A diario oímos a muchas personas que suelen usar frases como: «Que Dios te lo pague», «Que Dios te bendiga», o «Si Dios quiere». Pero, ¿hay algo que Dios tenga que pagar? ¿Tiene Él que bendecirnos? ¿Y cómo podemos descubrir lo que Él quiere? Además, ¿por qué tratamos con tanta familiaridad a Dios? ¿Es que acaso lo conocemos en verdad? ¿Sabe usted las respuestas a esas preguntas?
De hecho, en la iglesia observamos con frecuencia que algunos cristianos tratan a Dios como si fuera cualquier persona, hasta con cierta irreverencia e irrespeto. Cristianos que dicen adorar a Dios y lo que hacen es usarlo a su antojo. Sin duda vale la pena conocer algo de Dios, a quien invocamos con tanta frecuencia en nuestras expresiones populares. Esta obra, El Dios que adoramos, se escribió para ayudarle a conocer mejor a Dios, lo cual es el mayor anhelo de todo aquel que cree en Jesucristo como Salvador. Por supuesto, esto es solo un vistazo de su gloriosa majestad.
Dios se complace con los adoradores que le adoran en espíritu y en verdad (Juan 4.24). Pero, actualmente hay muchos que con gran sinceridad adoran a Dios—en minúsculas—, esto es, un dios «creado a imagen del hombre»; y no conforme a Su revelación en la creación, las Escrituras y en Jesucristo, Dios encarnado.
Gerald Nyenhuis, autor de esta obra, afirma que saber acerca de Dios tiene como fin que podamos conocerlo, o disfrutar de comunión con Él. La adoración y la alabanza representan aspectos de esa comunión (obedecer, honrar serían otros, por ejemplo). Nyenhuis aboga correctamente que «relación, amistad, lazo, compañerismo, unión, vínculo, alabanza, adoración», son palabras relacionadas con nuestra relación y comunión con Dios, y además: son «nociones difíciles de concebir sin el conocimiento de Dios».
El estudio que tiene ante usted le llevará a conocer al Dios que se revela al hombre a través de las Escrituras, y a la vez le permitirá llegar a ser un auténtico adorador del Dios verdadero.