Sermón 2: ¡A todo el mundo! Esta es nuestra misión (Marcos 16:9-20)

TEXTO: “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura…. y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor, y confirmando la palabra con las señales que la seguían.” (Mr 16:15,20)

LECTURA BÍBLICA: Marcos 16:9-20

INTRODUCCIÓN: Nuestra misión, como seguidores de Cristo, es bien clara: llevar su mensaje a todo el mundo. La cuestión es cómo estamos cumpliendo nuestro cometido; y esto nos sugiere las dos divisiones de nuestro mensaje.

Por un lado nuestro primer texto hace un gran énfasis en:

  1. LA RECEPCIÓN DE NUESTRA COMISIÓN
    No existe ninguna duda de quién es el que nos ha encomendado nuestra misión. Jesús dijo: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Mr 16:15). El cristianismo es una idea maravillosa, pero es algo más que una idea; es una misión bajo las órdenes de Dios. Todo ser humano que lo ha adoptado, que ha llegado realmente a conocer a Cristo en forma personal, no puede estar tranquilo hasta que el resto de la humanidad lo conozca. Esta misión trae a luz varios hechos.
    (xx)
    1. Dios está interesado en el asunto. Aparte de él y de su plan la empresa misionera y evangelizadora del mundo no tiene sentido o razón de ser. Si Cristo no hubiera dicho “Id por todo el mundo”, las avanzadas misioneras no tendrían ningún fin ni sentido. Nuestro interés cristiano emana de una relación con el Dios de la eternidad, y es esta clase de relación la que queremos que otros compartan. Algunos creen que, la razón  por la cual salen misioneros a otras partes del mundo es para impartir una cultura superior, ¡pero no es así! El cristianismo no surgió de un tipo de cultura, ni es parte de ninguna clase de cultura; el cristianismo es la fuerza que produce una cultura. Nadie puede realmente transplantar una cultura a menos que les demos a esos hombres el poder que da lugar a esa cultura.Los hombres necesitan de Cristo. Esta es la profunda preocupación de Dios. Como hijo de Dios, también es nuestra gran preocupación.
      (xx)
    2. Dios está obrando en el mundo. Nuestra generación se pregunta ¿dónde está Dios? Aun los más grandes santos han cavilado en esto (Sal 42:3; He 1:2a). Pero Dios está aquí. Dios está trabajando. En una ocasión Jesús dijo: “Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo” (Jn 5:17). El tiene a todas las naciones en sus manos, a todos los hombres, a todos los acontecimientos. Nada escapa a su mirada. No hay ninguna sorpresa para Dios. El conoce el final desde el principio. Todas las cosas están en sus manos.Pero hay momentos y tiempos en la historia de la humanidad en que parece que el  momento establecido por Dios ha llegado. En la historia de la humanidad grandes acontecimientos están ocurriendo; Dios abre las puertas de la oportunidad para sus misioneros. No podemos retrasamos. Muchas puertas están hoy abiertas. Debemos aprovechar para entrar.
      (xx)
    3. Dios nos manda que actuemos hoy. Lo que hemos de hacer ha de hacerse con premura. Cada generación debe ganarse ahora. No hay herrumbre en los goznes de las puertas que Dios abre; tampoco nadie puede cerrarlas. Pero cuando Dios las cierra ningún hombre puede abrirlas. Las puertas de muchas naciones grandes y pequeñas, antiguas y nuevas, están en estos momentos abiertas de par en par. No debemos perder la oportunidad y debemos seriamente pensar en la responsabilidad que nos toca. Durante el reinado de Kublai Kahn en el siglo trece, este notable mongol invitó al mundo occidental a enviar cien misioneros cristianos a la China. No se mandaron. Ahora esa puerta está cerrada.Hemos recibido las órdenes de llevar a cabo nuestra comisión, ¿cómo lo estamos haciendo? Pero por otro lado nuestro segundo texto claramente hace énfasis en:
      (xx)
  2. LLEVAR A CABO NUESTRA COMISIÓN
    Dice así: “…ayudándoles el Sellar y confirmando la palabra con las señales que la seguían” (v 20). Cabe preguntar ¿con qué posibilidades contaba el Señor, con qué posibilidades cuenta hoy en día para que su comisión se cumpla? Nótense seis cosas.
    (xx)
    1. La comisión precisaba hombres que la llevaran a cabo. Jesús los tenía. Eran pocos pero bien adiestrados. Eran gente común pero Dios los hizo excepcionales. Su número creció y esto trajo la persecución, pero la mayoría de ellos fueron fieles hasta la muerte.Lo mismo es cierto en nuestros días. Cristo tiene hombres para su misión. Depende y confía en ellos. ¿Pertenecemos nosotros a las mas de esta clase de gente?
      (xx)
    2. Además, la misión requería buena dirección, y la tenían. Ellos contaban con un líder. El texto dice: “Ayudándoles el Señor”. Su tarea les había sido encomendada por Cristo y él la supervisaba. Vieron partir al Señor físicamente pero su presencia espiritual quedó con ellos. Y así es hoy en día. Esta misión, en todo lo que encierra su voluntad, sigue adelante bajo su dirección como. Señor y Maestro.
      (xx)
    3. Esta misión no sólo requería hombres y dirección sino también un método. El método era su proclamación; debía comunicarse el mensaje a viva voz, por escrito, por la forma de vivir y de morir, de modo tal que produjera un gran revuelo y el mundo pagano se estremeciera. Este método todavía lo podemos usar. Si bien existen nuevos medios de comunicación no debemos despreciar la predicación, y asegurarnos de que todos oigan el mensaje.
      (xx)
    4. Esta misión requería movilidad y motivación. Los discípulos debían salir por todas partes; debían saltar vallas y cruzar fronteras. Pablo fue el primer ejemplo de un misionero móvil; siendo motivado por el Espíritu y controlado por su Señor para llevar el mensaje al mundo entero. Desde entonces la historia de las misiones cristianas ha constituido la historia de hombres que se movilizaron en todas direcciones, guiados y motivados por su Espíritu.
      (xx)
    5. Esta misión requería mantenimiento. Una obra en construcción debe contar con suficiente equipo. Los hombres y los medios para la tarea deben hallarse disponibles. Aquellos que oran en el lugar secreto y se transforman en canales del poder del Santo Espíritu de Dios pertenecen al departamento de mantenimiento. Debemos luego preparar a los que saldrán a la labor. Cada creyente en Cristo tiene su lugar en la gran comisión.
      (xx)
    6. Esta misión requería dinero. No precisamos muchas explicaciones bajo este rubro. Aun en los primeros años Pablo recogió ofrendas en las iglesias locales para ayudar a la obra en Jerusalén. Se necesita dinero para movilizarse y salir por todas partes a predicar el evangelio. Esta también es nuestra misión.

CONCLUSIÓN.
El gerente de una gran firma constructora dijo que se requerían siete cosas para llevar a cabo una obra: hombres, dirección, métodos, máquinas, movilidad, mantenimiento, y dinero. Al recibir nuestra comisión del Señor, ¿no vemos aquí un paralelo? Dios también precisa estas siete cosas, y nosotros hemos de participaren su obra.