas cuando Cristo vino a nuestros corazones. Lo hemos visto en nuestra familia y en nuestros amigos. También lo hemos visto en tierras primitivas donde el mensaje de Cristo y el amor de Dios han sido presentados y recibidos por los hombres:En el pasado, las misiones evangélicas en otros países estaban en una encrucijada. Se les tomaba como un chiste aun en círculos muy altos. Se hablaba de los misioneros como personas entrometidas, como soñadores poco prácticos, que arrojaban sus vidas en una causa ingenua, tratando de hacer el bien sin mayor beneficio para nadie.Cuando la segunda guerra mundial se extendió a las islas del Pacífico, los soldados norteamericanos tenían temor de caer en las manos de algunas de las tribus que vivían en esas islas.

    Durante el comienzo del siglo XX, los salvajes de Nueva Guinea practicaban brujerías y encantamientos, y se comían a sus enemigos. Uno de los jefes tenía treinta y cinco mandíbulas humanas colgando de su toldería. Un día apareció un misionero; prontamente lo mataron y se lo comieron. Luego se aprontaron para esperar las tropas que vendrían a vengar la muerte del misionero. Pero otro misionero apareció, solo y sin armas y siguió predicando el evangelio. Gradualmente el mensaje alcanzó a estos hombres: “Dios nos ama y podemos cambiar nuestras vidas por medio de Jesucristo, su Hijo.”

    Cuando los soldados tuvieron que desembarcar forzosamente en esa isla, fueron recibidos por seres descalzos, de piel cetrina, y con toda la apariencia de salvajes, pero… ¡resultaron ser cristianos! Fieles creyentes. Rescataron a los soldados, los alimentaron, cuidaron sus heridas, los protegieron y los transportaron a un lugar de seguridad. ¡Tratemos de burlarnos de los misioneros ante estos soldados! Nos reprenderían duramente y nos dirían que el mensaje de los misioneros transformó esta gente en buenos amigos cristianos.

CONCLUSIÓN. La naturaleza humana es susceptible de cambio no importa en qué lugar del mundo se viva. Usted puede cambiar su naturaleza personal ahora mismo si entrega su corazón y su vida a Jesucristo.